sábado, 14 de enero de 2017

- DEPORTES: MARCELO, MADURA. -



Marcelo Vieira da Silva, "Marcelo", vive seguramente su mejor momento deportivo en el Real Madrid. Parece confiado y tranquilo, y aquellas dudas que pudieron surgir a su llegada al acorazado blanco parece que quedaron en vanos recelos. Era suplente de menores, discontinuo, acelerado y hasta llorón. Ahora, ha crecido ya mucho.
En esa banda izquierda de Gordillo, Camacho, o su predecesor Roberto Carlos, Marcelo no puede negar igualmente que nació en Brazil. Es ganador, toca muy elegantemente el balón, y dispone de un bagaje técnico importante, imaginación, rapidez y gran disparo. El catón de un futbolista canarinho.
Europa y un grande, son siempre escollos para un deportista foráneo que llega aquí  y siempre exigido por urgencias y ansiedades de éxitos inmediatos e inaplazables. La pausa solo es un recurso literario, y la estética una mota de nada si no se ganan y bien ganados los partidos.
Marcelo ya es personalidad en el Real Madrid. Carismático. No renuncia nunca a su look estrafalario y pocas veces aceptará la corbata o el frac, y esa imagen que proyecta con sus ojos saltones y sus gestos expresivos, y un pelo afro, rasta o heterodoxo, no pueden darle la idea elegante que se presume en esa catedral alta que es el Real.
Marcelo necesita hacer de las suyas y vivir los partidos con pasión e intensidad. Si las cosas no le van bien, entonces se descentra y puede perder los papeles. Pero con el tiempo ha ganado el tesoro de la regularidad y de la consistencia.
Marcelo no renuncia a su sangre y a su emotividad, debe divertirse, su fútbol ha de tener magia y malabar, ha de hacer mucho más que meramente defender o taponar extremos, lo asume, y se lanza al ataque de modo valiente y abierto. Y entonces Marcelo brilla y hasta asombra.
Le falta algo para convencer. Pero si está como ahora en plenitud y madurez, entonces se puede reconocer al excelente futbolista que es y de qué escuela ha de venir.
Brazil. Hay que ganar, y atacar, y afanarse en el jogo bonito, y al estar en este Continente nuestro ha de saber sufrir. Y Marcelo va comprendiendo finalmente nuestra cultura futbolera y aterriza brillantemente en un club icono, emblema e internacional. El Real es como la selección de Brazil en objetivos aunque en estilos diferentes.
Marcelo es potente atleta, listo, audaz, duro, límite a veces, pero también extremadamente veloz y peculiar. Aporta muchísimo y la banda es suya. Es a menor escala el Alves diestro del Real, y su mejor personalidad es su fútbol entusiasta y victorioso. Salta bien, sabe cruzarse, elabora con rapidez sin dejar la paciencia, ya sabe asegurar mucho los pases, y su madurez le lleva a posicionarse mejor en el campo y a no fallar estrepitosamente los pases arriesgados. Está mucho más convencido de sus posibilidades que cuando llegó a este club caldera. Parece que la flor de lotto de Zidane ayuda con magia certera a que reposen los sabores y los vinos.
Marcelo es alegre, y le gusta destacar, y salir en los vídeos y twits, y no dejar a nadie indiferente, y se nota que viene de la necesidad, y aporta tatoo de modernidad y aroma carioca de showman a raudales.
Marcelo, se divierte. Lo necesita. Como llevar el pelo que lleva y salirse de ciertas normas de la tradición madridista. Pero ahora se lo puede permitir mucho más porque su fútbol es creíble y eficaz. Está ganando títulos y credibilidades. Crece como pelotero. Ya sabe jugar al equilibrio entre las dos escuelas futbolísticas mundiales y principales. Está siendo además de artista, un profesional de los pies a la cabeza. Y ello le ayuda a que sus detractores guarden mudez, y hace que sus admiradores se feliciten  al estar de nuevo y en arte admirando a un fenomenal futbolista.
-LLEVA ESCUELA-

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