martes, 29 de abril de 2025

- MUCHAS HORAS. -



Soy social. El inédito apagón. 28 de Abril de 2025. Estoy inquieto. ¿Será posible que tarde tanto la luz y el poder llamar por teléfono? Al principio, me parece algo fastidioso pero capeable. Me molesta más que no haya luz, que que no pueda haber llamadas. Me preocupa esta cosa rara. La mitad de mi casa ya tiene tan poca luz, que es imposible estar. Hay que hacerlo a oscuras. Mi casa es muy antigua. Mis mejillas se enrojecen por la ansiedad. El Presidente del Gobierno solo ha dicho generalidades y hasta obviedades. Ha dicho que la luz y el teléfono se reanudarán pronto. ¿Pronto?, ¿qué es pronto? Llevo muchas horas intentando que sea ese pronto.

Hay que moverse frente a la queja. Tengo pilas y transistor. Menos mal que soy y seré analógico. Pongo la radio, y las voces conocidas tratan de entretenernos. También están inquietos aunque no lo muestran. Sigo al ataque. Cojo una gran vela, y cerillas, y un plato, y un vaso para la vela. Me siento entre cutre y listo. Objetos en desuso las velas y las cerillas para la casa.

Vuelvo a mí. Estoy nervioso. Estoy deseando mandar al carajo a todos los recursos defensivos y necesarios. Solo quiero que vuelva la luz, el teléfono y tal, y lo demás me da un carajo.

Dicen que este hecho nunca ha pasado en España. Una prueba más tras el Covid-19, o ver por la tele a los hermanos de la Dana que recientemente perdieron la vida. Entremezclo pensamientos. ¿Tendré que tirar la comida de la nevera?, ¿se habrá estropeado la nevera y me sentará como un tiro? Vivo solo. Le tiro coraje. Es necesario tirarle coraje a la ansiedad. 

Me tumbo sobre la cama. Algún vecino se asoma por la ventana y me ve. Me mira curioso y un tanto sorprendido. Yo, le devuelvo la mirada, pero no cierro la puerta y aprovecho la luz. La aprovecharé hasta el último segundo. Porque para mí la luz es la luz mental, la luz serena, la luz maravillosa de mi balcón con mis plantas deliciosas en flor. Necesito la luz de mi Mediterráneo valenciano. Hace un día increíble de regalo. De primavera. De festivo en mi ciudad.

Esto sigue convirtiéndose en un reto. Me pone a prueba la falta de luz. Si no pasa un apocalipsis, en breve volverá la luz y la televisión. Me jode decir que en breve. ¿Qué es breve? Espero que llegue ya la luz, porque la tarde está emparentando con la amenaza de la noche. Sigo con mis oídos clavados a los auriculares. No me alegra demasiado que en otros pueblos de España esté volviendo la luz. Lo que quiero es tener yo la luz. Y que vaya a la nevera, y que la casa tenga visión, que la vida eléctrica acabe de cuajo y le pegue un hachazo a mi ansiedad. Me importa relativamente que yo tenga una larga vela, y unas cerillas, y todo eso. Es cutre. Muy cutre. Quiero que vuelva el móvil, y la tele, y aunque beso a la radio solo deseo que me lo cuenten todo los de la tele. Que vuelva la normalidad en este día maldito por puñetero y jodedor.

Pienso por unos segundos en el misterio y en la chicha de la incertidumbre. ¿Qué habrá pasado?, ¿quién habrá pisado los cables que han puesto a mi país patas arriba?, ¿qué Sistema de mierda tenemos, que hace que en 2025 pase ésto? ¿Es la modernidad o el Medievo?

Vivir en lo inédito. Escribo por escribir. Todo es relleno. Sigue pasando el tiempo y no vuelve la luz eléctrica, ni la telefonía ni nada. Soy un náufrago en mi vieja casa. Lo inédito me vuelve defensivo por afuera y encabronado. Paro de escribir en  espera de la deseada e imprescindible luz. ¡Ha de volver la luz, joder! En cuanto vuelva la luz, sigo escribiendo. Perdonadme. ¡Me cago en todo! ...

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¿Aquello de la calle que veo es una luz? Nadie comunica nada. Cada uno se las apaña en el mundo digitalizado. ¡Magia! Le doy a la llave de la luz y va. ¡Hay luz! Estoy agotado. Cansado. Intento llamar por teléfono y no funciona. La tele tampoco va. Pero por lo menos ha vuelto la luz. Ya está aquí. Los alimentos no se estropearán, no iré a oscuras por la casa. ¡Ya está, joder! ...

Nervios disparados. Conatos de euforia y tensión. Carrusel de sentires. Lo he conseguido. Se ha conseguido. Las cosas parecen estar cambiando. Yo ya no voy a levantar cabeza porque la tensión que he pasado me ha agotado.

¿Cuál ha sido la causa del apagón? No se sabe nada. Solo se especula. Pero por lo menos son especulaciones iluminadas aunque inconclusas. La verdad está en el aire. Se habla de economía como el desencadenante. En los viajeros de trenes hay movida. Se han detenido por falta de energía. A los coches les pasa lo mismo o parecido. No hay semáforos que funcionen. Pero hasta los tertulianos no quieren entrar en demasiadas profundidades. Se centran de lleno  en el sufrimiento ese de todos al que el logaritmo económico pretende driblar con astucia. No. No es es inteligente si en un caso de enorme emergencia por inmediatez, se tarda tanto en reestablecer el servicio. Esperar más de diez horas no es hacer las cosas bien. Es, hacer las cosas mal.

Al día siguiente me reafirmo en mí mismo. Lo he conseguido. Hoy el día será un tanto diferente. Cuido a Marieta, la cuál me dice que no sabe nada de ningún apagón. Me hace sonreír sin querer. La sonrío a sonrisa batiente.

-MARIETA SOLO ES TERNURA.-


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