martes, 19 de noviembre de 2019

- LUIS ENRIQUE VUELVE A "LA ROJA". -




Se fue con su dolor y vuelve esperanzado con su polémica. Luis Enrique Martínez ya es de nuevo Seleccionador nacional de España. Y el abrupto astur llena las portadas y rompe el twiter de los futboleros.
Vuelve un tipo singular. El puto amo. Y vuelve dando guerra y puerta a su discípulo Robert Moreno. Se trae con él a otro. A Juan Carlos Unzué.
En las tertulias se habla de la alegría del regreso del hombre más polémico del fútbol de España. Y saben mal muchas cosas. Falta ética. ¿Era inevitable que el inexperto Robert Moreno acabara su periplo llorando y hundido? ...
No lo era. Se debía haber hablado todo. Moreno, era paréntesis. Un paréntesis fantasioso que podría cristalizar en gran entrenador en función del juego y de los resultados. Algunos disparan como siempre contra el Presi Rubiales, porque el andaluz mueve cosas antes inapelables e incambiables.
Luis Enrique. Dual. Extraño y magno. Listo como las águilas. Y tremendamente áspero y abrupto. Luis Enrique tiene personalidad y éxitos consagrados en el Barça, y en muchos aspectos. Su carácter choca contra la prensa y los medios, y crea una inmediata expectación.
Es el Mou español. Muchos tapan sus armas en espera de que fracase rotundamente o que la falta de calidad de los actuales futbolistas, unida a la nostalgia de los grandes que nunca volverán, cuestionen las cosas.
Que nadie espere nueva suavidad en Lucho. Hará efectivos sus poderes y decidirá como siempre lo que le plazca. Será siempre correctísimo porque conoce las líneas rojas que no debe traspasar. Y no las traspasará. Lucho es racial, y genio y figura, y quijote moderno, y revolucionario, e inesperado tocahuevos, y el que manda y mandará, y al que se le admira o se le odia. Con Luis Enrique no caben las medias tintas. 
En el fondo, el fútbol se nutre de personajes como Luis Enrique. Porque todo es espectacular, diferente, excitante, de sensación de impacto, de tipos duros, de quien no se arredra y más ahora que viene del rigurosísimo dolor íntimo de la pérdida familiar.
Lucho representa la diversidad y el efectivismo. Nunca irá de oropeles ni de ceremonias o boatos. Construye un muro en sí, impasable. Ahí tienes a Luis Enrique. El hombre que hace hablar y que no gusta a todos. El polémico y el innovador. El que lo ve todo desde su prisma. El que no se casa con nadie. El que hace que los periodistas traten de meterle el dedo en el ojo o en la palabra a cada gesto.
¿Lo de Robert Moreno? Será tema de escaso tiempo. E incluso esa fricción le levantará todavía más su fuerza mediática. El gran malo de nuestro fútbol también es loado. Y humano. Y podemos estar equivocados y tener él toda la razón. Manda. Y todos, a envainársela ...
Ahora dará sus primeras declaraciones y listas de jugadores, y le buscaremos las vueltas dando nuestra versión diferente. Y entonces Luis Enrique sacará su mueca y su porte de líder y dirá su cátedra. Y no andará con excesivas milongas. Vuelve a ser el jefe de la Selección. ¡A callar! ...
Sorprendió el consenso de no filtrarse nada de su privacidad cuando su desgracia familiar. Lucho es contundente. No teníamos que saberle nada de él. Parece más que protector de los suyos y blindado al cotilleo mediático que debe llenar horas y más horas de no deporte. ¡Tiene poder!
Solo se le puede desear al astur que le vaya bien y que se recupere de sus heridas. Pedirle todo lo demás es la mejor manera de perder el tiempo. Porque nació así de rebelde. Como el día en que Tassotti le partió la nariz y le hizo un penalty que no se pitó en aquel Mundial. Lucho se indignó y nos impresionó siempre su enfado. Porque seguramente tenía toda la razón.
Lucho no es Vicente del Bosque, ni marqués, ni gaitas. Lucho es fútbol de abajo, de arriba y de en medio. De chándal y del siglo XXI porque aún faltan ochenta años para el XXII. Es modernidad y dinamismo. Y en su tiempo libre practica deporte activo como si aún fuese jugador de élite del Madrid o del Barça. Hasta las abuelitas sabrán hoy quién es Luis Enrique. Pero la verdad es que toda personalidad así es un misterio insondable. Y no digamos la del fútbol.
-OPIO DEL PUEBLO-

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