Acomodado y ambicioso, vivido y descreído, atractivo y seductor, elitista, ojos verdes y atractivos, intelectual y vital. Profesor de instituto y exigente, de izquierdas, bien vestido, impoluto y resuelto.
Discreto y de voz queda, menudo y listo, estratega y cabronzuelo, profundamente universitario y hombre de hoy. Y de ayer, y de siempre.
A Bento le gusta viajar hacia las raíces del pasado. Le apasiona el atrás, las largas piernas de sus chicas especiales, y las costumbres de los antepasados ganadores y selectos.
Los romanos, los restos arqueológicos, la inteligencia y el legado de los que fueron; la potente curiosidad por entrar en otras civilizaciones que fueron y estaron. Porque para Bento, la civilización de su tiempo no le interesa en exceso. Le aburre, la ve previsible y decepcionada, evidente y de poco fiar. Prefiere indagar acerca de otros momentos y de otras culturas.
Bento sabe ser contradictorio y no es de medias tintas. O le admiras, o le detestas. O te quiere de verdad, o le eres absolutamente indiferente. Y le gusta levantarse como un consumista más y perderse por esas tiendas de dios y del capitalismo, buscando buenas creaciones y favorecedores y elegantes atuendos. Su elegancia y su elección.
A Bento le gusta ser niño grande y jugar a decir exactamente lo contrario de lo que piensa. Porque es travieso, juguetón, irónico, cáustico, excesivo, ligoteón, y siempre imprevisible. Prefiere ser Carlos V a un hombre normal de ciudad. Lo que pasa es que esta última propuesta de elección no es decididamente nada racional. Descartable, pues ...
Bento siente atracción por la estética,-a la que considera tan importante como los nervios serenos-, o tomar un café con una belleza de envidiar. Sí. La estética y la pose también son la referencia y la seña que todo lo indica. Por eso no le encontrarás mota de polvo o mácula extraviada. Porque lo mira todo. Porque la presencia se inventó para no dormir.
Cuando tiras a odiarle y a llamarle prepotente o engreído, frénate el carro. Porque Bento es dibujo creativo y sabe elegir bien. Y entonces emites interiormente un om budista y decides callar y observarle.
Y su gesto y su mirada son bonancibles. Ese es Bento. Más allá de sus virtudes y defectos, Bento es característica sensible. Es hablar bajito y respetuoso, y sabe también dar calor. Tras su severidad y sus ademanes ordenados y hasta desaliñados, se halla su afecto a otorgar.
Lo que pasa es que pocos pueden saber que Bento es tierno. Para eso tienes que pasar muchas cribas. Has de ser inteligente y hasta guapo como él, y dejarle hacer y no agobiarle. No preguntarle apenas nada y dejar que avance desde los puntos cardinales camino de tí. Si es que quiere ...
Bento desea recuperar la libertad que siente que le cortan y que le putean, hablando claro. Necesita irse a la Antigüedad y a los restos, para poder saber y comprobar que existieron. Y entonces se siente interesado y feliz. Y exigente, y veleta, y vuelveloc@s, y a la vez nunca pierde su sonrisa de seductor y hasta de Zara.
Tú mira a Bento cuando está sentado confiado en una silla alrededor de gente que le aprecia de verdad, y te darás cuenta de que su corazón es compasivo, afectuoso, extraño y siempre presente y vivo. Sabe más de lo que él mismo cree y le encanta su pose cínica.
¿CORREGIBLE?
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