Adolfo es alto y desgarbado, y echa de menos su tiempo activo. Se había casado con su "Paquiña", y nunca se arrepiente de ello, sino todo lo contrario. Porque su mujer siempre le tenía la casa limpia y el plato bien preparado y caliente cuando llegaba de regreso al hogar.
¿Gallego Adolfo Filgueira? Él no lo niega, pero lo que se siente es, absoluta y plenamente español. No cree demasiado en la galleguidad militante ni en esos ruidosos tipos de Las Mareas y cosas así. Adolfo se siente siempre de centro. Y para él, hubo un paisano que es lo más grande que pudo pasarle a este país. ¡Siempre! ...
Porque cuando Churchill citó a la Democracia, solo dijo que era un tema menos malo. No dijo que eso fuera bueno.
Adolfo no es de mucho itinerar. Apenas ha salido de su Ferrol. Viajó algo cuando transportaba en su furgoneta todo tipo de productos, pero sus viajes se limitaban a su Región y comarcas. Y cuando llegaba el fin de semana, prefería emplearlo para descansar física y espiritualmente, y para estar con su mujer.
Adolfo Filgueira adora Madrid. Parece un tanto sorprendente que sea así, pero a nuestro hombre le atrae mucho la capital, a pesar de haberla visitado muy poco. ¿A qué esa querencia? Quizás sea porque Adolfo considera que Madrid es trascendental para su país. Muy importante. Articula todas las decisiones y ayuda a que España sea una y bien unida. Madrid son los Ministerios, los grandes negocios, las necesarias influencias, y toda su imaginaria y mágica pasión.
A Adolfo siempre le gustó el fútbol, y cada vez que jugaba el Rácing de Ferrol, allá que iba solo a ver el partido. Mas nunca fue un forofo. Y siempre miraba de continuo el marcador simultáneo, porque lo que realmente le interesaba era ver y conocer las hazañas de su verdadero equipo favorito: ¡El Real Madrid! ...
Admiró a Amancio, pero nunca perdió de vista la figura colosal y poderosísima de D. Santiago Bernabéu. ¡Ese sí que fue todo un Presidente! ...
Adolfo es creyente y cristiano, y admira a su "Paquiña" porque ella le hace ir todos los domingos a la misa de las doce. Su "Paquiña" es bajita y en extremo creyente. Toda una señora. Contenida y siempre leal.
Tuvieron un hijo. ¡Carallo! ¡Un hijo! No salió bien. Fue un gandul y un juerguista, y eso que hicieron lo posible para que el tallo creciera recto. La correa del pantalón que lleva ahora Adolfo, aún tiene marcas de la piel de su desdichado hijo Antón.
Hace muchos años, que no sabe Adolfo en donde se halla el mentecato y negativo Antón. Que si la droga, el tabaco, que si los rollos de la modernidad, que si quería tocar en un grupo de batería con sus melenas extrañas, y así mil decepciones. Antón es la pena de Adolfo. Y las últimas noticias que tuvo de él, fueron todavía más negativas. Porque Antón frecuentaba el rojerío, y no se había casado ni tenía intención. Y a los dieciséis años decidió el muy cabrón no pisar nunca más una Iglesia.
Lo más hermoso que le sucedió a Adolfo Filgueira, fue cuando con su mujer , hicieron una visita a la Plaza del Obradoiro, en donde reposa el Apóstol Santiago. Y allí dio un fuerte beso a su "Paquiña". Y hasta deseó al santo que su hijo recuperara de una vez la conciencia.
-MAS NO PUDO SER-
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