sábado, 8 de mayo de 2021

- PABLO IGLESIAS, SOLDADO Y CARISMA. -



Politólogo. Treintañero. El "coletas". Pablo Iglesias. Odiado y admirado. Un tipo duro. Orgulloso y absolutamente convencido de sus ideas de la izquierda real. Televisivo a mil, y carne de cañón. Un día le vi en la tele. Hablaba clarito. Le invitaban a los platós de los medios por su audacia y valentía. Aquel rojete daba espectáculo y share.

Otro día le vi sacando unos escaños en el Parlamento Europeo. Y me sorprendió su ambición al decir que aunque estaba satisfecho por los resultados obtenidos, él quería mucho más.

Tenía treinta y algunos pocos años. Llegó el 15 M y fue el alma de Podemos. Siempre lo será. Podemos, era y es el nuevo gran grito revolucionario de la izquierda de verdad. Pablo tenía fama de ligón. Era el gran macho alfa. El enviado por el gran y mítico Julio Anguita. El gran Che Guevara español. Y mediático, espectacular, su radio, su televisión, su imagen, su fuerza de convocatoria y la ilusión de millones y millones de españoles. 69 escaños. Se dice pronto. La mayor hazaña de la historia política española. Fue un trueno maravilloso. El hombre más popular. Se hablaba de hacerle un sorpasso al Psoe. 

Sí. Politólogo. Maravilloso y guerrero, cañón abrupto y firme, sin arrugarse ante nada ni ante nadie. El mejor rara avis desde Felipe González.

Pasión de ideas políticas, soldado de la palabra, y ciclón de esperanzas e ilusiones. Inteligentemente precoz. Y romántico e inexperto en la jungla de la política. Creyó en sus amig@s de siempre. Y la política no es para hacer amig@s, sino todo lo contrario. Errejón le arreó por la espalda, y el guerrero Iglesias montó en cólera. La política está llena de gente oportunista. De ambiciosos y espabilados. Porque el Poder está lleno de dulces y de efectos especiales.

Pablo Iglesias se fue a la guerra. Sin concesiones. Se peleó con muchísima gente, incluidos los medios de comunicación. Eso fue un error. Con los medios hay que saber teatralizar. De tenerlos en contra, no se logra mucho.

Pablo Iglesias se acaba de ir. Ha durado siete años. Nada. Ahora volverá a su politología de la Universidad, que ese sí es su mundo. Pero su valentía quedará retenida en la mente de demasiada gente. Fue crucificado, muerto y sepultado. Pero su reino no tendrá fin ...

Llegó a ser Vicepresidente del Gobierno en coalición con Pedro Sánchez, pero se sintió atrapado entre los despachos y volvió a las trincheras. Y ahí logró que Podemos siga en la Asamblea de Madrid. Pero, estaban pasando demasiadas cosas en Pablo y para Pablo. Porque sus rivales ya no caían desplomados a la lona del ring político.

Pablo fue padre con Irene Montero, maduró, experienció, se puso dulzón y extremadamente educado y ortodoxo, y entendió que su puño ya no lograba escaños, y que un buen soldado sabe cuándo es el momento de decir adiós.

Le hicieron de todo desde sus inicios en política. Les tocaba demasiado los cojones. Le tenían miedo. Y la mejor forma de defender su miedo era cansarle. Y lo lograron. Pero Pablo Iglesias nunca será una flor fugaz. Sería una injusticia que el paso del tiempo acabara con sus enormes logros y aventuras. Fue un Quijote con los bemoles bien puestos.

Hasta que se dio cuenta de que por ese camino no haría mucho. Y que si Podemos quería triunfar, ahora era y es el momento de sus compañeras y compañeros. Pablo parece haber desaparecido, aunque eso no sea posible en un titán talentoso y rápido. A mí me gustaría que dentro de dos años, Yolanda Díaz le rindiera homenaje al convertirse en la primera mujer Presidenta de España.

¡SÍ SE PUEDE!
 

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