Rosa se fue,
siempre la amé,
no sé porqué,
seguramente nunca ya la veré ...
Rosa apareció por azar en mi vida. Había sido campeona de gimnasia rítmica, lo sabía todo, apenas nos veíamos, la vida era muy dura y me hizo gracia. Venía a mi casa, me la limpiaba y adecentaba, me cambiaba siempre las cosas de sitio y yo no las encontraba. Yo cuidaba a mi madre en otro lugar y no podía tratar a Rosa. Era lo mejor. Hasta que mi progenitora murió en mis brazos.
No sé quién fue Rosa,
de verdad que no lo sé,
nunca lo podré saber,
pero mi beso está con ella ...
Fallecida mi madre, traté mucho más a Rosa. Y Rosa me hablaba con desparpajo, y siempre decía que yo nunca la escuchaba. El mejor momento era el del tronco de árbol. Cuando yo la abrazaba con la fuerza de un roble, cuando terminaba su trabajo. Y cuando me decía que tenía cáncer, sida, y fractura del túnel del carpio.
Las llaves de Rosa me dicen adiós,
es mejor no despedirnos,
es más práctico evitar los llantos
somos ambos muy orgullosos ...
Rosa ha estado en mi vida demasiados años. Tiene un pelo bonito con buena mata, es una niña eterna, se separó de su marido, su hermano tiene una cadera rota, y su hija no posee el menor sentido de la diplomacia.
Y el teléfono de Rosa fue volviéndose frío, indolente, defensivo, anónimo, economicista, estropeado, estratégico, lejano y hasta absurdo. Ya no se ponía cada vez que la llamaba. Solo devolvía la llamada en el momento más inoportuno, y dieciséis veces tuve que salir a apagar el móvil a toda prisa para no quedar en evidencia en el cine, teatro o evento que fuera. Hablar con Rosa fue cada vez menos posible. Y mucho menos eficaz.
¿Quién fue Rosa a la que tanto quise?,
¿una muleta para mi vida?
¿un interés necesario de ambos?
¿solo puro amor? ...
Rosa tuvo una nieta. La niña de sus ojos es muy precoz. Ambas se quieren mucho. La niña ha heredado mucha ternura de Rosa. Rosa siempre es ternura aunque me grite o me falte al respeto. Rosa nunca me entendió. Que nadie le obligue a Rosa a hacer un máster sobre mí. No sabe. No supo. No sabrá.
A Rosa le hace falta el dinero y adora a su psiquiatra actual. Porque Rosa elige otras lógicas y nunca llora sus impotencias. Sería una cobarde si me diera su vulnerabilidad desordenada y real. Para ella, el único vulnerable de la dupla, soy yo. Ese niño grande a quien mostró a su manera el tiempo de hoy.
Rosa estuvo de joven en Ibiza,
allí fue muy feliz,
viajó por toda Europa y extranjero
mucho antes de casarse y ser mamá ...
Rosa no pudo ver mi cambio de niño a adulto. No quiso creerlo ni admitirlo, y aquello nos costó caro a los dos. Porque ella me miraba negativa con ojos como platos, se negaba a escuchar mis malestares, y solo esperaba que llegase el tiempo de marcharme para estar tranquila. Finalmente, es ella quien se ha ido. Sé que es mejor así.
Espero que Rosa viva muchos años,
porque ella se fue,
no me entendió,
no supo verme,
sé que me amó ...
¡MIL BESOS, ROSA!
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