jueves, 1 de abril de 2021

- POR FIN ES ABRIL. -



El mes en sí de mi ilusión. El tiempo de mis deseos más primos y auténticos. De mi adolescencia desnuda en estado puro. Cuando comienza a hablar el almendro o el cerezo. Cuando triunfa el afuera. Cuando la vida me manda a la acción camino de mis sueños. Porque abril es mi mes y con el que me identifico plenamente. Si tuviera una hija, la llamaría Abril ...

Abril, despierta. Se desprende de los nidos de la timidez de la primavera temprana como lo hace un pajarillo en el campo abierto, y entonces se atreve a volar. Porque abril es el camino. Es la estructura de la vitalidad. El obrero facedor de la belleza que en mayo epatará y maravillará en forma de flores ampulosas de colores de Hollywood. 

Abril es un motor. Un amor. Un desafío. La idea cronológica y luminosa de la renovación que crece y se desarrolla. Abril es lo que puede acaecer para bien. Una inversión de positividad en forma de sangre y de savia. Abril es fortaleza y discreción. ¡Por fin, abril! ...

Abril tiene siempre el misterio necesario que hace pensar. Lo que me impulsa de nuevo a lo novedoso y creativo. Lo siempre cambiante. Porque la semilla ha dado fruto, y aunque no hay árbol ya hay arbusto. O cuando se ve que la planta ya no ha sido devorada por el oscuro invierno, y ahora avanza franca y firme como un pezón salido del mar hacia la realización de su continuidad desafiante y de su concreción. Abril es un semillero de ideas y de proyectos que me nacen desde el corazón camino de la lógica del transcurrir vital. Como el agua del río.

Nunca sabré del todo por qué me identifico y acoplo tan plenamente con el abril tierno de la primavera. Pero la verdad es que abril ya lo perfila todo de nuevo y se lanza hacia adelante a buscar las respuestas y las dudas.

En abril llega un aguacero tormentoso y los adolescentes no se enteran a causa de su mutua atracción y arrobo. Todo está bien en abril. Y los besos ya nunca saben a frío sino a pasión. Y en el monte, y en la playa, y en el asfalto, y en la calle, la vida se pone a borbotones y se revoluciona con miles de efectos evidentes. Ha llegado el momento de atravesar la pereza y de ponernos vestidos ligeros y nuevos, y suaves, y llamativos, y olorosos, y limpios y fuertes. Bailan las hormonas ...

Abril es el gérmen de la fuerza natural. Abril no se entrena. Abril es algo atávico y genético que aparece y que nada puedes hacer cuando llega. Porque abril hace sus deberes, te lanza guiños, y te sugiere mil sitios, proyectos y sensaciones. 

Y abril es mujer. Y hermosa, joven, pícara y fresca. Abril son las primeras medias o el tímido inicial carmín femenino. Abril es  Miley Cyrus, la atracción y la mirada cómplice, y el sexo, y la iniciación, y escaparse y tirar por la calle de en medio, y reivindicarse como ser humano salvaje y libertario, petar las redes, y tirar con elegancia y a la vez estrépito aquello que ahora ya no sirve y molesta a lo más profundo del armario del olvido.

Abril es el mes del correr, del deporte, del pasear, de la chiruca o de la mochila. De abrirse en viajes hacia lugares inéditos e insólitos, de pensar que tres más dos quizás puedan ser siete, o que una señora hermosa es más potente y atractiva que el Everest. Ninguna duda.

Abril es el apuntalamiento eterno y cíclico que rompe aunque no quieras. Quien empalma tus palabras con tus anhelos, quien te sabe sueño; la flor que ya aparece finalmente entre miles de hojas verdes aparentemente anodinas para decirnos que ya está aquí ...

Abril es discreción por adentro y explosividad acentuada por afuera. Abril es cuando tú eres el protagonista de tu novela y ella es tu reina y tu todo. Cuando los dos somos y sóis abril. Cuando un jilguero se posa genial sobre el alféizar de una ventana y comienza su trino. ¿Alguien puede mejorarle? ...

¡PUES ESO ES ABRIL!
 

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