lunes, 20 de mayo de 2024

¡ I LOVE YOU, POGACAR !



¿Eddy Merckx?, ¿el nuevo Merckx? No lo sé. ¡Ni me importa! Me es indiferente. Tadej Pogacar es ahora el ciclismo emocionante. Ya sé que Vingegaard está recuperándose, al igual que Evenepoel o el portentoso veterano Roglic. Lo sé. Soy consciente de que también hay otros dioses que se disputan y se reparten la Vuelta, el Giro y el Tour. Pero, no son lo mismo de lo que Pogacar representa.

Yo, me siento ante el televisor para ver una etapa de super montaña, y quiero disfrutar a pierna suelta. Y quiero hachazos, cambios de ritmo, regularidad y locura. Sé que Vingegaard es regular o que Remco es estrepitosamente bueno, o que con Roglic no me voy a decepcionar. Pero también sé, que cuando le llega el turno televisivo a Pogacar, sé igualmente que la nerviosidad genial va a poder con el academicismo de pinganillo de los directores. Por eso entre otras cosas, es que hago este elogio de la locura del ciclismo maravilloso.

De este deporte sé bastante desde Pantani, Perico o Contador. Sé que me gusta la alta montaña ciclista, porque hay tipos que son capaces de no tener miedo a la cordura, y que pueden levantar de las sillas a un país o a un aficionado sin fronteras.

El Giro de Italia, ha vuelto. Era, lo de hoy. Era lo de los Alpes de la etapa más dura y cabrona, cuando tras doscientos y pico de kilómetros y el Mortirolo por en medio, aún quedaban muchos más puertos y muchas más pendientes, y rampas que se acercaban al 20% de porcentaje. Era el escenario italiano y primaveral del gran deporte de los gigantes de la ruta. Era el momento más oportuno para volver a seguir teniendo fe en el ciclismo.

Por eso, y en la etapa mágica y llena de fresco, y arriba toda la nieve que llevaba desde Manerba del Garda hasta Livigno, esa fe del placer de la heróica ciclista iba a tener lugar. Montañones superando los dos mil metros de altura. ¡Alpes del este! ¡Magia! ¡O ganas, o llega el "tío del mazo" y te manda al olvido y al fracaso! A la decepción ...

Pasaban los kilómetros. Unos valientes marchaban por delante, y parecía que todo iba a ser una etapa sin guerra ni balas. Todo marcaba una distancia constante que oscilaba entre los cuatros y los cinco minutos de ventaja sobre el grupo de la maglia rosa en el feudo del pequeño príncipe Pogacar. Algunos se mostraban escépticos y hasta críticos con ciertos conformismos e inmovilidades en carrera. Pero, ¡se equivocaban! Tadej Pogacar la iba a liar. ¡No iba a consentir que accedieran a su etapa reina! En donde baila el mito con la leyenda, y se junta el pasado con el futuro. En donde el espíritu de Bartali, Coppi, Bahamontes, Merckx, Fuente u Ocaña, se une a la magia del frustrado pirata Pantani. ¡De éso, nada! ...

A falta de 12 kilómetros de Livigno, el ciclismo de ataque volvía como un titán al corazón y a la alegría de los grandes y buenos aficionados de esta utopía que se vuelve realidad como es el ciclismo en ruta, y que te hace vulnerable y tan genial. ¡Oh, yes! ...

Y entonces, la magia de Pogacar se puso en acción. Una máquina de 176 centímetros, que sube como una pluma y sin esfuerzo, fue atrapando a todos sus rivales. Les alcanzó a todos, superó al sabio escalador Nairo Quintana, y llegó tras unas paredes de escándalo al placer de la meta. Ha machacado su Giro de Italia 2024, y nos ha hecho felices a aquellos que amamos la épica frente a la digitalización de la estrategia.

No tengo ni idea de si el rápido y delgaducho Pogacar, llegará a ser mejor o peor que Eddy Merckx. Es como el dilema de comparar a Pelé con Maradona, pasando por Messi. ¡Es lo de menos! Lo que sé, es que estaré pendiente del genio de Pogacar y de sus próximas carreras y exhibiciones.

¡PORQUE ME GUSTA ESE CICLISMO!


 

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