jueves, 21 de enero de 2016

¡ BOWIE !


Cuando todo es previsible, aparece David Bowie. Cuando todo puede ser traba o límite, llega un leñador de la ruptura. Rasga y hurga sumido en su libertad, y crea música.
¡Bowie! Queda un hueco, un roto, un vacío, una referencia eternamente viva, alguien distinto que logra que las cejas se enarquen y los tabúes huyan despavoridos sonrojando a los atávicos puristas del temor.
David Bowie se puso las botas de su libertad. Y su osadía ha sido arte y referencia. Sus líneas rojas fueron copiadas por menores mediocres, y todo cedió.
Nunca puede hablarse de la música de hoy sin ese personaje inesperado que fue y simboliza Bowie. Porque las aperturas y los horizontes nuevos y de calidad se rebelan igualmente como posibles.
Lo mejor de Bowie fue su capacidad de ser una continuidad nunca cansina de personalidades y de propuestas. Su exhuberancia y su impacto absolutamente desconcertantes, a la par que arrebatadores. Un Top eterno.
Un de fiar. Alguien que nunca te iba a aburrir ni a provocar tedio. Un gran sorprendedor y hacedor de osadías ligado a la música y a una personalidad de otras galaxias. Gigante el Bowie.
¡David Bowie! Sus mutaciones sin perder su esencia. Su look nunca del todo definido como es el viento del free. De lo libre. De la libertad. Se puso rombos en la cara, y vestimentas desmarcadas, y le cascó caña a su calidad, y todo lo que quieras o puedas imaginar.
Bowie. Se dijo de él, de todo. Que si bísex, que si trísex, que si cúadriceps, que si quintillizo, que si jugador del United o del Leeds, que si Arlequín de la provocación y del nuevo tiempo, y hasta summo gurú de las inmoralidades y de las barreras de lo permisible.
Bowie fue perdido, e impermeable, e impenetrable y claro a un tiempo, y músico de hoy y de ahora, y llenó cientos de Estadios y Pabellones en sus foros y conciertos, y aunó patrias y banderas, y fue internacional y universal, y en su vida privada qué puta me importa lo que le dio por la gana. Libertad. Palabra valiente. Ejemplo de libertino mágico que se fumó el Amazonas y el Globo y sin éticas definitivas, Bowie amó intersexo a quien quiso y cuando decidió. Se pasó  la moral por la indiferencia y dio buena cuenta de todos sus instintos del goce y del vivir sin trabas ni tirantes mamones.
David se dio a la vida. A la alta, a la media, a la baja, a la súper; a las mejores compañías de las malas compañías. Fue desnudo en vulnerabilidades exhibidoras, y logró cosas memorables. Vibró e hizo vibrar. Nunca fue clase media en música. Fue un gigante, y su huella la ven hasta los niños de hoy.
La música se queda desconcertada ante el adiós del genio. Porque a su manera nueva y salvaje, Bowie lo fue. Fue un enorme de la música, de la estética y de la vida. Juntó canciones maravillosas con orgasmos envidiados y hasta esotéricos. Frecuentó el olimpo del oro y también las cloacas de la triste mierda. Vivió. Se lo pasó vida. ¡Oh, Bowie!
Ahora hace sonreír hilarante la traba, el desnudo o el tanga, detrás de Bowie. Todo el aderezo y el metal ya están ahí, y sus mágicas ocurrencias de portento magno.
Cuando repasamos Elvis, Beatles O Springsteen, cuando revisamos Floyd o Vicius, o Fitgerald o Armstrong, Rollings, y demás vademecum que hace mamar a la música, encontraremos a D. B.
¡Bowie! Es como dios o Cronos, el innegable y el desplegable, el capaz de hacerlo todo trizas, y el que te nazcan las ganas de saltar, de gritar, de volar y de follar. Absolutamente todas las ganas libres.
¡FREE BOWIE!

1 comentarios:

La muerte no tiene ningun respeto,Vicente.Aqui te pillo...,aqui te mato.Ni tiempo a despedirte de alguien.La pintan con la guadaña pero le va mas la venda de la justicia.No mira nada porque no ve y la justicia siega.A los pobres la cabeza y a los poderosos la hierba bajo sus pies para crear una alfombra.

Publicar un comentario