domingo, 16 de octubre de 2022

- FUGAZ D. ANTONIO. -



Años setenta. Mi parroquia a donde mi madre me obligaba a ir. Misa de todos los domingos. Es una iglesia grande, espaciosa, y fue familiar. Mi padre entró en una sola ocasión. Para poder casarse con mi madre. Nunca "mais" lo hizo. Yo fui bautizado, tomé la comunión y hasta la confirmación. Vino el obispo.

Mi parroquia era rutinaria y convencional. Entre semana, uno o dos días, hacían ejercicios espirituales y cosas así en la sacristía. Todo bastante previsto y previsible. Yo no volví más, al alcanzar los once años de edad. Pero en mis últimos meses, llegué a coincidir con una gran novedad. España estaba cambiando. Necesitaba melenas de Beatles o Cruyff, barbas, y mucha, muchísima libertad. Los tiempos son siempre inexorables. Y antes de que la serie televisiva de Richard Chamberlain como protagonista de "El pájaro espino" hiciera removerse en sus sofás a muchas féminas, algo sucedió en mi parroquia del barrio.

Era, un sacerdote. Pero llevaba melenas. Y tocaba la guitarra. Era, Don Antonio. No tendría los cuarenta años de edad. Y no es que poseyese el atractivo de un galán de Hollywood, pero comparado con sus compañeros de parroquia, su frescura y distinción, provocaban bastantes nuevas emociones. Y totalmente inesperadas.

A pesar de que estamos en plena era digital, entonces era otro mundo. Y el boca a boca, muchísimo más potente que el twiter de hoy. Y más que pronto, se corrió la voz:

- "Oye, ¿sabéis que ahí en la iglesia hay un cura joven y nuevo, que incluso toca la guitarra? ..."

La consecuencia, fue casi inmediata. Además, hay que tener en cuenta que si bien ahora la tentación suele aparecer mucho más en los lares de trabajo, antes no era así. Y las señoras y señoritas, permanecían en casa y con la pata quebrada, y ese boca a boca solía hacer un efecto inmediato.

Además, estaba siendo la revolución sexual, la mujer había quemado reivindicativamente los sujetadores, las minifaldas estaban irrumpiendo con éxito, y las suecas daban lecciones de bikini en mi playa cálida y en otras muchas playas. Lo cantaba, Manolo Escobar ...

Consecuencia. Aquellas reuniones de los ejercicios espirituales, se convirtieron en verdaderos éxitos de concurrencia. Y además, la sacristía era amplia y cabía mucha gente. Lleno total.

D. Antonio, estaba alegre y serio a un tiempo. Apuesto y dubitativo. Porque no debía esperar aquel triunfo, y estaba aparentemente sorprendido. Y ejercía su labor espiritual y con Dios. Pero también tocaba la guitarra. Como nadie antes. Y los niños y las niñas de los ejercicios espirituales, cantaban alegres las canciones, y se sentían plenos y acompañados por sus madres, por sus tías, y por las amigas de sus madres.

Aquella sacristía de mi tierna iglesia de la infancia, no es que fuera un akelarre navarro de grito y desnudo, pero estaba atiborrada de mujeres de cualquier edad. Y al acabar el acto, las féminas se paraban a hablar con Don Antonio. Y le decían de todo menos reproches. Y no tenían prisa por volver a sus casas. Unas casas, que estaban lógicamente bien cerca de la iglesia, aunque habían algunas excepciones. Algunas chicas de cualquier edad, tomaban hasta dos líneas distintas de autobuses para no perderse ni el más mínimo ejercicio espiritual que dirigiese D. Antonio. Cuentan los maledicentes, que alguna pecadora metió en cierta ocasión su teléfono fijo en el interior de la sotana del cura especial. Y también entre los libros de la sacristía ...

¿Escándalo? ¡No! ¡Escandalazo! Porque recuerdo al cura D. Juan y a D. Vicente, y al veterano D. José, extremadamente preocupados y molestos.

A D. Vicente que era evidentemente homosexual, no le preocupaba tanto ese escándalo que generaba el melenas D. Antonio, pero entendía que su vida, su tapadera y su sueldo, debían posicionarse con la opinión general de sus compañeros.

Se pusieron en contacto con las Autoridades Religiosas, y más que pronto se tomaron medidas. La iglesia no debía ser el escenario de los sucederes que, queriendo o sin querer, suscitaba D. Antonio.

Todo fue opacidad en estas negociaciones a buenas. Supongo que le invitarían a cortarse las melenas de inmediato y le instarían a dejar de usar la tradicional guitarra española. Lo único que no podrían hacer, era que D. Antonio envejeciera de repente. Pero todo lo demás, sí ...

Yo creo recordar, que ante la para ellos insolente negativa de D. Antonio a obedecer las órdenes, la cosa no llegó a durar ni tres meses. Y las paredes y techos de la iglesia, jamás vieron nunca más pasar a la figura del joven sacerdote. ¡Lo echaron! Desconozco si le cayeron o no más sanciones, pero nunca "mais" se oyó en la ciudad hablar de él. Quizás, lo dejó todo ...

Fue un visto y no visto. Un jarro de agua fría. Algunas féminas llegaron a encararse con el cura párroco y con los otros sacerdotes de la parroquia en busca de respuestas acerca de la no presencia del joven cura distinto. Mas solo hallaron sonrisas irónicas entre los sacerdotes. Hasta que finalmente, uno de los curas le soltó a una de las señoras de cualquier edad:

- "Mira, hija. Tú estás felizmente casada. Te bautizó D. José y te casó D. Vicente. ¿Es casualidad que nunca venías a los ejercicios espirituales hasta que apareció este señor cura de las melenas? Lo sabrá tu marido, como es natural. ¡Y te diré más! Mañana vendrás a confesar tus pecados de pensamiento, obra y omisión. O de lo contrario, hija mía, mal, ¿sabes? ..."

La respuesta también se propagó desde el potente boca a boca. Las féminas siguieron siguieron yendo a los ejercicios espirituales para acompañar a sus vástagos y con la esperanza de un milagro que las favoreciera. Pero sin éxito, y en mucho menor número. Algunas, ya no volvieron más.

Las normas son las normas. Y no digamos en los setenta, en donde eran, "normísimas". El Poder es el Poder. Y donde hay patrón, nunca mandarán los diablos.

¿ESTÁ CLARO?
 

lunes, 3 de octubre de 2022

- CARLOS BOYERO. -



Su perfil es una incógnita humana. Muy difícil de definir. Porque el salmantino crítico de cine Carlos Boyero, es un tipo tan denso como vivido.

Sí. Marcado por la vida que se mueve continua. Nada de concesiones ni de orlas. Si miras su biografía, ves cómo ha vivido la dureza y el rigor. Y ha pasado de no contar casi nada, a ser reconocido como el mejor crítico cinematográfico español.

Indiferente, a nadie va a dejar. Ahora, parecería de vuelta de todo, como si pudiera decir lo que le diera la gana, únicamente por ser él o su prestigio. Y de eso, nada. Boyero se ha ganado la atención por su extrema sensibilidad, la cual no parece casar con un rostro endurecido y hasta sarcástico.

Boyero, relativiza. Y cuando pone a caldo a alguien o a algo, substancia su rechazo con contundencia pero siempre argumentando sabiamente.

¿Mediático? No sé. Es posible. Seguramente, desde el mítico Alfonso Sánchez, no se ha visto el destaque de un crítico de cine como Boyero.

Castellano, poco amante de favoritismos, y exigente. Para ser célebre o exitoso, has de ser experienciado, fundamentado y matizador.

La infancia de Boyero pudo ser mejor. Pero a veces el dolor hace que pongas cara de poco optimista, pero que tu lucidez abrace ese dolor y lo convierta en brillantez.

Para mí, lo mejor de Carlos Boyero es que nunca sabes por dónde va a salir cuando hace la crítica de un estreno. Es temible para los publicistas, porque tantos años referenciales le alejan del oropel publicitario y su referencia nunca es baladí.

¿Qué cine le gusta a Boyero y cuál no? El lúcido crítico, lo ve claro. Le gusta el gran cine clásico, pero nunca fija mitos. Es duro. Hace poco afirmó que en las últimas películas de Clint Eastwood, no ve la habitual brillantez, y apela a Cronos acerca del descenso de dicha calidad.

No se calla nada. Y eso se llama, libertad. Boyero no será nunca un palanganas que publicitará cosas que le puedan encargar. Si le propones presión o influencia, entonces lo llevarás claro. E incluso el reconocido maestro se puede enfadar.

Y lo malo de los enfados de Boyero es que son divulgativos y brillantes, y pide respeto a su tiempo, y que no le corten. Últimamente nunca nadie osa cortarle.

El mundo del cine lleva toneladas de dinero, de provocación económica y de condicionamientos. Y a veces, si te apartas de esa línea oficial o predominante, pareces un estúpido, o un desagradable, o un amargado sin maldita la gracia.

Y eso a Carlos Boyero le trae al pairo. Porque imana personalidad, libertad, sensibilidad, exigencia y pasión a un tiempo. Pero la pasión del crítico es pasión sabia y elaborada. Y huye de sensiblerías, a pesar de que se ganará rechazos.

El bendito enfant terrible Carlos Boyero, es ese maravilloso tocahuevos que necesitamos escuchar si queremos ver una buena película antes mismo de presenciarla en las salas. Yo, lo suelo hacer. Y cuando veo la peli, me rindo condicionado en la verdad libre.

Boyero parece ir por el mundo como si no pasara algo excesivamente perturbador o desfavorable. Muestra y lanza una mirada personal sobre las cosas, y reflexiona castellanamente sobre ellas.

Porque Carlos es sobrio, nada de arabescos, capaz de mostrar un entusiasmo arrollador hacia un film y sin descomponer la figura. Y eso. Que ese personaje que sin querer encarna el terrible crítico, no es amenaza sino precisión.

-IMPRESCINDIBLE Y SINGULAR-
 

jueves, 29 de septiembre de 2022

- POR AMOR. -



El Presidente del equipo de fútbol, habla con su Secretario técnico:


- "Oye, tú que sabes más de esto que yo, ¿tan bueno es ese jugador? ..."

-  "¿El 8, Presi? ..."

- "Sí. Ese mismo. Veo que te has dado cuenta tú también? ..."

- "No sé qué decirte. No es malo, ojo. Técnicamente es de los mejores. Pero la verdad, Presi, es que no veo que Rández esté por encima de otros jugadores. El míster sabrá ..."

- "Pues, vale, Secre. Mientras ganemos y las cosas vayan bien ..."

- "Tranqui, Presi. Domínguez, el míster, lleva mucho tiempo en esto del fútbol. Sabe lo que hace. Sus razones tendrá para ponerlo siempre ..."


El fútbol es fuerza, pasión y competitividad. Y mucho entreno. El coach Pedro Domínguez dirige el entrenamiento. Van terceros en la clasificación, y ese puesto es un buen objetivo para un club modesto.

Es Octubre. Los jugadores sudan la camiseta, pero menos que en Julio. El sol quiere acariciar con su menor influencia. Se agradece. Entrenan tres días a la semana. Es  un club amateur. Solo cobra el míster, porque lleva toda su vida en esto del fútbol a pesar de que todavía es joven. Los jugadores no perciben dinero por jugar. Tienen a su disposición, instalaciones, la indumentaria deportiva y todo lo imprescindible. Los gastos los paga el Presidente. Y cada futbolista tiene su trabajo, el cual lo simultanean con el fútbol.

Miguel Rández, es el número 8. El interior sobre  el que charlaban el Presidente del Club y el Secretario técnico. Rández quiere ser escritor. Se presenta a todo concurso literario que detecta. Y, no pasa desapercibido. Ha sido finalista en uno de los certámenes literarios, y quedó en cuarta posición en otro de ellos. Su escribir es prosa descriptiva. Y su estilo es fino, y va ganando en impronta personal. Le apasiona la práctica del fútbol.

Ha terminado el entrenamiento del día. El míster hace una seña a su interior. A Miguel Rández. Su número 8. Se quedará con él un tiempo más en el campo de juego.


- "Y, ¿por qué, míster? ..."

- "Te falta fondo. Y un poco de mentalidad. Estaremos aquí hasta que se vaya la luz ..."

- "Como quiera, míster ..."

- "Háblame de tú, Miguel ..."


Pelotean. A un toque. El míster sigue en forma. El jugador parece crisparse en cansancio. Pero Pedro Rodríguez hace como que no se da cuenta y sigue ofreciéndole el balón con rapidez. Después, toca correr un rato, y luego charla técnica particular.

El míster Pedro Rodríguez, mira fíjamente a su pupilo Miguel Rández. Y le ve fuerte y hermoso, delicado y elegante, veinteañero y diferente. El jugador está leyendo aquella mirada casi descarada que le observa. Y por precaución no se atreve a decirle nada al entrenador.


- "Oye, Miguel, ¿tú tienes novia? ..."

- "Éso, no se yo si es de su incumbencia, míster ..."

- "Ya, Miguel. ¿Tú sabes una cosa? ..."

- "Puede, entrenador ..."


Cae tanto la tarde, que la visibilidad es ya bien escasa. El entrenador le mide la distancia a su jugador. Casi está invadiendo su espacio. Pero a Miguel Rández parece no importarle. Y el entrenador le habla cada vez más quedo. Primero, de temas futbolísticos. Le indica que debe correr y esforzarse más, porque sus compañeros no poseen su técnica, pero hoy en día es muy efectivo el físico y casi se valora más.

Después, Pedro ya no le habla de fútbol, sino de cosas personales a su jugador. Y le dice con riesgo que le tiene a él una querencia especial y por muchos años. Miguel Rández sigue sin decir nada. Guarda halagador silencio, y no muestra en absoluto el más mínimo atisbo de desagrado. Hasta que ambos se detienen y se miran a los ojos. Se dirigen a los vestuarios y se duchan. Se visten, y cuando están a punto de despedirse, el míster Pedro Rodríguez le dice a su jugador:


- "Oye, venga. Te acerco yo con el coche a tu casa ..."

- "Pero si vivo a diez minutos ..."

- "Venga. Sube ya ..."


En el transcurso de esos diez minutos hay mucho respeto mutuo y desinhibición. Se les nota a gusto. Son diez minutos intensos y tiernos, casi prohibidos en un pueblo pequeño y tradicional, en donde los hablares se tornan susurros y las miradas todo lo pueden. A veces, el conductor conduce con una sola mano. Las manos se rozan gustosamente. Y al final se escapa un beso en las mejillas.

Pedro, le dice a Miguel:


- "Me gustaría que no faltaras a ningún entrenamiento, chaval ..."

- "Lo voy a intentar ..."

- "Cuando no hayan moros en la costa nos llamamos por el nombre, ¿vale? ..."

- "Vale, míster ..."

- "No. De tú, Miguel ..."

- "Vale ..."


El equipo, funciona. Están invictos en casa. Y fuera, están logrando excelentes resultados. Pedro y Miguel ya no se juntan al terminar los entrenamientos en el césped. Podría ser peligroso. Es un pueblo tradicional. Mayoritariamente, los habitantes son creyentes. Como se entere alguien de que el míster y el 8 se gustan y se entienden, puede montarse una bien gorda y definitiva.

Mitad de temporada. El equipo sigue bien. Tanto, que han ascendido a la segunda posición. Acaban de ganar cinco a cero. Y Rández ha marcado su primer hat-trick. Eso ha de celebrarse. Y esa noche, en mitad del oscuro y ya frío crepúsculo, se escucha el sonido del motor de un coche. La dirección, la casa del entrenador. Miguel, el jugador, no está nada nervioso. Al revés.

Pedro y Miguel entran en la casa del primero. Es un coqueto lugar, sito en un lugar alto. Pedro descorcha una botella de cava, y le ofrece una copa a Miguel. Y luego, se besan. Y se siguen comiendo a besos sin parar. Y ya todos los tabúes se van cayendo.

Se desnudan. Pedro le pide a Miguel que le deje admirarle un rato. Miguel, sonríe, y a continuación se lanza deseoso de amor y sexo sobre la cama en donde descansa siempre Pedro. Y le susurra:


- "Eres maravilloso, Pedro ..."

- "¿Porque te pongo siempre de titular, mi canalla? ..."

- "No, Pedro. Ja,ja,ja,ja ... ¡Dejemos de hablar de fútbol ahora! Ja,ja,ja,ja ..."


Ahora nadie habla. Todo es sensualidad, sexualidad, satisfacción mutua, y todo el amor. Hay un deseo que lo parte todo. Que vuelve a la carne, estremecida, y a mutua y excitante disposición. Lo que no saben los dos enamorados, es que han sido seguidos por otro coche.

Este segundo auto, ha aparcado a unos metros de aquella casa. En su interior, están el Presidente y el Secretario técnico del club.


- "Te lo dije, secre ... ¡Son maricones! ¡Por éso lo pone de titular! ¿Qué hacemos? ..."

- "El equipo va bien. No puede ir mejor, con la calidad de la plantilla que tenemos, Presi ..."

- "¿A pesar de que es titular ese marica, señor secretario? ¡Joder! ..."

- "¿Por qué no les esperamos y les damos una paliza, Presidente? ..."

- "No lo veo como una solución definitiva, secre ... Ojalá fuera esto tan sencillo ..."


El sacerdote del pueblo es informado de lo que sucede. Pero, declina opinar. Su único argumento es su gesto adusto. Finalmente, dice:


- "No esperaba las noticias y ..."

- "Padre, ¿qué se hace en estos casos?", le pregunta el Presidente al sacerdote.

- "No me gusta. Pero yo no haría mucho. El equipo está funcionando. Y si lo divulgamos a la gente en general, me temo que el ruido nunca puede ser positivo para nadie ..."


En efecto, el equipo sigue bien. Aunque no pueden subir, han acabado los primeros de la clasificación. Miguel Rández ha hecho 17 goles, y Pedro Domínguez manteado por aficionados eufóricos. Nada ha podido ir mejor. Y se ha convocado un festival de gastronomía y una muestra de productos naturales. Hay que promocionar el pueblo, y ha llegado toda la fiesta. Se ha llenado la Plaza Mayor. El Presidente del club habla con su Secretario técnico:


- "Esos dos maricones no siguen el año que viene. ¿Lo sabías? ..."

- "Y, ¿cómo lo vas a hacer, Presi? ¿Ellos quieren irse?..."

- "¡No, Secre! He tenido tiempo para pensar las cosas. Verás ..."

- "Pues dímelo, Presi ..."

- "Pactaré con ellos. Es lo mejor. Les diré que si no se van motu propio, todo el pueblo lo sabrá. ¡Y que se preparen! ..."

- "Lo que tu veas. Tú mandas, Presi ..."


La noticia ha corrido como la pólvora. El pueblo ya sabe que la próxima temporada ni el míster ni Rández van a continuar. Y más que enfadados, decenas de hinchas protestan ante la casa del Presidente. Exigen la continuidad de ambos héroes futbolísticos. Pero ante la negativa del Presi, los hinchas se ponen furibundos y empiezan a tirarle piedras a los cristales de las ventanas de su casa. A punto de llamar a la Guardia Civil, aparece de repente un coche con dos hombres a bordo. Son Pedro y Miguel. Y le grita Pedro a la multitud:

- "¡Dejad tranquilo al Presidente, coño! Lo váis a desgraciar, ¡joder! Tenemos que deciros que nos ha fichado a los dos un equipo de Segunda, y no debemos declinar la oferta. ¡Comprended las cosas! ..."


Pedro y Miguel no han logrado convencer a nadie. Lo único que han logrado ha sido desviar el timón de la indignación, y ahora el gentío les llama traidores y peseteros. Las piedras impactan sobre los cristales del coche de los ya ex ídolos, y el auto huye de allí.

A los pocos minutos, llega la Guardia Civil. La gente agacha entonces la cabeza, se calma y van volviendo a sus hogares. Desde la casa del Presidente del club, se oye una voz que grita:

- "¡Que son maricas, joder" ...!"


Pero ya nadie le hace caso. Todo ha concluido definitivamente. Callan todos. Sobre todo, el Presidente y el Secretario técnico. Es mejor así. Al día siguiente, todo el mundo ha de ir a trabajar. Disgustos, ¡los justos! ...


-NUNCA LLUEVE A GUSTO DE TOD@S-



 

miércoles, 21 de septiembre de 2022

¡ SCARIOLO !



Antonio Díaz Miguel inventó el baloncesto a nivel de Selección Nacional. Después de los mitos Emiliano y Buscató, apareció el Reino del basket de clubs. El gran imperio del Real Madrid de Pedro Ferrándiz, de Saporta y Mendoza, con Corbalán, Lolo Sáinz o Brabender. Y el gran Barça de Solozábal, Epi, Sibilio o Aíto García Reneses. O el gran Juventut,-la Penya-, de Badalona, o el Estudiantes de la "demencia".

El baloncesto es tremendamente televisivo. Con el tiempo, fuimos aprendiendo que no todo eran tiros exteriores, tapones o rebotes. Que todo era mucho más complicado. Por eso tenía mérito la N.B.A. Todo era mucho más que Magic Johnson, Bird o Jordan. Sin equipo, mala cosa ...

Ya sé que el baloncesto ha de ser espectacular, pero también entusiasta, guerrillero y pasional. Muy pasional. Una pasión equilibrista y al límite de la falta. Cabeza fría, ánimo y positividad.

El baloncesto a nivel nacional surgió imparable hacia el Olimpo definitivo con aquellos años tan felices. Navarro y el mito Gasol, llevaron a la escuadra nacional a ganarlo todo. Ver jugar a esa pléyade de estrellas que todo lo dominaron, nos acercó mucho a la gran magia del éxito total. Marcó la gran referencia. Hasta que el tiempo les fue llegando inexorable. Scariolo ya estaba ahí.

¡Scariolo! Un perfecto desconocido de Brescia, fue llamado por ojeadores de Vitoria, e hizo grande al TAU. Poco después, ya estaba en el Real Madrid, y finalmente en la Roja Selección cuando el dios Gasol o la bomba Navarro.

Scariolo es un tipo atractivo, cual galán de películas yankees, con gomina, elegancia y toda la personalidad. Tiene cosas de Laso y Aíto. Tiene cosas de Díaz Miguel,-la institución-, y tiene cosas de todos.

Porque la España que ha puesto otra pica de oro,-ahora en Berlín-, tiene mucho de otras selecciones y de toda la tradición de nuestro baloncesto. Y un enorme compañerismo.

Sergio Scariolo es un estudioso de este deporte. Un loco apasionado, el cual entrena en todas partes y rebosa vitalidad. Sabe de la N.B.A. y de todo lo que pase por la enciclopedia baloncestística. Scariolo es un tipo de suerte, la cual se la curra a través del trabajo, del esfuerzo y de la estrategia. El italiano es un español más, un italiano más, y un hombre de baloncesto apasionado más. Berlín 2022 le ha consagrado.

No son baladí sus éxitos. Son hechos fraguados por su impulso y por su conocimiento de la psicología de los jugadores de baloncesto. Ha sabido y sabe, sacar lo mejor de todos ellos.

El equipo estrella tapada que finalmente ha salido con estrépito cual tapón de una botella de cava, ha sabido bien libar todo el sistema del entrenador. Ha liberado hacia el éxito a los hermanos Hernangómez, ha permitido que nos dirigiera desde atrás con el balón Lorenzo Brown, y su máquina de aciertos ha puesto de largo al bravo andaluz Alberto Díaz.

¿Quiénes son todos estos jugadores desconocidos, los cuales han derribado todos los muros de rivales en Berlín 2022? Pues, talentos que necesitaban pelear y disfrutar junto a Scariolo. El de Brescia les ha dado todas las partituras que necesitaban para desarrollar sus enormes cualidades.

No dar un balón por perdido, no venirse abajo ante las remontadas de sus rivales, lanzar triples con convicción, y mantener en la cancha el orden y la disposición que a pies juntillas les indicaba el coach de los éxitos.

No. No se puede ganar un Europeo solo siendo excelentes jugadores. Todo es más complicado. Hay que creer, sentirse un poco Gasol o Navarro, valorar la tradición de esa camiseta,- como lo hace Serbia-, y nunca renunciar a nada.

Los descansos deberán llegar luego. Las rotaciones eran necesarias, y las tácticas absolutamente imprescindibles. De ahí el éxito de Sergio Scariolo. Cuatro veces ha ganado el Europeo con nosotros. No es casualidad. Se ha conseguido la tradición de nuestro histórico basket.

¡SCARIOLO ES HISTORIA Y ORGULLO!



 

domingo, 18 de septiembre de 2022

- LAS COSAS DE LULÚ. -



Ojazos. Mirada cansada porque ya no es una niña. Venezolana con parentesco italiano. ¿Qué hace aquí con nosotros en España?, ¿por qué me confiesa que no tiene amigas aquí, a pesar de que lleva con nosotros hace ya seis años?, ¿quizás choque cultural? Ni me incumbe ...

Muy segura de sí misma. Aparente timidez. ¡Falso! Lulú no es tímida. Es estratega y muy superviviente. En la terraza de verano, a mi lado, me sorprende su hablar demasiado alto. ¿Importarle? ¡Un pito! ¿Sentirse preocupada por que la escuchasen a placer? ¡Al revés! Lulú disfrutaba siendo aspirante seria al campeonato general del vocerío.

Jefa. Lulú va de capitana general. Cree merecerlo. Y tiene un don de gentes que puede atrapar. Anda mal de dinero, y eso no agrada a nadie. Y además sus dos hijos varones ya saben volar solos. ¡Oh, la puta soledad! ...

Lulú puede darte miedo. Pero en realidad estás a salvo. Porque en cuanto ella perciba que no eres lo que quiere querer, dará por finalizada la charla y seguirá soñadora su camino.

Lulú es de caderas, y viste con elegancia. Se adereza con un puntito de insinuante escote, mas Lulú es velocidad y vitalidad. Y, risa. Toda la risa de triunfadora. Y últimamente no frecuenta,-o eso afirma-, las salas de baile caribeño. Pero cuando las frecuenta, puede tirarse dos horas a un ritmo frenético. Quiere pues pareja en forma.

Yo le insinué a Maduro para probarle el sentido del humor y de la ideología. Pero Lulú le odia y cree en la empresa, en la iniciativa personal; descarta totalmente a su Presidente. ¡Silencio! ...

Yo sonreía a Lulú. Parecía gustarle mi sonrisa y hasta mi aplomo. Pero soy incapaz de reírme desaforadamente hora y media seguida, y eso hizo decaer su expectación.

Y además Lulú es más que práctica y se había fijado en el bello camarero jefe de la terraza que nos servía los refrescos. Y se levantó a por él no sin antes decirme: 

- "Disculpa. Pero si no tomo café, a mi me da algo. Voy a entrar al bar y se lo pediré al camarero. Vuelvo muy pronto ..."

Quizás algo exagerada Lulú. Nunca tendrá puntualidad inglesa porque el Caribe es otra visión del mundo, sensual y especial. Venezuela es un país en donde hay mucha riqueza y pocos candidatos a ella. Es lógica la ansiedad social.

Vuelve a la mesa Lulú. Y comienza a enseñarme fotos que no se corresponden con el motivo de la entrevista, el cual no era otro que a ver si nos gustábamos y todas esas cosas.

No me agrada que me digan que sí a la primera, cuando propongo quedar a una chica. Porque el perfil del watsap no dice nada. Y la mujer más bella del mundo puede ser que no se parezca al perfil humanote y sereno de una hermosa fémina.

Una foto solo es un deseo y una estrategia vanidosa. Donde esté el cara a cara, no hay invento tecnológico capaz de asegurar el rigor de una relación. Casi todo puede ser mentira antes de un cara a cara. Por eso no hay que ir con expectativas excesivas.

Lulú me hablaba, dándome lecciones de cómo han de ser las expectativas. Y le gustaba que a veces mis manos se acercaran a las suyas, como haría un imponente guayabo de Maracaibo. Porque a Lulú le gustan los hombres muy hombres.

Que tengan buen cuerpo, poca crítica, mucha música, nada de carcamales, con carro, y arropados en dólares. Es una de las razones por las cuales no quiere volver a su país natal. Y Lulú me contó dos dulces sueños en voz alta:

- "¿Sabes? Hay dos cosas que me divierten y las pienso hacer ..."

- "¿Cuáles, Lulú? ..."

- "Ponerme a hacer la mendiga en la puerta de una iglesia. Y la otra, ser capaz de comunicarme con la gente de un país en el que no se hable mi idioma ..."

Yo creo que a Lulú no le gustan demasiado los pobres, y además quiere enamorar a los hombres con la menor comunicación posible. Y que la dejen mandar, organizar, matizar, dominar, revisar, y tener el bolsillo a salvo de improvistos.

¡SUERTE, BELLA LULÚ!
 

viernes, 9 de septiembre de 2022

- CUANDO EL TENIS SE TORNA SHOW. -



Alcaraz alcanza las semifinales del Open USA. Cinco horas luchando contra el otro prodigio, el italiano Sinner. Y el murciano ya no pudo más. Se acabó la ortodoxia y la corrección. Se quitó las zapatillas y las entregó a sus fans enfervorizados. Y cogió más zapatillas y siguió entregado a la euforia del show. No firmó más pelotas porque el tiempo en tenis es limitado.

Open USA. En la Arthur Ashe, llegan a caber veinticinco mil personas, las cuales algunas de ellas hacen lo que quieren. ¿Quién puede estar más de cinco horas sin ir al baño o sin comer algo? Yankeelandia siempre tendrá su impronta. Como el mito de McEnroe, el cual no ha cambiado demasiado desde que se retiró de las pistas ya hace décadas. Y en los medios, o le sigues admirando o le seguirás rechazando. Sin medias tintas.

EEUU no ha dejado pasar a su torneo a "Nole". Las normas, son las normas. Federer ya está en la senectud deportiva. Rafa Nadal empieza a perder su magia sobre el Dios Cronos. Siempre ha habido debate sobre cuando llegaría la sucesión y el relevo generacional.

Para mí, ya está decidido. Son, Alcaraz y Sinner. Ellos son el futuro. Ambos estarán en la expectativa más alta cuando tengan lugar todos los torneos. ¿Quién es ese italiano larguirucho y con aspecto de chaval obediente y decidido apellidado Sinner? ¡Un fenómeno! Una realidad. Un tenista absolutamente sensacional y con una cabeza que se sale.

Sí. El tenis es un deporte extremadamente cruel. Puedes perder por fallos propios, porque no te entre el saque, por nerviosidad psicológica, porque no eres capaz de cerrar los partidos, porque tienes dudas de ti mismo, porque cinco horas no es otra cosa que un marathón para elegidos, o por mil razones más. Sobre todo, de cabeza. ¡Ay, si no tienes la cabeza fría! Cogerás muchos disgustos.

Alcaraz no es Rafa Nadal. Nunca nadie es el otro. Rafa es un viejo zorro guerrero que nunca da una pelota por perdida, y que sabe jugar hace muchos años con una capacidad de sufrimiento especial. ¡Un toro genial que lee el tenis de sus rivales! ...

Carlos Alcaraz es de este tiempo. Un chico de El Palmar de Troya, lugar en donde había una secta en donde un "Papa" embustero fabricaba obispos. La huerta murciana. Alcaraz tiene cara de labrador murciano. Pero es de hoy y de ahora. Es creativamente imparable. Su mundo es este, y su pasión es el adorno y la alegría. Los cuales son a veces su principal enemigo, porque el tenis es muy cabrón. Muy individual y muy desnudo. Y si la sonrisa se te va al limbo, te pueden pasar por encima y después tienes que saludar al rival que te ha dado la tarde. O la noche. O, el día ...

Lo que pasó en cuartos de final entre los nuevos dioses Alcaraz y Sinner, fue un vídeo que hay que guardarlo en una cajita especial. Como lo de Nadal en Australia con Medvedev, o aquella final entre Borg y McEnroe en el Garros, o como los partidos inolvidables entre el manacorí eterno y el maravilloso y elegante suizo Roger Federer. Rey de reyes.

El tenis llega a una nueva dimensión. A un nuevo relevo de altura. Cuando la NASA quiere volver a las andadas, y llegar a la Luna como escala destino Marte, planeta icónico.

Era demasiado raro y preocupante que el tenis se hubiera parado en el pasado y no hallara relevos. Alcaraz y Sinner han nacido en este siglo y ya han llegado. Ahora les toca demostrar su enorme grandeza ganando títulos y más títulos. 

Nunca es ni será fácil el tenis. Si no entrenas, si te endiosas enseguida, si te caes cuando pierdes partidos inesperados, si no te pones la cabeza fría de Rafa, si no tienes verdadero hambre de tenis, no te hagas ilusiones. Pero este partido de cuartos neoyorkino entre estos dos nuevos fenómenos, resuelve todas las ecuaciones. ¡Ya hay relevo!

¡ENHORABUENA AL TENIS!
 

domingo, 4 de septiembre de 2022

- MI VERANO HORRÍBILIS. -



En mis sesenta y dos años que cumplí el pasado mes de Julio, os confieso que no recuerdo un mi verano tan duro como este.

Se han juntado muchos factores, comandados desde mi salud lesa, pasando por el brutal e insólito calor, y concluyendo con mi situación económica cerca del umbral de la pobreza.

Ha sido un verano espantoso para mí. De modo que trataré de aprender de él, dado que el próximo puede ser igual o peor.

Mi situación económica me dice que no viaje, ya que he de llegar a fin de mes. En mi casa antigua, sin reformas que harían un poco más soportable mi estancia en su interior, etcétera, se ha generado más concentración de calor y menos visibilidad. Me alegro de haber optado por la autocontención y por la capacidad inevitable de mi resistencia física y mental.

He descubierto demasiadas cosas que ahora no debo ver del todo bien. Por la mañana, al abrir las puertas para ventilar en lo posible mi casa, la tranquilidad ha sido un fracaso. Unos obreros, remozando fincas contiguas, no han parado ni un solo día laboral de Julio ni de Agosto, de dar golpes y de hacer ruidos para actualizar casas y más casas. El jefe de estos trabajadores debe estar sumamente satisfecho de la labor de los albañiles por su absoluta fidelidad a pesar del infierno climático que en Valencia todos hemos sufrido.

Todo ha sido resistencia frente a la desazón. Y terrazas de bar cercanas sin respuesta del vecindario. El dueño del bar ha hecho lo que ha querido. Hasta aparcar encima de la acera cuando le ha dado la gana. Hasta que se lo tuve que decir seria y contundentemente. A partir de ese día es más obediente y aparca en un lugar señalizado y destinado para vehículos de carga y descarga. Algo es algo ... Todo esto me ha ayudado a conocerle mejor.

¡Calor! Espantoso calor. Mínimas brutales. Días y días sin brisas y con brasas. A partir del 15 de Agosto, han querido asomar brevemente las tormentas. Con poco éxito. La lucha frente al nuevo calor tropical, ha sido un reto realmente brutal.

Ha debido morir mucha gente. Tanto la calidad de mi salud, como la de las demás personas, se han resentido. Seguramente los muertos por emergencia climática, quedarán solapados por otras patologías. Pero, habrá muerto mucha gente.

Mi pasión han sido las plantas. Protegidas con una potente y animosa persiana de las de antes. Pero aún así, algunas me han dicho adiós y se han secado. Y mira que mis plantas han seguido estando cuidadas casi hasta la exageración por mí, pero aún así varias se han rendido y han dicho adiós. De esta experiencia, gozaré el próximo verano. Y seleccionaré las variedades con más tino. Y no haré tantos cambios y seré más conservador en las experiencias con mis plantas. Ya sabéis, que para mí, las plantas representan mucho más que unos seres vivos ornamentales que me agrada cuidar. Sino mucho más. Las plantas son para mí, la vida que se renueva y que sigue. Que no para de seguir. Que no para de vivir. Que no para de producirse de una u otra manera. La vida es lo único que hay que disfrutar y de las pocas cosas que dispongo. Hasta el adiós definitivo.

El dinero. Este verano ir a hacer la compra diaria ha sido un problema excesivo. Y he sentido verdadero temor de no llegar a fin de mes. He trampeado todo lo que he podido, y he renunciado con dolor a muchas cosas sociales. Vivir y socializarse es dinero. Y sin él, la vida se reduce y se pone cabrona. Y como yo soy ambicioso y quiero no renunciar al placer de vivir, dicha renuncia me hace mucho daño.

Concluyendo. Que ha sido un verano de resistencia pura. De reto. De no dejarse decaer a pesar del sombrío panorama de cambios bestiales y de situaciones muchas veces, límite. Y ya por eso me encuentro satisfecho. Es para estarlo. Estos tiempos hay que combatirlos con la mayor serenidad posible. A pesar de todos los más que dolorosos peses. Y extraer lecciones nuevas para próximos veranos tropicales.

-SIGO VIVO-

 

martes, 30 de agosto de 2022

- ANA BLANCO DEJA EL TELEDIARIO TRAS MÁS DE 30 AÑOS. -



Es un verdadero acontecimiento. Pasar de los 90 hasta el 2022, nunca es nada sencillo para un periodista. Porque la sociedad evoluciona constantemente y las expectativas y demandas de credibilidad informativa mutan constantemente.

Y Ana Blanco se convierte ya en historia imborrable de la televisión española, pública y general. Porque adaptarse en tiempos en los que lo digital no eran lo que son ahora, y en plena evolución revolucionaria hacia otro tipo de contexto social, nunca es ni será fácil.

Ana Blanco ha competido contra el internet y las redes sociales desde la tele pública. Y ha sabido resistir a gobiernos y a acontecimientos extraordinariamente exigentes. La Guerra del Golfo, los atentados en directo a las Torres Gemelas, o los cambios de gobierno y cambios sociales. Y Ana se ha ubicado bien y con creces en esa nueva sociedad cambiante y crispada. Exigente y competitiva.

La Blanco ha hecho cuidados cuando informaba, pero nunca fue de concesiones. Hizo su trabajo. Y la sociedad valoró por encima de todo su profesionalidad. "Oye, está seria porque está concentrada en su trabajo. Es una mujer que se curra lo cotidiano ..."

Esa faceta ha sido su fuerte. La mujer clara y contundente que te cuenta las cosas que pasan sin levantar la voz, e incluso apenas sin mover músculos expresivos de su cara.

Porque incluso la sonrisa de Ana Blanco no ha sido complaciente, sino correcta. Para ser creíble y que no te lluevan los palos, hay que montárselo muy bien. Y la vocera Blanco, ha dominado las emociones ante la cámara sin ruidos ni estridencias. Y eso te saca de las críticas.

Ana Blanco no ha sido ni guapísima ni fea. Eso también ha gustado. Porque siempre ha parecido una chica normal, corriente, discreta, y nada amante de las polémicas.

Sí. Grescas en crisis, si quieres que te dejen en paz durante más de treinta años. Tantos años con poca crítica te convierten en algo grande. Ser histórico ya lo lleva en su interior. Y esa perdurabilidad sin mayores ruidos, nos habla de un gran trabajo de empatía y profesionalidad con el espectador. Hoy por hoy, Ana Blanco ha sido la más fiable de todas y todos los periodistas que nos ofrecen el relato de las noticias cotidianas.

Ha sido como la "locutora de continuidad", que a pesar de los años transcurridos no pedía relevos, y lo de ahora aparece como noticia o nueva sorprendente.

Sin florituras Ana Blanco. Y con ese misterio de intimidades que ha sabido guardarse para sí. Para ser creíble has de ser meticulosa y mistérica. Con un misterio que se llame normalidad y buen hacer. Una mujer más, entre todas las mujeres de su edad y de su tiempo.

Con Ana Blanco, se va alguien imprescindible históricamente para comprender cómo se logra en España esquivar rechazos. Cosa que es de prestigio en tiempos de encono y apreturas.

Ana ya tiene poco más de sesenta años y se declara un tanto cansada. Pero en realidad nunca hemos sabido mucho del interior de esta mujer, con facciones seguras y en donde la sonrisa y el enigma se han parecido demasiado. 

Ana Blanco se ha tirado media vida ahí, y eso cansa hasta a un psicólogo. Han sido más de treinta años, que parecen haber pasado volando aunque no haya sido en absoluto así. El periodismo silencioso la ha premiado con la buena crítica general. Y la nostalgia seré elogiosa.

¡BUEN TRABAJO, ANA!
 

miércoles, 24 de agosto de 2022

- MI AFICIÓN POR EL ATLETISMO. -



Aunque he practicado muchos deportes a nivel aficionado y desde que yo era una niño, el presente escrito trata de referirse a mi gran afición al atletismo televisivo y a nivel de espectador.

Si observo a los grandes atletas que admiré, muchos de ellos tienen mi edad o parecidas cifras. Eso tiene un buen significado. Una sintomática conclusión. No viví mi vida cuando estaba en mi apogeo vital, y entonces la televisión se convirtió en mi gran consuelo. Los deportes. Y ahí descubrí todas la modalidades. Y me impresionó el atletismo porque era diferente, universitario, los mejores atletas de todos los países luchando entre sí, y un público entendido más que populista. También descubrí por la tele que se podía correr sin parar durante poco más de dos horas a ritmo frenético, y mil etcéteras.

La tele deportiva fue mi escuela, y reemplazó a esa mi radio tan cercana en la que hoy se suceden las tertulias de forofotes o en donde se ven los partidos solo si tienes dinero para abonarte a las plataformas.

En mi cabeza siempre hay apellidos imborrables del atletismo que muchas personas ya han olvidado, o ni siquiera saben que existieron. Recuerdo a Myrus Yifter, o a Kipketer, o a Sergei Bubka, o a Willie Banks, o a Petra Felke, Jan Zelezny, Michael Thompson, Steve Cram, y así llenaría tres folios o más de atletas de los ochenta.

Empezó a apasionarme el atletismo por su elegancia, espectacularidad, aceptación de derrotas y alegría de victorias, mucho antes de que Usain Bolt destrozara muchos de los recuerdos anteriores.

Uno de los pocos atletas que se conservaba en el recuerdo, era cuando Jesse Owens le ganó a los nazis de Hitler en sus propias narices alemanas y olímpicas. Para recordar a otros atletas, había que tirar de afición.

Me fascinó la milla. La tradición inglesa del medio fondo. Siempre se decía que mientras hubiese un atleta inglés en carrera, los favoritos para ganar nunca podrían estar tranquilos hasta el final de las pruebas.

En la milla eran galácticos Sebastian Coe, Steve Ovett, Cram, Said Aouita, o Sidney Maree. Y para mí, uno de los atletas españoles más injustamente tratados por los medios. Hablo del altivo y sensacional José Luis González. Siempre arisco con la prensa,-como todos los genios-, difícil, y complicado como los grandes superdotados. Pero González ganó la milla de Nueva York e infinidad de carreras, ganándoles a casi todos los mejores atletas universales. Esos cabezazos agónicos de los doscientos metros finales en el sprint, fueron realmente inolvidables. Me llama mucho la atención lo poco que la tele se acuerda del genial toledano.

Me impactaron los mítines. Aquellas concentraciones rebosaban sabiduría, calidad y expectación. Yo, devoraba los paquetes de papas, y degustaba cada vez más los campeonatos mundiales o europeos, y la parte atlética de los Juegos Olímpicos.

Me encantó descubrir los mundiales de cross, con John Ngugi. Ganaba siempre. Como otros inolvidables atletas africanos etíopes, eritreos, keniatas o tanzanos. ¿Quién no recuerda al fondista Gebreselasi? O a Bekele Debele, Kenenisa Bekele, y mil etcéteras. 

En aquellos mítines yo nunca fui nacionalista. Jamás. Me abrí a las grandes estrellas americanas y de todos los países. A los rusos, eslavos, asiáticos y lo que hiciera falta. Aquello era calidad. Es calidad.

Me acuerdo del genial y tranquilo cuatrocentista yankee  Edwin Moses, imbatible muchos años, el cual medía sus zancadas ganadoras entre valla y valla. Willye Banks animaba todavía más, incitando a los espectadores a aplaudir y crear emoción antes de sus saltos. A El Gerrouj, que batía todos los récords del medio fondo inglés, como relevo de Said Aouita, marroquíes ambos. Heike Dreschler, la alemana, hacía personalidad y magia en longitud. Espectáculo puro. Florence Grifith mantiene su récord de velocidad. Siempre polémico. Murió joven.

Mike Powell mandaba al olvido en longitud a Bob Beamon y a lo que nos contaron de su hazaña en Méjico. Robert Korzeniowski arrasaba en la marcha atlética. Al polaco genial le han capado parte de sus éxitos galácticos cuando las exigencias de la todopoderosa televisión no deja hacer bien su trabajo apremiando las realizaciones y acabando por convertir la magia de los 50 kms marcha en unos más domados 35.

El heterodoxo y magistral Jonathan Edwards maravillaba con sus saltos estratosféricos en el triple salto, e Iván Pedroso era imparable en el salto de longitud. Sotomayor en el de altura.  Inolvidable siempre el atletismo cubano, el cual siempre renueva su estrellato con una velocidad y rigor ejemplares. Cuando la joven sensación venezolana Yulimar Rojas aterriza y enamora, acude a que el profesor Pedroso valore sus brincos.

Pocos atletas antes de la era Bolt, como el estadounidense Carl Lewis. Uno de los iconos eternos de este mágico deporte. Lewis era elegante, callado, orgulloso y genial. Su progresión en el hectómetro la acometía con un movimiento acompasado de manos y brazos, imparables. Coincidió con una pléyade de estrellas de la velocidad, y entre ellas con el tramposo canadiense Ben Johnson, que ganaba por el dóping. Y no era mediático.

Pasó Bolt. Como un rayo. Cayó el telón de acero. La sociedad es otra. Las tensiones entre países no han dejado de estar ni estarán. Ahora, los rusos están apartados por los organismos rectores del atletismo. Han pasado muchas cosas. Sé que el atletismo siempre es cosa de minorías en muchos lugares. Pero la esencia que nació en Grecia, sigue y seguirá viva y vigente. 

Sí. Me sigue apasionando el atletismo a pesar de que Duplantis haya tumbado al mito Bubka, o de que muchos anteriores dioses descansan olvidados. Ahora, el atleta también se ha hecho mujer con todas las consecuencias,-ya lo eran en la época de las pioneras astronautas soviéticas-. Y los jóvenes gladiadores del tartán saben que su tiempo es limitado y que si tienen buenas marcas y entusiasmo, pueden llegar al placer de la medalla y al himno triunfante.

Dicho todo lo anterior, a mí me hubiera gustado haber podido levantarme del sillón y haberme puesto a vivir. Afortunadamente, los años y mi recuperación me han hecho ver el atletismo y la vida de otra manera. El deporte, siendo espléndido, solo es una faceta más del placer del vivir. Ocurre que yo no tuve ni salud ni juventud para darme cuenta a tiempo. Y agradezco y agradecí a ese atletismo magnético, que me dio consuelo y me lo da en tiempos difíciles como son los míos.

Me he perdido mucha vida durante este tiempo de pasión. El atletismo y otros deportes me robaron acción y vitalidad. Pero, desgraciadamente tenía muy pocas opciones de variar el rumbo de mi vida. Y ahora, ya me veo capaz de simultanearme hazañas atléticas de otras y de otros, con mi patrimonio personal que sigue y avanza en la aventura inexcusable del vivir real. Es duro, pero también absolutamente imprescindible para ser coherente con el tiempo que la vida siempre nos concede.

¡SALUD PROPIA Y PARA TOD@s!

domingo, 14 de agosto de 2022

- OTRA REALIDAD. -



Era domingo. Sobre la hora de comer. Agosto, calor y fantasía. Más calor, y necesidad de relax. Un conocido me dijo que le acompañara a un salón de juegos; de máquinas tragaperras. Y entré con él.

Me impresionó la oscuridad y la intimidad potente de aquel recinto. Y su diseño. Porque, me internaba entre los pasillos, y descubría más lugares en donde decenas de máquinas de juego y en silencio, destilaban hacia la vista luces azules y de todos los colores. Incitaban al juego sin tiempo.

Estaba muy poco concurrido el establecimiento. Pero yo creo que aunque estuviera más animado, seguiría estando la hipnótica magia de la seducción y de la ceguera de alma. Un paso hacia la irrealidad.

Se nos acercó una chica muy alta y morena. De enormes y brillantes ojos verdes. Me quedo con su sonrisa de niña eterna y casi de mármol. Metálica.

- "Hola, ¿qué tal? Soy Mar. ¿Queréis tomar algo mientras jugáis? ..."

- "Pues te voy a pedir luego tu teléfono, ¿sabes, Mar? ..."

- "Je,je,je ...¡Oh, no puedo! Estoy casada y solo hago mi trabajo, gracias ..."

- " A ti ..."

Magia. Este sitio solo sería magia. O un viaje sideral. Si no fuera, porque esto es un negocio que puede ponerte en aprietos si no dominas tus emociones. Ludopatía a las tres de la tarde. Es una libertad demasiado desnuda, extremadamente posible; descabelladamente intratable. Pero esa pulsión de huir de este mundo y con el dinero de las máquinas hacerte rico, es absolutamente insuficiente.

Me impresionó un chaval. Un hombre joven que tendría unos treinta años. No miraba a nadie. Estaba super concentrado en una de las máquinas tragaperras. Se hallaba en su mundo enfermo y extraño. Quería sacar petróleo. No debía estar contento del dinero que su jefe le pagaría todos los meses. ¡No! ¡Nunca sería eso! Lo que pasa dentro de ese antro oscuro es lo mismo que sucede en la consulta de un psicoanalista o en el interior de su alma. Las verdades salvajes desnudas. Y ahí nunca brilla el dinero. El dinero es una excusa. El potencial ganador del dinero es un niño con ansiedad, el cual por mucho que beba agua fresca sigue teniendo sed, y se hincha y se encharca sin resultado satisfactorio.

El joven jugador seguía concentrado; como hipnotizado delante de la máquina. Como estudiando el juego desde su zona estratégica. Parecía sentirse feliz en aquel lugar. A veces, aparecía la bella Mar, y le decía unas amables palabras. Parecía evidente que este chico frecuentaba bastante el lugar. Y sonreía con naturalidad a Mar, y Mar a él con profesionalidad. Parecían tenerse confianza. Y después ella se retiraba oportunamente, y el hombre seguía a sus cosas.

Yo me sentí bastante incómodo durante aquel tiempo en el que permanecí en el lugar. Sentía que habían demasiadas mentiras allí. Que, a las tres de la tarde las cartas existenciales estaban demasiado marcadas. Que este escondite era una excesiva tentación. Que a las tres de la tarde solo puedes ser agresivo. Que la oscuridad es agresiva. Que podías cometer muchos errores, y que la agresividad estaba mucho más a flor de piel en ti.

El joven siguió en aquel lugar de derrota. Espero que no le fuese demasiado mal. Pero yo sentí que debía respirar de nuevo la verdad y alejarme de aquellos pasillos seductores y maléficos a un tiempo. Había que ser realista y a mí nunca me gustaron los cementerios. Porque son hasta inanes y absurdos.

Afuera, en la calle, todo era auténtico. Con sus virtudes y defectos, pero auténtico. Peor para el joven que confundía el descanso con la autodestrucción, o la sonrisa bellísima de la espectacular Mar, con una amistad de simpatía. 

Hasta que no se sale afuera, a la calle de la vida, no puedes tener el espejo de ti mismo. Y el presunto marido de la bella Mar, era demasiado mayor para ella, demasiado rostro duro de hombre de negocios. Demasiada falsedad y violencia en la mentira. Demasiado fácil para no creer en las aparentes sinceridades. Oscuridad fatal.

Cuando estás en una cueva de riesgo, es mejor tener modestia y precaución. Aquel refugio estaba de más. Sé que inspira para construir historias y experiencias, pero también me malicio que el sol que arrasa el Mediterráneo siempre tendrá más fuerza y feeling que cualquier sima cobarde.

Donde presida el sol y la riqueza sea justicia, entonces podrás afrontar de verdad tus inquietudes. Y probar a ser realmente feliz y tu mism@.

-SAL DE AHI Y MÍRATE-
 

sábado, 6 de agosto de 2022

- MÁS QUE EXTRAÑO, PENOSO ... -



Algo ha debido suceder. Es como si un invisible polvillo potente hubiese caído sobre el Planeta Tierra. Esto ha debido venir desde el exterior. O eso parecería. No tiene ni parece tener la lógica terrestre.

Esa substancia letal parece que ha caído sobre toda la superficie del Globo. Y al mismo tiempo. En una misma franja horaria ha penetrado por igual en los dos Hemisferios. ¿Alguien lo habrá programado?, ¿o simplemente ha querido la fatalidad que lo sucedido haya sido de este modo y no de otro?

Los habitantes vivos del Planeta se han quedado todos dormidos a un tiempo. Y hasta la clorofila de los árboles y toda la botánica, han detenido el río vital de su transcurrir.

Todo ha sucedido en escasos segundos; escasos instantes. Todos los habitantes han sido alcanzados por el citado polvillo tóxico. Ha matado a los que ha pillado en el aire volando con los aviones, a los pasajeros, a los conductores en acción, y a todo tipo de actores activos.

En las calles, hay gente completamente dormida. Como, narcotizada. Aunque también puede poetizarse una cierta sensación finita de paz. Todos duermen profundamente. No hay nadie despierto de Polo a Polo, de Norte a Sur, ni de Este a Oeste. Todos, todos, todos duermen ...

Impresiona. Impresiona ver tanta inconsciencia, tanta lesitud en los seres humanos, tanta vulnerabilidad  completa y absoluta, tanta muerte, y sobre todo tanto ser humano a merced de lo que pueda acontecer en el exterior siempre amenazador y peligroso. Los seres humanos duermen indefensos un tremendo sueño del que no pueden despertar.

Mas no es el silencio lo que predomina o preside la terrible situación. En absoluto. Quien crea que el polvillo que ha dormido a todos los terrestres que siguen vivos y que son miles de millones ha creado silencio definitivo, yerra por completo.

El ruido es tan potente, que también es fiero y amenazador. Se oye a muchísimos kilómetros. Los ronquidos de miles de millones de seres humanos a la vez, generan unos decibelios que un oído de nuestra inteligencia no puede digerir sin causarle estallidos de tímpano o sordera. Es imposible seguir ahí con ese clamor, que se da por igual en las simas más profundas que en lo más alto de las grandes Cordilleras.

Sí. Todos permanecen esclavamente dormidos, y emitiendo unos más que profundos ronquidos. Y la lógica de aquí indica que este estado podría prolongarse por demasiadas horas. Si todos duermen y nadie despierta, morirán uno tras otro por ausencia de alimento o de falta de agua ingerida.

O despiertan, cual un milagro, o ese sueño profundísimo dará paso a la total desaparición de la vida. Es decir, que mientras se escuchen los potentísimos ruidos brutales e inacabables, habrá positividad. Porque debajo del efecto contaminante, los aparatos respiratorios indican desde los ronquidos que la vida aún está.

¿Quién va a despertar a millones y millones de seres humanos? Parece labor imposible y a descartar. Habría que investigar qué contiene ese polvillo sedante y traicioneramente canallesco y letal. No daría tiempo. E incluso si se desencadenara una descomunal tromba de agua sobre todas las latitudes o al menos sobre algunas del planeta, nada hay seguro que  la simple fuerza y efecto de la lluvia vida, sacase del sueño a los terrestres. ¿Por qué iba a poder hacerlo? Lo mismo, que si un tremendo meteorito impactase sobre nuestro planeta. A nadie ese impacto se puede saber si a alguien podría despertar.

Por tanto, parece todo perdido para la especie humana. No parece existir la más mínima forma de salvación. O, quizás sí. A lo mejor el optimismo contenga una súbita solución urgente y oportunísima.

-MAS NO SE ME ANTOJA NINGUNA CLAVE-

 

miércoles, 27 de julio de 2022

- VENDETTA ESTÁTICA. -



El otro día me senté sobre aquellos banquitos reivindicadores y terribles, que intentaban dar respuesta a mi extraño e incomprendido malestar. En el cercano pueblo de Xirivella me pasaron cosas dolorosísimas e inauditas. Aquel almacén de piezas de lámparas en el que estuve desde 1979 al 92. Demasiado tiempo en la enfermedad de la nada; instalado en el dolor más que desalentador. Con la sensación de ser una pluma que el aire caprichoso se llevaba jugando con ella ...

Era verano. Hacía mucho calor. El techo de aquel almacén era de uralita, la ventilación era una quimera, y la deshidratación arreaba bien. Mis compañeros, obreros de pura cepa, nada podían entender. Y eran muy sumisos y suyos. Lo que pasa es que el temporal exterior puede ser a veces capeable. Pero mi temporal interior, no lo era. ¿Quién lo sabía?, ¿quién podía saberlo?, ¿existían causas aparentemente lógicas que justificaran mi enfado hacia ellos y hacia los jefes? ... Causas, las había y muchas. Otra historia es que fuesen lógicas. Y en aquellos terroríficos años de dolor, yo estaba para pocas lógicas. Tenía dos brazos, dos piernas, era fuerte, hacía deporte y tal.... ¿Entonces? ...

Sí. Era verano. No me sentía capaz de tomar decisiones. Cuando no tienes salud, no puedes ni debes tomar demasiadas decisiones. Todo lo que pasaba conmigo se llamaba incomprensión.

Era Julio. Viernes. Las tres de la tarde. La hora de salir del almacén. El finde. Cuando todo el mundo esperaba esos momentos para planificarse y para disfrutar plenamente de su tiempo libre.

¿Tiempo libre? ¡Qué coño sería eso del tiempo libre y de paz! No había derecho a que nadie entendiera. Tenía que hacer algo. Marcar presencia. Disconformidad y hasta orgullo.

Por eso, cuando se hacían las tres de la tarde del viernes y salía del trabajo, yo decidía sentarme en uno de los banquitos de un pequeño jardín que estaba sito enfrente del almacén. Como queriendo decir: "Yo también existo y me jode que seáis felices y que mostréis indiferencia hacia mí ..."

Ese era el sentido de mi sentarme en aquel banquito de la nada. Para que me vieran, para que observasen de una puta vez mi porte digno y cerrado. Para hacerme visible. Para mostrar que yo no era una puta piedra y que necesitaba ayuda y no solo un salario. Sí. Quería reivindicar mi alma y mi ser.

Mis compañeros del almacén subían a sus coches y se iban a casa. A continuación, los jefes. Y en el fondo era curioso, porque todos vivían en el mismo pueblo cerca del almacén. Pero el símbolo fálico del coche, significaba poder y éxito dentro del cegato capitalismo a veces tan inhumano.

Sentado en uno de los banquitos, yo les miraba con fijeza discontinua a mis jefes y compañeros. Y después desviaba la mirada para evitar que las incomprensiones se fortificaran. Si en aquel momento de gran tensión, alguien me decía algo en tono burlesco, no quiero imaginar lo que podía haber sucedido. De todo, menos callarme. Porque el silencio suponía un enemigo definitivo terrorífico y aniquilador, y el grito o el insulto podían significar el inicio de una violencia nunca deseada ni por mi ni por nadie.

Físicamente estaba quieto, pero interiormente mis emociones de tristeza y desesperación eran un volcán triste y a jirones. Pero no dejaba de ser todo aquello algo defensivo para mi. Como una suerte de extraña sentada, como hacen los que reivindican algo en el espacio público.

Mi "sentada" visible tenía mil ángulos y matices. Y el color del dolor y de la impotencia. Sabía que no estaba bien, pero no cómo salir de ese pozo ...

Y yo continuaba sentado en el jardín a la sombra de un calor fuerte veraniego. Dicho calor, ni lo percibía. Mi cabeza y mi cuerpo estaban a otras cosas. Y completamente en silencio, yo demandaba cosas imposibles. Como que mis jefes y mis compañeros me ayudasen a salir del dolor. Sabía que al llegar a casa, nadie igualmente se interesaría por mis ánimos o por mi estado de salud. ¿Por qué irían a hacerlo si yo era físicamente fuerte como una roca? ...

Yo seguía sentado en el banquito del jardín. Mi expresión contenida y profundamente preocupada y triste, también debía ser un poema. Pero mis jefes me miraban sin curiosidad y sin prestarme atención. Y se iban corriendo a casa a comer. Mis compañeros obreros, ni éso. Entraban en sus vehículos, se iban y ni me miraban.

En el banquito de mi vendetta estática, yo no miraba el reloj. A lo mejor pasaban veinte minutos. El hervor en mi interior, cedía cuando ya todo el mundo se había marchado. Entonces entendía que era absurdo seguir ahí sentado e inmóvil. Y entonces me levantaba y tomaba un autobús. Sobre las cuatro de la tarde llegaba a casa. Mi madre apenas hacía algún comentario.

- "¿Qué tarde has salido, no? ..."

Pero al ver mi cara triste, guardaba silencio. Yo solo tenía dos planes en mi cabeza y mil millones de tristes renuncias para vivir, dado que no me sentía capaz de emprender la aventura vital.

Los dos planes, eran: que se hiciera sábado para ir a correr con los pioneros maratonianos de la Sociedad Deportiva Correcaminos, y por la tarde estar durante horas viendo deportes por la tele hasta caerme de culo. Y el domingo era una transición hueca y absurda. Que daría paso a un nuevo lunes camino a la rutina de terror del almacén de Xirivella.

Hasta que un día decidí no volver más al trabajo. Y no se armó un gran belén. Uno de los obreros me había agredido. Yo no quise repeler las agresiones ni denunciarle. Aquello solo supuso empujarme a decir adiós y por mi cuenta a aquel trabajo. Hasta mis jefes parecieron sorprenderse hipócritamente de mi decisión. Lo estaban deseando.

-AHORA, LOS BANQUITOS DEL JARDÍN TIENEN MÁS LÓGICA-