domingo, 18 de septiembre de 2022

- LAS COSAS DE LULÚ. -



Ojazos. Mirada cansada porque ya no es una niña. Venezolana con parentesco italiano. ¿Qué hace aquí con nosotros en España?, ¿por qué me confiesa que no tiene amigas aquí, a pesar de que lleva con nosotros hace ya seis años?, ¿quizás choque cultural? Ni me incumbe ...

Muy segura de sí misma. Aparente timidez. ¡Falso! Lulú no es tímida. Es estratega y muy superviviente. En la terraza de verano, a mi lado, me sorprende su hablar demasiado alto. ¿Importarle? ¡Un pito! ¿Sentirse preocupada por que la escuchasen a placer? ¡Al revés! Lulú disfrutaba siendo aspirante seria al campeonato general del vocerío.

Jefa. Lulú va de capitana general. Cree merecerlo. Y tiene un don de gentes que puede atrapar. Anda mal de dinero, y eso no agrada a nadie. Y además sus dos hijos varones ya saben volar solos. ¡Oh, la puta soledad! ...

Lulú puede darte miedo. Pero en realidad estás a salvo. Porque en cuanto ella perciba que no eres lo que quiere querer, dará por finalizada la charla y seguirá soñadora su camino.

Lulú es de caderas, y viste con elegancia. Se adereza con un puntito de insinuante escote, mas Lulú es velocidad y vitalidad. Y, risa. Toda la risa de triunfadora. Y últimamente no frecuenta,-o eso afirma-, las salas de baile caribeño. Pero cuando las frecuenta, puede tirarse dos horas a un ritmo frenético. Quiere pues pareja en forma.

Yo le insinué a Maduro para probarle el sentido del humor y de la ideología. Pero Lulú le odia y cree en la empresa, en la iniciativa personal; descarta totalmente a su Presidente. ¡Silencio! ...

Yo sonreía a Lulú. Parecía gustarle mi sonrisa y hasta mi aplomo. Pero soy incapaz de reírme desaforadamente hora y media seguida, y eso hizo decaer su expectación.

Y además Lulú es más que práctica y se había fijado en el bello camarero jefe de la terraza que nos servía los refrescos. Y se levantó a por él no sin antes decirme: 

- "Disculpa. Pero si no tomo café, a mi me da algo. Voy a entrar al bar y se lo pediré al camarero. Vuelvo muy pronto ..."

Quizás algo exagerada Lulú. Nunca tendrá puntualidad inglesa porque el Caribe es otra visión del mundo, sensual y especial. Venezuela es un país en donde hay mucha riqueza y pocos candidatos a ella. Es lógica la ansiedad social.

Vuelve a la mesa Lulú. Y comienza a enseñarme fotos que no se corresponden con el motivo de la entrevista, el cual no era otro que a ver si nos gustábamos y todas esas cosas.

No me agrada que me digan que sí a la primera, cuando propongo quedar a una chica. Porque el perfil del watsap no dice nada. Y la mujer más bella del mundo puede ser que no se parezca al perfil humanote y sereno de una hermosa fémina.

Una foto solo es un deseo y una estrategia vanidosa. Donde esté el cara a cara, no hay invento tecnológico capaz de asegurar el rigor de una relación. Casi todo puede ser mentira antes de un cara a cara. Por eso no hay que ir con expectativas excesivas.

Lulú me hablaba, dándome lecciones de cómo han de ser las expectativas. Y le gustaba que a veces mis manos se acercaran a las suyas, como haría un imponente guayabo de Maracaibo. Porque a Lulú le gustan los hombres muy hombres.

Que tengan buen cuerpo, poca crítica, mucha música, nada de carcamales, con carro, y arropados en dólares. Es una de las razones por las cuales no quiere volver a su país natal. Y Lulú me contó dos dulces sueños en voz alta:

- "¿Sabes? Hay dos cosas que me divierten y las pienso hacer ..."

- "¿Cuáles, Lulú? ..."

- "Ponerme a hacer la mendiga en la puerta de una iglesia. Y la otra, ser capaz de comunicarme con la gente de un país en el que no se hable mi idioma ..."

Yo creo que a Lulú no le gustan demasiado los pobres, y además quiere enamorar a los hombres con la menor comunicación posible. Y que la dejen mandar, organizar, matizar, dominar, revisar, y tener el bolsillo a salvo de improvistos.

¡SUERTE, BELLA LULÚ!
 

0 comentarios:

Publicar un comentario