sábado, 26 de marzo de 2022

- DECISIÓN. (CRÓNICA DE UN VIAJE). -



I. Los madrugones suelen ser tan simbólicos como necesarios. Hacía algunas semanas que yo me iba a mover. Y el ruido de los petardos sin horario de las fiestas falleras, el motor que le pondría concreción a mi deseo real: ¡¡viajar!! ...

Hay que hacerlo. Había que hacerlo. Lo hice. Un madrugón potente camino de las tierras del Cantábrico. Maletas, dejar atrás la preocupación económica, e inventarme un enorme motivo para sentirme bien diferente.

La entraña estuvo en la noche precipitada. En mi corazón y en mi enorme ilusión y deseo. Sí. Hay que hacerlo y sin temor excesivo a las consecuencias. Da igual si estás acostumbrado a viajar, como si no lo estás. Los trenes nunca se detienen. Y yo tenía ganas de ser protagonista de películas sin que nadie me las contara.

Al principio del viaje fue tierna ilusión, y al finalizarlo, sensación de conciencia tranquila. He vomitado amor a mí mismo. Ya me tocaba. Y me he dado unos días para mí. Para acariciar esa flecha que te indica a dónde debes tirar para sumarte a un hipotético camino que pueda llamarse felicidad y algún otro epíteto sinonímico. Cambiar, romper con la rutina, exponer, juntarse con otras y otros para poder juntarme más conmigo mismo, y todas esas cosas que a poco que te salgan bien te generan crecimiento, solidez y mayor consistencia personal.

Subí a un autobús. Al vehículo metálico y vital que me lleva. Un autobús no muy moderno, pero siempre atractivo. Y saludé a los medio dormidos viajeros que andaban nerviosos y presos del sueño del madrugón.

Después hubo mucho silencio. El autobús empezó a dormir. A tomar fuerzas. Porque de Valencia a Liencres, (Cantabria), hay demasiados kilómetros como para no tomar medidas mentales y corporales de dosificación. Y el viaje sería largo, exigente y de nada de relax. Al revés. Era cosa de estresarse y estrellarse para conocer enormes y profusos pueblos y lugares en el transcurso de escasos cinco días. Sí. Cosas de abarcar fuerza y superficie del zapato, de caminar y visitar lugares históricos y emblemáticos; de encarar abundancia y respeto geográficos.


II. El Norte. Conocía y conozco muy poco el Norte de mi país. Tocaba poner los pies y las zapatillas en lugares inéditos para mí. Era cuestión de aprobar asignaturas pendientes en mi vida. De volver con muchísima más materia vivencial. Y el viaje solo es la perfecta excusa para vivir. No cabe duda. Lo mejor del viaje siempre seré yo y mi decisión de partir. Todo lo demás, habrá de ser meramente consecuencial.

Todo lo que pasa en un viaje siempre es hermoso, porque siempre lo recuerdas en mayor o menor medida. Son cosas que llenan y enriquecen. Un tabernero de carretera nos mal recibió sin un atisbo de corrección en sus modales. Nos indicó con dureza las condiciones para entrar en su taberna. Y dijo que, prohibido totalmente entrar a su casa bebida o comida. ¡Más que prohibido! Pero una de las viajeras no dudó en no hacerle ni puñetero caso y sacó su bocata. El tabernero aceleró su cólera, comenzó a gritar y a lanzar improperios. De su boca salieron sapos, culebras, y mucha violencia. Alto, enjuto, con pasamontañas, gorra y mascarilla. Y se oyó un tremendo ruido que impactó a tod@s. Golpeó el bestia con sus puños una mesa, y el impacto hizo que derribara una botella que en la mesa descansaba. Y cagándose en todo, tapó su emocionalidad desapareciendo de allí y metiéndose en un cuarto interior. No se vio capaz de defenderse y se sintió vulnerable. Le preguntamos a la camarera, y nos dijo que era el jefe. El puto amo. Yo, pedí un bocata de jamón y queso, y francamente gocé de su sabor. Estaba bastante bueno, lo junté con un refresco de limón, y mi único pensamiento estaba en llegar con suficiencia energética al punto de destino. ¡Al Norte! Y en los mapas indicaba que habían más de setecientos kilómetros por cubrir yendo por carretera. Como para no alimentarse y avituallar ...

De vuelta al bus, me di cuenta de que la distancia entre los asientos no era precisamente confortable. Y que esa circunstancia de cargar las corvas de las piernas y su efecto postural, iba a ser un hándicap. Pero el reto era lo más importante.


III. Nunca olvidaré al camarero del hotel campo base para las siguientes expediciones, (Liencres). Era un hombre veterano, elegante en los gestos, con una seguridad y decisión asombrosa con los platos, con gran capacidad de observación aparentemente poco de tratar, feo de cara, con buena voz, enérgico e infatigable, y sirviéndonos un garrón con judías que era cosa de vencer o morir. Lo que está claro es que no era un plato con el que te concilias de inmediato. Llegué a temer que el sabor se pareciese demasiado a un material a desechar que a otra cosa. Todo era cuestión de fe. Y de ganas de aventura.

Al veterano camarero le asistía una joven moza, con poca sonrisa para la galería y a la que se le notaba que tenía un trabajo. Y hoy en día, tener un curro no es para estar del todo triste. La comprendo perfectamente. El veterano camarero, siempre será para mí un misterio. Porque seguramente aún siendo su amigo, ha de seguir siéndolo. Mi veredicto esotérico se lo referí con ironía a un compañero de expedición: "éste, seguro que es soltero, apañado y de Bilbao. Pero él, lo negará ..."

Antes de referirme a Santillana del Mar y a nuestra guía desde Valencia del viaje y Agencia, quiero destacar la maravilla que nunca se me olvidará: la Costa Cantábrica y su impresionante belleza. ¡Dios mío! ¡Visitad éso, antes de que os lo casquen por la tele! Estoy por decir que fue lo más hermoso que pude ver.

A nuestra guía le apasiona la Historia. Y, hablar. Su voz es suave, y se recrea hablando y hablando. Le encantan, chiflan, los elementos históricos y religiosos, y los otros bastante menos. Donde estén para ella los Conventos, Catedrales, Colegiatas y demás cosas así, que se quite lo demás. Es como si huyera del tiempo de hoy. Y no parece tanto tratarse de esto. Existe en ella en mi opinión una contradicción interior que se llama escepticismo hacia las costumbres contemporáneas que propone la Modernidad. Cosa que siempre negará.


IV. De Santillana del Mar, recuerdo su Colegiata, que fue el único día que nos llovió, que la calzada romana era más que peligrosa para las cómodas zapatillas que yo llevaba, y el tremendo cansancio del viaje. Y con astucia me alejé de allí huyendo de un chaparrón y poniéndome a salvo. Coqueto súper de pueblo. Como una de esas tiendas familiares de los años sesenta o setenta. Maja la dependienta.

Nuevo madrugón. Viajar así es un método novedoso de adelgazar. ¡Todo a toda mecha! Por delante: ¡un poco de Oviedo y otro de Gijón! A repartir. Ah, y una guía local con bastante ideología evidente y con una contundente seguridad. Calzaba unos botines llamativos. Se llama Rosa, y afirmó que un día fue golpeada por decir la verdad. Y que, desde ese día su relato se volvió opaco y estratega. De emocionalidades, ¡se acabó la concesión excesiva! ...

La citada Rosa, nos mostró Oviedo desde el autobús, para que pudiesen cundirle sus explicaciones. Hizo trabajar duro al chófer, y nos dijo que aquello era una ciudad de funcionarios, administrativos, y trabajadores de este perfil. Como un lugar de trabajo laboral, el cual decae al llegar el finde. Mencionó a Rodrigo Rato y a muchos de sus predecesores. Mucho dinero. Pero yo siempre recordaré la voz segura y decidida de Rosa. Y su mirada, entre incisiva y defensiva. 

Por la tarde, continuó por la hermosa Gijón, que comparte el nombre de su Estadio de fútbol de El Molinón con el de Enrique Castro, "Quini". La guía se lanzó en tromba cuando visitamos la Universidad Laboral. Me impresionó aquel lugar tan enorme, desmesurado y a la vez, vacío. Si aquello era una Universidad, ¿en dónde estarían los alumnos? Nunca obtuve una respuesta tajante al respecto. Lo cual me hizo especular que la opacidad de la guía Rosa se potenció ante los misterios opinativos e inconcretos. Y también intuí que la agresión que padeció, debió producirse en aquel más que espacioso escenario.

Insisto. Lo mejor fue el mar. ¡Dios, qué maravilla! Esa Costa te deja hechizado, diferente, te hace marino en sueños, te lleva a buscar islotes imposibles y a dejar de ser marinero de agua dulce. Porque Cantabria, Asturias, y toda la Costa, no son más que bellos siervos de ese Cantábrico fastuoso y magno, cuyas mareas se exhiben, y cuyo litoral es más goloso que un bombón de Rocher. El mar, te gana. Te rompe a feliz, te mete en la burbuja de la expectación, y sueñas con perderte con una mujer con ese dulce y abrupto panorama. Magia inolvidable en estado puro. Sé que nunca lo podré olvidar. Si algún día puedo, iré por mi cuenta para escudriñar casi todos sus misterios, entre rías, ríos, desembocaduras, pescaderos, cosa náutico/turística, verde monte que penetra y es penetrado por el agua vida, y todo ese universo singular que me ha desnudado y cautivado. ¡Ojalá pueda volver a ese lugar! ...


V. Más madrugones. Y nuevas guías. Santander es la playa y la residencia de descanso de mucha gente de los diferentes pueblos de España. Si tienes dinero, este lugar puede ser un remedio para combatir el calor africano e insoportable del resto de la Piel de Toro.

Y vuelvo ahora con la guía de Santander. Montañesa y casi montaraz. Decidida, joven con arrugas ya, cortante, y agradecida con quienes le hacían caso. Nos habló de Botín y ancestros. De la gran burguesía, pero poco de la playa y del río de vida de su interior.

Surrealismo. Veréis. Puso a nuestra disposición un trenecito turístico para llegar al mítico e institucional Palacio de la Magdalena, residencia veraniega de la Monarquía junto a Palma, y que sirve para ver el legado del mago nacido en Pedreña Severiano Ballesteros, y sus tremendos terrenos pegados al mar y a la práctica del verde golf. Toda una gozada patear con un palo en este sitio una pequeña bola.

Como el tren. El trenecito era pequeño y rojo. Pero, suficiente. Había truco. Un caramelito que supo a poco. El tren de la "bruja" nos dejó en la misma puerta del Palacio de la Magdalena. Sonaba bien. A cosa de reyes, lujo y veranazo. Pero, sí. Esta vez este trenecito fue juguetón y rácano. La guía seria y experimentada santanderina, nos dijo que de bajarnos del tren, nada. Que, media vuelta y para la ciudad de nuevo. Cuando el pastel es atractivo y te lo sacan de la boca, cerca ya del mordisco final, te llevas el chasco y te jodes. Lo dejaré para una nueva asignatura pendiente. Para otro viaje. Quizás, para otra reencarnación ...

Todo esto es fiesta. Fiesta de mili apresurada, pero viaje festivo a fin de cuentas. Nueva jornada que pintaba bien. Su nombre, Bilbao. El Bocho. La ciudad del eterno Athletic de Bilbao. ¡Al Guggenheim para solo unos veinte minutos de hacer fotos ...! Lo demás fue mi sensación de que ponía mis pies sobre un lugar trabajador, industrial y noble. Espléndidos paseos cuando el bus,-que nos ocultó el templo futbolístico-, nos descubrió largos y bellos paseos a ambos lados del río Nervión el cual parte la ciudad capital vasca. Un casco urbano muy parecido al de mi ciudad, con turistas, bares y tiendas de souvenirs por doquier. Pero la fuerza de Bilbao es su gente, sus taskas y sus pintxos, y sus kaleas llenas de rótulos llenos de motivos artesanales. Una ciudad siempre humana y especial. Un lugar realmente hermoso para ser visitado, incluso casi más bello que sus montes, caseríos o su trajín marítimo. Y decidí esperar al autobús, en un tranquilo bar, y sintiéndome el protagonista de un sereno rodaje en libertad, tomándome un recreativo poleo y mirando con respeto a ambos lados. Era y es una espléndida terraza en la calle, en invierno y a veintiún grados. Realmente difícil de superar este alarde. Para mí, inolvidable, aunque el dueño no tuviese el RH positivo, sino el dulzón acento del Caribe. La necesidad, obra milagros. Después, dos horas más y hacia el campo base santanderina de Liencres. Pero no fueron realmente dos horas más aunque suene a contradicción. Porque la guía es un portento de energía. No paró de hablar de cosas en esos ciento veinte minutos. Se lo agradecí a mi manera. Porque, cansado, me quedé dormido como un lirón,-creo que ronqué-, y cuando desperté nuestra guía seguía haciendo ostentación de suavidad y buen recorrido. Era realmente cierto. Dos horas de parloteo sereno son como una especie de yoga que el cansancio convierte en oportuno malestar. De ahí mi corte de mangas y de sueño. Un poco más, y me llego a la comida, dormido y sin ganas de yantar. Y a pesar de que las gastronomía del hotel no era la mejor, yo os digo que me lo comí todo.

A las cinco de la tarde y como apresurados toreros, ya estábamos en el bus camino de Torrelavega. Un lugar coqueto en sábado festivo, y con mucha marcha y mucho ambiente. Es el segundo pueblo de Cantabria. Muy histórico, bien construído, original, guerrero y bello de ver. Y con unas pastelerías que llevan al buen ánimo. De modo que me zampé un dulce llamado "emparedado", que lleva hojaldre y crema. Espléndido sabor para un goloso como yo al que todo lo dulce me sobrepasa. ¡Delicioso! ...

El último día,-ya camino de Valencia-, paseamos por la histórica tierra natal del simpar actor Paco Martínez Soria: Tarazona. Comimos bien en un sitio modesto. La pela es la pela, allá a donde vayas. Espléndidas juderías y fastuosos monumentos históricos. Ni un metro plano. Todo subidas y bajadas. Hermoso y exigente.


VI. Entre cronologías, se coló un tiempo para nuestro infante corazón. En la cántabra Cabárceno hay algo que no te esperas y que los niños siempre deben ver. Disneylandia en el Norte. Nunca se me olvidará que soy un niño eterno. ¡Niños, nunca os perdáis una visita al Parque Natural de Cabárceno!... Me hinché a fotos. Muchas horas después, no sé si eso era un zoo, una excusa, África en el Cantábrico, o si hacer fotos a leones, osos, gorilas, jirafas o cebras y elefantes, es patológicamente compulsivo o social. No sé nada, salvo que salió mi sonrisa eterna de niño interior. Casi me cargo el móvil a instantáneas. Allí hay hasta un lugar que está lleno de las serpientes más hermosas y peligrosas. Y, suavizamos, con una exhibición de aves rapaces, en donde las águilas hacían picadas sobre carroñas preparadas por los chic@s del Parque, y raseaban sobre nuestras cabezas con respeto, obediencia y profunda elegancia. Había en las gradas un nene con sus jóvenes papás que no paró de llorar de susto durante todo el evento. Quizás, porque los más sabios que hay, siempre serán los niños peques. ¡Fijo!


VII. Tantos viajes tienen un fin. Partimos con el último madrugón y las maletas duras e impolutas en el sótano del bus. ¡Oh, que sentimientos más encontrados! Ganas de volver a casa, y a la vez, deseos de viajar y sin contracturas maratonianas en el cuerpo los trescientos sesenta y cinco días de un año no bisiesto. Viajar aquí, es un modo alternativo para rebajar el peso. Viene a ser como un stage de pretemporada de un equipo Champions. Los más fuertes se rehacen y logran su objetivo. Y el cansancio ya no duele. Solo huele a sana colonia.

Mas el viaje hacia uno mismo, hacia mí, no puede entenderse bien si no te fijas y te influyes por la compañía. Heterogénea, versátil, acostumbrados, correctos y obedientes.

Predominaron los mayores. Los veteranos de las excursiones, los cuales saben perfectamente lo que deberán hacer. Mayoritariamente, obedecer, e idolatrar a nuestra valenciana guía. Para ell@s es alguien más de su familia aunque sepa a exageración. Una familia real.

Y también otro tipo de gente. Una pareja de argentinos pusieron la nota del acento diverso. Ella y él, altos y críticos. Jubilados e inconformistas. Confesaron vivir ya mucho tiempo en mi país. Y no hicieron demasiados nuevos amigos.

Otra pareja, aparentemente bien diferentes sus dos miembros. Él, tranquilote y bastante campechano. Ella, pija y con cuerpo bonito. Con poca capacidad de asumir que se hace mayor aunque tenga unos hermosos ojos. Se pasó media excursión quejándose de su pierna, pero no hizo nada para que le atendieran en su lesión. Demasiado orgullo.

Obedientes. Todos, bien obedientes. Una mujer fumadora, se quitó constantemente la mascarilla y luchó por ella contra ella misma. Se la vio peleona y a la vez haciéndose esfuerzos para contenerse. Y, lo logró.

Mallas bonitas y ajustadas en una tal Lydia. Coqueta y todo el tiempo con melena al viento y taconazos. Asumiendo errores de pareja, y con oral propósito de enmienda. Guapa y con carácter. 

Y casi finalmente, una mujer sin edad que habla constantemente mi idioma valenciano. Fue mi referencia amable de la excursión, por su naturalidad y aceptación. Bajita y decidida. Libre como un conejo. Con ganas, en cuanto pudiera, de ir a su aire. Supo estar y llevarse con todo el mundo. Una máquina un tanto tímida de tomar decisiones. Fuerte y enérgica como una roca. Para ella, el mundo no tiene fronteras. ¡Gracias, xiqueta! ...

El viaje era todo esto último para mí. Un maravilloso reto social. Porque soy social, aunque especial y nada fácil. Creo que pasé bien la nota. Y llegué muy satisfecho hacia mí y hacia las cosas en cuanto pude descansar y reflexionar con dicho descanso, ya en el sillón de mi casa.

-EL VIAJE SIEMPRE VALE LA PENA-


 

sábado, 12 de marzo de 2022

- UNA CHICA NORMAL. -



Seria, joven, formal, muy educada, fría, altiva, cautelosa, preocupada y muy de hoy. Veinteañera y de belleza evidente. Atractiva y muy delgada. Estilizada y fuerte. Femenina y tatuada. Piel blanca, de Italia y actual.

Su mirada vale más que mil palabras. Aliteh se hace mayor a toda velocidad y en el más aparente silencio. La joven ya se hace mujer y reivindica el sentido de su espacio personal.

Clase alta, independiente, orgullosa y reivindicativa desde sí misma y su crecer. Más silencio y prudencia. Larguirucha y absolutamente de 2022.

Aliteh ha sido mi vecina bastante tiempo para la edad itinerante que tiene, en busca de su sitio. Silenciosa y discreta. Celosa de su intimidad. Necesita ese celo. A mí no me vio  peligroso porque me hizo mayor en su pensar. Y para una niña, alguien mayor siempre garantiza más su seda que un chicote joven. Ella será más rápida, más actual y mucho más práctica.

Lo destacado de mi vecindad con ella, es cuando me sentí su padre pero no supe practicarle esa paternidad. Me confesó un día que estaba asustada, nerviosa, porque habían moscas en su piso, hacía mucho calor; mucho agobio. Y yo me limité a decirle que no pasaba nada, en vez de haberla propuesto que pasara a mi casa o quedarme con ella más tiempo hasta que se calmara por completo. No le dije, que una de las causas de que me fuera de su casa demasiado pronto es que nunca tuve hijas o que su novio podía aparecer en cualquier momento y quizás montar un pollo. Ya no ocurrirá más, pero trataré de rectificar esa lección para cuando futuros vecinos moren en esa misma casa. Aprender y aprenderme, es de sabios.

Asustada todavía, Aliteh se marchó hacia la calle. Supongo que para que el exterior la aliviara  la angustia.

Aliteh es perfeccionista y clara. Un pit bull peligroso procedente del piso de abajo, no paraba de lanzar ladridos amenazadores. Se me fue la olla y grité desde mi balcón a sus dueños. Y eso nada gustó a Aliteh. Igual ese incidente nunca me lo perdonará. Salió a su balcón, me miró con firmeza y no dijo nada. Debió pensar que su vejete vecino era más mayor de lo que pensaba. Y me castigó con un muy prolongado silencio. Aliteh sabe callar como pocas chicas.

Mi fanatismo hacia las plantas no le pasó desapercibido a la joven itala. Me miraba curiosa mientras yo podaba casi con obsesión dichas plantas, los riegos, las semillas, mis caricias sobre las hojas de las plantas, y esa pasión le debió producir tolerancia. Lo que pasa es que Aliteh está en edad de tomar decisiones. Desde el día de mis gritares, cambió bastante su actitud. Puso catenaccio y ya no fue lo mismo.

De su chico sé que es español, pijo, chico bien; dubitativamente crecedor. Aliteh y su mozo se tienen un cariño tierno especial. Les gusta fumarse porros y reírse mirándose a los ojos. Y hacerse dulzuras. Y que nadie les oiga ni les vea cuando se aman. Y Aliteh prefiere verte la cara ancha de la sonrisa relajada que nunca la preocupación de la seriedad. Nunca les sentí gemidos de cama.

El mundo de Aliteh es considerado, elitista, suyo, pero no pija como su novio. Ella es elegante en su blanca y atractiva piel. Se siente femenina pero no gilipollas. Y yo la veo algunos rasgos androides que solo elucubran a su belleza juvenil.

Se va. Se muda con su chico. No sé de dónde vino ni hacia adónde partirá. Eso es cosa de Aliteh y de su futuro. Y seguro que elegirá con acierto su nuevo destino y se adaptará bien. Porque el crecer de Aliteh va a ser imparable y sereno. Piano, piano ...

-ME HA REGALADO UNA PLANTA COMO DESPEDIDA-
 

lunes, 7 de marzo de 2022

8-M



Las hembras pudieron ir reaccionando tras miles de años de postergación y malos tratos. Incluso en las sociedades occidentales han superado al día de la píldora abortiva, o al de la liberación sexual, o al de la percepción de la sociedad machista que las sujeta y detiene: ¡El 8-M!...

Hace muy pocos años,-si lo comparamos con el olvido absoluto en la Historia humana-, que las mujeres decidieron otras directrices que nada tenían ya que ver con las imposiciones y mandangas del varón.

Las chicas empezaron a follar, después a desnudarse o a quemar sus sostenes, a mostrar sus cuerpos sin el estigma de lo pecaminoso, y fueron transitando por un sendero real y peligrosamente inevitable.

Mucho más que imitar a las conductas de los hombres, la mujer decide que frente a ese hombre que pesa más y que manda todo, que su mundo femenino también tiene su reivindicación, igualdad, y que su derecho a ser ella misma emancipándose del pasado atávico, es posible.

Por eso las chicas se dejan notar. Demográficamente son muchas más que los varones, pero el sentido posesivo del hombre le sigue impulsando a ser voraz y a violarlas físicamente, o a llamarlas feminazis, o a pensar que van excitando cuando se ponen una mini sexy, o cuando pasean por la calle a altas horas de la madrugada.

Muchos hombres creen que las mujeres van provocando por ahí, y que ponen su físico en peligro si deciden los paseos de su libertad. Porque en la posesión y en la idea masculina de propiedad, sigue el hecho mental de la mujer vulnerable e hija nuestra a la que debemos proteger indicándola que se repliegue hacia su vida de siempre.

El 8-M, pone de manifiesto en las calles una revolución necesaria. El grito femenino nunca será el histérico ni el fruto de un loco akelarre de seres desobedientes y hasta malignos. No. El habla y el grito femenino, está cargado de verdad. Aunque duela a los hombres.

El varón no estará domado, ni nada que se le parezca. Lo que ocurre es que siente desconcierto y terror al cambio de las estructuras sociales. Cree que la mujer le quiere quitar la silla, y que no es justo que compita con él. Las perciben como seres ladinos que les curvean con dicha silla excesiva y equiparable.

Y piensa el varón mucho menos en las mujeres violadas vaginal y analmente, o en las asesinadas por sus parejas cada día, y de esas cosas tan bestiales, cotidianas y tan reales como que el sol existe.

El varón prefiere pensar en la belleza de unas tetas o en el atractivo de unas vaginas placenteras. La diferencia es una gran asignatura pendiente. Como la progresiva igualdad. El oso varón no acaba de aceptar la realidad femenina, y la rechaza con escepticismo y violencia.

El hombre admira su físico, su pene, y su posición sociolaboral. Su coche, su velocidad, sus marcas atléticas, o sus alzamientos de enormes pesos. Y debe pensar que hay otras fuerzas complementarias y diferenciales. Que la sexualización de la mujer es una argucia machista más; que las tías ya no necesitan a un maromo para darle tenencia y continuidad necesaria a sus vidas. Los tíos no logran entender a las mujeres. Están en un limbo o avispero desconcertados.

Pero las chicas ya van mayoritariamente a la Universidad, y están a la par de conocimientos que los chicos, pero todas las cosas se están modificando. Y ya la mujer no anda con milongas y demanda toda la honestidad y la autenticidad en los hombres. Pureza. Porque ya no tienen por qué querer la segunda división en el mundo.

¡AUNQUE JODA!

 

viernes, 4 de marzo de 2022

- EL ÚLTIMO TREN. -



La estación está delirante, ansiosa de seres llorosos que escapan de la barbarie. Es un tren hermoso, moderno, bien construido con los mejores materiales actuales. Pero nadie puede fijarse naturalmente en la perfección de la industria. Todo es sensación de desastre y de supervivencia ...

Ulikán se ve mayor. Es mayor. Se nota mucho más mayor en estos días de tragedia. Mide exactamente dos metros de estatura, y es fuerte como un atleta superdotado. Sus ojos habitualmente vivarachos, están tristes de niebla y estupor. Su país es atacado, y debe partir camino de algún lugar seguro. Porque el gigante Ulikán aún no desea morir.

Pero lo que le distingue del resto de los centenares de viajeros que huyen, es que parece tranquilo y de movimientos suaves. Hace días que no habla. No tiene familia, y todo lo que le queda es el amor por su casa, por sus amigos, por sus calles convertidas en queso gruyère, con el pensamiento fijo y anclado en la interminable fila de tanques enemigos que no puede evitar que le desaparezcan de su cabeza, y que un manotazo suyo hizo caer a dos soldados. Algunos kaláshnikovs amigos dispararon contra dichos soldados y por eso sigue vivo. Pero Ulikán no digiere lo que sucede.

Echa de menos sus paseos tranquilos por la ciudad, los partidos de fútbol y de baloncesto, la relajación ante la pantalla de su televisión, y la raíz. Su casa cuna donde siempre ha vivido, la escuela en donde impartió clases de Física, sus partidas de ajedrez en el club recreativo a donde siempre acudía, los cines y sus películas, y todo lo que siempre ha constituido su vida cotidiana.

En las paredes de los vagones hay sangre y trozos de uñas rotas de mujer. Muescas de golpes, agresiones, alaridos, peleas, intentos de linchamiento, semblantes corroídos por el terror, acusaciones de traición, y gritos contra el chivo cabrón que decidió invadir su tierra.

Ulikán parece tomarse su tiempo antes de subir a uno de los vagones repletos del último tren, hacia un lugar ausente de la puta guerra que martiriza y que hace zozobrar a los pensamientos positivos.

La gente sigue gritando una y otra vez que desean que el tren arranque ya. Los encargados de dicho tren no dan abasto y no pueden con el desorden. A pesar de que el maquinista está protegido por varios agentes de seguridad, las patadas a la puerta de dicho maquinista y los golpes, se suceden continuamente. Lloran los niños, lloran las mujeres, lloran los hombres ...

La estación sigue siendo hermosa a pesar de todo. Porque representa la esperanza hacia un mundo mejor. O, esa sensación se tiene.

Ulikán no lo percibe así. Lo que siente es impotencia. Los sonidos del tren indican que pronto se dispone a arrancar. Ulikán sigue esperando para subir. Quiere ser el último en irse de su casa.

El tren empieza a moverse, y el gigantesco Ulikán sale de su estatismo y melancolía, y de un empellón lanza a todos los de la puerta hacia adentro y se introduce en el interior de uno de los vagones. ¡Maldita violencia! ...

Hace unos pocos días que Ulikán ha sacado un billete de ida y vuelta. Cuando todavía nadie sospechaba que habría que hacer un éxodo masivo para salvar el pellejo. Muy pocos de los centenares de personas llevan la vuelta en el billete. Algunos, ni siquiera llevan billete sino una mera acreditación personal.

Ulikán, ya dentro del convoy, sigue mirando hacia atrás. Se ven columnas de humo, se perciben ya los disparos en dos direcciones opuestas y la tensión bélica, pero también el verde de los campos.

Ulikán no para de mirar ese color natural que es el verde. Y que para él representa su tierra, su raíz y su última esperanza. Su tierra que va dejando atrás es su amiga, es él, así como los árboles cercanos, o las lágrimas que el hombre lleva por adentro y que nunca nadie podrá ver.

Ulikán sigue de espaldas a todo, y mira y mira hacia atrás. Cada kilómetro le duele; cada progresiva lejanía le arranca las entrañas. Pero su mueca mecánica ofrece fiereza serena. No mueve un músculo de su cara. Y va a defender su billete de los ladrones. Sobre todo, el de vuelta.

-PORQUE ULIKÁN QUIERE VOLVER-
 

martes, 1 de marzo de 2022

- DESDE OTRA PERSPECTIVA. -



Nací ciego. Nunca pude ver. Mis padres me tuvieron, agridulces. Por una parte, celebraron la alegría de verme vivo. Y por otra parte, con la lástima permanente de su tristeza por mi no visión. Soy hijo único, porque mis padres temieron que pudieran tener más hijos como yo. Y se volcaron sobre mí desde un principio.

Ni familia era acomodada social y económicamente. Y sintieron mi ceguera como una evidente decepción y casi como un castigo de las deidades. E hicieron todo lo posible para que yo tuviese algo de visión. Para ello, visitaron a los mejores oftalmólogos nacionales, y hasta algunos viajes hicimos al extranjero. Aquello les era muy difícil de aceptar. ¿Por qué iba a ser fácil acaso? ...

Yo me sentí distinto desde bien nene. Vivir a oscuras es imposible, y han de estar encima de mí. Me preguntaba qué sería eso de ver. Aunque poco a poco, empecé a desechar esa absurda idea para mí. Además de la vista, hay más sentidos. Y con el braille y otros adelantos, la vida puede que no sea tan reducida en alicientes.

Un día perdí el medio a estar solo. Recuerdo que antes no había la tecnología que hay en la actualidad y que es muy práctica. Pero aprendí mucho y rápido. Había que seguir para adelante, con apoyos o sin ellos. Tuve perro, bastón, y muchísimas horas para descubrir la practicidad y dejarse de melancolías. Ser ciego no es el fin del mundo. Es casi una experiencia especial de supervivencia. Y yo me lo tomé como una cura de vanidad y de humildad.

Siempre me gustó la voz de la radio, los sonidos de mi alrededor, la cercanía de las personas habituales, los pasillos novedosos de la ceguera y sus características y chicha. Ser ciego puede hasta molar y ser simpático. Sobre todo cuando aceptas tus límites. Es una aceptación continua y de repaso constante. Otra perspectiva diferente, e igualmente rica.

¿El amor?, ¿las chicas?, ¿todo ese mundo adolescente, erótico, sexy, y de pisar la cercanía de la verdad femenina? ¡Oh, bien personal y diferente! Yo no puedo ver los cuerpos de las mujeres, ni la puesta del sol, ni el amanecer, pero eso no significa que sea todo una putada.

¿Podría un ciego atraer a una chica? Todo es distinto. Has de deslindar muchas cuestiones y campos. Recuerdo la primera mujer que rozó con su mano mi piel, o la que acarició por completo mi cuerpo desnudo.

Es curioso que yo no tenga aspecto de ciego. Al menos, si no te fijas bien. Si me miras apresuradamente, ni te enteras. Pero luego, te das cuenta en función de la frecuencia y de la intensidad hacia mí.

Mis padres se separaron superados por su dolor hacia mi situación. Y yo me hice un joven alto y fuerte, y las hormonas se dispararon, y jugueteé mucho con diversas chicas. A unas les daba morbo un ciego pijo, a otras yo les daba curiosidad y hasta cientifismo dado que solo me estudiaban. Un ciego como yo podía ser un tipo raro. Los normales, ven ...

Me gusta el olor a chica, la voz femenina, mi tacto sobre las curvas de su cuerpo hermoso, toco su belleza y puedo hasta dibujar tal belleza y hasta pintar el cuerpo en un lienzo. Puedo muchas cosas. He sido nadador paralímpico, y sacado las mejores notas en la Universidad. Soy psicólogo. Debo luchar cuando mis pacientes me rechazan por mi ceguera, pero a mí me entra la sonrisa y me río mucho por adentro.

Tengo muchos proyectos. Incluso ahora que mi mujer se ha cansado de parecer una enfermera, y se ha largado por ahí con otro hombre y para no volver.

Es duro. Todo es duro. Y es necesario tenerse una potente autoestima. Yo no quiero ni querré enfermeras hermosas o inteligentes en mi vida. Sino una mujer que no le haga caso al hecho de la invidencia. Una mujer fuerte y con las ideas claritas y sin dudas. Soy fuerte como un toro, y en la cama como un superdotado que domina el tacto como pocos.

-SOY Y SERÉ CAPAZ DE AMAR Y DE QUE ME AMEN-
 

sábado, 26 de febrero de 2022

- PUTIN Y SU HUIDA HACIA ADELANTE. -



¡Muertos! ¡Heridos! ¡Desplazados! ¡Huracán de terror en el alma! Putin ha hecho lo que anunció. Invadir Ucrania. Ha fallado y muerto la verdad diplomática. Ahora habrá que esperar, hasta que la paz se vuelva a hacer Justicia y cese la puta guerra.

Sí. La normalidad siempre es la paz. Por eso yo desde bien pequeño aposté por el pacifismo como auténtico y real progreso. No entiendo otra forma de crecimiento personal, y general, y universal.

Dicen los cínicos que la mejor defensa es un buen ataque. Maldita conclusión. La mejor defensa es un diálogo y un afecto. Lo otro, es barbarie.

Vladimir Putin ha echado por tierra en unas horas todo el prestigio o respeto político que pudo tener. Rusia se encontró con una gran encrucijada tras la caída del Muro y de la apertura democrática a otras Repúblicas y lugares del antiguo Imperio.

- "Ucrania también es Rusia", exclamó ufano el nuevo Zar y ex espía de la KGB ...

¡Da igual lo que sea! Pro rusos y no pro rusos, convivían en una Nación llamada Ucrania. Convivir. Con escaramuzas como en Crimea o el Dombás, pero era posible que la gente de Kiev y de todas las ciudades ucranianas, hicieran su vida normal y corriente. Hacer lo que todos queremos y anhelamos. ¡Vivir en paz!

La bravuconada de Putin, además de muertos y heridos, genera millones de exiliados que huyen de la barbarie. Pero Vladimir solo piensa en seguir siendo el gran capo del Kremlin. De reforzar sus votos de cara a los suyos. Hacer de sus sobradas, que la gente crea que Rusia es la gran temible potencia militar y económica que siempre ha sido. ¡La gran Rusia! ...

A Putin no le gusta que algunas Repúblicas de la extinta URSS, estén en la OTAN. Y como geográficamente las tiene al lado, le toca las narices y le da sensación de vulnerabilidad o de riesgo para su país. Lo que ocurre es que el riesgo de Vladimir no es otro que su propio temor.

Putin no quiere quedarse atrás ante la velocidad tecnológica y económica de Estados Unidos y de China. Pero éso, es problema de él.

Si váis por la calle, veréis cómo todo está lleno de bares y bazares chinos, y la influencia de Estados Unidos es siempre y desde ha mucho, un modelo cultural copiado. Es el país más carismático e influyente a pesar de algunos de sus ex mandatarios.

El fracaso de Putin es no intentar abrir mercados, para de este modo hacerse simpático y atractivo en el resto del mundo. O simplemente, eficaz. ¿Véis supermercados o Grandes Superficies comerciales rusas por ahí? Yo, os aseguro que no. Y hoy en día el poder económico no lo marcan los tanques ni los misiles, sino la apertura atractiva al mundo global. Y eso Putin no logra entenderlo.

Cree, que su fuerza está en la nefanda y letal guerra, que con su poderoso Ejército ya lo tiene todo en su Olimpo, y que acojonando y sacando músculo Rusia prosperará.

Y, ¡no es así! El mundo vive otros tiempos y otra realidad. Y Rusia debe poner los pies en el suelo y aceptar y asimilar esa nueva realidad.

Lo de Putin es pan para hoy y hambre para mañana. Ese hombre no tiene suficiente cabeza para situar adecuadamente a su País en el Mundo de hoy. Perderá muy pronto las siguientes Elecciones. Salvo que las amañe ...

Rusia precisa de una reconversión real y profundamente democrática. Aterrizar, en el año 2022. Y darse cuenta de que amenazando, nunca logrará ser un Imperio sino una caricatura. Y la solución está en las nuevas generaciones de chicas y chicos rusos. Los que ya saben en dónde y cómo es la verdadera libertad y el modo de administrarla y de relacionarse entre sí y con el Mundo que ya está y estará.

¡NUNCA LA GUERRA!
 

domingo, 20 de febrero de 2022

- EL PAJARITO. -



Es hermoso. Idílico e inhabitual. Casi es Marzo. Y las plantas de mi balcón siguen ahí. Como mi vida. Con los lirios de agua o calas, emboscando con sus copas profusas a otras plantas contiguas. Pero hay que ser generoso con ellas porque es su tiempo, a pesar de que ese cambio climático convierte al frío del invierno en una primavera calurosa y eterna. Poco les falta a las calas, las cuales son ahora las reinas del balcón. Antes de que lleguen los primeros calores de Mayo, no aguantarán. Y entonces las situaré tras su floración excitante y delicada, en la parte de atrás de mi casa en donde sus bulbos descansarán hasta el nuevo pseudoinvierno de mi Valencia.

Amo a mis plantas. Son mis hijas. Son, la vida. Y el invierno estático no es tan tedioso gracias al trepar y a la coquetería de las calas, que le dan a mi balcón paz y amenidad. Y este año muy poco viento.

Me asomo al balcón. También el balcón es la vida. Casi nadie en esta vida lo hace ya. Temen ser vistos u observados, y guardan con mil llaves el celo de su sacra intimidad. Son fans del anonimato.

Desde el balcón, puedo ver cosas bien amables y hasta tiernas. Como me pasa desde hace unos días. Porque enfrente de mi casa, alguien ha puesto una jaula en donde vive y salta un pajarillo.

Lo han puesto dulcemente unos okupas que también son tiernos y valientes, y tremendamente decididos y jóvenes. Esa jaula la ha puesto en su balcón frente al mío una chica gordita y con una juventud adolescente que pasa más que muy desapercibida, y que para mí es un tesoro de ternura.

Esa chica okupa, tiene claras sus cosas. Es dulce y un gran proyecto de mujer. No traga. Y dice lo que considera oportuno. Por eso afirmo que es tremendamente libre.

Ese pajarito, seguramente si le abres la jaula se larga por ahí. Como harían la inmensa mayoría de los pajaritos que van quedando en las jaulas que driblan a la legislación vigente. La jaula es una cárcel para un ser vivo, un hándicap, un impedimento, una puñeta ...

Esa libertad real del pajarito, me hace pensar en la libertad de la chica gordita. El día menos pensado, llegarán los poderes y los tirarán a todos a la calle. Sí. Pero el mientras tanto, puede ser muy hermoso. Porque a través de los ilegales, yo también puedo soñar.

Y puedo evocar aquel tiempo sin libertades pero con encanto. En donde no se permitía trabajar fuera del hogar a las mujeres, en donde se engalanaban los balcones y se competía por quién lo tuviese más frondoso y hermoso, y en donde tener a un pájaro cantor en el balcón suponía un verdadero y colorido motivo de orgullo.

El pajarito y su jaula me hacen soñar con un tiempo que ya no existe y que seguramente ya no existirá nunca más. Pero cuando miro a esa jaula me quedo un tanto hechizado, entre la perplejidad, el arrojo, y hasta por el surrealismo de gente que todavía no se siente atrapada por el tiempo al uso.

La chica gordita dulce y okupa, bullanguera y decidida, radical y tierno, enemiga de la casa de sus padres y tolerante con la patada en la puerta de unos tipos que dejan morir la finca en donde está, representa la maravillosa contradicción de la adolescencia y de la resistencia.

Ojalá tenga suerte la chica gordita que todavía es de otro tiempo. Y cuando obtenga un trabajo y pueda, buscará a unos verdaderos amigos, quizás se reconcilie con su familia, y se enamorará de un chico majo, y dejará de ocupar esa finca y todas esas cosas. Y en esos momentos, el pajarillo se liberará de esos hierros de la jaula y emprenderá su deseado vuelo definitivo y vital. Como su naturalidad exige.

-PERO EL ENCANTO FUGAZ HABRÁ QUEDADO EN MÍ-
 

sábado, 19 de febrero de 2022

- AYUSO, EN VIVO Y EN DIRECTAZO. -



La tele. El Poder. Los pasillos de palacio en directo. La aparición de Isabel Díaz Ayuso, reina del pueblo de Madrid. Frescura sin pudor. Le podía el alma. Nombró a su jefe Casado, con todos los apellidos y consecuencias. la lió parada. Ayuso no quiere nunca pasar desapercibida. Músculos femeninos de acero, y siempre verso libre. Desafió hasta a las mismas estructuras. Le jodió que la espiaran.

¿Espiarla a ella? ¡Jamás! Nunca perdona y siempre castiga. I.D.A., hay cosas que nunca consiente. Su burbuja es rica y extremadamente mediática como una modelo con una gran pose creíble. Es chica y atractiva, y familiar, y amiga de su hermano, y muchísimo de sí misma. Ella es un yo inesperadamente superlativo.

Soltó encima de un micrófono y delante de una cámara, todo su temperamento cañí y postmoderno a un tiempo. Llamó crueles a sus enemigos de Partido. Ahora hay, amigos, enemigos, compañeros de Partido y gente "cruel".

Arrasó en las últimas elecciones madrileñas. Ayuso exhibió fuerza y se lanzó al ruedo y al reto contra sus crueles. Estalló la bomba. Los corazones de los periodistas latían descontrolados ante la brava mujer.

¡Oh, qué tremendo morbazo en vivo y en directo! Barro, que salpicaba en todas direcciones y sensibilidades. Los platós se convirtieron en una muchedumbre de tertulianos buscando las claves de la ira y de la gresca televisada. Fue una comparecencia top, de máxima audiencia, para enmarcar en la hemeroteca, que costará olvidar y siempre tendrá vigencia y atracción.

Tres de la tarde. Y algunos minutos. El murciano Teodoro García Egea compareció para replicar al ataque picudo e iracundo de la doncella carismática.

Teo dio la cara. Estaba profundamente serio, muy serio, excesivamente serio, tenso, cortante y sonante, trascendente y decisivo. Y giró su dedo pulgar hacia abajo. ¡No! Expediente al canto y sanseacabó. Y a la próxima, ¡tarjeta roja!

Habían hablado todos los de núcleo duro que apoyan a Pablo Casado. Piña. Mayoritariamente, piña. Algunos silencios, críticas, y desmarques, pero por encima de todo, piña. Sostén del Poder del PP. Aguantar los carros y las carretas. Firmes en una sola dirección.

Pablo Montesinos no resolvió nada. No contestó cosas decisivas. Por lo tanto es un tema personal entre el jefe y la menos jefa. Ayuso se convertía en menos jefa, en menos influyente, en una más, con un soplamocos bien pegado, y un cállate ya y déjanos en paz.

No ha dado tiempo a nada. El ruido de división es un hecho más que reciente. Los próximos días y horas se seguirá hablando en la televisión que quieras del Ayusazo un tanto inesperado. El tiempo hará de las suyas. Colocará las cosas en su sitio. Moverá deseos y motivos, disipará dudas y creará consensos. Fue la semana de San Valentín, recordado por el amor y por los desamores entres las familias de gángsters de antaño. Amistades implacables.

La tele es el refugio de los que no son tímidos; el momento de las audiencias que están al acecho. La política se hace show, arena de luna, ring de Frazier, taberna de pueblo, y luxe de intocable. Díaz Ayuso no pudo con Goliath, pero la vida sigue. Y la vida política es de nervios fríos, de serenarse, de dejarse de ruidos, de búsqueda de mejores momentos y de una bendita rutina.

-RUTINAE-

 

domingo, 13 de febrero de 2022

- HOY. -



Hoy por fin salí a la calle y fue otra cosa. Hoy fui yo de nuevo, victorioso, decidido, con la sensación de que se abre otro tiempo, con una cierta nostalgia de acercamiento a algo parecido a antes de la pandemia.

Hoy me quité la mascarilla, desnudé mis músculos faciales, y noté el aire fresco de Febrero acariciándome toda la verdad de mi rostro. Tenía ganas de desnudarme la cara. Y lo he hecho. Solo esperé a que las autoridades me lo indicaran.

Y ha sido como si recuperara algo dejado, olvidado, inerte, dubitativo, acojonado y prudente. Necesitaba mientras paseaba, volver a ser el yo de siempre, el yo liberado de protecciones y mandangas sanitarias, transitar con la idea majestuosa de la convicción, y de esta manera recuperar a cachos mi terreno perdido.

Al separar la mascarilla de mi rostro, el vaho que condicionaba mis gafas desapareció. Y lo que me vino a la vista fue mi nueva y alegre realidad. Y entendí mucho más lo que supone estar tranquilo, con la mirada al frente y a todos mis lados, repasando mis calles sin temor a bichos ni contagios, enarbolar la bandera de mi mismidad, reflexionar acerca de mis temores, y casi en última instancia jactarme de la sana costumbre de seguir vivo.

La pandemia no me ha afectado la salud. El virus no se ha acercado a mí más que a los demás. La fortuna me ha sonreído. Y he vuelto al punto de partida y de inflexión. A antes de aquel Marzo fatídico que atacó cual Pearl Harbor mi integridad y mi libertad.

Me ha sorprendido el ver a tanta gente con la mascarilla puesta. No es fácil tras una explosión que vuelva la calma en un pispás a los corazones. Lo que suele volver es la polarización: o euforizas o te vuelves calladamente pesimista. Y te haces a algo de lo que te cuesta salir.

Hoy hacía sol. Creo que siempre hace sol. Cuando el optimismo abraza tu alma, hace sol. Cuando necesitas liberarte, hace sol. Cuando has hecho un tremendo esfuerzo en la retaguardia de dos años, algo se muere en tí y se desgasta. Pero en última instancia, esto será una obviedad.

Ahora me toca a mí. Deseo reivindicarme desde mí mismo, caminar con pasos claros a donde me dé la gana. Cerrar el libro del dolor. Dejar que la primavera se mofe oportunamente del invierno. Ver cómo rebrota la vida en ese Abril eterno que irá presentándose y desconcertando a los pesimistas. Sencillamente, volver a vivir.

Nuestros descendientes leerán en sus libros de texto la gran tragedia del coronavirus. Pero después cerrarán los volúmenes y saldrán a jugar y a reír al recreo.

El recreo. La salud mental siempre se quiebra ante los grandes e infernales cataclismos de dolor en mayor o menor medida. No somos máquinas y tenemos sentimientos.

Por eso en mi paseo, los sentimientos me hablaban de un movimiento necesario y vitalista. La no mascarilla invita a olvidar. He de recuperar y recupero la fe en mi futuro en renovados retos, en que ir con la cara descubierta es un gran corte de mangas a la fatalidad. Que tengo la oportunidad única de combatir.

Hoy ha sido el paseo de la nueva verdad y de la gran esperanza. Hoy he sonreído interiormente y disfrutado de mi caminar. Pues caminar no es otra cosa que seguir viviendo. De verdad que ha sido una experiencia especial, algo gratuito y celebrado, una lucha contra los tics amenazadores del pasado, y una oportunidad más que acertada de saborear lo que mejor tiene la vida.

-QUE ES EL AMOR PROPIO-
 

lunes, 7 de febrero de 2022

- PORTAL NÚMERO 39. -



Mi calle, mi barrio, mi yo mismo. Todo ha de ser diferente. Porque la gente de mi lugar se fue yendo paulatinamente hacia otras barriadas de la ciudad, en busca de casas más actuales. Y por circunstancias, yo debí quedarme en esta mi casa. En la que nací y he vivido siempre.

Como imagináis, todo se ha transformado. Aquí éramos como un pueblecito con fincas de máximo cuatro alturas. Y quizás es lo único que queda hoy en mi barrio, al declararse protegido dadas sus características de zona histórica. Estas casas tienen 120 años, y pivotan sobre la Iglesia en la que me bautizaron, tomé la comunión, la confirmación, y todos esos ritos católicos.

Vuelvo a mi barrio. Era una cosa extremadamente familiar. Nos conocíamos todas y todos. Padres, hijos, nietos, etcétera ... Por eso, el tendero de los electrodomésticos apodaba a nuestro barrio con el sobrenombre de "el poblet", que significa el pueblecito. Porque realmente éramos éso. Un pueblo enclavado entre dos grandes Avenidas. Y mi calle era una de las más laureadas y loadas. Por ella pasaban hasta cuatro líneas de autobuses urbanos, de tránsito hacia el Centro Histórico.

Se han ido. Se fueron. Ya no queda nadie en la barriada ni en mi calle que sean de aquí. Se han perdido las raíces. Mi calle era un lugar lleno de vida. Se la conocía como "la calle de las tiendas". Y pocos desconocían su nombre y ubicación. Ahora, suele ocurrir todo lo contrario.

Pasaban las décadas, habían rehabilitaciones de edificios, pero el deterioro que sufre mi calle, ya es y será irreversible. Por mucho que hagan y renueven, algo muy potente de mí se vuelve triste y escéptico. Nunca puede ser como antes. Aquellos tiempos jamás podrán volver.

Los portales de números pares, se han ido rehabilitando. Pero, enfrente de la finca de toda mi vida, los fondos buitres que se han adueñado de mi barrio cuna, no han tomado tanta velocidad.

Ni en sueños pude imaginar esta nueva experiencia. Un día llegaron los obreros, y procedieron a rehabilitar por afuera. Y en el número 39, se dejaron la misma vieja puerta del portal por la que yo gateaba y daba mis primeros pasos cuando niño.

Han sido experiencias potentes. Y, lo siguen siendo. Como hay mucha necesidad, los jóvenes van buscando lugares en donde desarrollarse y morar. Y en este portal número 39, han pasado para mí cosas realmente mágicas, intensas, reales, personales y en el fondo, apasionantes.

Vivir la degradación y el abandono de mis fincas hermanas y amigas, no es plato de buen gusto. Y yo me enfadé mucho por tal abandono. Un día me presenté en la Consejería correspondiente y salí como entré. No me informaban de nada. Es el protocolo. Lo gracioso es que vivo mis sesenta y un años de edad enfrente de ese portal, y no parece que tenga derecho a saber lo que sucede. Paradojas de los protocolos y de las normativas ...

Han pasado algunos años tras la rehabilitación de ese portal 39, y de algunos colindantes. Y como la puerta es muy frágil, pues ya sabéis. Patada, y para adentro. Sí. Okupas. Y yo sentí una extraña sensación. Simpatizo con ese movimiento, pero era mi primera experiencia con ellos. Jamás de los jamases hubiese imaginado que mi calle cuna y popular, y rutilante, se iba a convertir en una calle de segunda o de tercera división. Me llama mucho la atención que no se ven pasar apenas coches patrulla de la policía. Seguramente el Ayuntamiento ha decidido que estas calles son reductos para jóvenes nenes de papá, turismo de ocasión, y muy poca o nula relevancia. De ahí que mi calle esté más que olvidada.

Los okupas. Es interesante la experiencia. Colocan unas estrategias para no ser vistos, y por la mañana se largan. Son jóvenes, algunos idealistas, valientes, arriesgados, y con la rebeldía casi tierna y violenta de querer poner campos bases a unos rumbos de vidas que todavía estos chic@s están configurando.

Un día, me dirigí a ellas y a ellos. Me sorprendió gratamente la actitud de una chica gordita, que parecía convivir con dos o tres jóvenes más. Me decía que lo que querían era un trabajo, y que como no se lo daban, en algún sitio debían estar. Yo, me limité a decirles que fueran cuidadosos. Y lo hice con nobleza y de corazón. Si los sabes tratar, no muestran agresividad. Únicamente, la lógica inmadurez de su juventud.

De vez en cuando veo a través de mi balcón, cómo se reúnen algunas personas, las cuales deben ser los nuevos propietarios, o los delegados de los fondos buitre, o gente del Ayuntamiento que se pasa por allí a ver y tal. Hipocresía... Y el otro día observé cómo un coche de la policía se apostaba encima de la acera y hablaba con algunas personas. Me pareció intuirles algo como resignación. Y luego, arrancó su vehículo, y se fueron del lugar.

Un día que estaba cuidando mis plantas eternas, y desde mi balcón, asistía al funcionamiento y a la conducta del grupo de okupas actuales. Habían pinchado la luz para hacerse la comida, y una chica hablaba fuerte y sin complejos. Los chicos parecen más estrategas y sigilosos, y un poco menos románticos. Pero todos están llenos de actuales hormonas de juventud.

¿Enfadado yo por asistir a este nuevo espectáculo?, ¿sorprendido porque no sea un escándalo mayúsculo, y que no se reuniera la señora Maruja con el señor Salvador?, ¿o éste con el señor Emilio, etcétera, etcétera? ...

¡Ni hablar! Mi desagrado va siendo substituído por la aceptación de la transición golfa de mi barrio en una nueva realidad. Voy aceptando con la curiosidad de un antropólogo social los movimientos de unos y otros.

Los malos malísimos okupas, no lo son tanto para mí. Más bien, sintomáticos o consecuenciales de algo que se veía venir hacía muchos años. Los fondos buitres y los que consienten las malas artes de abandono de mi calle, sí son de mi crítica y desprecio.

El otro día pensé que los okupas con sus cosas libertinas le darán un puntito de visibilidad a mi calle, la cual se había desvanecido durante décadas y por completo. Ese silencio de donde nunca pasa nada, os aseguro que es demoledor para mí. No olvidéis que esto no era un barrio frío sino afectivo. Ahora, los nenes de papá que viven en los pisos remodelados, no se preocupan para nada porque no tienen el menor arraigo aquí, y sus padres están en otros lugares y a otras cosas.

De veras que todo es apasionante si se mira con ojos de fría observación y nunca demasiado emocionales. El mundo okupa es tierno y hasta destacado. Es un tema de moralidades. Estos chic@s no tienen edad para tener maldad. Poseen el arrojo de los supervivientes, y sospecho que tras sus posiciones hay mucha carencia de estructuras vitales con sus conflictos personales y paternales. Uno a uno, estos chicos deben esconder historias apasionantes y más ricas, aunque olvidadas e invisibles.

No me gusta ver esos juegos de gato y ratón. Pero tampoco me gusta el modus vivendi de los chicos acomodados que tienen las espaldas cubiertas y que pasan de todo cerrando sus persianas con blindajes ridículos. Aquí hay "okupas" de muchas clases. Dueños, acomodados, y los okupas convencionales. Me duele mucho mi calle, y continuamente huyo de los recuerdos de aquellos años setenta que me marcaron mi forma más amable y cercana de estar en el mundo.

Decido mirar desde la positividad. Nunca fue un barrio de pijos, sino de obreros y bien republicanos, castizo y de raíz huertana. Esto es la Huerta feraz. De alguna manera, los okupas del portal 39 y de otros próximos, le han devuelto a mi calle del alma su lucha tradicional frente a los poderosos. Mi calle vuelve a estar tímida y fugazmente activa y altiva, y me agradan los conatos libertinos. Porque me temo que todo el pescado ya hace tiempo que está vendido, y que la ideología de mis lares se ha esfumado para nunca volver. Pero mientras tanto, el juego divertido de gatos y ratones le da vidilla y movimiento en el terreno de la derrota o del destino cruel.

- DE VERDAD QUE CUESTA DIGERIR ESTA TRANSICIÓN-

















 

domingo, 30 de enero de 2022

¡¡ I LOVE YOU, RAFA !!



¡ Te quiero, Rafa! ¿Hablar hoy de tenis?, ¿de tu 21 Grand Slam?, ¿de que eres el mejor deportista de la historia de España? ...

Sí. Es una mezcla de redes que entrelazan el hecho deportivo y la admiración mundial por un tipo especial que se llama Don Rafael Nadal Parera.

En la pista del mito Rod Laver, se ha erigido más dios aún, su discípulo zurdo Rafa Nadal. Laver fue el olor al Olimpo de la hierba del tenis de lujo, y Rafa es la continuación y el refrendo de esa majestuosidad.

Confieso que me levanté y me fui al acabar el segundo set. Medvédev es joven y Rafa un madurote. Y en eso, que consulto el móvil de reojo y veo que el manacorí no se ha rendido, que gana el tercer set y que sigue en pie.

Y vuelvo a la tele. Serían más de cinco horas de gladiadores majestuosos. Y entonces descubro que mientras la cabeza sublime de Rafa está carburando con un pasmo de miedo, su rival está empezando a ponerse demasiado nervioso. Pueden cambiar las cosas.

Y mira que el ruso es completísimo, y orgulloso, de mirada agresiva y burlona, pero Rafa es un gladiator al que le va la marcha, la dificultad, el sudor y hasta el barro. Un maniático del Tenis con un afán ganador digno de ser estudiado y en profundidad.

El gladiador de Manacor empieza a apretar y a levantar sus puños. Se siente cada vez más feliz y más seguro y ganador. Hace un mes no podía casi ni entrenar, y ahora está correteando por el Olimpo. ¡Parece un fantástico y estratosférico milagro, coño! ...

Porque Súper Rafa se embolsa el cuarto set, y al ruso el partido final del Open de Australia empieza a olerle a chamusquina. Debe haber sudor, crispación, cansancio, barro simbólico, y mente de zen. Daniil, tiene mente de zen, y tenis de ganador de futuro a corto plazo. Es otro campeón. Pero es que enfrente tiene a alguien con una cabeza misteriosa e indescifrable. Para ganar a Rafa hay que estar absolutamente concentrado en uno mismo. Por eso, es tan difícil superarle ...

Rafa estaba muy feliz mientras jugaba. Melbourne ha sido todo un regalo para el gran as mundial. Pasar a cuartos, a semifinales, estar compitiendo una final de un Súper Torneo, pasando de las trampas infantiles de Djokovic, y siendo loado por el gracejo genial del enfant terrible y súper John McEnroe.

Todo el mundo se ha emocionado. El extraterrestre Nadal ha vuelto a liarla. Sin un entrenamiento eficaz, tras un largo parón, ya mayorzote y con el escafoides del pie roto, ¿se puede seguir ahí arriba y ganándolo todo?, ¿será posible? ...

En el quinto set de remonte, Nadal estaba mentalmente tranquilo. Su objetivo estaba logrado antes del clímax final. Estaba compitiendo como una bestia ganadora y maratoniana. Era, él. Con mayúsculas: "ÉL".

¡¡Vamos, Rafa!! ¡Vamos la alegría que tenemos con tu comportamiento ejemplar y corajudo! Rafa es Deporte en estado puro. El valor del no rendirse jamás, el privilegio de la fortaleza de un toro, de la capacidad de leer el tenis con la sabiduría de un elegido, de templar y de sedar sus nervios, de no tener prisa  y de confiar en la diosa Fortuna.

Desde la Laver de Australia, Rafa ha vuelto a dejarnos boquiabiertos a todos de emoción y hasta de llanto feliz. El público con él, el mundo con él, España con él, yo con él. 

-SIEMPRE CON SU MAGIA IMPRESIONANTE-

 

viernes, 28 de enero de 2022

- A IRENE LE CAIGO BIEN. -



El sol valenciano actúa potente sobre el sello de sus cabellos alegremente pelirrojos. La cántabra Irene es coqueta, niña eterna, femenina y especial.

La conocí cuando hacía senderismo. Pero mi artrosis rotuliana la apartó de mi vida. Hasta que un día la volví a encontrar en ese templo valenciano tan desconocido que es una joya botánica y monumental. El Jardín Botánico.

Mi chica de la película, Irene, me recuerda trepando como un poseso por aquellos senderos atrevidos en donde hasta las cabras dudaban en adentrarse. Yo era todavía joven, e Irene casi una jovencita pizpireta y dulce, y hasta tremendamente desconcertante, suya y vital.

Irene labora en las oficinas de ese pulmón verde de mi ciudad, lleno de árboles centenarios y peculiares. Mi cercanía al lugar, hace que lo frecuente muy a menudo, porque para mí más que un lugar hermoso, es un sitio especial. Es bastante mi casa, en donde yo di mis primeros pasos, cuando este lugar de investigación universitaria aún se llamaba "El Huerto Botánico".

Sí. Me siento un poco como un Tarzán vintage y halagado por una mujer sin edad. Porque la edad e Irene no se parecen mucho. Es alta, fuerte, juguetona y eternamente chica. Admira que soy poeta y que aquel tiempo de senderismo fue emblemático y un potente cacho de nuestro apogeo y belleza física.

Irene parece tranquila aunque sea un manojo de nervios. Si le caes bien, tienes mucho ganado. Si no es así, lo vas a tener difícil. Te podrá perdonar y aclararse las cosas, pero para ella estará la fractura del jarrón chino que marca un antes y un después.

Irene se ha puesto ha flexionar los tobillos. Y le gusta a su autoestima que le digas cosas bonitas y que le lances una sonrisa natural. Sí. Irene flexiona los tobillos y las piernas como una chiquilla. Como la chica de un film hipotético. Y entonces me ha contado que lleva unas zapatillas engañosas, porque abrigan muchísimo sus pies aunque parezcan ligeras y de verano, y se ha relajado mucho dado que lleva una racha agotadora de substituciones a causa de sus compañeras que causan muchas bajas por el Covid.

No se quería bajar la mascarilla, no porque no le guste lucir belleza inmarchitable o por pudor de timidez. No lo quería hacer, porque sencillamente es a ella a quien le gusta tomar las decisiones y que no se las impongan los otros.

La chica Irene del Botánico, se ha relajado buscando el sol suave y que cunde en el mediodía invernal. Y se ha sentado en un escalón junto al "Umbracle", y yo la he imitado y me he sentado junto a ella mientras mis dedos audaces y masculinos jugaban con los cordones de sus femeninas y personales zapatillas.

Es chica y se sentirá chica para siempre. Me gusta que afirme que tiene las cosas bien claras. Y no olvida que es mujer, y que es normal que cause agrado, y le encanta charlar desinhibida con sus compañeros jardineros de pie de obra, y es evidente que le gusta gustar.

Irene es sol, le encanta viajar, y descubrir los trozos del vivir en cada momento e instante. Y le atraen los silencios atractivos. Y se vuelve a hacer la tímida conmigo. Lo que quiere es mirarme cuando mis ojos divisan las enormes copas de los árboles centenarios que imperan en el majestuoso marco verde.

Y entonces Irene decide que sí, que la llame y bajará al Jardín cuando no tenga mucho trabajo, y junto a la zona experimental de la Huerta del lugar porque allí hace mucho sol, y su rubicundo cabello lleno de misterio se tornará mujer y vitalidad. Y cuando te descuides, te dirá que la flexibilidad de sus tobillos y de su cuerpo en general se debe a que hace yoga y se sustenta desde una excelente alimentación sana natural. 

Pero yo sé que lo de Irene es gen femenino, y manzana, y jugueteo con el pensar que en sus anteriores reencarnaciones también fue chica, y mariposa, y gato, y gacela, y marchadora curiosa de montaña y playa.

- "Oye, tu planta está muy bonita ..."

- "Ah, la que te regalé. Me alegro."

-ELLA ES OTRA PLANTA-