viernes, 18 de agosto de 2017

-EL POTENTE CAOS QUE GENERA EL ODIO-




De repente. Como un descabellado rayo del infierno. Como una aparición de terror. Como algo letal que ataca y causa muerte y dolor. Como una psicopatía de fanatismo tan perturbadora como caótica.
De repente todo por los aires. El descontrol. Cede la paz turística y masificada en las Ramblas barcelonesas para dejar paso franco a una estancia de insatisfacción y de locura. Porque una furgoneta está embistiendo a la multitud.
En medio del verano y caluroso, vacacional y desestresante, el mundo se vuelve cruel, extraño, desesperado y opuesto. Al revés. El mundo al revés se apodera de esa tarde atractiva y de ocio. El yihadismo cabrón vuelve a cubrirse de vergüenza. Ya la han liado de nuevo ...
Sociedad mediática. Demanda de información. No es fácil saber por dónde hay que empezar. Los móviles son armas de varios filos. El caos es poderoso e imperial si va lleno de mierda de odio. Todos a sobrevivir en unos segundos y a olvidarse de lo que es la desinhibición y la sonrisa y el placer. La situación se ha tambaleado como en un seísmo, y el paradigma ha sido demasiado brusco para poder ser asumido. El caos lleva la muerte, y eso no se aguantará jamás. Y se luchará valientemente desde la vida hacia el caos.
Muy poco sabemos de la génesis y de la estructuración yihadista rápida de una acción de guerrillas cuyos sujetos ni siquiera están fichados, o sobre los que apenas recaen escasos indicios. Es como si el caos tuviera pernada; como si apareciese un reto nuevo, o como si unos descerebrados cachorros adiestrados en el odio fanático de la sinrazón se hubiesen adueñado de las reglas del juego. Se perdió el juicio.
Ante los fracasos diplomáticos de las partes del conflicto larvado pero real, sin mesas de negociación ni referentes claros de quienes representan a los ejecutores del odio, el dribling del caos y la muerte se convierte en sencillo de hacer y hasta barato. Solo sabemos que todo viene del odio, y que tienen dinero para la guerrilla que proviene del petróleo o de la venta de droga. O, de muchas dudas inaclaradas ...
En el suelo yacen los cuerpos sin vida, y los heridos y familiares solo pueden estar en pánico. El terror y el caos dan juego y espacio a los villanos. En Cambrils preparaban más locura. Interceptados afortunadamente.
La tele se vuelve loca audiencia y las fuentes fallan una y otra vez. El fracaso es absoluto. Nos muestran imágenes de morbo de la barbarie para no tener que decirnos que no tienen ni puta idea de la estrategia mortal que estos desalmados habían decidido perpetrar en Barcelona. El periodismo se tambalea entre el caos general, y pierde rigor y credibilidad. Nadie parece enterarse de nada. Y la gente no sabe qué dirección de esperanza tomar.
Controlado el terrible hecho puntual, y definido el ataque desde el atropello fou de una furgoneta, aparece la policía, y comienzan las formalidades. Todos los políticos que se llevan mal, se unen y hacen frente Fuenteovejuna como humana prioridad. Rajoy es recibido con normalidad en Cataluña, y ahora no es cosa de enemistades. Lo importante es el control, el formalismo y la supervivencia.
Al día siguiente, escépticos y reales, los catalanes se lanzan tímida pero decididamente a sus Ramblas, a su Raval o a su entrañable mercado de la Boquería. Hacen bien. La vida sigue a pesar de esos canallas del odio. Y la inercia de la supervivencia ayuda mucho.
Lo malo es que esta película yo ya la he visto, y de no haber fallado los explosivos todo podía haber sido mayor aún. Sí. Esta película vomitiva y terrible ya la he visto. Y a mí no me convence que los chicos de la peli sean los policías. El odio cabrón no lo para una bala sino que la multiplica. Hay que trabajar y exponer. Explorar las causas de esa contienda y tener verdadera voluntad política de afrontar los temas.
-POR DIFÍCILES QUE SEAN-

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