jueves, 9 de febrero de 2017

- EL VALENCIA C.F. Y SUS DIFÍCILES MOMENTOS. -



Lo primero que llama la atención es que una ciudad con tradición futbolística y de un millón de habitantes, tenga un equipo tan malo con jugadores más que mediocres y que puede que no descienda a la Segunda División porque en la clasificación hay equipos más flojos todavía, los cuales no deberían pertenecer a la División de Oro del fútbol español.
El Valencia Club de Fútbol se parece a ese proyecto de Estadio que está a la salida de la ciudad, parado, desencantado y a merced de los elementos. No parece justo que el equipo de Puchades, Claramunt, Sol, Kempes, Bonhoff, Albelda, Villa o Silva, esté en manos de un magnate de Singapur, al cual lo único que parece interesarle es ganar el vil dinero.
El Valencia es un club que navega a la deriva sin rumbo ni capitán. Coincidiendo con el crash del ladrillo, el equipo del murciélago dejó de tener presidentes conocidos. Y eso que ya tuvo que padecer a Roig o a Soler, por poner ejemplos sonoros.
El empresariado valenciano o local, se encogió de hombros y se dejó llevar por otro azar y por otras gentes. Se quitaron de en medio responsabilidades y posibilidades, y la esencia se desparramó y se durmió. Sigue viva, porque la verdadera savia y luz del Valencia son sus miles de seguidores, los cuales asisten furiosos y asombrados a un tiempo triste en donde se encadenan las derrotas y en donde no se perciben en el corto plazo remiendos estructurales. Hay ahí una ausencia, un vacío, una deriva y una desidia. Una tremenda pena ...
El Valencia ganó la Liga. Y no solo en los tiempos del NODO o de Pepe Claramunt. No. Con el discutido Rafa Benítez se ganó de nuevo la competición, y a pesar de su juego poco bello logró ser el bloque más sólido e impenetrable de Europa. ¡Y jugó hasta finales de la Champions! ...
Peter Lim es un presidente millonetis que ficha "petardos". Con su palmario desconocimiento del fútbol, se ha dejado asesorar por buscavidas, creyendo ingenuamente que la lógica de los números le haría enriquecerse más. Ese es el gran error del hombre de Singapur. Que no tiene ni idea de fútbol ni de los personajes que en el deporte del balón redondo se mueven.
El verdadero culpable,-además naturalmente de la desidia de los empresarios valencianos-, es un tipo llamado Jorge Mendes, el cual al darse cuenta de la tremenda miopía del "chino", decidió hacer de las suyas haciéndole creer que hacía muy bien su trabajo confiando en él. Mendes es un representante de jugadores que carece del más mínimo escrúpulo. Por eso se han puesto la vestimenta blanquinegra del club más laureado de mi ciudad jugadores que no serían titulares siquiera en Segunda División, o han sido dirigidos por entrenadores indebidos y sin la menor fiabilidad ni estabilidad. Un engaño, y todo dinero ...
Rehacer y retomar al Valencia, será difícil. Mandar al olvido a Lim y a Mendes, supondrá un gran esfuerzo de voluntarismo y de cariño a la esencia rigurosa de un club siempre potente y presente en los puestos altos de la competición.
En las manos y mentes de los empresarios que amen al Valencia, estará el inicio de las claves del rumbo de una nao nuevamente guiada. Ahí, y si afortunadamente ese momento optimista tiene lugar, radicará que el Valencia vuelva a ser el equipo de siempre y que todo el mundo de este deporte, conoció.
El Valencia fue bronco y copero como el Atlético de Simeone, orgulloso, con buenos futbolistas, con ideas claras y con muy buenos técnicos. Mestalla fue la sede de un club competitivo e inconformista, tocahuevos, y siempre animado por una excelente afición. El Valencia siempre estuvo bordeando encima de los primeros lugares y se antojó lógico. Un millón de habitantes de una ciudad a la que le gusta el fútbol de competición, no merece esta vergüenza actual. El cuento chino debería tener al menos un final feliz.
-Y JUSTO-

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