4 Junio 1926- 12 Enero 2016. Mi madre ha dado el definitivo adiós a la vida y me ha dejado sorprendido y extraño. Sus 89 años no me compensan nada. Se ha muerto, es lo que hay, y la vida sigue.
Mi madre era guapa y bajita. ¿Era? Aún es. Porque todavía no la tengo como muerta. Aún está casi caliente en mis manos. Aún está más que reciente su belleza y su estar. Sí. Echo mucho de menos su estar.
¿En dónde está ahora mi madre?, ¿se ha escapado?, ¿por qué no está en ese sillón azulado que le compré en la vecina Mislata?, ¿qué hace que no está leyendo los periódicos o las revistas sentada como siempre en una de las sillas del comedor de mi hermano, en cuya casa ha vivido los últimos años de su vida?, "¿alguien sabe dónde está mi madre?" ...
Su ausencia y mi vacío. La muerte es cruel y puta. Habilidosa y regateadora de lógicas y de pensamientos cariñosos. Da igual que la haya dado lo mejor de mí. No he podido hacer más. En los últimos años me he sostenido sobre sus cuidados. He renunciado a vivir mi vida, por una convicción de acto de justicia además de cariño filial y compasión.
Carmen nunca debió casarse ni tener hijos, y tuvo la mala suerte de no poder elegir, dado que la parió el contexto franquista y una mala suerte brutal que iba desde sus problemas eternos y personales hasta una indiferencia y frialdad por parte de su familia más inmediata que producía vergüenza y sonrojo. La vieron difícil y pasaron de ella. Y ella se refugió en la patología, en la desesperación y en la nada. No dejó en paz a sus hijos como rabieta, y decidió entre comillas y con el bastón de mando, que eran de su propiedad y punto. Fue su sutil y retirada vendetta ante un mundo bobo y cobardón que nunca supo entenderla y atenderla. Carmen vivió la crueldad de la indiferencia y del olvido. Al menos, hasta que yo entré en acción.
La cuidé, se me hizo una niña, le entró una compulsiva demencia que se suavizaba considerablemente con fármacos al llegar la tarde, y una tremenda insuficiencia respiratoria convertía su calidad de vida en un tierno espanto.
Carmen perdió el contacto con la realidad, si es que en algún momento supo de tal realidad. Yo, decidí. Yo, decidí actuar sobre ella como lo hace un padre conmovido, paciente, y fuerte mental y físicamente. Mi madre no me ganó el gran combate, y no tuve necesidad de meterla en un geriátrico. Murió en casa y a mi lado. Con calor.
Y, lloro. Debo intercalar llanto entre las frases. Es natural. Cojo un pañuelo y continúo el escrito.
Me insultaba pero yo sonreía. Yo le daba el desayuno, y le cambiaba los pañales, y le limpiaba el culo, y la llevaba al baño, y le hacía la comida, y la sacaba a respirar con la silla de ruedas al Jardín Botánico de mi valenciana calle de Quart. Ella debía llevar siempre un bastón. Siempre lo asumí. Aquí manda, ha mandado, y siempre manda ella. Era una de las premisas. O lo coges, o lo dejas. Como las lentejas ...
Me extraña el silencio. Ya no monta escándalos, ni me insulta, ni me pide chocolate ni las galletas, no quiere ya ir al baño veintiséis veces, y ni siquiera allá a las cinco de la tarde cuando debía llegar el relevo del cuidador me suelta ya su sonrisa de niña dulce que enamoraba y decidía mientras me hacía un gesto, el cual yo le enseñé alzando los brazos con complicidad y que se llama agradecimiento.
Fue duro y hermosísimo mientras duró. Esa mujer maravillosa y olvidada que fue y es Carmen Marí Alfonso, fue belleza juvenil, ternura, y poseedora de una fortaleza y resistencia poco habituales entre las señoras de su edad.
Jode mucho que ya no me rechace los fideos o que haya tanto silencio. Mi madre no quería estar en silencio. Y no sabía lo que era estar fría como la muerte. Pero yo nunca quise asumir igualmente que nunca nadie será eterno. ¡Gracias, madre!
¡MI AMOR HACIA ELLA SIEMPRE ETERNO Y SÍ!
5 comentarios:
Los que hemos pasado por lo mismo te entendemos perfectamente.Sin palabras y un fuerte abrazo Vicente.
Tranquilo Vicente.Moriremos todos mas pronto que tarde.Ataca el virus de la microcefalia.Ya ha advertido la OMS.Podria retransmitirse por picadura de los misquitos tigre.Solo hay un caso y em Finlandia.Claro que si un mosquito tigre le oica a esa Finlandesa...,o finlandes y luego vuelve a España,volando y pica a un Español...,pues pudiera ser que le transmita la microencefalia y si,a su vez,a este le pica otro y este a otro y este a otro...,la destruccion de la humanidad por pandemia.Joder y yo con estos pelos.Tenemos otro ebola o gripe aviar o pircina o...La madre que oario a los putosvirus.Encima morircomo los politicos o dirigentes.Con el cerebro pequeño.Una putada,vamos.A ver si esta vez les cree alguien y consiguen,farmaceuticas y gobiernos un buen..,o mal retroviral y se forran.Esto es la leche amigo Vicente.Un abrazo,amigo y besitos.
Siento las faltas porque siempre ando corriendo.Es mi sino.
Gracias a Dmilú u a todos aquell@s que me leem!
Y leen..Guiño
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