Un tipo raro. Alguien nuevo, que venía de Argentina y que cambió la televisión de España y la hizo de hoy. Convirtió el blanco y negro en la naturalidad del color. Un genio creativo, abrupto y muy humano.
El mismo Chicho admitía el cuento de su infancia poco feliz. Aquello, le marcó. Lo que pasa es que su tedio y postergación le llevaron camino del talento y de una arrolladora creatividad.
La tele era un cementerio de mediocres temerosos, y entonces llegó Ibáñez Serrador y lo cambió todo. Chicho era el teatro. Siempre fue el teatro, y los sentimientos, y las emociones en acción, y la dureza del perfeccionista, y el puto amo. Fue el jefe porque lo valía, y su imaginación nunca tuvo fin. En su familia teatral hay apellidos históricos y mediterráneos como Serrador, Marí o Cotanda. Mucha mediterraneidad. Su padre era feísimo y un actor impresionante. El gran Ibáñez Menta. Su madre, la también actriz, Pepita Serrador.
Polifacético y sorprendente, con aquella mirada de poderoso inquietante que parecía jugar al desconcierto. Aquellas gafas de culo de vaso y aquella barba. Y su enorme talento.
A mí, al principio, no me hacía gracia porque me daba miedo. Como sus "Historias para no dormir", en las cuales acojonaba utilizando el terror psicológico, imagino que el que debió sentir cuando de pequeño una enfermedad le colocaba en un segundo plano. Alguien dijo que fue el "Hitchcock" español, y algo así fue también.
Los genios polifacéticos, son capaces de casi todo. Hasta de confiar que no fue un buen padre porque nunca estaba en casa, y que esa faceta la hizo mal. Confesaba cosas valientes y profundas, y era extraordinariamente exigente. No soportaba la mediocridad.
La vida se le puso dura, y decidió tomar decisiones. O guardaba en el armario toda su timidez, o se lanzaba al ataque en busca de lo que fuera en su talento.
Tras el miedo y el cine: "¿Quién puede matar a un niño?", llegó la magia de su programa emblema: el "Un, dos, tres ... responda otra vez". Ahí lo metió todo de su vida. Horas infatigables de trabajo, teatro, humor, belleza, agilidad, actrices, promociones, y toda la expectación de las familias de españoles legión, que le veían con avidez el programa. Aquel concurso fue una fábrica de éxito. Se acabó la importación, y la tele de España se hizo propia y logró hasta exportar.
Innovó y expelió una forma actualizada y dinámica de hacer una nueva televisión. Fue el padre de la televisión. Hubo un antes y un después de él. Sus ideas ayudaron a crear un nuevo horizonte catódico. La tele rancia y previsible, recogía impulso y seriedad, y se dignificaba hacia el éxito sin parangón. El ocio y la noche familiar, eran suyas. Inventó lo que ahora es la televisión comercial y atractiva, y fue ecléctico y tremendamente perfeccionista. El número 1. El genio imprescindible. Y esos cambios coincidían con la aspiración de un país que se movía a su paso. Un coche, una notoriedad, un apartamento, y todas las cosas así. Como los participantes que no conseguían ganar el más mínimo premio.
Chicho fue grande, humano, generoso y desgarrador. Potente. Bajó a la dulzura ahora pija del "Waku Waku", y nos encadiló con momentos dulces y perfectamente elaborados y frescos. Sorprendía a los no sorprendidos. Hacía productos impecables. Fue valiente con "Hablemos de sexo", que presentó la doctora Elena Ochoa.
Chicho no fue provocador sino especial. O le tragabas, o le rechazabas del todo. Con él no podía haber términos medios. Era tajante y entrañable, duro, nos comprendió como pocos, y tuvo muchas licencias personales.
Hombre de fuerte carácter con su intención de la perfección. Fue incapaz hasta de perdonarse a sí mismo aunque luego lo matizara todo. Ibáñez Serrador fue quien puso la tele en otro lugar de los hogares. Pero también me ha apasionado de él su faceta personal, casi convertida en un personaje total.
Me hace gracia escuchar a Mayra Gómez Kemp, cuando dice de él que fue un gran jefe pero no un amigo. La ironia y la atmósfera personal del argentino, crearon el escenario de las dudas. Seguro que no la abrazaba para generar expectación. ¡Vaya usted a saber! Porque siempre habrá misterio en Chicho. No intentemos desmenuzar a un genio. Trae muchas más dudas el hacerlo. Fue colosal Chicho, grande, dio terror y entretenimiento, risa, cine, tele nueva, circo, música y magia. Nos sorprendió y le dejamos pasar y hacer. Porque siempre fue imparable e incontenible.
-UN MAESTRO INOLVIDABLE-
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