Se han juntado muchos factores, comandados desde mi salud lesa, pasando por el brutal e insólito calor, y concluyendo con mi situación económica cerca del umbral de la pobreza.
Ha sido un verano espantoso para mí. De modo que trataré de aprender de él, dado que el próximo puede ser igual o peor.
Mi situación económica me dice que no viaje, ya que he de llegar a fin de mes. En mi casa antigua, sin reformas que harían un poco más soportable mi estancia en su interior, etcétera, se ha generado más concentración de calor y menos visibilidad. Me alegro de haber optado por la autocontención y por la capacidad inevitable de mi resistencia física y mental.
He descubierto demasiadas cosas que ahora no debo ver del todo bien. Por la mañana, al abrir las puertas para ventilar en lo posible mi casa, la tranquilidad ha sido un fracaso. Unos obreros, remozando fincas contiguas, no han parado ni un solo día laboral de Julio ni de Agosto, de dar golpes y de hacer ruidos para actualizar casas y más casas. El jefe de estos trabajadores debe estar sumamente satisfecho de la labor de los albañiles por su absoluta fidelidad a pesar del infierno climático que en Valencia todos hemos sufrido.
Todo ha sido resistencia frente a la desazón. Y terrazas de bar cercanas sin respuesta del vecindario. El dueño del bar ha hecho lo que ha querido. Hasta aparcar encima de la acera cuando le ha dado la gana. Hasta que se lo tuve que decir seria y contundentemente. A partir de ese día es más obediente y aparca en un lugar señalizado y destinado para vehículos de carga y descarga. Algo es algo ... Todo esto me ha ayudado a conocerle mejor.
¡Calor! Espantoso calor. Mínimas brutales. Días y días sin brisas y con brasas. A partir del 15 de Agosto, han querido asomar brevemente las tormentas. Con poco éxito. La lucha frente al nuevo calor tropical, ha sido un reto realmente brutal.
Ha debido morir mucha gente. Tanto la calidad de mi salud, como la de las demás personas, se han resentido. Seguramente los muertos por emergencia climática, quedarán solapados por otras patologías. Pero, habrá muerto mucha gente.
Mi pasión han sido las plantas. Protegidas con una potente y animosa persiana de las de antes. Pero aún así, algunas me han dicho adiós y se han secado. Y mira que mis plantas han seguido estando cuidadas casi hasta la exageración por mí, pero aún así varias se han rendido y han dicho adiós. De esta experiencia, gozaré el próximo verano. Y seleccionaré las variedades con más tino. Y no haré tantos cambios y seré más conservador en las experiencias con mis plantas. Ya sabéis, que para mí, las plantas representan mucho más que unos seres vivos ornamentales que me agrada cuidar. Sino mucho más. Las plantas son para mí, la vida que se renueva y que sigue. Que no para de seguir. Que no para de vivir. Que no para de producirse de una u otra manera. La vida es lo único que hay que disfrutar y de las pocas cosas que dispongo. Hasta el adiós definitivo.
El dinero. Este verano ir a hacer la compra diaria ha sido un problema excesivo. Y he sentido verdadero temor de no llegar a fin de mes. He trampeado todo lo que he podido, y he renunciado con dolor a muchas cosas sociales. Vivir y socializarse es dinero. Y sin él, la vida se reduce y se pone cabrona. Y como yo soy ambicioso y quiero no renunciar al placer de vivir, dicha renuncia me hace mucho daño.
Concluyendo. Que ha sido un verano de resistencia pura. De reto. De no dejarse decaer a pesar del sombrío panorama de cambios bestiales y de situaciones muchas veces, límite. Y ya por eso me encuentro satisfecho. Es para estarlo. Estos tiempos hay que combatirlos con la mayor serenidad posible. A pesar de todos los más que dolorosos peses. Y extraer lecciones nuevas para próximos veranos tropicales.
-SIGO VIVO-
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