Una rodilla. Una autoridad. Una placa policial. Un vídeo. Un policía aprieta con la inicial articulación sobre el cuello de un hombre negro y durante varios minutos. Le asfixia ...
El policía es blanco, y la víctima nuevamente negra. Estados Unidos. 2020. Porque esto es 2020 y siguen los estigmas. Sí. Los negros africanos esclavos fueron una gran mano de obra para la fuerza económica de los blancos que llegaron al Continente indio. Porque América, era india ...
La mayor potencia mediática y militar del Globo, suena estos días a pintoresco país menor. Al negro siguen sin mirarle bien en el país de las barras y las estrellas. El odio racial sigue ahí. Y el Poder en manos de la raza blanca, también.
Yo, no creo en las razas. Hablo de ellas para hacerme entender. Pero en la única raza por la que yo pongo mis cinco sentidos, es en la raza humana.
El mundo, somos todos. Pero en aquel lugar enorme del Hemisferio Norte que está debajo de Canadá, las cosas no se entienden así. Del mismo modo que está la Asociación Nacional del Rifle, o que los Presidentes juran sobre la Biblia, o que la medicina es de pago, también es una sociedad moderna, sensible y avanzada.
La Seguridad es una obsesión. Y el negro se considera un grandote intruso en sus cosas. Ya pasó con Barack Obama, del que incluso se llegó a decir que no había nacido como todos allí, y que era de no sé dónde.
Las cárceles y grandes conflictos de la sociedad yankee están preñados de protagonistas de oscura piel. El clasismo y el neoliberalismo imponen sus criterios. "El negro, es otra cosa. El negro no vale, es inferior, es de la música y de los saltos, no ofrece credibilidad, no nació para dirigir empresas. Es un foráneo. Es un africano que vino aquí porque el blanco le hizo venir para la mano de obra. Ni Michael Jakson o Denzell Washington, ni nada. Ni Beyoncé ..."
¡No! En Estados Unidos no son los negros los chicos de la verdad de la película. Hay mucha gente convencida de que el negro traerá problemas, será extraño y díscolo, incomprensible, heterodoxo, inferior y hasta una rémora. El Estados Unidos rancio del blanco y negro, sigue intacto. No parece pasar el tiempo para esta discriminación histórica y terrible.
Para muchas mentes, nada ha evolucionado. Ni Martin Luther King, ni nadie. Nada de autoridad. Solo se tolerará al sumiso. En Minneapolis y en un vídeo viral, se vieron muchísimos segundos de frialdad y de falta de empatía. Ahí no te puedes fiar de nadie. Si eres negro, ve a la iglesia y reza. George Floyd no lo puede contar ya. Y aunque hayan echado a su asesino Derek Chauvin, la cosa sigue siendo de preocupar.
Las cosas se solventan solo cuando se cree en ellas. No valen los buenismos de los hipócritas. Un hombre o una mujer negros, son exactamente lo mismo que un hombre y una mujer blancos. Pero, no se cree. No se puede creer. Hay demasiado recelo. El negro es el pobre, y eso incomoda a un Estado poco social. Estados Unidos parece más cómodo en un sitio o paradigma en donde casi solo hablan los blancos. Cuando esto no es así, entonces las cosas comienzan a tensarse dentro de la gran violencia estructural de la Nación.
Los negros, claman justicia. Están muy calientes. Incendian empresas y arrean a quien tiene por delante. Siguen notándose desamparados y sin protección. Llevan días así. Tienen muy poca esperanza y lanzan al viento sus puños de ira. El reconocimiento de los negros en Estados Unidos es una de las grandes asignaturas pendientes en el País del Tío Sam. Algo sigue fallando ahí afuera y adentro de las miradas.
¡TOMEN CONCIENCIA!
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