sábado, 12 de noviembre de 2016

- LA DEMOCRACIA SE ESTREMECE ANTE EL "FENÓMENO" TRUMP -



La política, se resiente. Parece dejar paso a formas de simplismo por otra parte electoralmente eficaces. Son gente,-más que descarada-, muy sorprendentemente segura en los olimpos fantasiosos que aparentemente huelen a triunfos.
No obstante, Norteamérica siempre fue otra cosa cultural. Nada de Europa. Sus propias cosas particulares y diferenciales. EEUU siempre fue un gran sueño y un gran deseo. Un gran sentimiento de desesperación lleno de religiones y de dioses, que cohabitan y conviven con sus cotidianeidades y con sus avanzadas tecnologías, militares y de balas. El calvinismo, el neoliberalismo, el postureo, el golfismo, la sensación vanidosa, y la menoridad en la exploración y sensación de lo social. El vivero incesante del individualismo, y el dinero como referencia inevitable y  presencial.
Yankeelandia nunca ha sentido lo político como algo cercano, sino como algo localista y mero y sólidamente reivindicativo de su institucionalismo. Sus propias leyes. La Asociación Nacional del Rifle, los intereses económicos, el sexo, el placer, el lujo, la idea maléfica del foráneo, y la sensación en su show de que son los mejores y que siempre lo serán. Son el Imperio de lo mediático y de lo referencial, y desean frenar amenazas o tentaciones de emulación. Son pasionales y definitivos, mantienen la pena de muerte en algunos de sus Estados, y el sexy de la Estatua de la Libertad supone su cebo y su redención más llamativa.
Por eso no ha de sorprendernos nada que en exceso de allí nos llegue. Otra cosa sea que nos indigne o contraríe, pero sorprender me temo que a pocos ya a estas alturas. ¿Democracia en Estados Unidos?, ¿ideologías? Solo hay un marasmo confusional que puede permitir cohabitaciones y costumbres que en Europa vamos intentando que puedan ser progresivamente otra cosa, manteniendo nuestro empeño humanista y cercanía en la unidad. Tolerancia real.
Donald Trump está siempre acostumbrado a hacer lo que le ha dado la gana y desde bien jovencito. Es jefe, empresario, millonario, de estilo chavista refinado cuando le conviene, impostor, padrino de ceremonias, y frikie de habitual. Un verdadero tipo exótico y desahogado para el que nunca existieron éticas, leyes o barreras. ¿Cambiar ahora a los setenta y un años?, ¿cambiar su personalidad porque ahora no es jefe de un emporio sino también el Presidente de algo llamado Nación y cuya bandera oficial es la consabida de las barras y de las estrellas? Sería bien interesante saber qué se le ocurre a míster Trump cuando piensa en el Estado, en las Instituciones, en las representatividades y en las formas. Qui lo sa ...
Ha ganado las elecciones 2016 con la gorra, sin rivales, ha subido al estrado, y ha ido citando y destacando a gran parte de su familia y amigos. No ha hablado de política, no ha hecho referencia a nada concreto, nunca ha perdido la compostura, todos le temen y nadie le cree, se le quiere como al jefe que logra una hazaña conseguidora, sorprendente, no esperada, y luego se habrá ido exactamente a donde le habrá dado la gana. Si no, no sería Donald Trump.
Se quiere ahora burlar de la Democracia y de la diferencia, y sus seguidores,-que son gente masiva de la América profunda y de poco estudio-, le ríen las mofas y faltas de educación, y se lanzan a vitorearle al lado de su gente: "¡U.S.!" ...
Trump, bufón, no tiene categoría ni registros para regir un país tan diverso y complejo. Lo que sucede seguramente es que él se cree que sí, y que el Estado y la política son otra empresa más y con trabajadores que llevan su voto en la mano. Que Dios bendiga a América, porque ahora lo necesita imperiosamente.
-Y DE PASO QUE NOS PROTEJA A TOD@S-

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