domingo, 1 de noviembre de 2015

- ENTERRADO Y FELIZ -



Mi padre era ateo y antireligioso, pasota, tierno, olvidado, inocente y noble.
Cuando falleció en marzo de 1982, el desorden estructural en mi familia se potenció y pareció como si su pérdida no fuese tan importante y hasta decisiva. Mi padre fue un muerto casi inexistente y siempre abandonado y desasistido. Como mi madre, o como yo ...
Yo, existía pero no estaba. Mi hermano le hizo responsable de todas sus calamidades, y mi madre se hundió todavía más. Yo, casi ni me enteraba de lo que sucedía, ni de la importancia de su muerte, y ni siquiera de la importancia de mí mismo.
Esto de los cementerios y de los sentimientos, ha dado paso a muchos vaivenes y mucha dinámica comercial. Hay y había que estar muy atento y muy con recursos de actuación. Si no decías nada ni te informabas, ibas dado. El cementerio crecía y crecía, y somos muchos, y además todos moriremos, no valdrán excusas, y hay que moverse siempre. Que es la salud y la inteligencia.
Pronto sabré dónde está mi padre. Aunque, sea aproximadamente. Han pasado muchas décadas y afortunadamente he salido de mi Babia camino de mis sentimientos verdaderos, auténticos, progresivos y estables.
He averiguado que en el 1987, al no dar parte a la corespondiente empresa funeraria, los restos de mi padre fueron legalmente vertidos y juntados con los de otras personas en fosas comunes.
¿No he querido yo a mi padre? ¡Mucho más de los que podía imaginar! Comprendí finalmente su tremenda historia, a la vez que yo iba despertando de mi sueño fatal. He ido al cementerio, me han dado unos teléfonos de referencia para averiguar qué ha pasado con él, y el chaval de la empresa actual funeraria me ha informado bien con una sonrisa y simpatía más que profesionales. Trabaja bien en lo suyo este hombre. Es espontáneo y tal ...
A mi padre le quiero a mil y de modo progresivo. Cada día que pasa le quiero más porque he podido comprenderle y comprenderme a mí mismo.
Mi hermano no se entera, y para él es como si nunca hubiese existido. Ha pasado la página y ya está. Mi madre le perdió sin darse cuenta, sin ser ayudada, desde el olvido más comodón y miserable por parte de una familia peculiar y tremendamente nebulosota. Desde un desencuentro de espanto y terror y real. Mi familia más inmediata fue demoledoramente errada y ausente. Nunca entendió unas claves imprescindibles. Nunca vió ni le pareció especialmente mal lo que sucedía.
Paso página y vuelvo a mí. Yo he logrado sobrevivir al tsunami y a los brutales desencuentros que convirtieron a los míos en un barco a la deriva y sin la más mínima compasión ni presencia de nadie.
El pasado me da un carajo. Solo vale el presente. Nadie más que yo irá al cementerio a ver lo de mi padre. Pero yo sí iré a ese recuerdo, siempre iré a ese cariño, siempre iré a esa cita ritual y final aunque también sea ateo y hasta antireligioso como él fue siempre.
Y en 2015 alguien se interesará feliz y necesariamente por mi padre: yo. Un yo realmente definido y convertido al amor incondicional hacia él y al agradecimiento eterno. Los restos de mi padre podrán tener finalmente visita, dedicación y amor. Alguien preguntará por su nombre y por sus apellidos tras décadas de triste y terrible anonimato. Yo, le honraré. Y nunca mi padre morirá. Al menos mientras yo viva. Mientras yo viva se sabrá de él. Y cuando yo muera que el destino decida lo que quiera. Te escribo porque te quiero. Sí, papá. A tí.
-QUE TE LLAMAS SIEMPRE, ALFONSO ORTÍ FUENTES -

2 comentarios:

Un hijo que no recuerda a su padre es otro muerto mas de su propia insensibilidad y un enterrador de su infancia.
Bien por ti,Vicente.

Publicar un comentario