viernes, 25 de marzo de 2016

- JOHAN CRUYFF, EL GENIO QUE CAMBIÓ EL FÚTBOL -







A mí no me gustaba que ganara el Ajax. Porque era extranjero, y eliminaba al Real Madrid de la Copa de Europa y tal. A mí me gustaba que ganasen los equipos de mi Valencia, de mi España; de aquí ...
Y un día y de repente me pregunté por qué ganaba el Ajax, la Selección de Holanda, y todos esos beatles melenudos y corretones.
Entonces reparé en un tipo flaco y listo como pocos, orgulloso, alegre, rápido, elegante y que siempre se salía con la suya. Tenía un cambio de ritmo imparable, hacía bicicletas, llevaba el brazalete de capitán a pesar de su juventud, y su desparpajo de sheriff sobre el terrreno de juego nunca se podía parecer a la humildad de Pelé y me dejaba boquiabierto y desconcertado.
Nunca me gustaron los cambios. El fútbol debía ser reposado, y el defensa estarse aquí quieto, y los centrocampistas en su sitio, y los delanteros cerca del área para meter goles. Lo otro no me convencía hasta que vi jugar a Johan Cruyff.
Corrían todos. Defendían y atacaban todos. Mimaban el balón. Eran un acordeón que tocaba el genio Johan. En el campo se hacía todo bien, y además todo lo que decidía el niño rebelde. El gran flaco y larguirucho. El mejor de Europa de siempre. En el mismo Olimpo que Di Stéfano, Pelé, Maradona, y seguramente, Messi.
Supongo que me convertí al cruifismo cuando el holandés fichó por el Barça. Pero las hazañas del flaco las hizo fundamentalmente en el Ajax y en la famosa "Naranja Mecánica" de Rinus Michels, Rep, Haan, Van Hanegem, Neeskens o Ruud Krol.
Llegó el mediático y melenudo Johan al Barça y ya le perdí las reticencias. Su fútbol genial e innovador, ya era nuestro. España ya era por fin Johan Cruyff. Su magia y enorme calidad ya las sentía como totales e internacionales. Aquellos goles inolvidables enganchando el balón  en los aires con el pie y clavándolo en la red. Pura magia y alarde exquisito. Una delicia aquella delantera con Rexach, Asensi, Marcial o Hugo Sotil, con Johan haciendo virguerías rápidas y dando pases y más pases de gol.
Una máquina excelsa e imparable. Un mito que se va prematuramente a los sesenta y ocho años de edad. Un genio ocurrente, espabilado, arisco, difícil y práctico. Pesetero, carismático y antológico. Nunca habló bien castellano pero todo el mundo entendíamos lo que quería decir. Un genio especial.
Y se guardaba ases en la manga cuando le llegó la hora de retirarse y sin haber ganado el Mundial de Alemania por el puto vicio de protestar al árbitro una y otra vez las patadas de Berti Vogts. Siempre fue protestón hasta la tumba y riñó con casi todo cristo. Los genios nunca pueden ser convencionales.
No podíamos imaginar que se metería en los banquillos y en las canteras del Barça, y que se dispondría a enseñar un nuevo lenguaje del fútbol que ahora ya es universal. Tocar y tocar, soltar y correr, atacar siempre y nunca defenderse todo el rato. Amor por el balón y el toque, y en el campo todos un piña con un mismo objetivo: ser los mejores y ganar. Porque si eres el mejor y no ganas, entonces todo es mentira.
Guardiola fue su hijo y reprodujo el academicismo del "dream team" de Cruyff con la perfección mágica de otro dios del banquillo. Y Pep logró el mejor Barça de siempre, comparable incluso con aquel Brazil del 70 de Pelé y Tostao. Y le puso cimiento general a una manera excelsa de entender el fútbol que manaba de la fuente Cruyff. ¡Ahí queda éso! ...
Cruyff fue un tío raro, como lo son todos los elegidos y especiales. Reinventó y modernizó el fútbol, e hizo con él lo que le dio la gana. Revolucionó y le puso nueva lógica a sus increíbles herejías innovadoras. El fútbol y yo lloramos sinceramente su pérdida precoz.
-FALTA ALGUIEN AHÍ-
 

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