lunes, 3 de octubre de 2022

- CARLOS BOYERO. -



Su perfil es una incógnita humana. Muy difícil de definir. Porque el salmantino crítico de cine Carlos Boyero, es un tipo tan denso como vivido.

Sí. Marcado por la vida que se mueve continua. Nada de concesiones ni de orlas. Si miras su biografía, ves cómo ha vivido la dureza y el rigor. Y ha pasado de no contar casi nada, a ser reconocido como el mejor crítico cinematográfico español.

Indiferente, a nadie va a dejar. Ahora, parecería de vuelta de todo, como si pudiera decir lo que le diera la gana, únicamente por ser él o su prestigio. Y de eso, nada. Boyero se ha ganado la atención por su extrema sensibilidad, la cual no parece casar con un rostro endurecido y hasta sarcástico.

Boyero, relativiza. Y cuando pone a caldo a alguien o a algo, substancia su rechazo con contundencia pero siempre argumentando sabiamente.

¿Mediático? No sé. Es posible. Seguramente, desde el mítico Alfonso Sánchez, no se ha visto el destaque de un crítico de cine como Boyero.

Castellano, poco amante de favoritismos, y exigente. Para ser célebre o exitoso, has de ser experienciado, fundamentado y matizador.

La infancia de Boyero pudo ser mejor. Pero a veces el dolor hace que pongas cara de poco optimista, pero que tu lucidez abrace ese dolor y lo convierta en brillantez.

Para mí, lo mejor de Carlos Boyero es que nunca sabes por dónde va a salir cuando hace la crítica de un estreno. Es temible para los publicistas, porque tantos años referenciales le alejan del oropel publicitario y su referencia nunca es baladí.

¿Qué cine le gusta a Boyero y cuál no? El lúcido crítico, lo ve claro. Le gusta el gran cine clásico, pero nunca fija mitos. Es duro. Hace poco afirmó que en las últimas películas de Clint Eastwood, no ve la habitual brillantez, y apela a Cronos acerca del descenso de dicha calidad.

No se calla nada. Y eso se llama, libertad. Boyero no será nunca un palanganas que publicitará cosas que le puedan encargar. Si le propones presión o influencia, entonces lo llevarás claro. E incluso el reconocido maestro se puede enfadar.

Y lo malo de los enfados de Boyero es que son divulgativos y brillantes, y pide respeto a su tiempo, y que no le corten. Últimamente nunca nadie osa cortarle.

El mundo del cine lleva toneladas de dinero, de provocación económica y de condicionamientos. Y a veces, si te apartas de esa línea oficial o predominante, pareces un estúpido, o un desagradable, o un amargado sin maldita la gracia.

Y eso a Carlos Boyero le trae al pairo. Porque imana personalidad, libertad, sensibilidad, exigencia y pasión a un tiempo. Pero la pasión del crítico es pasión sabia y elaborada. Y huye de sensiblerías, a pesar de que se ganará rechazos.

El bendito enfant terrible Carlos Boyero, es ese maravilloso tocahuevos que necesitamos escuchar si queremos ver una buena película antes mismo de presenciarla en las salas. Yo, lo suelo hacer. Y cuando veo la peli, me rindo condicionado en la verdad libre.

Boyero parece ir por el mundo como si no pasara algo excesivamente perturbador o desfavorable. Muestra y lanza una mirada personal sobre las cosas, y reflexiona castellanamente sobre ellas.

Porque Carlos es sobrio, nada de arabescos, capaz de mostrar un entusiasmo arrollador hacia un film y sin descomponer la figura. Y eso. Que ese personaje que sin querer encarna el terrible crítico, no es amenaza sino precisión.

-IMPRESCINDIBLE Y SINGULAR-
 

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