miércoles, 30 de noviembre de 2022

- DUERME. -



Duerme, duerme mi niño, que tu mamá te está mirando y te sientes protegido y a salvo. Ella nunca se va a alejar.

Es mejor que duermas, mi niño. Porque dormir es defenderte, y no ser esclavo de las horas, descansar, mantener intactos tu costumbre y tu hábito, ser obediente a esa cuna que te ha sido designada. Tu mamá y tú. Tu mamá, siempre contigo.

Lo tendrás todo, mi niño. Un juguete y unos sueños, y una casa, y unas paredes, y jugarás a los límites y a Robinson Crusoe sin saberlo, y tu reino será siempre el de tu ternura.

Porque tú eres tierno, mi niño de la edad que sea. Eso no debe importar demasiado. Lo que importa es que te sientas bien, libre, sin que nadie te dé la vara con sus ruidos e ínfulas de mayorote.

¿Mayorotes? Suelen estar perdidos, y muchos de ellos ni siquiera tienen esa mamá que te lleva, ni ese puñado de romero que es su olor. Tu madre es la vida eterna, y saca su pecho y te da el alimento, y se va al súper y te compra esa golosina tan dulce que sabe perfectamente que te agrada.

Ahí afuera, en la calle, la gente discute, compite por cualquier cosa, se denuncian, se pegan, y apenas saben lo que significa el sentido del humor. Por eso tu madre, mi niño, es fuerte y sabe defenderse de todas esas contingencias cotidianas. Y tú lo sabes. Tú sabes, que al acabar el día siempre se encenderá una mágica luz y presencia, la cual te hará ver que no debes llorar, ni enfadarte, ni ponerte nervioso, que te habla claro y directo, y porque sabes que te quiere.

Duerme, duerme hasta despierto, mi niño sin edad. Porque con gente como tú está lleno el Reino de los Cielos, de la ternura y de la inocencia.

¿Eres travieso, niño? Pues verás. Yo creo que tienes derecho a un trocito de travesura. Es normal. Ser travieso también es un don. No todo el mundo sabe ser travieso, y acaba siendo o muy bueno o muy malo. Y seguramente, el término medio sea ser travieso.

Yo te entiendo cuando nos hablas con tu idioma peculiar y lleno de fuerza y energía. Pero tu madre es la que te entiende y entenderá. Y no solo tus frases o tus palabras. ¡En absoluto! ...

Tu madre hace ya muchos años que sabe de tu lenguaje corporal y gestual, de que eres muy inteligente y positivamente irónico, cuál es el tono que debe emplearte para dirigirse a ti, y cuál debe desechar.

Tienes suerte, mi niño, porque duermes así. Me da envidia tu sueño plácido y hasta peculiar, esa defensa vital que tanto precisas y que te es cubierta. Y además ahora está el juguete de los móviles, mi niño ...

Pero, donde esté la palabra viva y cercana, en donde se halle ese vínculo de oralidad que te llega tan de pleno que casi mueve tu flequillo y tu pelo ensortijado y abundante, no puede haber comparación.

Duerme, duerme mi niño. Disfruta de tu choco de Morfeo y de los cuidados de los que te quieren. La vida es en realidad un goce de pastel, mi niño ...

De modo, que tu madre te lo dirá todo, te guiará, te orientará, te dará mil millones de besos y tú a ella, y tu lugar será la paciencia y el agrado; la satisfacción de tener en tu mente y en tu vida a esa madre eterna.

-DUERME, VIDA-
 

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