Hará sobre un año que la conocí. Paseábamos a días y a ratos. Era todo de lo más explosivo y a la vez extraño. Para mí.
Ella un día me besó en los labios y yo me quedé alucinado de positiva sorpresa. Y mi fantasía llegó a desbordarse. Y le cogí y nos cogimos de las manos, y tras un atracón de alegría llegaban enormes pausas.
Lo jodido es que yo la veía radiante cuando estábamos juntos, y va y un día me dijo que se iba a no me acuerdo dónde, y yo acepté con aparente libertad y galantería su distancia geográfica. Como estábamos a gusto, ya volvería. Ella era libre como el viento. Nos conocíamos poco, y a lo mejor con un poco de suerte y con el transcurrir de las semanas, el acercamiento afectivo se consolidaría.
¡Nada! Era otra cosa. Ella no caminaba por mi sendero aunque me diese besos, caricias o carne. Ella vivía un tiempo que se parecía al mío lo que un huevo a una castaña. Pero no se lo digáis a nadie: yo, no me enteraba de nada. Era escucharla por teléfono para que la energía me llegara sin dificultad por lo menos tres día y tres noches. Yo estaba y quería estar enamorado hasta mucho más que las trancas, y una pareja dicen las matemáticas elementales que se compone de dos elementos y nunca de uno.
Viví los momentos más adultos y a la vez ilusos de mi vida a través de sus guiños telefónicos y de nuestros raquíticos encuentros. Solo valía el amor. El amor. Mi amor enamorado dispuesto a batir el récord mundial del amante masculino de Teruel. Amante fiel.
No miré el tema mujeres en la agenda en un año. Y siempre pensé que era correspondido con idéntica potencia amorosa. Coño, y si había idéntica potencia amorosa, ¿por qué no se dejaba de cuentos y nos veíamos más a menudo? ...
Nunca lo pensé. La explosividad de mi ilusión era fuego de vida y de aire. Era capaz por ella de romper todos mis esquemas. Estaba dispuesto a lanzarme como un suicida en medio de la osadía de la inexperiencia y de la evidente ilusión. Pero ella no venía ...
Me costó finalmente entenderlo y asumirlo. Supe. Supe ya qué carajo pasaba. Y lo que pasaba es que me evitaba porque le aterraban las ataduras, y porque sencillamente le gustaba mucho más su estilo de vivir que el que yo le proponía.
Ella quería juguetear y hacerse libertad. Pero una follaamiga también puede tenerte cariño. No amor, pero siempre puede haber cariño.
Cuando ya tuve del todo claro que me evitaba y que no quería relación tradicional, monté en cólera y la dije que había estado jugando un año con mis sentimientos. Exploté como un injusto y un iluso, y empecé a reprocharla su falta de correspondencia en el amor.
Bonito aprendizaje. Ella no se dejó avasallar por mi argumentario y reinvindicó su libertad como una opción de bienestar respetable. Iba a decir que yo la perdoné..., pero,¿había que perdonar a mi miopía galopante que me llevó a la Babia del iluso? Sencillamente, respetar. Eso es lo que tenía que hacer, y asumir mi burrez.
El tiempo de hoy hace que las relaciones entre parejas sean muy diversas y diferentes. Yo fui un carca. Alguien que pensaba que solo podía ser real el modo tradicional del cariño. No estaba dispuesto a aterrizar así como así en mi tiempo de hoy y de todos.
Ahora he comprendido la idea. Ella me quería a su manera de querer. Sin tanto ímpetu y con otro acento y expectativa. Me abrí yo los ojos a mí mismo en medio de mi dolor decepcionante.
Tengo que estudiarme mejor la asignatura de los sentimientos. Saber bien o suficientemente el terreno que piso. El tiempo de mi lío fue demasiado extraño y no encajaban los puzles. Ahora, afortunadamente, van encajando.
Solo quiero aprender. Es mi sino y mi señal. Mi máxima. Aquello no podía ser y saltó finalmente su santa realidad. Ahora nuestros caminos nunca podrán cruzarse. Y es la mejor noticia que hay. Clarito.
-PORQUE ES LA LIBERTAD-
2 comentarios:
Invertí miles de noches en pensar,
Como sería estar contigo junto al mar,
Con el tiempo me empecé a endeudar,
Recibía menos de lo que te empecé a dar.
Le debo a la noche,
Mil y una estrellas,
Que en un derroche,
Le regale a ella.
Le debo al corazón,
Mil y una heridas,
Que sin razón,
Le cause a mi vida.
Le debo a la primavera,
Mil y un jazmines,
Que en mi ceguera,
Las corte de mis jardines.
Le debo a mi alma,
Mil y un suspiros,
Que le quitaron la calma,
Y dejo a mi mente dando giros.
Pero la deuda más grande es conmigo mismo,
Al confiar en ti cuando eras un espejismo,
Me debo mil y un momentos,
Que por tu ausencia fueron tristes lamentos.
Preciosa poesía, querid@ lect@r!
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