8:45
jose vicente ortí
Se te queda mal cuerpo y excelentes sensaciones. Es una película española bien hecha y con adecuado presupuesto. Se te pasa el tiempo rápido y no te da codazos el tedio.
Más que el argumento, destaco el reflejo del contexto y la idea de la sospecha que el director, Alberto Rodríguez, lanza y propone una y otra vez.
Todo está bajo escepticismo y dudas. Hacia, y en la intriga. Son los años setenta en España, y la democracia todavía ha de arrancar con firmeza. Y no digamos en el mundo rural.
En las marismas sevillanas, hay esoterismos y enigmas peligrosamente atávicos. La libertad es un deseo más que una convicción. Y el poder es paralelo al que marcan las buenas leyes.
La miseria y la desesperación nunca van a ser colmadas por la acción de dos policías,-castigados y enviados a ese lugar terrible y profundo-, para resolver un tremendo caso de asesinatos de adolescentes. Esa desesperación tiene otras vertientes que el director de la película fija bien. Adecuada y oportunamente.
Porque ese "Puerto Hurraco" no solo es el de los diarios oportunistas y de la casquería, sino que hay otras Españas profundas enclavadas en el corazón del mismo inconsciente colectivo. Es una atmósfera especial y dura, violenta y contundente, temerosa y fatal.
Lo mejor de este film son las miradas y los gestos. Las intensidades humanas. La pescadora loca y vidente que lanza sus ojos hacia uno de los policías y le predice cosas terribles y aparentemente irracionales. Y entonces, el policía se la queda mirando entre una mezcla de sorpresa y de autoridad. Que es una de las claves. La falta de definición de la autóritas en un lugar sin demasiada ley.
Andalucía y sus jornaleros, el subdesarrollo, la falta de escolarización, los caciques, lo agrícola y los trabajadores, las convulsiones, y la apertura firme del contrapoder de la libertad. Nada está estático ni bien apuntalado. La diferencia entre el bien y el mal se va a sostener entre pinzas y entre quasi indiferencias. Allí manda el miedo.
Y para adentrarse en los terrenos enormes de las marismas del miedo, hay quizás que tener más temor que los temerosos. Es una inercia imparable. O actúas o actúan sobre tí. No se respeta a nadie que baje la guardia. Solo, hay impulso y necesidad. Rivalidades irreconciliables y evidentes.
Al final y como conclusión, los icebergs. El caso se resuelve aparentemente atrapando a los elementos más previsibles y emergentes que son meros síntomas de una realidad más profunda.
El asesino no es más que alguien a sueldo del poder caciquil y de la corrupción estructural y de la pernada, la cual va a tener mil ramificaciones siempre inesperadas.
Porque uno de los dos policías, ha sido un tremendo torturador en la época franquista. Es un ahogo y una realidad. Unas patillas y un buen reflejo profundo lleno de tics del pasado que entran de plano en el presente del espectador. Porque ahora mismito, España también anda y sobradamente en mordidas y sobresaltos. ¿Han cambiado tanto las cosas? ...
Excelentes interpretaciones de los actores y actrices. Sus movimientos y su violencia son tan creíbles como perturbadoras. Te impacta la impotencia de la no verdad y la proliferación de las sonrisas impostadas. No gana la risa franca de una feria, sino el asumir los caminos y apañarse entre lluvias y trampas maliciosas. Sin concesiones ni excesivas amabilidades. Para adultos y reflexivos. Para pensar en lo bella que sería la auténtica libertad.
-SIEMPRE POR CONQUISTAR-
8:47
jose vicente ortí
Esta vez fue mi balcón. Una tarde sola contra mí. Sobre mí. Y sobre mi libertad puesta a prueba. Una tarde de yo conmigo mismo.
Y me acordé, claro que sí, de los momentos gratos. De las aficiones que me procuran satisfacción y que por supuesto tienen que ver con mi futuro y con mi libertad.
Sí. Me asomé al balcón. Donde están siempre mis plantas. Las plantas que me ayudan permanentemente a verme en el espejo de mí mismo. Y ya es que tocaba aproximarme a ese reto bello de cuidarlas y de experimentar las sensaciones. Me apetecía hoy en especial.
Tarde desnuda. Apenas gente por las calles. Y entonces agarro mi botella llena de agua y observo dichas plantas. Tienen muchas cosas que decirme a través de mí.
Hace días que llueve y que hay un ambiente de cambio hacia la humedad y lo otoñal. Mis plantas han pasado el damocles del gran y espantoso calor valenciano. Mi antigua persiana las ha protegido del impacto de los rayos directos.
Ahora va cambiando el ciclo. Van recibiendo de nuevo la luz del día sobre sus ramas y hojas. Están más expuestas al tiempo cíclico e irremediable. En contacto con todo.
He aprendido bastante y paulatinamente de su crecer y estar. Por eso esta vez ha sido grato acariciarlas suavemente por encima con mi ternura de las gotas que las lanzo sobre ellas y sobre su tierra. Es suavidad. Quietud y delicadeza. Y es mi relajación y mi paz. Mi yoga y mi verdad. Mi tranquilizante y mi concentración.
Porque era muy bello ver ese acento y esa naturalidad con que regaba hoy a mis plantas. Mi pulso quieto, acertado, perspicaz, intuitivo sobre la botella con el agua, mis ganas de favorecer y ayudar a esas plantas que siempre me acompañan y me orientan a su modo.
Ni una sola gota de agua derramada a la calle, perdida desde mi balcón. Toda la paciencia y la aceptación con los transeúntes que pasaban por debajo de mí. Todo el respeto y la consideración. Todas las ganas de no perturbarles con mi agua restante el sendero de sus vidas libres. Mi respeto y su respeto.
Gotas de agua cayendo sobre el verde de las hojas. Limpiando las zonas de difícil acceso, las menos probables, quizás las más estimadas e imprevisibles. Y yo ahí, arriba, en el balcón, agachado ligera y sanamente, dirigiendo el agua hacia las plantas mías.
Acertado, descubriendo los efectos del verano sobre ellas, dándome cuenta de dónde no debí podar y dónde sí, aprendiendo de los tiempos y de las complejidades, y simplemente acompañando a esas plantas que tanto representan para mí. Sé mucho más de ellas.
Relajado, abiertos mis canales del yo, sincero, auténtico, con firmeza y orgullo, disfrutando con convencimiento de algo que me gusta, sintiéndome realmente bien y hasta reconciliado, recuperando momentos que ya parecían olvidados o de evocación, reinvindicando mi personalidad y mi estar, dándome dignidad a mí mismo, y sorprendiendo a los nuev@s de la barriada con esa faceta tranquila que siempre ha de estar ahí.
Al terminar, siento alegría sin que nadie me dé una buena nueva o una sorpresa especial. No tengo ansiedad y solo paz. Esa paz que mis plantas siempre saben proporcionarme.
-TODA NECESARIA-
9:31
jose vicente ortí
La noticia. Por fin. El pederasta de Ciudad Lineal. Madrid. España. Capturado. Puesto a disposición judicial.
Antonio. Cuarenta y dos años. Antecedentes y también cárcel por sexualidad desviada. Seductor. Niño bien. Clase alta. Su sonrisa mediática. Sus músculos desarrollados. Su obsesión por los gimnasios. Sus fotos en Facebook. De nuevo su sonrisa de seductor. Frío como el hielo. Pijo y teatrero. Psicopatía en todos los estratos sociales. Apresado tras fugarse, en la localidad de Santander. Cantabria.
Llamaba a los niños. Los hacía llegar a él y se los llevaba. Los secuestraba. Le fascinan los nenes. Su cabeza es en realidad una jaula de grillos de peligrosas fantasías. Estaba divorciado. Tiene un hijo. No debía ser feliz. Nadie nunca podía sospechar de él. Era trabajador y correcto. Siempre puede estar la terrible sorpresa.
Había psicosis en la madrileña Ciudad Lineal. Ayer salió a la palestra uno de los jefes de la policía para decir que se le había puesto a disposición de los jueces. En Ciudad Lineal se respira una cierta paz y un necesario sosiego. Los nenes pueden estar mucho más tranquilos al igual que sus padres. El pederasta ha sido identificado y está a buen recaudo.
Antonio y la sexualidad. La mente y el azar. La televisión ha montado su circo espectacular. Lo hemos visto prácticamente hecho. Incluso cómo entraban los polis y le capturaban. Cómo le llevaban a los calabozos y a la comisaría. A los jueces. A donde tenían que llevarle. Todo muy americano y esperado.
Las tertulias de los platós están muy animadas. Algunos aprovechan el río favorable para meter crueldad e intentar generar un clima que propicie el endurecimiento de las penas para este tipo de delincuentes. El miedo.
Impresionar los músculos de Antonio. Su nulo cerebro. Su hedonismo prudente. Su deseo narcisista de seducirse a sí mismo. De saciar a lo bestia su tremendo vacío y desvarío interior. Pederasta en serie, monstruo, y ser humano. Todo a un tiempo. Como la complejidad de las cosas. El sexo y el mal hacer.
2014. La salud mental en España. En mantillas y con muy poco presupuesto. Los psicólogos de los pederastas son policías en tiempos de capitalismo de acción. Todo es muy rápido. Demasiado rápido. Casi no da tiempo a pensar en nada que no sea inmediato, práctico o emocional.
Antonio. Orgulloso por ahora. Le han pillado el ADN en una de sus fechorías. Le van a meter en la cárcel. Y una vez en el trullo no se sabe muy bien qué le pasará. Le pondrán protección para que los otros reclusos no lo violen o lo maten. El futuro de Antonio parece llamarse cero. O, menos dos ...
Tratará de sacar de nuevo su seductora sonrisa para ganarse a los carceleros. Temerá ser linchado. Y por buena conducta tratará de largarse bien pronto de la cárcel. Dicen que estos enfermos no tienen tratamiento. Que sus impulsos sexuales no conocen de la cura. Imagino y quiero imaginar que nunca hay que hacer una máxima categórica y que cada caso es un universo distinto. La locura no debe caminar libre.
-NO ES BUENO PARA NADIE-
10:46
jose vicente ortí
Se ha ido. ¡Adiós! Quería imponernos a las mujeres sus cavernícolas ideas acerca del aborto. De Madrid. Un tipo con poder. Joven e histórico. Alberto Ruíz Gallardón. Y decían que era uno de izquierdas infiltrado en el PP. Un socialista espía y traidor, o algo así. Y resulta que era un cavernas ...
Soy Lidia. Y este señor me iba a obligar a ir a Londres para interrumpir mi embarazo, fruto de una violación. Como les pasaba a nuestras madres o tías en la época de Franco. Tengo quince años y estaba totalmente atribulada y angustiada. He llegado a odiar a todos los hombres. ¿Es que el machismo todavía no se ha creído que estamos en 2014? ...
¿Cómo leches iba yo a tener un hijo indeseado y fruto del ataque de un salvaje violador? Todavía hoy, ahora, en estos momentos, en la horita de ahora mismo, todo bien reciente y calentito, no me lo termino de creer lo que está pasando ...
Todavía no puedo asimilar el daño que determinados intrusos en la libertad femenina han proferido. No saben lo que es la mujer. No tienen ni idea. Nos consideran a las chicas un objeto de segundo orden. Y tienen mucha cara dura y desfachatez. Se meten en nuestra sexualidad, en el medio de nuestros cuerpos y de nuestra libertad, y quieren decidir por nosotras.
A Gallardón ya se lo habían advertido dentro de las filas de su partido. Y por una misma razón. Porque ahí lógicamente también hay mujeres. Siempre hay mujeres. España está llena de mujeres. Siempre habrá mujeres. Es justo que siempre haya mujeres. No hay más remedio, señor Gallardón, de que siempre estemos las mujeres.
El mundo en contra. A Gallardón le han dado una patada en el culo que va mucho más allá de la clave electoral. Gallardón es un síntoma. Casi una anécdota del pasado. Se acaba de ir, y a mí me parece como si se hubiera ido hace ya ochenta años. ¡Menudo peso de encima! ...
Fijaos si se me ocurre abortar. Que es lo que por cierto, con ley o sin ley, me disponía a hacer. Hubiese podido ser una delincuente, ir a la cárcel, partírseme la vida bajo los pies, etcétera ...
Me hubiesen destrozado a traumas. Me sentía estupefacta, y solo había algo etéreo que me redimía. Tenía una última esperanza que yo olía todos los días.
Porque yo salía a la calle y me relacionaba con las otras chicas, y todas las opiniones olían a lógica y a libertad. Mis amigas son muy normales. Hacen el amor con quien quieren, y entienden que el gusto del sexo es tan natural como el agua clara de un manantial. No ven sucio llevar un tanga o dejarse el sujetador en casa. Vivimos nuestro tiempo, señor Gallardón. Y a usted, ese tiempo se lo ha comido crudo.
Mi aliado ha sido el 2014. Nuestra moral y nuestra realidad. Mi violador peligroso está en la cárcel, y el machismo potente sigue allá por donde voy. El sexo de la mujer se sigue viendo como el gran tabú y el gran pecado. Es como si nosotras no tuviéramos derecho a hacerlo ...
Es increíble. Una tormenta y un damocles permanente. En el día de hoy de la noticia de Gallardón, hay bastante esperanza. Pero me da a mí que esto del machismo es cosa de esperar sentados. Va para muy largo. Los tíos creen que son los dueños de todo nuestro ser.
-AUNQUE PAREZCA MENTIRA-
9:16
jose vicente ortí
Es en la "Sexta", todos los mediodías cuando concluyen las noticias. El catalán y madridista Josep Pedrerol monta su exitoso tebeo o comic televisivo, donde muestra su sello y originalidad. Pedrerol hace bromas y hasta ironías a través de su pretendida contundencia e inquietud. Usa la aparente trascendencia de lo deportivo para hacernos ver finalmente que en realidad las cosas no son para tomárselas con tanta pasión.
Es un formato pensado para los adolescentes y jóvenes. Preña la pantalla de lo que es más impacto futbolístico. Velocidad e imágenes reiteradas y secuenciadas en un contínium reality que se bebe como una cocacola y que entra bien. "Jugones" es un refresco en los mediodías y una complicidad para los niños y estudiantes entre colegio y colegio. Esa es su clave de estar.
Las polémicas estiradas con aparente propósito de impacto. Los efectos especiales y las posibilidades tecnológicas de la televisión. Es dar rienda suelta a los sueños y a los cromos, a las verdades y a las trolas; a las opiniones que van camino de un guión de entretenimiento.
Pedrerol sabe su espacio y su idea. Su lugar. El título del programa, "Jugones", ya te ayuda a ir entendiendo por dónde va. Los cracks, las grandes figuras, las emociones que han sido y serán, las pulsiones de los jóvenes y su majestad el fútbol.
Después de las noticias y de las seriedades, de la actualidad política y de lo previsible, llega un olor a escape y a sueño, y hasta a novillos de estudiante revoltoso. Y "Jugones" te hace ver una historia paralela al fútbol que es de fútbol. Y entonces pones la tele y salen al recreo los amigos que dicen las cosas más ocurrentes y que se les antojan. Iker, Mourinho, el Barça, el Madrid, todo lo polémico, Florentino, Cristiano, Neymar, los amagos de las lesiones y todo lo que pueda mascarse como un chicle. Es ese mundo adolescente y práctico, cruel y vindicativo, fútbol de una edad y un tiempo intrascendente y de relleno, de crecer necesario, de que se abran las puertas y aparezca un saco de pipas o palomitas, de que los padres no estén, de que te pongan por el wahtsapp lo primero lo primero que les venga, los juegos y la risa final. La descarga.
Pedrerol viene de la radio y conoce los ritmos y los conatos. Hace desde las posibilidades modestas un amago de sueño. Y si te dejas ir cuando te va llegando el sueño de la siesta, acabas preguntándote qué cosas tan aparentemente extrañas se plantean en la tele con la excusa de esa pasión universal que es el fútbol.
Todo lo que imaginas y charlas en fútbol está ahí. Porque gusta repetir, recordar, tener manías, triunfar, ser simpáticos, temer guadañas de adversidad, ídolos que pueden caer, estrellas emergentes que desafían los espacios blindados, el poder en el cartón, los Estadios y el césped, lo que será mañana, los zapatos que se quedan ahí abandonados porque ya no caben en los pies, las nuevas aventuras y las marcas, las ganas de ganar y de jugar en los dos colosos blancos y blaugranas, comerse una pizza furtiva huyendo de la dieta equilibrada, hacer el gamberro tirando de un sueño, reírse y ser pícaros, y entender que el fútbol da para tanto que puede ser de todo color.
-LIGHT Y TOP-
9:34
jose vicente ortí
Domingo por la tarde. Indecisión. La casa, agobia. Mucha labor previa. He pensado en la conveniencia de hacer nuevas amistades. ¡Qué corte! Apenas les conozco en persona. Hay que espabilar. La fatal idea de no acudir a la cita, es comodona y sedante. Pero, por fin la vida. La vida me dice que no me pare a pensar demasiado. Que levante el culo de la silla, y acuda. Lo dudo. Lo dudo una vez, y mil veces, y trescientas, y doscientas cincuenta, y ...
Y me levanto y me pongo presentable. Y como un zombie y con una sola idea de puntualidad me planto en la calle. Cuando llego al punto de encuentro ya hay decenas de hombres y de mujeres que están pensando y sintiendo cosas parecidas a mí. Hay que salir. Había que salir. Éxito. Timideces, pero éxito.
Me refugio entre la cercanía de personas cortadas como yo, pero a las que ya voy conociendo más de otros momentos. Mejor partir de uno que de menos tres. Algo es algo. Y en ese momento me viene la libertad. Chicas guapas y hombres haciéndose los correctísimos. Es el tiempo del agrado impostado. Dicen que la primera impresión es la que queda. O algo así comercial.
"Rosi" me hace una reflexión pertinente. La de la soledad. Hay un denominador común que todo lo preside. Hay ganas de llenar huecos y de que pasen muchas cosas. De que te lleguen y de ser llegados.
Y te vas dando cuenta de que nada hay que dramatizar. Solo es una tarde casi de otoño y con un calor potente. Todo depende de las expectativas y de saber o no lo que uno quiere. La actitud. La forma de ver las cosas. La positividad. El buen color, las ganas de hacer que todos se sientan bien y con un solo fin: que yo me sienta igualmente en el agrado y en el bienestar.
Conocí a muchas personas. Es una experiencia que debo recomendar. Los inicios son menos difíciles de lo que se cree. En realidad hacer nuevos amigos puede ser inicialmente una cosa muy abordable y sencilla. Y una vez elegido el tipo de grupo más afín, va a venir un reto inaplazable que se llama continuidad.
En ese grupo está todo lleno de actividades y de posibilidades. No es para aburrirse uno. Lo que la vida me va a marcar es si voy a estar a la altura que precisan esas nuevas amistades. Va a ser mi voluntad y mi posibilidad real. Mi límite y mi espacio, todo junto.
Cultivar la amistad de esta nueva gente amable que he conocido. Soportarse y soportarnos. Hablar y hablarnos sin herirnos y con amor. Aquí hay gente tocada y en busca todavía de sí mism@s. Hay que ir sin trascendencias, con prudencia y espontaneidad. Aportar y escuchar mucho. Mutua necesidad.
El grupo. El grupo tiene eso. Tienes que asumir su dinámica. Lo haré. Lo haré con todas mis fuerzas. En mi escaso tiempo de ocio seré claro y activo, resuelto y sin idealismos. No me abriré a la primera ni a la tercera, pero no me cerraré en vaguedades. Soy y somos más cercanos e iguales de lo que hasta íntimamente podemos pensar. Lo sé.
Todo es más sencillo si tengo convicción. Si no pierdo el contacto. Si me afano en tener esa idea de la perseverancia sin precipitaciones ni melodramas. Lo que me gusta de esta gente es que son de carne y de hueso, previsibles e imprevisibles, puntuales e informales, diferentes a mí, vitales y celosos de su intimidad, alegres y fuertes, tímidas y tímidos, extrovertidos y arrolladoras, y todo ese abanico de gestos y personas que me atraen y estimulan.
-QUIERO SER COMO ELL@S-
8:09
jose vicente ortí
Ha ganado en Escocia el no a separarse del Reino Unido de Gran Bretaña. Pero lo que ha surgido imparable e incontenible por encima de todas las cosas, ha sido la presencia viva de la democracia sin cortapisas o ambages. Frente a la idea quasi mágica de las uniones sin fisuras que parecen propiciar los mercados y su capitalismo, hay realidades y derechos. Diversidades y deseos. Mucha verdad a la que nunca se puede renunciar.
Se sabía poco que en Escocia había personas que querían la independencia del Reino británico. Ahora, la libertad hace de amplificador y nos permite visionar toda la realidad. No hubiese sido sano que la gente no hubiera podido votar. El referéndum escocés refuerza finalmente la verdad democrática. Clarifica las cosas y las sitúa en un punto de mayor ajuste.
Éso, es una democracia valiente y fuerte. Marca tendencias y actualizaciones. Hace visibles los deseos y la carne social. Importan al menos por igual el money y los ciudadanos. Y los diferentes pueblos arriesgan y apuestan por su verdad más sincera. Tienen derecho y son escuchados.
Dentro del marco actual español y constitucional, parece que eso no puede llegar por ahora al pueblo de Cataluña. Y es sintomático de flaqueza democrática. El miedo a la libertad de la expresión de la ciudadanía, es un ejemplo de que ser demócratas por aquí supone un mayor esfuerzo. España es menos democrática que el Reino Unido. Los anglos acometen sus retos con valentía y lógica democrática. Aceptan más las cuestiones, aunque no les pueda gustar.
Cataluña tiene derecho a que conozcamos en votos su opinión de pertenecer o no al Reino de España. Debería tener derecho constitucional a saber qué se prefiere por esos lares. Sería todo más auténtico y clarificador. No debemos mirar hacia otro lado cuando los ciudadanos libremente expresan su opinión. Lo otro, es cagómetro democrático. Falta de coraje. Agarrarse a los clavos de los pasados.
No importa la geografía, o los metros cuadrados de tierra, o la presión de los tiburones financieros. Lo que importa es que la soberanía reside en el pueblo. Cosa que solemos olvidar con facilidad. Si Cataluña desea apañárselas en solitario, deberíamos aceptar esa decisión. Y todo quedaría abierto, definido, claro, más real ...
Lo mismo exactamente que si en Cataluña gana el no. En el fondo no es lo más importante. Lo que tiene valor democrático es la ruptura de mitos o tabúes que se tienen por incuestionables. Las minorías, son y están. Deben de contar más de lo que cuentan. Porque también la minoría es verdad. Un no en referéndum es un resultado coherente y oportuno. Más allá de las frustraciones o de las alegrías, hay unos sentimientos que siempre hay que respetar. Todos existen.
Al igual que a Escocia, a Cataluña deberían dejarla igualmente expresarse. Los miles de personas en las calles con las banderas, no han de ser imágenes baladí. No debe temer. Si somos coherentes, la palabra miedo debe escasear.
En estos momentos, los mercados aprietan los dientes y tragan quina esperando resultados favorables a sus inmovilismos. Por eso tienen siempre un excesivo protagonismo en las reglas de juego de la verdad. Y esa pugna no debería ser tan encarnizada.
-EN GRAN BRETAÑA NO LO HA SIDO TANTO-
9:09
jose vicente ortí
Albores y vértigos. Presente y pasado. Todo el tremendo futuro. La luz. Hermosa y cegadora luz. Dolor de crecer. Los otros y uno mismo. Avanzar. Reavanzar. Tomar ideas y decisiones. Aceptar que hay que atreverse y hasta pasar miedo. Romperse los esquemas y las barreras y comenzar a decidirse.
Preámbulos de demora. Retrasos y lamentos. Preocupaciones y zozobras. Mirarse a uno mismo. Mirar de frente y sin complejos. Mirar al resto de la gente y a las reglas del juego del consenso. Mirar al amor y jugarse el rechazo. Ser fuerte en uno mismo. Aceptar.
Aceptar y hacer que repose el impulso. El camino es largo. La vida es extraña y apasionante. Pero hay que ser egoísta y ponerse a volar. Emprender la necesidad del afecto. Sentirse con exactamente los mismos deseos y reinvindicaciones que los demás. Sentirse los demás.
Desde el nido al suelo. Pensamientos del riesgo. Todo puede ser error. Es un error y una actitud a un tiempo. En casa de uno no se es ni se está bien. Hay que abrir la puerta, ponerse unos zapatos y estar seguro de uno mismo. Mejor así.
Timideces, pudores, contratiempos, desencuentros. Pero también aceptaciones, estares, convocatorias, sonrisas corteses y síes iniciales. Todo lo que vendrá a continuación dependerá de lo que hagas. De tu forma definida de estar en el mundo.
Estar. Ser. Être. Primer paso. Ya es. Si sientes que estás, entonces puedes soñar. Puedes pensar, tener paciencia contigo mismo y hasta valor para errar. El exterior. ¿Qué es el exterior?, ¿qué ha pasado ahí afuera?, ¿cómo va todo por ahí?, ¿por qué es que no lo sé?, ¿qué me sucedió?, ¿qué le pasó al mundo?, ¿por qué nunca se detiene y siempre avanza infatigable? ...
Las preguntas y los porqués, son salud. Claridad y ganas de aprender y de conocer. Quiero que me quieran pero no les voy a imponer nada. La libertad. Extraño, eso de la libertad. Y a la vez no hay nada más maravilloso que ser libre.
Decidir. Ser el jefe de las cosas de uno mismo. Coger musculatura de entereza. Entrenar a vivir. Mostrar presencia y salir del huevo. No sentirse culpable por lo que no tuviste la intención de hacer mal. Hacer paciencia que no victimismo. Rigurosidad y realidad. Extrema realidad. Nada de fantaseos o idealismos.
El mundo es como es. Tú eres como eres. Esa interacción marcará la gestualidad y la sonrisa. Llevarse bien con el mundo empieza por uno mismo. Tenerse fe. Creer realmente en uno mismo y en sus límites y excesos. Saber parar y adaptarse. Hacer de tripas, corazón. Aguantar el tipo para ir metiéndose finalmente en el gran marathón de la vida auténtica.
Ser uno más y no el gran Supermán. Aceptarse las características. Pechar con los errores y los aciertos. Abrir las ventanas y tirar los miedos. Viajar y experienciar. Fijarse. Concentración. Notarse y apreciar lo ajeno. Saber escuchar. Muy importante es esa confianza. Los demás te van a aportar ese otro ángulo, ese nuevo matiz, esa idea que te pasó inadvertida y menor, ese impulso en tí que no esperabas, una nueva amistad, una pareja, un nuevo amor, un nuevo sexo, un nuevo acento, otro color, otro día, otros minutos, otro futuro, otras consistencias, más madurez, el repaso de tí mismo, tu limpieza interior, la planta que se hizo árbol, otra estación de tren, otros vagones, otras situaciones, otros vientos, otros arrullos, otros pájaros, otros ríos, otras necesidades ...
-OTRA COSA-
9:03
jose vicente ortí
La estación cobriza, la de las sombras alargadas laboriosas, la luz que descansa, la vid en oro y tus ojos eternos.
Otoñal dama de medios de infarto, de gimnasio y actualidad, femenina y plural, y delicada, y de arrugas bellas, y de piel lechosa e imposible, de ademanes seguros y lógicos, decidida y resuelta. Como exactamente tú.
Otoño de depresiones y ambulatorios, de colegios y protestas, de vuelta a la realidad, de tipos hoscos que nunca te darán los buenos días, de fútbol y convencionalismos, de la Champions League, y de tu modo de mirarme, admirada flor.
Otoño de vejez y de fin del apogeo, de charcos y putas tormentas, de gripes y achaques, de deslices y descuidos, de afanes políticos, de ladrones en salmuera, de tipos con daga en la mano, de pereza al levantarse, de cambio horario que convierte las tardes oscuras en una trampa escandinava.
Otoño de estrés, de metro y sudor de obrero, de paro y más paro, de necesidad de hacer algo para pintarse el tedio, de tomarse un café calentito por las mañanas, y de tomar la ropa que tapa y te convierte en un ser más esperado y conservador en apariencia. Como exactamente eres tú conmigo, mujer.
Otoño de la radio y de Javier del Pino, de escapada y senderismo, de hojarasca, de huír de lo irremediable camino de una ráfaga de oxígeno salvador en el automóvil de otros y en una mañana de domingo anónima. Otoño de aguantar e intimar, de ir al cine, de comentar lo que sea, para inventarnos esa excusa oportuna para estar con nuestros preferidos, para dejar hacer al tiempo para que no nos afecte en demasía lo que sucede, y para que el aparente pasotismo me ilumine tu sonrisa que siempre está ahí.
Otoño de bailar en la disco, de botellón a cubierto, de cercanía física agradecida, de caza en el monte tras la vida, de meditar el yoga de la respiración, de esperar los ejercicios espirituales de la represión, de perro que ladra sorprendido entre la aceptación de los jovenzuelos que nacieron sin reglas, otoño de sala de espera y de cola de teatro, de marionetas y de niños en moto que quieren ser ya mayores, otoño de anorak y chubasquero, de pañuelo y elegancia, de nivelazo en la ropa que te vi puesta ayer y en la que nunca te podré ver cuando entras en la ducha. Bendita prohibición que te da el misterio de lo bello y de lo eterno. Bella y rutilante piel que siempre loaré. Todo tu enigma bajo tu aparente corrección. Tus capas abiertas de Eva.
Otoño de extravío y de sendero arriesgado, otoño de traba y desesperación, otoño de ardilla excitada y saltarina, otoño de los que ya no están, recuerdo del verano que se fue a la porra, adiós a la playa y al tanga, nostalgia de aquel lío breve que tuvimos mientras te guardaba la toalla y aceptabas mi invitación. ¿Qué fue de tí? ...
Otoño de presente de indicativo y de la primera persona del singular, otoño de ortodoxia y academia, otoño con ñ y con tabú, otoño cañí y de aquí, otoño de todos los lugares del mundo, y de todas las razas, y de todas las guerras, y de todos los idiomas y credos, y de toda la democracia, y de tus piernas más largas y kilométricas.
Otoño de la Pasarela Cibeles, de los Goya, del postre dulce y goloso que sabe a tí, de la última sorpresa, de las flechas que te tiran al invierno radical, de la necesidad de que los problemas se alejen de nosotros como hace el sol por un tiempo, y de que el placer y el bienestar le pongan música de lira a nuestra compañía y a nuestro amor elegido. Amor de otoño y verdad.
-AMOR CONSENTIDO-
10:08
jose vicente ortí
La pelea cotidiana. El bregar. Las dificultades y el reto de afrontar el cada día conmigo mismo y con los cuidados hacia mi madre.
¡Ah, la mamita! Su insuficiencia respiratoria dificulta y condiciona su calidad de vida mientras su familia la ignora por completo y jamás se digna a visitarla. La abandonan a ella y a su recuerdo. Como siempre hicieron, por cierto. En este sentido, no hay novedades. Es, lo que de habitual hicieron con ella.
El aire. El oxígeno. La falta de ese oxígeno la produce a mi madre una potenciación de su tristeza y de su agresividad. De su carácter inconformista. Porque ella no tolera la mascarilla de ventilación nocturna, y eso hace que las mañanas sean todo un gran reto para mí. Lo afronto con decisión, pero a veces me acompaña el temor a no poder. A no estar a la altura de las exigencias.
A mi madre, la palabra mascarilla le suena a rayos. Y eso que la necesita un mínimo de siete horas. Pero, no hay nada que hacer. Ella se niega una y otra vez a que se le ponga el aparato. La mascarilla y mi madre, son antitéticas. Solo con nombrar la palabra mascarilla, mi progenitora se pone convulsa y desbaratada. ¡Ni hablar de éso! ...
Al no ventilar sus pulmones como deberían, se levanta hecha una calamidad. Su demencia se resiente al no llegarle apenas el oxígeno al cerebro. Y desde el sillón que suple a una cama que apenas tolera, me lanza unos constantes murmullos que significan que debo levantarla y llevarla al baño. ¡A la orden, señora! ...
Medio ahogada, me dice como una letanía que no puede, que se cae, que quiere morirse, que le duele la cabeza, que se marea, y se reinvindica desde buena mañana por su afán de mando. A pesar de todas las vulnerabilidades, su mensaje sigue en lo más alto: "aquí mando yo" ...
Empieza la pelea. Su respiración es agitada. No puede pensar pero sí mandar. Yo, no cuido muertos ni tolero que me gane. No debo dejarla a su suerte. Si lo hago, sufriría todavía más.
Mi madre se enfada porque está cansada y porque no se siente bien. Y yo la disculpo y la comprendo. Pero hay un momento en el que ya he de ponerme soldado de su salud.
Tras desayunar, se niega a salir a la calle. Mientras, todo le parece mal. Nada está bien. Y solo cede aparentemente cuando comprende que la suerte está echada y que ya no va a poder salirse con la suya. Pero no se dará nunca fácilmente por vencida. Éso, jamás ...
Me grita, y me dice de todas las perrerías. Trata de amilanarme delante de los vecinos, viandantes, o de quien haga falta. Pero yo intento no caer en sus trampas siempre defensivas. Quiere sacarme de quicio para así no cuidarse y salirse con la suya su autodestrucción. Es vendetta contra su sino. No sabe ni le da la gana envejecer. Lo considera una total injusticia.
Me mira y controla. Todo lo controla. Me insulta. Me busca los puntos débiles. Y la lucha cotidiana es encarnizada pero necesaria. Quiero que pase los últimos años de su vida con una mínima dignidad y tratando de compensar con todas mis fuerzas el abandono de una familia funesta y terrible. Sencillamente, despreciable. Por mucho que me duela. Es lo que hay ...
La una y cuarto de la tarde. Las dos. Mi madre ya es una balsa de aceite. El transcurrir de la mañana sin dormirse le ha hecho recuperar el oxígeno en deuda al no ventilar de noche. Y además, un oportuno medicamento se ha hecho con su violencia y ya la permite pensar. Todo se encauza.
A pesar de las mañanas que me da, cuando a eso de las cinco de la tarde parto para mi casa, veo en sus ojos agradecimiento que a veces me suena a cinismo porque estoy cansado.
-MI MADRE ES ASÍ Y SE ACEPTA-
8:22
jose vicente ortí
Tras la abstracta verborrea inane y carente de sabor del "Tata" Martino, el FC Barcelona parece hacer una apuesta oportuna y acertada.
El asturiano ex futbolista Luís Enrique, es otra cosa. No es verbo, sino garbanzos de realidad. Trata de bajar al césped todo lo que sea Barça, y con la experiencia de quien ha sido jugador de ésto, actúa con desparpajo y espontaneidad. Se agradece.
Se trata de que el Barça no sea tanto más que un club, sino una cita sabrosa y dominical, de aceptar lo deportivo y no pasar demasiado de ahí. De devolver el sentido común a un avispero desencantado y siempre excesivo.
Domar los tiempos sin que se note, y que el damocles del resultado no haya de ser la guadaña definitiva. Luís Enrique se ha puesto el mono de faena y no rehúye a nadie. Sabe que esto está montado así y que el morbo del negocio le lleva a regatear con convicción el marcaje facultativo del periodismo. El fútbol va siempre al médico periodista que analiza, y también al currante que baja al bar a distraerse, o a quien puede permitirse acudir al Camp Nou. El fútbol ha de ser abierto y real, airearse en todos los tabúes, y hacerse ver que las trascendencias no se antojan ahora imprescindibles.
El Barça está en una evidente transición de la que desea salir. Pero no debe escapar de sí mismo despegando como un Boeing, sino con la suave naturalidad de un ave con sangre y sentires.
Luís Enrique juega a eso. A positivizar y a hacer la sonrisa que parecía perdida, y a que sus gestos de futbolista en el banquillo huelan a la autenticidad de quien no teme demasiado al pasado de un club de mitos.
Ahora, es el mito el gran adversario. Quizás, más que los resultados o los números. La idea es el "partido a partido" de Simeone. La misma, porque en el fondo es una máxima que deberían llevar todos en su camiseta de la Liga. Esto es un tiempo prolongado, un marathón dominical y de pasión, pero también un espacio para divertirse y pasarlo bien viendo fútbol.
Messi deberá ser menos galáctico, la media de edad no deberá hacer pensar en gerontología, y la facilidad y necesariedad de hacer un nuevo bloque de intensidad y consistencia, todo un reto para el nuevo entrenador. Bella palabra.
Un bloque, y nuevas ilusiones. Otro Barça que no suene a hogar del jubilado o a comida caducada. Es la idea acertada y el buen propósito de un hombre con carácter y a la vez campechano y conciliador cuando ha de serlo.
Luís Enrique siempre tuvo una personalidad especial. Estuvo de jugador en el Real y en el Barça, además de en la Selección. Lo que pasa abajo en el césped, ya no le sorprende. Ha vivido el fútbol de la hierba, no ha triunfado en Italia y lo ha hecho muy bien en el Celta. Tiene recorrido y experiencia, y parece que le acompañe la astucia. Sabe bien manejar la pasión y los avatares. Quiere que atrás se queden los fantasmas negros y los exagerados. Y lo va consiguiendo. Porque empieza a hablarse del Barça como un bloque sólido que vuelve a saber a lo que juega. Porque hasta en los grandes trasatlánticos, los trascendentalismos están muchas veces de más.
-Y ES TODO MÁS SENCILLO-
8:54
jose vicente ortí
Vi cenizas en Septiembre. Y me extrañó mucho. Todo me extrañó mucho. Oía colosales ruídos y me sentía atrapado dentro de una broma cruel. Me dolía tanto todo mi cuerpo que mi mente estaba ralentizada y hasta secuestrada. Todo era una nada insoportable e indigna para el existir.
Cenizas, cascotes y sangre. Seguramente, heridos. Y muchísimos muertos. Un enorme desconcierto inicial que nunca pasaba en mi Nueva York. Hasta que atisbé a pensar levemente en qué estaría pasando en mi ciudad de los sueños y si estaríamos siendo neutralizados por las fuerzas del mal.
Más ruídos. Más cenizas. Olor a humo letal. Avenidas de cascotes. Ya no había cielo sino niebla. Bomberos atrapados en una descomunal fauce de impotencia. Aquel 11 de Septiembre decidió mi vida y mi visión de las cosas pudo variar.
Empecé finalmente a sentir terror. Alguien me dijo que mantuviera la calma y que me sacarían de aquel infierno. Y fue precisamente en aquel momento cuando pude apartarme de mí y pensar en los míos. En mi familia. ¿Dónde coño estarían? ...
Lo peor es la impotencia. Cuando no puedes hacer nada. Cuando te ves perdido y sin apenas posibilidades. Cuando la cabeza te dice una cosa pero el cuerpo la niega. Cuando lloras, y sufres, y te desgarras, y no hay consuelo, ni futuro, ni absolutamente nada que sepa a dulce o a miel ...
Horas más tarde lograron llevarme al hospital. Entré en pánico. Quería saber qué había sido de los míos pero no iban las comunicaciones. No me daban la información que yo más precisaba. Seguía llorando desconsoladamente, hasta que noté un pinchazo. Me calmaron y me curaron. Y antes de darme el alta, pude ver a los míos. Estaban afortunadamente, bien. Y todos me aconsejaban que no viera demasiado la televisión ni escuchara las noticias, hasta más adelante ...
¿Más adelante? ¡No! Lo primero que hice fue poner todo lo mediático a mi disposición. Y vi los aviones asesinos y cómo caían las Torres Gemelas, y toda la enorme salvajada. Aquella gente lanzándose por las ventanas ...
Precisé atención psicológica. Mi matrimonio se fue al garete. Nos reprochábamos las cosas contínuamente y aquello no debía ser aguantado por nuestra nena Silvie. Lo dejamos y con acierto.
Algún año después pensé que nada estaba tan claro como podía haber imaginado. Noté en mí un odio atroz. Un odio general. Odiaba a todo lo que se movía. Me odiaba a mí mismo y a todas mis decisiones del pasado. Del atrás. Lo había hecho imperfecto. Mal. No había podido pensar.
Odio y odio. Esa era la palabra. Odio. Hasta que vinieron unos ángeles oportunos que me hablaron del maniqueísmo. Los árabes no eran tan cabrones como yo pensaba. Todo se trataba de equilibrios, de consensos y de balances. De diplomacias y de pacificaciones.
El odio que nos tenía Bin Ladden podía haber sido mitigado si hubiéramos hecho las cosas con más tacto y diplomacia. El saudí había sido colega de negocios de nosotros los americanos. Y, decepcionado nuevamente, asistí a un nuevo dolor. Nuestra venganza era el odio. Nuestro dolor era el ataque. Es el ataque. Seguimos pensando en la idea de que nosotros somos los buenos y los justos, y ellos los enemigos siempre endemoniados.
Y en ese momento vuelvo a ver cenizas, y desgarros, y nuevas impotencias, y la sensación de que las cosas no van bien.
-SIGUEN SIN IR BIEN-