En el fondo es un nuevo éxito de la mujer española en un tiempo en el que a las féminas nunca se les miró bien en el mundo machista del deporte.Pero más allá de estas evidencias, parece existir en España una pulsión general que estalla exitosamente en las competiciones individuales. Desde Santana a Ángel Nieto o Nadal, desde Arantxa S. Vicario a Mireia Belmonte, llegamos hoy a Carolina Marín. Asombra allá por donde va.
Ese tenis de pista con una pelota que no lo es y que se llama "volante", se originó en Asia y los aristócratas ingleses le dieron el copyright y le llaman Bádminton. En dicho Continente asiático es masivamente practicado, y en China una cuestión nacional.
Sí. Cien millones de chinos juegan a esto que en España ni se podía advertir de su existencia hasta que una delgaducha chica de Huelva comenzó a derribar murallas. ¡Increíble! ...
El otro día me fijé un poco más en este deporte. En el Campeonato Mundial de Badminton,-ya deporte olímpico-. Jugar a eso requiere algo especial que se llama reflejos, resistencia, velocidad, precisión y mente. Toda la concentración. Es un deporte sin concesiones, con el tai chino bien de frente, de sufrir y de fastidiarse. Es un deporte salvaje y a la vez sufrido y de contención.
A la jovencita Carolina Marín,-la chica que le ha puesto en el resto del mundo el sexy y la transparencia al Bádminton-, le entra un talento y unas ganas absolutamente irresistibles. Cuando afirma que su ídolo es Rafa Nadal, no lo tengo que creer viéndola jugar.
Es jovencísima, onubense, andaluza atlántica que escucha fado y fandango, de donde nunca espera que salga una deportista tan colosal.
Sí. Vi cómo se las gastan jugando. ¡A toda leche y a toda mecha! Eso es una verdadera guerra sin cuartel y con un importante riesgo de lesiones dados los alardes que hay que hacer para devolver el "vuelo".
Carolina Marín se iba al fondo de la pista y lanzaba unos tremendos latigazos a lo que sería bola en el tenis. Esmachaba desde atrás girando arriesgadamente su espalda, pero no solo golpeaba con potencia sino con precisión. Lejísimos de la red, pero dándole con una maestría que sobrecogía y admiraba. Y una vez en la red, llegaba a todas las bolas, aguantaba con rapidez y elasticidad la resistencia, se mostraba incansable, y leía el bádminton casi como si lo hubiera inventado ella. Una verdadera tiranía de ganadora.
Imaginad a millones de chicas chinas que no pueden con Carolina, o hindúes, o de cualquier otro país de solera de este deporte poco mediático u occidental.
Carolina Marín es tan pionera y genial, tiene tanta clase y nivel, que no puede jugar en España dado que aquí no tiene rivales. Es una estrella que si jugara aquí debería hacerlo como si lo hiciera con chicas de Regional o de Cuarta División. Por eso se ve obligada a jugar en India, que es una de las potencias mundiales.
Su mirada de provinciana maravillosa, no esconde su palmarés. Lo ha ganado y varias veces absolutamente todo: Juegos Olímpicos, Mundiales, Europeos y lo que le echen. Y ahora solo tiene veinticinco años. Se tienen que acabar todos los piropos y calificativos hacia su juego y figura. Es una fuera de serie tocada por los dioses asiáticos y universales.
Es una niña todavía, espontánea, con carácter, de Huelva, bien española, rutilante, feúcha y terremoto. Ha tenido problemas de motivación al verse tan superior en su precocidad cronológica, y los ha sabido superar porque tiene la cabeza fuerte y sabe madurar.
Todo el mundo,-como cuando la ondina Mireia-, le pregunta dónde estará su techo. Y ella no parece complicarse demasiado. Vive el día a día, disfruta con ese deporte que la apasiona y donde domina, y trata de ser plenamente feliz en lo suyo como cualquier chica de hoy. Este país tiene en ella una crack y un orgullo deportivo.
¡BRAVO, CAROLINA MARÍN!
0 comentarios:
Publicar un comentario