jueves, 17 de marzo de 2016

- CINE DE ÓSCAR: "SPOTLIGHT". -



Carne y sudor de periodismo de raza, de convencimiento y pasión. El director Tom McCarthy nos muestra un contraperiodismo que huye de sillones excesivos y que siente la convicción y la necesidad de dignificarse a través de lo vocacional y lo vivo.
Esta más que excelente película con un ritmo inevitable e imparable, convierte al periodista en un necesario agente abierto, que desafía todos los temores y magnitudes. Se constituye en un policía que investiga sin desaliento los objetivos y que no mira si su rival es una multinacional o si su trabajo tiene lugar es un staff top o de lujo.
Porque Boston es Europa, raíz, hasta paletismo del bueno, ancestro, división religiosista, los Celtics, y los periodistas son aparentes jugadores de segunda división, como si el nivel se midiese en términos estéticos o previsibles.
El periodismo combativo y convencido, puede surgir en cualquier lugar en donde se tenga ganas de ser velocista y fondista de dicha profesión. Y con cerebro frío para no anticipar un trabajo que pueda enfriar el deseo inmediato de revelar lo descubierto. Un peculiar y seguro director del "Boston Globe", se encarga de rubricar esa firma de prestigio y confianza. De toda la grandeza.
La pederastia y la impunidad en el seno de la Iglesia Católica en Boston. Toda una marca del poder y del dominio emocional, enfrentada a unos entusiastas y jóvenes periodistas de mente abierta.
Han pasado muchos años. Muchos pederastas han salido impunes y oscurantistas. Nadie parece atreverse a defender a los atacados. Ha habido demasiada endogamia y complicidad. El diario rival puede amenazar las ventas y los éxitos periodísticos, y ahí se impone la astucia, la paciencia y el sosiego.
Lo mejor de este film, insisto, es la intensidad y el cómo se toman en serio y jugándose todos los límites estos más que decididos y valientes journalistes. Trepidantes.
Sufren mucho el estrés, la pared, la traba, la regla del juego, la costumbre, la emoción desnuda, la incomprensión y la gran corrupción sistémica. Apenas descansan, descuidan sus horarios en pos de la noticia, y preparan sus armas afiladas para atacar a los monstruos tabúes. 
La sociedad no está con ellos. Algunos han cedido en el pasado a las inercias. Pero los tiempos un día han de romperse finalmente y cambiar. La idea del riesgo para excitarles hacia adelante. Son casi suicidas de la justicia y ejemplares protagonistas de ese maravilloso y con precedentes ejercicio del buen periodismo norteamericano. Ya pasó cuando el caso Nixon.
Finalmente, el marathón necesario bostoniano, con nieve y muro, con hachazos desmoralizadores de norte a sur de las acciones, parece encaminarse ya pasado el siempre eterno muro, camino de la puerta final del éxito en la consecución.
En efecto, la pederastia en la Iglesia fue y es pavorosa, y se miró y se mira muchas veces hacia otro lado. Y a pesar de lo sistémico, hay guerreros periodistas en todas partes que se disponen a coger el postrero sueño con la conciencia más que limpia del trabajo bien hecho.
Frente al inmovilismo de un poder que favorece a quien abusa, acaece la velocidad y la energía de un ágil periodismo que sube escaleras a saltos o que se reúne si es necesario con seres peligrosos y poco recomendables.
Es el periodismo de exponerse, de mojarse el culo, de lidiar con palurdos inútiles a la par que temibles, la fuerza de la valentía, y el éxito de gustarte más ser un irreductible culo inquieto que un teórico gandul de la palabra orlada y hueca.
Más que recomendable película de denuncia y siempre de actualidad. Gran film de obligada visión. Reconforta pensar que hoy y en el burguesismo del sillón y de los móviles casados con los ordenadores, sigue el guerrero ávido y veloz de la pluma, el coraje, y la redacción necesariamente estresante y para bien.
-PARA BIEN DE TOD@S-

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