Rosa siempre tendrá dificultades. Siempre me sorprendió y nunca la entendí. Vive entre la marginalidad y la supervivencia, y no es mujer que haya tenido a la suerte por aliada.
La conocí porque un vecino me lo sugirió. Y como hace la limpieza general de la escalera, yo le propuse a Rosa que adecentase mi casa durante los cinco años que cuidé a mi madre senecta y ella aceptó. A cambio, le di cantidades que tenían más que ver con mi voluntad que con los precios del mercado.
Rosa, me ayudó. Poco a poco se dio cuenta de mi situación real, se apiadó de mí y no se limitó a mantener mi casa decente sino que me propuso las mejoras y trucos básicos para que yo no pasara un frío de espanto en invierno o un calor excesivo durante la eterna y valenciana estación estival.
Rosa siempre gritó, y no tiene pedagogía para divulgarse, viene de una familia muy rota, y ha ido trampeándolo todo con su experiencia vital y con su laboriosidad del día a día. A pesar de sus dificultades psquiátricas, estuvo a punto de ser abogada de joven. Pero bueno, se casó, se juntó, de descasó, se separó, tiene mil hermanos y conocía por su labor a gente suficiente para no sucumbir. No es mujer de lamentos sino de cosas concretas.
Mi "tía rara" Rosa, comenzó a serme entrañable a pesar de que discrepábamos muchas veces, discutíamos, y no nos dejábamos hablar el uno a la otra. Pero Rosa estaba todas las semanas en mi casa trabajando, y se iba dando cuenta del porqué de mis enfados y contrariedades. Percibió a su manera pero evidentemente, mi dolor.
Hace poco que tiene cáncer. No hacía caso a nadie y nada contaba. No quería hacer llorar a su hija que adora y a su nietecita a la que idolatra y que la llama "ayaya" ...
A mí sí que me dijo que tenía cáncer, porque me quiere y en mí confía. Y yo quedé maravillado ante su entereza. Porque con cáncer y todo, se venía del Hospital a trabajar muy cansada porque desea y tiene derecho a llegar a fin de mes.
Llora. Rosa está muy rota ahora. Un día perdió su teléfono y con él a todos sus contactos de las distintas casas donde limpiaba. Y se metió en un lío de desesperación, porque una toxicómana la engañó con la idea de que cuidara a sus padres y luego no la pagó lo acordado y la dejó tirada. Su familia también va trampeando como buenamente pueden y apenas la pueden ayudar. Su hija, a duras penas puede llegar a fin de mes con el trabajo que tiene y ha de cuidar a sus vástagos, a los cuales Rosa adora siempre.
Sí. Rosa, llora. Me confiesa que estando cuidando hace nada a la pareja de ancianos, el señor le hizo sin querer una herida y le contagió el sida. Y los médicos del Hospital no saben por dónde empezar con sus graves males. Rosa, no puede pagarse los medicamentos de psiquiatría y demás, y su estómago escupe casi todos los días la tremenda potencia de los fármacos inevitables.
El otro día le dí unos euros para que se relajara. Lloraba y gritaba, no ve futuro, y a menos que los servicios colapsados sociales se den prisa, llegarán tarde. Porque Rosa pierde la ilusión y su encanto en el día a día al verse en una situación que era probable pero que jamás pudo imaginar que le tocaría de pleno.
Si logra superar el cáncer, estará menos cansada y entonces los fármacos contra el sida la mantendrán viva. Y mientras Rosa esté viva y con la laboriosidad que lleva en sus venas, logrará llegar al final de sus días con dignidad. Cuando veo y palpo su drama, entonces todos mis problemas y dificultades son más humildes y aparecen como algo menor o menos malo. Porque hay infiernos y travesías que hay que pasar y que son colosales demonios. A su lado, tengo más que mucha suerte.
-UN BESO PARA ROSA-
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