Zapato caro, alto, de negro, edad indefinida, poco inexperto, ideas decididas, distante, atractivo, extremadamente calmo, permanentemente exigente e insatisfecho, audaz e inadvertido.
Nunca verás al rey de la noche antes de las cuatro de la tarde por la calle. Raramente le hallarás a las cinco o las séis. Porque para este hombre enigmático la luz es sinónimo de desinterés y hasta de disgusto.
Dos veces separado, el amor que se fue y no volverá, no quiere aventuras ni más heridas, y decide que la vida y el ocio vienen a ser una cosa común y que casa. Solo tendrá y si cabe, líos, jugueteos, flirteos, rolletes, y nunca nada serio con nadie. ¡Ni con él mismo! ...
La noche es larga. Y ahí se siente seguro y confiado. Y camina aparentemente dando vueltas sobre un rumbo claro. Pero en él todo es comercio y aprovechamiento de las situaciones.
Se las sabe todas cuando el sol se pone a dormir y la luz deja paso al neón y al bar, a la disco y al pub, a la chica majestuosa que se ha arreglado para la ocasión y al chico sin edad. El rey de la noche solo es el tiempo de la fiesta.
Entra en un bar y todo es contrario a su sorpresa. Tiene en su agenda personal los teléfonos nocturnos más importantes de la ciudad, en donde no se descartan puticlúbs y todo aquello que la imaginación de la fantasía permita espacio.
La gente habla mucho del rey de la noche. Pero nunca hay nada confirmado y todo son rumores. Afirman que manda más que los antiguos gángsters de las películas americanas, y que conoce los pecados de las personas que le rodean como podría conocerlos un cura cristiano. El peligro es, que él de cura tiene poco.
Organiza eventos, cenas, encuentros, une a gente solitaria, no utiliza nunca el primer plano y delega en otros, corta el bacalao desde los entresijos de su mente experimentada, y hasta quienes desearían verle muerto o en una cárcel con pena perpétua no dejan de profesarle una cierta y nocturna envidia.
Sus chicas son siempre modelos que sobrepasan con creces el metro y setenta centímetros totalmente descalzas, y cuyas curvas epatan en cualquier mirada masculina. Las mejores mujeres del rey de la noche, son top. Las hay hasta aspirantes a actrices, niñas que admiran y emulan a Miley Cyrus, public relations, dominio absoluto de varios idiomas, putillas de poco recorrido, verdaderas escorts de primera línea de fuego, y lo que el Hollywood del porno puede mostrar. Sodoma y Gomorra son sus destinos preferidos y Mesalina su deseo permanente. Adora el sexo.
Sale de un pub, entra en un restaurante, sus pies besan una discoteca, se anuncian viajes turísticos y llegadas de gentes de afuera bien relevantes. Detrás de todos los eventos está él. Sí. El rey de la noche.
Árabes poderosos, ingleses ociosos, americanos despistados o rusos nuevos ricos que necesitan reivindicarse otra vez. Son algunos ejemplos de la diversidad de personajes que él lleva y excita son su tranquilidad y propuestas.
Y el rey de la noche ama a su país, y a su lugar natal, y a la gran industria que él asesora, y llena su bodega ajena y también particular de bebidas alcohólicas y de summa calidad. Todo es potencia y fortaleza, hace mil años que no va al médico, parece que todo le resbala, y cuentan las malas lenguas que cerrado en un cajón con siete llaves esconde la mejor y fatídica pistola acompañada de balas suficientes para irse si se disgusta demasiado.
Pero lo que pocos sospechan es que en realidad el rey de la noche nunca guarda que no sea en el pendrive de su cerebro la imagen y el recuerdo de una mujer que ya falleció y que fue para él mucho mas diosa que las mujeres con las que se casó y separó.
-NUNCA SE LE VA DEL RECUERDO-
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