Ya sabes a lo que vas. No hay sorpresas. Comedieta simpática de evasión. Necesitas desconectar. Te animas con la promoción que hacen en las teles y descubres que el sacrificio por una entrada, bien vale una escapada al reality de ese mundo lleno de enconos y conflictos. Este mundo es un conflicto.
Las colas son muy largas. Llenos totales y récords de asistencias. Cine fácil y de consumo. Sin cena pesada. Los estereotipos y todos los sambenitos que muchos piensan y pocos se atreven a soltar en la gran pantalla de manos del director Emilio Martínez Lázaro.
Excelentes actores en medio del guión de tebeo. Cataluña, Euzkadi, Andalucía, la independencia, Madrid, todas las Españas y los orgullos cañís.
"¡Yepaaaaa!", suelta el excelente actor vasco Karra Ejalde. Todos sonreímos o reímos el adentro. El chaval Dani Rovira es simpaticote y hace bien la comedia. La chica es mona, el novio pijo está decentemente interpretado por Berto Romero, y Rosa María Sardá es una de las mejores actrices del cine y del teatro españoles. Carmen Machi está agradable, televisiva y excelente conectando bien.
El amor. Las comedias y de humor tienen amor. Y chica y chico, y el morbo intocable del tabú político se deslengua en la clave no punzante de la hilaridad. Se entiende el éxito comercial y del consumo.
La política parece un juego de robots correctos y reprimidos, impecables, comedidos y localistas. Sacar a pasear a los temores políticos en clave de amabilidad,no pica tanto a las sensibilidades. No nos gusta demasiado la carne política y preferimos el veganismo. Siempre evasión. "¡Yepaaaa!". Y todos a reír.
Hay poco, pero el racismo latente y la confrontación pasan desapercibidas. Y además nosotros podemos ser vascos por unas horas cinematográficos, catalanes independientes y hasta sin referéndum, o andaluces de palmas y fino en vitalidad alegre y colorista. Soñamos a poderlo ser todo.
La película es un soñar con palomitas o una birra con papas. Un bar de excelentes actores, en donde en el fondo se destapa lo indestapable y se etiqueta la confusión. Se trata de imaginar navidad y paz, y unidades inquebrantables, y cachondeo a espuertas, y la capacidad del director para tocar temas sensibles saliendo indemne y comediando. Todo es un rollo que sirve para reírnos de lo que no nos gusta y de disfrutar de nuestras aficiones a la desinhibición y al disparate casi controlado pero finalmente amable y hasta romántico.
"¡Yepaaaa!" La expresión de la película. El grito de guerra del pescador gracioso y disparatado que tiene las cositas bien claras y hasta con "fundamentos".
Ella. La chica. Clara Lago. El amor hace pactos autonómicos y estatales y se puede pasar por el forro las paredes y las imposibilidades. Y el pacifismo se vuelve beso atornillado de cocacola, y todo nos dice que se superará la dificultad y triunfará el sueño y el glamour.
Siempre el amor: "¡Yepaaaa!" Si no hay amor, es que me lo cargo. Si no hay atracción sin banderas es que no puede ser, si no hay orgullo estirado y raíz profunda y humorística es que me pongo demasiado serio y arrugado.
Y yo he ido al cine para reírme y hacer un poco el canelo. Que bastante dura es la vida. Ya llegarán si eso los filmes de Von Trier o de quien sesudo sea. Ahora toca la familia, y los amigos y hasta los niños.
"¡YEPAAA!".
1 comentarios:
Se debiera titular la gran evasion.Fuera las caras largas y a reirnos...,hasta de nosotros mismos.
AHORA LLEGAN LOS POMPOSOS DEBATES TELEVISIVOS.Es decir,la eterna cancion de quien la tiene mas larga.Por el mar corren las lebres y por el monte las sardinas.Todo vale para carnaza del cepo que ya vendran los ajustes de los ajustes para que España vaya aun mucho mejor.Nadie sabremos que es España.
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