viernes, 24 de mayo de 2024

- PITOUN ENTREGÓ DOS CAPAZOS DE PLANTAS. -



Al límite de sus emociones en arco iris. Como pariendo una necesidad y un bien. Jacques Pitoun ama a sus plantas. Las cuida y se entretiene viendo cómo van dándole y dándose vida. ¡Sus plantas! ¡Los tesoros vivos que acompañan a Pitoun! ...

En su balcón ya no puede tener más. Se le terminan los espacios. Pero además, el hombre sabe que las plantas son vida. Que dar vida es una gran oportunidad para mostrar su faceta de generoso, que comparte, dador; de sacar para afuera aquello que ama.

Pitoun ya no es joven. Pero, lo fue. Su juventud fue vida arrebatadoramente vital. Machacó sus músculos hasta el paroxismo huyendo de su miedo, en busca de glorias deportivas irreales y ficticias. Pero, sigue fuerte. Pitoun continúa teniendo un espíritu fuerte, y una pasión quizás heredada por el cuidado de sus plantas.

Está nervioso Pitoun. Se siente un rey mago incomprendido, el cual camina hacia un Centro de beneficiencia, en donde le recepcionarán sus macetas, y seguro que servirán para hacer feliz a alguien. Y Pitoun lo está. Feliz y muy nervioso. No está acostumbrado a dar vida a los demás, aunque esté fuertemente convencido de que una planta natural y cuidada por él, no es una planta más. Es muchas cosas de su vida positiva y animosa que sacará de la persona que la disfrute muchos sentimientos escondidos interiores.

¡Alós! ... Pitoun le entregará siete plantas a un tal Alós. No quiere saber quién es el tal Alós, porque Pitoun está con ansiedad, con el rictus crispado, con la cabeza bajita, y con una profunda convicción interior de que está y va a hacer una cosa bien hecha.

El camino hacia el Centro benéfico es corto. Está cerca de donde vive. Pero sus rodillas están lesas por el paso del tiempo, y las siete plantas que transporta pesan mucho, y debe hacer tres paradas para descansar antes de llegar a su destino.

Pitoun está como enrabietado, pero hay algo en él mucho más potente que su sudor y sus nervios: su buena intención.

Pitoun sigue disimulando su jadeo sonoro y sigue hacia adelante. ¡Siempre hacia adelante! Y cuando llega al Centro que acogerá y distribuirá sus plantas, Pitoun está afectado, ansioso, feliz, se siente libre, y también tímido y más que pudoroso. Además, Alós no está en ese momento.

El guardia de seguridad del Centro, le pregunta a Pitoun qué desea, cuando llega el hombre a la puerta del lugar. Pitoun logra decir:

- "¡Sí! Yo soy el de las plantas. ¿Está el señor Alós? ..."

- "¡Espere un momento! ¡Siéntese en esa silla! Yo le aviso ..."

En el Centro benéfico, hay mucha actividad solidaria. Pero Pitoun no desea ser asociado a la beneficencia, sino al más puro y coqueto anonimato. Quiere irse de allí lo más pronto posible y serenarse.

Una trabajadora del Centro, se dirige a él, y le indica si desea esperar a Alós, o si por el contrario puede ella misma entregar las plantas al hombre cuando regrese. Y Pitoun le dice a la mujer que sí, que bien, que vale, que perfecto, que fenomenal, que no se preocupe ...

Y ya Pitoun va regresando de vuelta a su casa. Sin peso y con el corazón sosegado, y el espíritu en retorno de sosiego. Ha valido la pena, todo. Intentarlo, ser generoso, enfrentarse a la adversidad, superar obstáculos, y hacer una buena obra. Bien empleados han estado su ansiedad, sus sudores, sus apuros, y los brazos doloridos por el peso de las plantas. Y Pitoun deja de sudar, y siente paz.

-Y MUCHO GOZO. -
 

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