viernes, 21 de abril de 2017

- LUIS SIGUE JUGUETEANDO POR LA VIDA -



Llegaba de hacer unas compras del supermercado, cuando a punto de entrar en el portal de mi escalera, noté un silbido insistente de alguien. Parecía citarme ...
Al principio no le conocí. E incluso, temí. Porque el hombre no presentaba un aspecto agradable. Llevaba una barba sin cuidar, demasiado desaliñado, y una gorra que suelen llevar los marginales quizá para distanciarse de un mundo por el cual no se ven capaces de transitar.
- "¿Es a mi?", le dije al hombre.
- "¡Claro! ¿No ves que soy Luis? ..."
Sí. Era Luis. Pero hacía demasiados años que no veía a Luis. Estaba muy delgado y hasta exótico. Más mayor, pero bastante vitalista al menos de talante.
La historia de Luis es un drama, dado que nació en una familia sin estructuras. Le recuerdo cuando estaba gordito y muy desorientado. Joven. Ya entonces, apenas creía en nadie, y ahora por lo que deduzco, tampoco. Perdió su casa, su familia nunca estuvo, los curas le dieron a él y a su hermano discapacitado un techo y una cama durante un tiempo, y después acabó en un Centro de Acogida que hay por el barrio de El Carmen de mi Valencia.
Mi madre fue la primera que conoció a Luis. Antes que yo. Nos cruzábamos con él cuando marchábamos casi a diario camino del Mercado Central, tan visitado y cada vez más por el turismo. Cita obligada.
Mi madre habló a Luis. Era amigo del kioskero de la esquina de casa, y Luis y mi madre charlaban a menudo. La mujer debía de verle desvalido, inocentote o lo que fuera, pero algo extraño le llevaba a abordarle y atenderle.
Luis nunca olvida. Nunca olvida a la gente que es amable con él. Desde su esquizofrenia y actitud de echado para adelante, es en realidad mucho más complejo y contradictorio de lo que la gente cree acerca de él.
Todavía recuerdo que yo en tiempos iba a buscarle y hasta a hacerle compañía a su residencia del barrio de El Carmen.
En su crecer, Luis cambió mucho. Comenzó a perder facultades mentales, y además se tornó frío, violento y duro, como vengativo y desesperado en extremo. Un perfecto rebelde enfurecido mostraba su figura. No parecía Luis. Aquel Luis vulnerable y de sonrisa hasta bonachona.
Perdí la pista de Luis, aunque siempre sospeché que se habría refugiado en su pequeño pueblo de Albacete del que nunca logro acordarme. Rompió con su novia, puede que llegara a tocar cárcel, comenzó a meterse substancias, se vino abajo, brincó hacia arriba, se peleó con todo cristo, y hasta dejaba de tomarse la pastilla contra la esquizofrenia la cual contenía un tanto su agresividad flotante.
- "Ya sabes que soy Luis, ¿no?"...
- ¡Claro, hombre! ¡Me alegro de verte! ¡Mucho!" ...
- "¿Y tu madre, Jose?" ...
- "Se me fue hace año y unos meses, Luis" ...
- "Ya sería mayor,¿verdad?" ...
- "Sí. Ochenta y nueve años, Luis. Y sé que tú la querías mucho. Y ella a ti "...
- "Te acompaño en el sentimiento, Jose" ...
- "Gracias, campeón. Y, ¡cuídate mucho, Luis!" ...
Luis no va bien por la vida. Pero tiene mejores sentimientos de lo que parece. No olvida Valencia, ni a los que le quisimos, y guarda una fresca memoria agradecida. Porque todo el mundo pasaba de él.
Ahora me ha dicho también que se va a viajar por toda España aunque no tiene nada más que un euro en el bolsillo. Luis decide inventarse la fantasía de su vivir. Hace lo que quiere dentro de su mundo de deseos, y aunque no me parece bien, por lo menos sus ojos vivarachos aún saben a impulso y a dinamismo.
Aún siendo un juguete roto a merced de la permeabilidad y del capricho, Luis tiene una parte intermitente y lúcida que le lleva a agradecer los gestos. Nunca olvidaré cuando un día me mintió acerca de sus penurias, pero yo a cambio le di un dinero que el hombre no esperaba. Por eso cuando hoy me ha dicho que solo llevaba un euro en el bolsillo, no se le ha ocurrido insistirme ni una sola vez.
-TIENE SU ÉTICA-

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