El volcán está triunfando en la tele. Es el diablo de Vulcano. Un Alien de cojones. Del interior de la Tierra, sale algo inesperadamente devastador. Tiemblan y estudian los vulcanólogos. Es una ciencia esotérica, vocacional y temible. El estudio de las condiciones de un azar evidente. Los humanos, los de arriba de esos espasmos y convulsiones interiores, no queremos saber nada de todo eso. Hasta que las orejas se ponen tiesas y empiezan los estallidos.
Etna, Vesubio, Kilauea ... Nombres de mitos. Porque lo superior a nosotros siempre es mítico. Las Canarias son el resultado del juego volcánico. El Teide y su Orotava, espléndidos y rocosos. Diferentes y mágicos.
Televolcán. Un hechizo. Una macabra noche de San Juan. Un viernes 13 terrorífico que obliga a las evacuaciones. La Guardia Civil se juega el pellejo. Descontrol controlado. Hay fortuna de llegar a tiempo. La Ciencia sigue haciendo logaritmos y algoritmos, sabiduría, predicción y talento. Humanidad.
Bombero al pie de la lava. La colada. Siguiendo con cabeza fría el río devastador que nadie puede parar. Solo manda el fuego. El fuego, el olor, el rugido fiero de los impactos interiores; el meteorismo que nos tiene ígneos y cuyo fuego solo será un rastro o un valor aprovechable para delimitar y evitar caos.
La gente, llora. Cuando el volcán se encabrona y libera, entonces la lava lamina todo pasado. Es el diablo natural más riguroso y menos complaciente. Solo puedes ganar la vida. Que es ganar muchísimo.
Nunca te esperas que la noche se ponga volcánica ni que el día se abarrote de periodistas y curiosos, cámara en mano. La única verdad se bifurca entre la destrucción y los estudios. Lo demás solo es efectismo y belleza desmesuradísima de la Diosa Naturaleza que siempre manda.
Volcán de preocupación. Mapa de la lava. Con pinzas todo. Ojo al azufre, que también parece cosa del Maligno escondido. Dirección mar. Ahí pueden juntarse los grandes opuestos. El agua y el fuego. El yin y el yang. La unión pacificadora para el hombre abstraído por el temor.
La economía no está para volcanes o destrucciones. Esto es pandemia, y azar, y no se elude la responsabilidad. Los plátanos no se asan vivos, sino que son laminados con la caída del fuego viscoso que nunca mira porque lo ve todo.
Pasará tiempo para que se olvide que los volcanes también son españoles y causan mucho dolor. La única esperanzadora noticia es que no hay muertos. Todo lo otro nunca es esperanzadora cuestión. Salvo la hipnosis catódica de la imagen fija de la tele en primer plano nocturno, o en el cuadradito lateral que nos dice que cualquier cosa terrible puede pasar en cualquier momento. La angustia es share. Y una gran película de miedo bate récord de ventas y hace rico a su director.
Volcán. Volcán director. Aquí manda quien debe mandar, que no es Sánchez ni Casado. Los hombres somos cotillas hormiguitas de la caja tonta, guanches que lloran su desolación, fanáticos en busca de la foto inevitable e imposible, héroes llamados bomberos y guardiaciviles, y muchos rezos a la Virgen del Pino.
Terrible isa que suena a guagua quemada. El asombro es reality pero también sentimiento preocupante. Unos aviones tiran las Torres Gemelas, y ahora va y un volcán destruye risas y futuros. Es el volcán. ¿Puto volcán?, ¿maravilloso enemigo? ...
¡SOLO LA VIDA!
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