lunes, 19 de diciembre de 2022

- HASTA QUE LEO LEVANTÓ SU COPA DEL MUNDO. -



Leo Messi. Qatar. Diciembre 2022. Deporte, fútbol. Estadio Lusail. Otoño en medio del desierto, y en un Estado autoritario y sin libertades. Lluvias y promociones de petrodólares, y enorme complicidad de los Poderes de todos los sectores. Todos fuimos culpables de que la Copa del Mundo se jugara en Qatar. Quizá, unos más que otros. En la ceremonia de entrega de trofeos final, habían bajado al césped los Presidentes de Francia y Qatar. Macron y compañía habían bajado física y moralmente, a la altura protocolaria y moral de un país detenido y económicamente poderoso.

El fútbol tiene estas cosas. Europa se suele jugar menos que la América futbolística en estos torneos que tienen lugar cada cuatro años. Porque Europa tiene su propia manera de encajar las derrotas y de celebrar las victorias. En Europa todo parece más suave. En otros Continentes se reivindican y desean muchos más anhelos, porque la pobreza es lo habitual, y los alegrones un milagro que hay que festejar con el ruido enfurecido y propio del malestar social. Argentina ya lleva ahora tres mundiales, pero no logra progresar. Por eso las fiestas han de ser bacanales de exceso y desahogo. Todo está mucho más en el aire y en la incertidumbre. Y por eso, seguramente, suelen surgir más talentos futbolísticos.

No contentos con Pelé o Garrincha, surgió de la nada Diego Maradona, y ahora se nos va yendo su sucesor: Lionel Messi.

¡Enorme, Messi! Y para quienes nos gusta el fútbol, ver las cosas de Messi es contemplar que la magia pueda y deba ser posible. ¿Quién no conoce cómo juega y ha jugado Messi, y todo lo que ha ganado? ...

La final Argentina-Francia, tuvo muchas cosas del fútbol y de la sociedad actuales. Porque el deporte también las transmite si uno no se tapa los ojos o los oídos.

Los dos finalistas, lucharon. Fueron veintidós guerreros y algunos relevos, los que se dejaron la piel en el sudor del esfuerzo, y hubo de todo. Derrotas de ánimo, reacciones positivas, la fuerza psicológica del impacto del gol, el no darse nunca por abandonados, el remontar y sufrir muchos goles, tener la cabeza fría y toda la concentración.

El partido plácido para los albicelestes que había sido hasta faltando diez minutos, se tornó otra cosa con un gol. Y se rompió todo, y Messi hizo su gol y sus herejías, y Mbappé imitó a Usain Bolt, y llegó la prórroga, y los cansancios, todavía muchos más goles, y toda la incertidumbre abrió la tanda letal del punto fatídico. 

Leo Messi tenía la conciencia tranquila con un Torneo enorme, y una deuda. No le había dado a su país ningún Mundial. Y ahora, todo iba a depender de la lotto final de los disparos desde el punto de penalty. Un tanto todo cruel ...

Leo, hacía partidos que tenía una cara de concentración, que semejaba a la de su entrenador Scaloni. Es como si intuyera que esta vez tocaba ese sí, que ahora celebra toda la Nación Argentina con su pasión acostumbrada. Y hasta dirán, que ahora sí ha de decirse que Messi ya es mejor que el Diego.

Y, no. Lo que hizo casi fugazmente el "Pelusa", no lo hará nadie. ¡Oh, Napoli! ...Y no es cosa de comparar.

El fútbol está ahora agridulce. Porque se va la última gran estrella de este deporte. El último Jordan, el último Larry Bird, o el último Lebron James. Por ahora ...

En el fondo, el regusto del adiós del astro Leo, es la fuerza de un deporte, el cual seguirá brindándonos a los aficionados emociones y sorpresas. Y saldrán otros dioses sucesores, y ahora, el fútbol de conjunto le dará valores deportivos y exitosos a las plantillas sin estrellas.

Me alegro mucho del homenaje a un Messi que finalmente levantó lo mismo que Pelé, o Maradona, o Beckenbauer, o Torpedo Müller, o Rivelino, o Iniesta, y algunas decenas de elegidos.

A Messi el fútbol le debía un alegrón. ¡Ya lo tiene! Seguro que lo emplea bien. Diego Maradona se derrumbó pronto. Messi no lo hará. Nadie tendrá por qué hacerlo. En realidad el fútbol profesional solo es un maravilloso reallity con dólares.

¡BISHT!

 

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