domingo, 23 de agosto de 2015

- LINA MORGAN IN MEMORIAM -



Sus piernas heterodoxas al servicio de la comicidad. Lina Morgan, artista de mil leguas. Maravillosa cómica que hizo del paleto un estilete de conexión. Ha muerto como ya sabéis, Lina Morgan. Suena rotundo lo de la Lina y sobre todo, lo de Morgan. Hubo un tiempo especial en donde las cercanías a la popularidad nacerían de nombres rimbombantes y casi provocativos para la época. Lo que ahora aparece como trasnochado, lo es porque se descontextualiza. El tiempo siempre juega a compararse.
Suena potente lo de Morgan. Se nota que fue grande y nunca una artista más. Fue un referente inexcusable del teatro y del cine español más popular. Fue la revista y el humor de oxígeno para salir del paso de la asfixia del franquismo. Había que reírse con lo que hiciera falta. Y el oficio y la visión aguda y profesional de Lina, atrapó esa idea.
Parecen charlotadas, antiguallas, y género menor. Pero los cómicos saben valorar mejor que nadie las poses y las conveniencias. En el negror de aquella España terrible de Franco y de la ausencia de la libertad, el artista tenía que ser impetuoso y rebelde, tenaz y protestón, naturalote y comprometido, sutil y audaz, inteligente y astuto, y todas esas pequeñas cosas que hicieron grande a la madrileña y popular Lina.
En ese tiempo de espanto y revista, de primeras aproximaciones a la esperanza de una peculiar libertad y al deseo de cambio impepinable, siempre el humor. Bendito humor de distracción y vitalidad, benditos viajes por todos los pueblos, y bendita conversión de lo ordinario en entrañable y válido.
Lina hizo un personaje. El de mágica y sarcástica paleta que podía permitirse el lujo de ser hasta reina y señora. Era mujer. Y éso, en su mundo de femineidad. Ser mujer siempre implica dentro del machismo una gran rémora. Pero a Lina, como en su momento la catalana Mary Santpere,  no le importó. Salió de madre y alzó sus piernas, y la payasa maravillosa tuvo espacio y respeto. Ocasión. La  mujer se dejó ver en el humorismo pionero, y recibió la bonita sorpresa popular en forma de espontáneo y masivo aplauso. Ese pionerismo, esa audacia, esa necesidad de la actriz por ser mujer y romper facetas y roles, esa idea de que se podía ser cómica y empresaria de su "La Latina" teatro, eso de que los corsés y de que las fajas negras siempre apretarían, no siempre o necesariamente sería así. Porque Lina dijo que nones.
Polifacética, superdotada en su naturalidad delante de las cámaras, conectando con un público ávido de Juanitos Navarros o de Alfredos Landas, y que demostró agradecimiento y emoción.
Hoy ya hay chicas como Lina Morgan. Abrió caminos e hizo mucho  por la mujer. Las dictó valentía y eternidad, decisión y desmarque hábil frente a los cometidos y convencionalismos, y engañó a todas las más estrictas censuras. Porque tras su candidez y previsibilidad de sus personajes, había un enorme y definitivo corte de mangas.
Pueden ser grandes pongamos por ejemplo los escritores. Pero para mí son mucho más grandes los aparentemente menores pero que llegan más al gran público. Esa fue la gran magia de Lina Morgan. Que llegó bien a la gente. Que podemos destacar la huella y el sello del impacto de su nombre artístico. Esa es la grandeza y el triunfo.
Nunca se ha de descontextualizar. Cantinflas y le roi Chaplin fueron dos genios. O, Jerry Lewis. Y tantos y tantos cómicos y actores que decidieron tentar a las alas de la libertad.
En aquella España limitada y de la charanga, se precisaban iconos de la popularidad como la Morgan. Ideas y perfiles de una nueva mujer que se constituiría de cara y hacia el futuro. El papel de mujer del pueblo y sin más solo era una argucia que nos decía que en realidad todo iba a cambiar y cambiaría. Y sigue mutando.
¡AGRADECIDO!

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