martes, 27 de junio de 2023

- GRAN BATALLA EN MI BALCÓN. -



En ese balcón que es castigado por el calor potente y guerrero, se desarrolla la vida. Y la pugna. El sol demoledor lanza sus rayos alocados sobre mis plantas. Ha llegado la larga época de la resistencia.

Cubro mis plantas con una vieja persiana. Debo protegerlas. Las quiero como si fueran alguien de mi familia, tantas veces extrañada. Mi afición a la jardinería amateur, se convierte en un hobby goloso y relajante. Disfruto con su estar y con su ser, aunque al lado de mi balcón las cosas vayan por otros derroteros y la gente no disfrute con estas cosas.

Una suerte de punzón, abre mi labor sobre la tierra de mis plantas. Hurgo y hurgo, haciendo que la apertura causada introduzca oxígeno en el interior de dichas macetas. Hurgo mucho más ahora en verano, en donde el calor seca y apelmaza la tierra. Por cierto que yo no funciono con grandes riegos, sino que me limito a humedecer fuertemente todos los días. Porque el contraste entre la calor y el agua puede ser demoledor y llevar a la pudrición de las raíces. En este verano feroz e incomodísimo, ese equilibrio será luchado centímetro a centímetro. Será más que difícil ser funambulista con esas condiciones tan desfavorables, pero esto sugiere un reto para mí.

Dónde poner esta planta y dónde ubicar esta otra, se convierte en un elemento fundamental y decisivo, al igual que la ubicación de la persiana de sombra protectora. Es y son momentos de estar bien atentos. Las plantas están sufriendo de día, y apenas pueden descansar de noche, en donde las temperaturas mínimas ya andan por encima de los veinte grados.

El verano en el balcón de mis plantas, es mi cátedra y observatorio de aprendizaje. Trato de recordar qué sucedió otros veranos precedentes, y aplicar sobre mis plantas algunas conclusiones.

Podar ahora, es sumamente peligroso para todas ellas. Vale más dejarlas con buen follaje, porque el verdor es un elemento de conjunto y de frescor, que ellas van a agradecer. Aunque también algunos diminutos insectos, que saben que el exceso es un buen ardid para habitar y esconderse o volar rápidos y libres. Al menos, hasta que yo les diviso desde mi mirada periódica.

Mis flores, son un lujo en verano. Como las de las begonias, las flores de un día, o de alguna especie exótica. Las begonias, de hecho, parecen hasta agradecer el rigor del sol abrupto. Y la gran y hermosa sorpresa, es ver a uno de mis cactus florecer con unas bellísimas flores que lo coronan partiendo de sus bulbos de renovación y vida.

No es época de alardes estéticos en mi balcón. La primavera fue fugaz y no hubo apenas días de flores. Siento que finalmente y con el cambio climático, van a ser los otoños los equivalentes a las ya antiguas y añoradas primaveras que se fueron.

Sí. Mi punzón surca con fuerza y delicadeza la tierra de mis plantas, y mi humedecer constante se convierte en una tarea árdua pero deseosa en mí. Gozosa. Ahora toca esa debida y necesaria protección. Y aunque no me gusta, envuelvo el agua en dosis de abono líquido cada dos semanas. Hay que dar vitamina a mis hijas las plantas. Prevenirlas, contra el calorazo que ataca y devora.

Pero, a pesar de todos los peses, cuidar de mis plantas me gusta y relaja, me produce placer y hasta libertad. Verlas crecer, o mantenerse, o luchar contra el rigor, también estimula a mi persona.

-BESOS RIGUROSOS-
 

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