viernes, 3 de abril de 2020

- TIERRA DEVASTADA -




Año 3.054. Impacto de un gigantesco meteorito. El ruído ha sido brutal. Pero fue lo de menos, porque lo que subyuga es el silencio sepulcral. Un enorme cementerio. Quizás hayan sobrevivido algunos insectos rastreros. Aparentemente, solo una pareja de tigres asiáticos han logrado salvar el pellejo. 
¡¡Eso es tener suerte!! Volaron por los aires en varias ocasiones. Estuvieron más que malheridos. Pero la lluvia hizo de betadine en sus heridas, y su fortaleza acompañó a su azar.
Pero los tigres están en shock. Aturdidos. Intuyen y viven la gran catástrofe. Y saben que han de moverse de donde están, y seguir caminando. No van a pasar hambre, pero están sedientos. Marchan a través de cadáveres y de edificios en ruinas, pero la pareja de los tigres trata de oler un tiempo mejor. Unas mejores condiciones, una continuidad; una mejora.
La mirada de la pareja de hermosos tigres intuye que no es bueno todo lo que ingieren, pues es posible que casi todo se halle contaminado, y que el meteorito que impactó llevase veneno radiactivo en su descomunal estructura. Y que los alimentos puedan ser letales.
Por eso, ambos animales tratan de fijarse en las ramas de los árboles y en la vegetación más verdosa posible, en busca de pistas más sólidas acerca de su seguridad. Si eso está bien, quizás sus estómagos no se vean tan afectados. Lo que pasa es que ellos son carnívoros, que todo es una tentación porque hay carne a mansalva debajo y al lado de sus pezuñas, y además el único líquido a ingerir por el momento será la sangre todavía viva de las carroñas.
Y desde esta intuición, la pareja de tigres busca sin descanso lugares de agua. Y evitan el mar. Y se adentran hacia el interior a la búsqueda de un río salvador que todavía pueda estar en su sitio. Río de la vida ...
Los ríos y lagos que ambos tigres conocen, no aparecen en su vista ni en su olfato. Hay que darse prisa antes de que la sed aceche y la sangre se seque petrificándose para siempre.
¡Sin éxito! Los tigres buscan también un algo. Un algo de vida. Y de momento, nada ven. Hasta que finalmente detectan una cosa. Una nave no terrestre aparece partida en cuatro trozos en medio de un desierto. Dos seres, heridos también, intentan a duras penas rehacerse de sus lesiones.
Los tigres, se miran, se esconden, y esperan astutos. Quizás en esa sangre extraterrestre todavía viva, estén unas horas más de su esperanza vital. Si es que los mares y ríos se han secado definitivamente.
A las pocas horas, los extraterrestres se van reincorporando. Son enormes y con aspecto humanoide. ¡¡Es el momento!! Los tigres se lanzan contra ellos y les muerden una y otra vez. La textura de los cuerpos de los foráneos parece más dura, y los felinos pierden algunos colmillos en su desesperada empresa.
Uno de los seres extraterrestres alarga durante el forcejeo su brazo para alcanzar algo que semeja un aparato de comunicación. Están queriendo informar a los suyos de lo que sucede, darles ubicación y pedirles ayuda.
Finalmente, los extraterrestres disparan contra los tigres logrando su propósito. Los matan. Ya no parece quedar vida autóctona sobre el planeta Tierra. Quizás sean los insectos rastreros la última esperanza. Porque los extraterrestres, extenuados y sin fuerzas, también pierden la vida. Y los insectos rastreros van aproximándose para saciar su apetito.
En el planeta de los seres de otro mundo, saben que algo ha pasado aquí en nuestro Planeta Azul, y ya están llegando nuevas naves de rescate. Están ubicándose y comenzando la búsqueda de sus compañeros. Su tecnología es mil veces superior a toda la conocida. Seguramente verán lo sucedido y La Tierra será suya. Y los insectos rastreros se batirán en retirada.
-PRONTO SE VERÁ-















0 comentarios:

Publicar un comentario