miércoles, 21 de febrero de 2018

- EL BARÇA ENCARRILA LOS CUARTOS ANTE EL CHELSEA= 1-1. -






Sabor a fútbol. Ahora se llama Champions lo que antaño fue la Copa de Europa. En el fondo hay cosas que raramente cambian.
Stamford Bridge. Fútbol inglés. Del bueno, aunque contenido por esa amalgama soldadesca que propone el italiano Conte.
En el Chelsea todo preparado. Centuriones de calidad y artistas como el brasileño Wiliam. Hazard aún está más irregular que verde. Como el eterno color del césped que comparten el rugby y el fútbol, dos sacras tradiciones. No olvido Wembley.
Londres.El fair play. El Chelsea se ha dejado toda la energía en el campo. Nadie podrá dudar de la honradez del sudor. Han hecho lo que han podido, y lo reharán en la vuelta de octavos de la Champions en el Camp Nou del casi campeón de Liga español.
El Barça hizo su estilo con fortuna y elegancia. Se defendió como siempre sabe, que es tener la pelota y negársela con oficio al contrario para esperar su momento letal.
Dos estilos respetuosos en exceso y con poca profundidad. Un espléndido Sergi Busquets dirigía casi siempre el cotarro. Se luchaba por cualquier balón, se jugaba con parsimonia con los nervios del rival, y Messi ralentizaba y detenía los intentos de película de acción.
Wiliam es brasileño y no lo puede negar. Jugadorazo, driblador, creativo y elegante, pelo afro que indica la procedencia. Porque Brazil siempre juega al fútbol en un año de Mundial y en el Continente que sea. Por eso Wiliam estrelló dos balones en los postes, marcó un gol de astuto, y el mal fario le persiguió al recibir un balonazo en la nariz que le retuvo en pausas indeseadas intentando sin éxito que se cortara la hemorragia de sangre procedente de sus fosas nasales.
Tras el gol del carioca, nada varió. Era mejor para todos que variaran pocas cosas. El Barça empezó a jugársela un poco más en el ataque, y hay que subrayar una nueva lección de Iniesta pero esta vez a nivel de honradez física. Corriendo, rebañando balones, y dando un afortunado pase que Leo Messi le agradeció para mostrar su grandeza en el empate a uno.
Todo lo demás, es esperar a la vuelta con las espadas en lo alto y con el olor a fútbol intacto y preparado. Pudo ganar el Chelsea, pero el balón lo tuvo ese Barça picarón y astuto en el que manda Ernesto Valverde en el banco.
Los azules de londres deben aguardar muchas cosas por la cuenta que les trae. No les vale el resultado y deberán abrirse en Barcelona para intentar incordiar los nervios de su contrincante. Pero darán más facilidades a un Messi al que habían puesto vigilancia las veinticuatro horas del día y allá donde respirase.
No fue un gran partido, sino un partido correcto de Champions que muestra su nivel. Todo equilibrado y distinto. Cuando el mago de Fuentealbilla dejó su sitio y fue substituído, al buen aficionado inglés de toda la vida y que ovacionaba a Cruyff aunque visitiese camiseta foránea, le dio por guardar silencio actual de respeto que hoy es mucho. Saben quién es Andrés.
¿Favorito para la segunda parte del match tras una nueva lanza de Leo? ¡El Barça! Pero las palabras y los escritos los resetea el tiempo y habrán de corroborarse. Hoy han ganado en la ida el orgullo mutuo y la entidad de algunos jugadores soberbios.
Y también la lucha puede ser atractiva cuando ves a Luis Suárez partirse el corazón ante gladiadores atletas como él, o la verticalidad que se ve pero que cada vez se estila menos, o el choque viril y casi excesivo pero necesario para mantener los prestigios.
Son partidos históricos para recordar y para evocar otros Chelseas y otros Barças. Son clásicos de Champions, de aroma a fútbol, de crispación esforzada, y de azar permanente.
-TODO PURA EMOCIÓN-

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