martes, 12 de marzo de 2024

- OPORTUNO PARA SWENKA. -



Swenka es de Riga. En donde los fríos menos importantes son los meteorológicos ...

Carlo apenas tiene contacto con la realidad. Es un vejete impedido, y está muy solo. Por casualidad ha conocido a Swenka. Carlo le ha ofrecido su casa de Siena para que viva con él, y ella le ha sonreído. A continuación, lo que semeja un favor mutuo, se ha decantado estrepitosamente hacia uno de los dos.

Swenka, sin domicilio, habría encontrado un lugar en donde pasar las noches, las estrategias y los descansos. Y Carlo tendría en su hogar a alguien que le evitaría demasiados disgustos. Carlo necesita silla de ruedas porque la edad no le procura ya frescura a sus piernas, ha roto el contacto con su hija politoxicómana, y vive casi por inercia.

Algunos conocidos han podido observar el semblante de Carlo. No es el de antes. Lleva mucha tristeza interior. Y lo que es peor, demasiada preocupación exterior. Carlo ha perdido mucho la sonrisa de aventura que mantuvo durante muchos años, y que combatía con la ludopatía y con el desenfado y practicidad en lo cotidiano.

Pero pasa algo más. Carlos tiene espíritu de terror. Está cagado literalmente. Nunca pudo imaginar lo que la desesperación delincuencial es capaz de engendrar en la buscavidas y atractiva Swenka. ¡Nunca! ...

La rubia oportunista fue indagando acerca del corderillo Carlo. Le supo solo, y a merced de todo. Y comenzó a hacerle firmar documentos y a hacerse con su dinero.

El bisturí mental de la letona mujer, consistía en su fortaleza física y en la frialdad de su miseria. Un día agarró a Carlo del cuello, minutos antes de irse por ahí a divertirse, y le dijo que si había entendido cuáles serían a partir de entonces las nuevas reglas del juego. Sí. Carlo sería la mierda de Swenka, su esclavo y su posesión. Y si decidía romper el pacto, en cualquier momento acabaría con su vida.

Su hija politoxicómana, se enfrentó sin éxito a Swenka. La mujer nórdica no tenía nada que perder. Anuka es el nombre de la hija de Carlo. Y sabe que si se enfrenta a Swenka, no tendría nada que hacer. Y en el fondo, Anuka es vital y hasta pizpireta. Ama demasiado la vida, su padre le importa un rábano, y piensa que es mejor dejarlo todo como está.

Swenka ha hecho algunos amigos en Siena. Para ello, les entrega el placer de su cuerpo si es necesario, y se impone a ellos. Conoce a algún policía, a abogados, a gimnastas musculados, y sonríe haciéndose fotos junto a un joven imberbe.

Pero no pierde el tiempo. Swenka es muy rápida. Sus ojos son grandes, su edad bastante discutible, su figura armónica, y su futuro es su presente. Por ejemplo, cuando no hay día en el que no tome por el cuello a Carlo con sus manos, y le advierta con un grito que nadie oye, que ella es muy generosa y que por ahora le va a dejar vivir porque necesita su dinero. Pero que no haga planes. Va a morir cuando ella quiera ...

¡Tiene lugar! Es de noche. Swenka ha tenido un día intenso y enfadado. De modo, que esta vez el cuello de Carlo se ha quebrado definitivamente. Lo ha matado. A continuación, ha llamado a personas poderosas en Siena, las cuales le han prometido protección. Defensa. ¡Impunidad! ...

El forense ha certificado la muerte. Y tras hacerlo, le ha mandado un mensaje a Swenka: "Todo irá bien. Cuenta conmigo. Conozco a jueces y policías. El viejo es tan desgraciado que pocos irán a su entierro. Pongo en el papel oficial, que ha sufrido un infarto. Si acude la hija al entierro, ya me avisas. Tu aventura en Siena seguirá limpia, Swenka. Pero dentro de unas semanas es mejor que abandones la ciudad. I love you, Swenka! ..."

La hija de Carlo no asiste al entierro. Solo van los conocidos del viejito. En la Iglesia, el cura lanza una prédica stándar. Dice que: "Carlo ya está en el Cielo y que el Altísimo le ha premiado con su definitivo descanso ..."

Nunca nadie de los conocidos de Carlo, le dirá a Swenka lo que piensan de ella. O, casi nadie ...

Se limitan a mirarla entre fijeza y temor. Swenka está ahí. Altiva. Inocente, y pensando en futuras fechorías. ¡En vivir! ...

Andrelino es homosexual. Conoce e intuye bien a Swenka. Se apartó de la amistad de Carlo, porque olió que aquella relación estaba demasiado podrida, y para él aquello resultaba absolutamente peligroso.

Andrelino está furioso en el funeral. Mira a todos con una enorme distancia. Los corruptos amigos de Swenka sonríen con disimulo las impotencias del amigo más amigo de Carlo. Y de repente, se vuelve enloquecido hacia Swenka y le grita: " ¡¡Lo has matado, puta !! "...

No solo nadie dice nada, sino que Swenka le sonríe con una mezcla de indiferencia y de rechazo. Con superioridad y aparente dignidad.

Esa misma noche, se oyen fuertes golpes en la casa en donde vive Andrelino. Son dos hombres que sobrepasan con creces el metro y ochenta centímetros. El objetivo es darle una paliza brutal e inutilizarlo sin descartar la muerte.

Lo que ocurre es que Andrelino ha partido ya para Lecce, en donde viven sus hermanos y conocen el drama de Andrelino. Nadie hay pues en la casa. Tan solo un papel. Y uno de los tipos de Swenka lo localiza. Y lo lee apresuradamente. En dicho papel, indica lo que sigue:

- "Sé que vendríais a matarme. Por eso me he ido. Tengo un gran deseo de vengar a Carlo. También tengo muchos amigos en la "Camorra". Swenka debe entrar en la prisión por lo que ha hecho. Conozco a Carlo desde que éramos unos niños. Os juro y sé, que esto no acabará como vosotr@s pensáis ..."

Los tipos de Swenka informan a su amiga acerca de lo sucedido. Y entonces, la letona no puede evitar tomar varias copas de vodka, mientras ríe a carcajadas y les dice a sus amigos que esa noche quiere verles y divertirse mucho con ellos. Se incluye, sexo, risas, aventuras y libertad. Y los amigos de la mujer se relamen y ríen.

Mas no hay nada definitivo. Carlo ya no está. Lo ha matado la sociedad, su infortunio, y unas manos femeninas de fuerza letal y fría. Solo el futuro pondrá el punto final a esta historia.

-LO DEMÁS SON AHORA MERAS ELUCUBRACIONES. -
 

martes, 27 de febrero de 2024

- AQUELLA MERCERÍA. -



En extinción. Otro tiempo. Otra mujer. Otras costumbres. Otro mundo. Otro rol en la mujer. Una libertad. Y también una nostalgia, y mil aparentes ternuras femeninas.

Juanita. Valladolid. Una de las mejores mercerías. Un tiempo que existió. Un mundo especial y vetado a la masculinidad. La mercería era mujer. Y abundante. Cosa de mujeres. Apasionantes los diálogos entre las merceras y las clientas. Las modistillas. La seda. La prenda femenina. La costura. La relación cotidiana y hasta íntima entre mujeres que desearon renovar sus prendas y su imagen sin que muchos cotillas pudieran poner la oreja.

La cliente no solo le pedía a Juanita elementos y trabajos de encajes y costuras de su mundo condicionado, sino que a veces hasta se hablaba de amor. Sí. De novios, de atracciones, de señores, de conveniencias, de consejos sentimentales o hasta de recetas de cocina.

La mercería fue mucho más que un tiempo de comercio entre mujeres. La mercería atrapaba la sensibilidad de los varones, era como una Gran Superficie pero en pequeño, en donde ordenados los cajones, había de todo. De todísimo. Agujas, dedales, ovillos, botones, tejidos, encargos, más costuras, medias íntimas y de escándalo disimulante, pedidos, tiempos de charleta, sonrisas cómplices y comprensivas, complicidad, profesionalidad, calor, satisfacción, bienestar, radionovela, cotilleo, rubores y franquezas. También lesbos.

Juanita, la mercera, ya ha asumido que el mundo es otro. Y que adiós a los portaligas, a los ligueros, a las manualidades, a las orlas excesivas, y a esa femineidad popular de glamour que hoy ya no se demanda y que se repliega para no volver.

La Gran Superficie se ha comido a la mercería. Apenas está en casa la cajita con sus ovillos, o aquellos dedales defensivos para los dedos y tan llamativos y hasta extraños a la vez.

La mercería destilaba femineidad. Ternura, y hasta tabú. Juanita recuerda más pecados femeninos que el cura del barrio. Porque allí, con poco espacio y toda la magia, las ya abuelas de las chicas de hoy sacaban el revoloteo de sus hormonas y feromonas, y se confesaban. Se confesaban mucho a la mercera. A Juanita.

De todo. La psicología femenina para las distancias cortas también es seda y suavidad, profundidad, fantasía y risa púber o deseosa. La mocita que se sentía mujer, se ponía ruborizada, pero tenía las ideas claras. Quería algo que la hiciese atractiva y que pudiese agradar a la grey varonil.

La mercería era como una segunda peluquería,-ahora de la ropa-, y en donde la señora de toda edad se abría y se daba a conocer a través de sus compras y pedidos. Sí. Había mirones en las proximidades de las mercerías. Porque la represión era potente y los espacios reducidos. Los tíos, disimulaban ...

La chica, la mujer, la sorpresa, no iban a estar con el serio y sesudo cura de la Iglesia cercana. A un cura, una chica no podía confiarle sus aspiraciones y sus deseos fervientes y reales. Porque entonces una mujer era el pecado, el problema, la tentación, la de no molestar y estar en casa, la de la pata quebrada, la que nunca sabría mandar, o la que no importaba demasiado que estudiara y se formara. ¿Para qué? ...

La mujer debía tocar a la puerta del azar, y encontrar un pleno acierto en el hombre que depositaba la ternura de sus ojazos. Debía ser contenida, hablar bajo, vestir tapada, contener su humano deseo, renunciar al éxito de las heróicas divas que llamaban guarras, y su tiempo menor era disimular mucho, escuchar a la radiofónica "Señora Francis" que era un hombre, y tener mucho cuidado en no llamar la atención. ¡Ni para bien! ...

La mercería podía salir a su rescate. Todo solo podía parecer un trabajo, la voz podía ser realmente femenina y hasta para mal. Pero allí adentro había el oxígeno de aquel tiempo, rebeldía contra la resignación, risitas pudibundas, y hasta señorongas decididas a pescar al primer incauto que pudieran pillar. Me da igual que la mercería apenas resista ya el imperio evolutivo del tiempo.

Y sé que en las mercerías hubo sueños y esperanzas, y cuajaron algunas ilusiones femeninas, y la mujer soñó con su chico de la película, y también igualmente con que se movía y daba rienda suelta a una especie de Noche de Reyes. La mercería fue un frasquito de vida, como lo es un kiosko, o una posada anónima en una carretera, o como la nostalgia de una mágica estación de un tren que ya no pasa. Pero que en tiempos lo cogió Penélope para no volver.

-QUE DIRÍA EL MAESTRO SERRAT. -
 

miércoles, 21 de febrero de 2024

- CINE: ¡LA SOCIEDAD DE LA NIEVE! -



Decisión. Palazo. Maravillosa dirección de Juan Antonio Bayona. El hombre y la supervivencia. La moralidad y la realidad. Ha habido mala suerte. La aeronave se ha hecho hierros entre la nieve andina. Han muerto muchas personas. Todo es grito, shock, dolor, sangre, desgarro y consecuencias. Y un frío de mil pares de negatividades, y todo se convierte en aciaga contingencia. Todo se ha puesto crudo. Parece que tener esperanzas, es soñar ...

Cercanía. El director muestra primeros planos, mucho dolor cercanísimo, mucha gente a la vez intentando asimilar la tragedia que les invade. Miradas a los ojos, cámara sobre las manos, los rictus o las palabras. Nada más humano.

Sobrevivir. ¿Qué coño es eso de sobrevivir cuando se tiene mucho, incluida la sana vida, la juventud, el deporte, la fortaleza y el horizonte vital? ¿Qué puede pasar cuando todo se tambalea, cuando todo está al revés, cuando no hay más bemoles que llorar juntos, que decidir juntos, que urdir juntos, que hacer sociedad, que respetarse el pánico, que poner orden, y todos los etcéteras que tienen lugar en el medio de un espanto? ...

Cuando todo parece que fenece, la razón busca y busca. Y lo considera todo. Se abraza y encomienda al Dios, e incluso piensa en comer ... ¿Comer? ¿Qué comer cuando no hay nada más que vivos, heridos y muertos en medio de las cumbres nevadas con un frío glacial? ...

Impactos. Golpes. Más golpes. Aludes. Más gente atrapada. Jóvenes muchachos de un equipo de rugby aplastados por los aludes de las tormentas y la nieve. Hasta que una locura maravillosa logra hacer que un superviviente se líe a golpes y alcance a abrir un hueco en la trampa de la nieve. ¡Carajo! ¡De nuevo la luz! ...

Viendo este gran documento fílmico, puede entenderse por qué esta película no ha sido finalmente nominada para el Óscar a la mejor película extranjera. Sí. Es, porque nuestro mundo no aguanta mucho la realidad de la angustia, se tapa el ojo, y decide que el cine solo habrán de ser comedias o películas con bastantes sonrisas y las menos angustias posibles. Lo de menos es que la peli esté más que bien hecha. El asunto, es si el espectador estará hecho a la propuesta. En esta sociedad, no será la mayoría.

La muerte, aprieta. Aprieta, hasta que no haya otra que alimentarse de los cuerpos de la gente fallecida. Comer o morir. Nadie va a ir a su encuentro. Les tienen por muertos. No les han visto y han desistido de la idea de rescatarles. No es posible que transcurridos muchísimos días, haya alguien vivo ahí. No han visto los restos de la aeronave, porque son pequeños y están desperdigados y tapados. Un buen trozo, hace a los supervivientes de voluntarioso escudo para el infernal clima exterior que es muerte.

Decisiones. De nuevo la supervivencia. Quedarse quietos sin hacer nada, no es sino un suicidio. La única forma de soñar es el reto físico y dinámico del enorme esfuerzo del largarse de ahí en busca de vida y ayuda. Hacia donde sea. Les ayuda el ser jóvenes y amantes del duro rugby. Atletas. Pero eso no es garantía suficiente. 

La única garantía es la decisión y el inconformismo. La protesta corporal. No les da la gana el morir. Y una pequeña expedición, se agota subiendo y bajando la cordillera andina, desorientados por completo y a merced de las tormentas y el dolor.

¡Vamos! ¡¡Vamos!! ... Es la idea salvadora, la idea genial, la idea que puede darle un corte de mangas brutal a la muerte definitiva que parece jugar a burlarse y a relamerse entre los desafortunados.

Pero, ¡sobreviven! ... Mientras caminan y se coordinan, están esquivando la muerte direccionando hacia la diosa Vida. Y casi de repente, los expedicionarios de la avanzadilla perciben que la nieve cede, que aparece la hierba verde, y la roca desnuda. Y parece que poco cambia, que no se sabe por donde avanzar, y que todo sigue idéntico destino.

Mas esta vez, aparece un hombre. Un lugareño subido a un caballo. ¡El encuentro! ¡La muerte ha de joderse! No ha podido con todos. El contraataque humano de su inconformismo ha tenido un espléndido final. Son rescatados de la montaña terrible, los vivos, los heridos y los muertos. Todos.

Se desata la emoción en la sala del cine en donde todos lloramos como humanos todas las últimas escenas del film. La fuerza emocional es imparable. La tragedia que pasó a la Historia, se ha rememorado con todo el acierto.

¡POTENTÍSIMO! 



 

jueves, 1 de febrero de 2024

- MI PRIMERA MINI. -



Ya no soy una niña. Bueno, casi que sí. Pero ya voy transformándome en chica como una mariposa de colores. De colores muy suaves y también un poco chillones.

Me llamo Xenia y soy una adolescente. Nunca he entendido lo que es ser una adolescente, pero creo que últimamente lo voy entendiendo más. Porque me enamora la ropa de chica, y qué suerte tienen esas mayorotas jóvenes que lucen su figura con lo que sea y se dan besos con sus chicos. Yo, aún debo esperar. Y además soy muy cortada. Pero hay algo que no puedo parar y que no me gusta no pararlo. Soy rubita y tengo la piel muy clara y suave. Y los chicos de mi clase son unos brutotes que las cosas de la belleza como que les pasan bastante desapercibidas.

Aún no he tenido ningún amigo especial. De verdad. Es que como estar con mis amigas no hay nada mejor. Las quiero tanto a algunas, que para mí son como hermanas protectoras. Y además, algunas son muy influyentes. Y me río mucho con ellas. Porque son chicas como yo, y entonces somos parecidas, y compartimos los mismos descubrimientos y les gustan las mismas cosas que a mí.

Ya se acabó lo de que solo sean amigas del cole. No. Mis amigas brujillas ya son amigas mucho más que de cole. ¡Y ya mis padres me dejan salir por ahí por las noches! ...

¿Sabéis? Me gusta la noche. Antes, me daba miedo. Todo oscuro, gritos, borracheras, salidos y mucho peligro. Ahora, empiezo a ver las cosas de otra manera. ¡La calle! Tomar la calle es una aventura tan bonita como irse de senderismo, o hacer natación o gimnasia rítmica en las actividades extraescolares.

El otro día nos fuimos un grupillo de amigas, por ahí. De tiendas y sin rumbo fijo. Empieza a interesarme la ropa. Es mi primera época personal de la ropa. Y mis amigas ya se compran cosas de mayores.

Ellas, no lo saben. Todos me creen una niña cómoda y muy pero que muy cortada. Pero el otro día me fijé en una atrevida falda que nunca me había puesto. Debo de ser la última en atreverme a esas cosas, porque teníais que ver las cosas que se ponen para lucir. Y generalmente les queda bien. Yo he pensado que hay una minifalda negra que me puede ir bien. Y os confieso, que me encanta. El porqué, no lo sé. Lo importante es que esa pieza me gusta e intuyo que si la combino bien, puede favorecerme la imagen y eso.

Sé lo que estáis pudiendo pensar. Que me gustará algún chico brutote de esos, y que me la voy a poner por y para él. Pues, ¡no! Me la voy a poner para mí y solo para mí.

Os lo confesaré mejor. La he comprado, me la acabo de poner encima de las medias porque aún hace frío, y les voy a mandar a mis superamigas la noticia por watsaap. Sé que les va a gustar. Y si no les gusta, peor para ellas.

Más confesiones. Veréis. Hay un tonto que se llama Rubén, que se ha empeñado en juntarse con la pandilla, y que no hay manera de sacárselo de ahí. Es rubio como yo, y parece un poco bobo porque habla muy poco, solo se ríe mucho, y casi siempre les da la razón a todas las chicas. Y yo digo que todo lo que dicen mis amigas no tiene porqué ser verdad. Una veces dirán la verdad, y otras veces dirán mentirijillas. Como todo el mundo.

Soy lógica, ¿no? Hablo con ellas sobre cómo es Rubén, pero ninguna se atreve a sacarlo del grupo de watsaap o a decirle que no sea tan pelota. Al final, tendré que ser yo la que le diga que cambie y que sea él mismo. ¿Qué os parece? Con todo lo cortada que soy, y al final como mis amigas parecen tontas como Rubén ...

Ahí está. Viene hacia mí. Sonríe. Yo, sonrío. Está cortado. Yo, más cortada. Él, es muy tonto, y yo al final voy a parecer con este silencio más tonta aún que él. Ahora, Rubén se parte. Me sonríe provocador, y me dice entre muchas risas que no estoy nada mal con la mini. Y se acaba de chivar a mis amigas por el wats.

Y ahora, a ver cómo convenzo a estas mis brujillas malotas de que no me he puesto la primera mini porque está Rubén, y que en realidad me la he puesto porque me apetece, porque me da la gana y porque ya va tocando el tiempo de ponerme esta ropa de mujer que me gusta.

Sé que ya les he arreglado la fiesta de este tardeo a mis amigas en casa de mi brujilla Andrea. Vienen todas. Están todas. Y desde que he llegado a la casa, todo han sido hablares de mi mini y del tonto de Rubén. Menos mal que me han prometido que no han invitado a Rubén. Pero se siguen riendo demasiado de las cosas en toda la tarde, y ya me estoy empezando a cansar. En serio. Y más, cuando llaman a la puerta. Y va, y resulta que es Rubén. Yo, me miro y me miro en el espejo. No me sienta mal la mini. Al final, decido que es mejor reírme con mis amigas y hasta con el tonto de Rubén.

-SÉ QUE HAGO BIEN. -
 

domingo, 28 de enero de 2024

¡ ES EL TIEMPO DE JANNIK SINNER!



Podía ser su momento. Había acabado con audacia con el mito Djokovic, y este gran bautizo mundial parecía destinado más que ligeramente, a su cetro. Es Jannik Sinner. Una de las mejores y consistentes promesas para suceder a Nadal y a "Nole". Constituye una de las primeras posiciones a la definitiva sucesión de los veteranos, junto al últimamente en transición Carlos Alcaraz.

No era empresa fácil superar en el Rod Laver a un fantástico tenista, herido en su orgullo, como es Daniil Medvedev. Ha perdido tres finales en ese mismo escenario.

Medvedev tiene veintisiete años, y sabía que podía ser su gran vendetta. Y salió el ruso. Como un avión, a golpetazo eléctrico de bola, y queriendo acabar bien pronto con los sueños de su pelirrojo rival, el cual nació en la Italia fronteriza con el Tirol y las montañas.

Los dos primeros sets, se los llevó el Daniil con presteza a su bolsillo. A Sinner le venía grande y tímido el debut en plena altura de éxito. Se sentía abrumado por un tenista con más experiencia y con una enorme calidad. Casi a merced del ruso, fallando con más nervios su inicial y evidente endeblez competitiva, azorado frente a la adversidad, y viendo con claridad cómo Daniil Medvedev estaba rabioso buscando el k.o. de la revancha y con la necesidad de proseguir en esa cúspide para no caer en trabas y en posibles decepcionantes declives. Tenis violento, genialoide e impecable, efectivo, y de superioridad en los dos primeros sets. Hasta que aconteció el tercero. El más mental y psicológico. O, uno de ellos. El que te lleva de paseo al fracaso, o viceversa.

Una de las claves del éxito del joven Sinner, es que a pesar de su juventud, es un chaval que no parece jugar a los grandes dramas, y que es capaz de mostrarse calmo aunque la situación pueda demandar la definitiva entrada en crisis hacia la derrota.

En ese tercer set, el italiano sacó del rubor toda su mejor virtud. El italiano no es vistoso a la hora de verle jugar. Es alto, flaco, y hasta un tanto desgarbado. Pero saca de cine, resta maravillosamente, trata de mantener hasta extremos colosales su juego natural, tiene fondo, y no se conoce ninguna faceta de su juego que sea excesivamente vulnerable. Académico, robusto, fibroso, y de cabeza fría y paciente. Es como si no se le fuera a acabar el mundo al perder, o como si supiera interiorizar su contento como un maestro de las emociones. El tenis suele ser fondo y cabeza. Entre muchísimas cosas más.

Poco a poco, el italiano de la montaña, fue rehaciéndose ante su potentísimo rival. Y por el contrario, a Medvedev comenzó a serle más imposible abrir vías de agua en la solidez de Jannik.

El ruso se fue derrumbando, jugando los dos rivales al límite del agotamiento. Y ésta, pudo ser una de las claves. El crecimiento tenístico y emocional de Sinner, empezaba a decirle que no a los deseos ya casi desesperados del ruso Medvedev.

Sinner gozó de su juventud y de su calma concentrada. Sus piernas y su mente funcionaban con toda la seguridad. Su rival, se frustraba leyendo lo peor. Hasta que las últimas bolas del partido decantaron todas las cosas hacia el bravo muchacho de San Cándido.

Ha ganado el Open de Australia. Por vez primera. Cuando ya le tocaba. Cuando ya se daban muchas circunstancias para ese arrollador paso de su Rubicón. Sinner ha ganado. Ha confirmado muchos pronósticos. Ahora es el mejor. El futuro confirmado, a la espera de que Alcaraz salga de su bucle. El ruso deberá tener paciencia para ser el que ha sido.

El mundo tenístico se saca el sombrero ante un gladiador impecable, joven, con un enorme talento, efectivo y sereno. Y tiene por delante al mejor de los escenarios de éxito y oropel. Parece haber llegado su tiempo.

¡Y PARA QUEDARSE!

 

domingo, 21 de enero de 2024

- ROTO. -



Roto, desesperado, derrotado, sin salida, lleno de cuervos de incertidumbre, desnudo, vulnerable, lloroso, sin salud, sin infancia, doliéndole el presente, acojonándole el futuro, sin reír a carcajadas en años, llorando por adentro, sin encontrar un atisbo de rayo de sol breve al caer la tarde, helado de frío interior y exterior, un cadáver andante, un deseo castrado, la perspectiva ajada, la ropa vieja, los armarios vacíos, menos doce, menos once, menos diez ...

Harto de deseo imposible, mirón de muchachas que le dirán que no, tullido, avejentado, asqueado de sí mismo, atrás queda su lucidez y su ocurrencia, hace mil kilómetros que brilló en unos estudios que no le sirven para nada, con dolor de pies y de alma, rechazado, olvidado, manoseado, incomprendido, preguntándose demasiado acerca del porqué de su nacer, casi vomitando, al margen de todos, escorado, acurrucado en su rincón, acorralado, estigmatizado, solo, sin brillar ninguna de sus esperanzas, aterrado de rabia, rictus tensionado en la cara, tenso y ansioso su cuerpo, intentando gritarle al mundo como lo harían los mudos, analógico, de otro tiempo que no ha de volver, callando para que no se líe, amigo de idiotas y ni éso, sin raíces claras, sin unos padres que también fueron olvidados como él entre pastillas y desconexión; entre moralismos rígidos que se autoimpone para apenas poder respirar su vacilante libertad. Menos nueve, menos ocho ...

Juan. Juan Alfonso. Vive donde nació. Pero su barrio ya no existe y es pasto de los buitres de los alquileres y del Sistema. Sin novia, sin chica, sin mujer, sin sexo, sin penetración, sin caricias de seda a lo largo de sus brazos, sin realizar ni el más mínimo de sus sueños, sin libertad, menguando su capacidad de ubicarse en un mundo sólido, sintiéndose cadáver en vida, el calendario hace años que dejó de pasarle páginas, los relojes están detenidos y no parecen querer ir ni con pilas renovadas, y los últimos trenes oxidados que quizás podrían hacerle escaparse a un donde fuera que le hiciera olvidar están llenos de averías, de dolor, de inexperiencias, de muros autopersonales que le estriñen, condicionan, anulan, ciñen, aprietan y capan. Menos siete, menos séis, menos cinco ...

Juan Alfonso logra subir por una escarpada cima, en donde en lo más alto está la posibilidad del adiós. Si salta, todo se olvida. Menos cuatro ...

Pero Juan Alfonso se queda extasiado ante su derrota durante demasiados minutos. Y luego se queda dormido allí arriba. Al despertar, unos lobos le ladran y acechan, le aúllan, y el hombre se deja caer a pesar de su cojera por la ladera de la montaña emulando al gran atleta que pudo ser. No le da la gana ser matado por nadie. Si ha de morir, él decidirá la hora y el momento. Menos tres ...

De milagro ha sobrevivido a la manada canina y salvaje. Pero el hombre ya a salvo, vuelve a concentrarse en su gran vacío interior, y piensa que ha tirado la toalla, que ya todo lo bueno pasó, que los suyos están todos muertos, que él es un pedazo de mierda pegado a un palo podrido, que no existe, que no sabe, que no es, que ya ha tiempo no está, que desapareció de las normalidades, que ya no hay nada que hacer, que vivir es una anécdota absurda, que la lluvia que empieza a empaparle es una caricia que aunque le va a calar y es invierno, no deja de ser un algo. Menos dos ...

De repente, el sonido de un trueno estremecedor le saca de su pensar quasi agónico. Y el impacto de un relámpago le ciega la vista, y los rayos caen a muy poca distancia de su cerebro. Y Juan Alfonso sabe que los árboles de aquel bosque no van a hacer otra cosa que atraer y atraer más tormentas y peligros. Menos dos ...

Juan Alfonso, tropieza y se cae. Nota un dolor moderado y generalizado por todo su cuerpo. Quizás se hayan afectado su espalda y sus terminales nerviosos. También a su pierna que ya no será la que fue. Y decide quedarse ahí tirado. A la intemperie. A merced de quien quiera. Como un vano suicida, que hubiera vendido su dignidad al azar. ¿Menos uno? ...

Un día después, logra levantarse de entre los matorrales. Mira su móvil y no tiene ni cobertura ni batería, y lo vuelve a guardar de un manotazo en el bolsillo. Y en ese momento ve a un niño semidesnudo, aterrado; como la víctima de una violación, desorientado en el campo. Y Juan Alfonso le calma, le toma de la mano, atisba un pueblito y entrega al niño a los dueños de un bar, los cuales llaman a la policía. Juan Alfonso se siente satisfecho. Hacía demasiado que no se sentía así. Sino todo lo contrario.

¡MÁS SIETE! ...
 

viernes, 12 de enero de 2024

- EVOCANDO AL KÁISER BECKENBAUER. -


Cabellos rizados. Sorprendente finura para ser un defensor. Alemán. Del Bayern y de la Selección de Alemania. Franz Beckenbauer. Juvenil en el mítico mundial del 70, y maduro y excelso junto a Vogts, Breitner, u Overath, en la Final del mundial alemán en donde alzó la Copa del Mundo como rutilante capitán. Vogts, había desesperado a Cruyff ...

Substituír al Schellinger extraodinario de los sesenta, no parecía ser reto fácil. Pero el relevo, se obtuvo sin el más mínimo de los problemas. Porque Beckenbauer comenzó de bien joven a demostrar que su fútbol podía ser tan completo y versátil como su enorme personalidad y liderazgo. Técnicamente, era buenísimo.

¡Elegancia! Todos quienes glosan su vida futbolística, introducen en sus retratos este calificativo. El fútbol alemán, también podía ser vals. El atleta, no solo sería veloz, duro o goleador, sino igualmente gentelman, sexy o glamouroso.

El atractivo "Káiser" de Bavaria, era agraciado y mandón. El puto amo, pero sin estridencias. Jugando un fútbol delicioso, casi como la zurda de Overath o la magia felina del gran Sepp Maier.

Beckenbauer leía los pases como nadie. Veía el fútbol con naturalidad, suavidad y oportunidad. Con un sentido de la colocación, insuperable. No solo fue el mejor defensa del mundo, sino que cuando llegaba también al otro área, era mejor que empezaras a preocuparte.

Franz, fue el mejor jugador de Alemania y uno de los mejores del mundo de todos los tiempos. Y, siendo defensa. E inventando la dinámica y brillante idea del líbero auxiliador que arrancaba aplausos cuando convertía el riesgo en su área en una mágica reversión de alegría y sonrisas.

Uwe Seeler, los grandes porteros, los goleadores exuberantes, los defensas atléticos y poderosos, Helmut Schoen, Wesweiler, Latek, los centrocampistas fondistas capaces de correr sin parar atravesando prórrogas sin desfallecer ... Todo se decidió cuando el mítico "Emperador" saltó al campo y cambió muchas cosas con un balón en los pies.

Todo lo anterior del blanco y negro quedaba atrás y menor. Beckenbauer fue el mejor pelotero de esa Alemania siempre victoriosa y competitiva. Su juego podía ser hasta "brasileño". Un alemán también podía darte amenidad y entusiasmo de sorpresa, si ese jugador era Franz. Te podías añadir con él, muchas magias más de divertimento. La victoria germana era previsible. Pero la magia de Beckenbauer quedaba expedita solo para los sibaritas estetas que siempre quieren el algo más de las cosas imposibles. Franz, fue posible. Y se ganó el respeto y la admiración de todos. Fue el gran chico guapo e indiscutible de la mejor película del fútbol alemán. Y todos los demás, a obedecerle y a callar. Pero, todo, ¡con elegancia! ...

Beckenbauer, tras retirarse, estuvo ligado a cargos directivos del fútbol de su país. Y entre el Poder, se dijo que no había manejado los dineros en la buena dirección y quedó acusado.

Ahora que ya,-enfermo y decaído-, el Káiser nos ha dejado, yo prefiero centrarme en su excelsitud como futbolista grande entre los grandes. Beckenbauer es un tesoro que se convierte en mito. Como cuando jugó con el brazo en cabestrillo en la prórroga del mejor partido de la Historia, como fue el Italia-Alemania de Méjico 70.

En ese bar de mi barrio que ya no está, había en su interior un usual televisor en blanco y negro. Ahí, descubrí al gran Franz. A los locutores de voces admiradas glosando a un futbolista excepcional. Hablándole con respeto admirado, rindiéndose a su personalidad, y haciendo caso de su capacidad de ser un lince tranquilo del fútbol, adelantado a su tiempo. Pero sin necesidad de hacer alardes ni estrépitos. Con su sacrosanta elegancia y contención. Con su sabiduría especial.

-DESCANSE EN PAZ.-
 

domingo, 7 de enero de 2024

- EL SENTIDO CARENTE. -



No veo. Soy ciego. Estoy ciego. Nací ciego. Nunca vi. En los primeros instantes, me extrañaban las cosas. Porque los demás sí que se veían entre sí. Y como el tiempo pasa volando, antes de que mi madre me hablara del asunto, yo ya sabía que lo mío no era habitual. Y por tanto, todo fue más fácil y apenas hubo trauma. Lo que hubo, fue realidad.

No lo creerás. Pero descubrir a los otros careciendo del sentido visual, es hasta apasionante. Yo, desde siempre, he sentido una enorme curiosidad por conocer el mundo. Las formas, las dimensiones, las texturas, los rictus, las expresiones, el fenomenal y personalísimo mundo de los silencios ajenos, y tratar de compensar mi tara con toda la exuberancia y fuerza posible.

Con las manos y de niño, tocaba las paredes, y el suelo, y la cara de mi madre, y la de mi padre y hermanos, y acariciarlo todo para así poder descubrirlo y mucho mejor. El tacto me ha ayudado mucho. Que no os engañen. El tacto es más importante o más que el oído o o el olfato. Aunque el oler es muy orientativo, el tacto es matemática y todo el rigor.

Me llamo Sepp y estoy en la cincuentena de la vida. Vine al mundo en la industrial Wolfsburg, y como era tan voraz y precoz en la detección de los conceptos y sucederes, recuerdo que me gustaba sorprender a los míos y levantarme bien temprano. A pesar de que no podía admirar la maravillosa salida de las luces y del sol, yo necesitaba descubrir, imaginar y hasta crear mis propias percepciones.

Fue todo lo físico bastante precoz en mí.  Me refiero al cuerpo. Me hice un joven mocetón, alto y fuerte como mi padre, y genéticamente heredé de él una gran fortaleza. Mi padre era muy grandote, y hasta había sido boxeador amateur. Mi madre fue modelo de pasarela, y cuando le llegaron las primeras arrugas, decidió quedarse en la casa porque temía que mi ceguera me hiciera siempre demasiado vulnerable. Y a ratos, daba clases particulares a los jóvenes inmigrantes que llegaban a mi país. Y así contribuía a fortalecer más la economía familiar. Afortunadamente, nunca tuvimos esa preocupación. Mi padre trabajaba en la Volkswagen, y el dinero llegaba con más que suficiencia al final del mes.

Llevado por mi afán imparable de estudiar y de saber, logré sacarme los títulos de Psicología y hasta de Sociología. Y había algo que no me encajaba. Que al principio, no lograba entender demasiado. Y es, que siempre habían mujeres a mi alrededor. Niñas, más tarde jóvenes, y luego de todas las edades.

La verdad es que los míos me decían que yo era extraordinariamente guapo. Y, además, soy de esos ciegos que no tienen cara de poder serlo. Tengo cara de vidente. Y eso muchas veces es un inconveniente, porque creen que ves, te tratan como tal, y al interpretar mal mi mirada puede ocurrir que crean que eres un mirón o que le estés mirando a los ojos o a las piernas a cualquier persona cuando no es así. Es imposible que sea así. No veo nada.

¿Por qué siempre estaba rodeado de mujeres? Yo, ya lo sospechaba. Pero mi santa madre me lo confirmó. Me dijo que yo era poseedor de una belleza casi salvaje, con mi pelo moreno, mis ojos de color verde, mis labios carnosos, y una prodigiosa y afortunada por otra parte, sonrisa masculina.

A veces, cuando se acercaban mis amigas, invadían mi espacio, y  a alguna y alguno se le fueron las manos a mis piernas, además de las consabidas palmadas de ánimos y afecto, o de los toques habituales en mis hombros armoniosos y atractivos.

Tuve muchas novias. Videntes y no videntes. Se me conocía como "el ciego irresistible", y ello me dio para reflexionar acerca de la fuerza estética y del inicial instinto. Muchas chicas y mujeres más mayores, me decían directamente que les gustaría ser mi pareja o pasar una noche de sexo conmigo. Les daba morbo amar a un cuerpo hermoso sin ser vistas. O, algo así ...

Pero yo era,-y soy-, muy romántico y además exigente. Parecía todo paradójico. Yo estaba ciego,- lo estoy-, y quería un amor potente y verdadero. No quería una dama auxiliar que me guiara por el mundo en las etapas diferentes del crecer y del vivir, sino que la mujer o mujeres que estuviesen conmigo, me quisieran exactamente igual que si estuvieran con alguien que careciese de problemas visuales ni de ningún tipo.

¿Cómo saber si la chica que se acercaba a mí, lo haría realmente por amor? ... Además, yo era simpaticote y me gustaba contar cosas de risa, y tumbar ideas de pensadores y de filósofos a través de mi palique y de mi ingenio. Mirad. Si se reían a carcajadas, entonces las chicas no eran de fiar, pero si solo sonreían despacito, eso era y es señal de que les había hecho gracia de verdad.

Me gustaba ser heterodoxo y un cachondo. Sin hacer daño a los demás, me agradaba que se produjeran situaciones inéditas, porque lo previsible me producía un tedio tan potente que lograba ponerme hasta de mal humor. Por cierto, que no he dicho a lo que me dedicaba y me dedico. Que es, a muchas cosas. Soy profesor, escribo, hago alguna que otra conferencia, y siempre me encanta estar con los amigos. A mi bastón le llamo "Can", y a mi perro guía le bauticé como "Cayado". Así, la gente siempre sonríe al verme. Aunque sé que no me comprenden y piensan que soy un pobre desgraciado, el cual ha tenido la peor de las desgracias. Sé que en el fondo, piensan esto último ...

Me dijeron que había llegado a Berlin, una afamada mujer, de estas personas que afirman poseer dotes de videncia. Y que tal señora, en realidad era una falsa y una bruja, cuyo éxito internacional radicaba en lo extremadamente bella que se presentaba y anunciaba en los medios, y lo sexy que vestía. Se hacía llamar "Srlax".

- "¿Más guapa que yo, Werner?", le dije a uno de mis amigos.

- "¡Más aún!", me replicó el tal Werner, el cual era amigo mío desde la infancia.

Le dije que concertaría una cita de videncia con ella, y aduciría que buscaba un amor, si pronto lo encontraría, y todas esas cosas que se suelen preguntar en este tipo de gabinetes. La verdad es que la tarifa de la sesión con la mujer, era sumamente cara. Pero pudo más mi deseo de experimentar, y llevé a cabo mi travesura aunque ese mes no salí mucho de cenas y me apreté el cinturón.

Nunca he creído en estas cosas esotéricas. Soy de ciencia pura, y en realidad yo quería descubrir qué habría de personal y destacado en la psique de la vidente. Deseaba realmente conocer si era una estafadora al uso, si ella misma se creía sus discursos predictivos, y cosas así ...


Recuerdo su silencio al verme. Totalmente sorprendida. Debió pensar que sería más bajito y mucho más feo, y al principio no supo sino decir:

- "¡Oh! ¿Entonces es usted Sepp? ..."

- "El mismo, señora Srlax ..."

- "¡Encantada, Sepp! ¿Y qué desea preguntarme? ..."

- "Quiero saber si voy a tener pronto ese deseado amor con el que todos soñamos, o si he de esperar mucho aún ..."

- "Y, ¿cuántos años tienes, Sepp? ..."

- "Treinta y dos, señora Srlax ..."

- "Muy bien, Sepp ..."

Me miró largo tiempo. Después, me hizo barajar y barajar, cartas y más cartas. Hasta que finalmente me dijo que parara. Y me habló de nuevo:

- "La causa real de tu ceguera es un maleficio diabólico. Tal fuerte impacto del Maligno te hace no ver nada, y además te da el aspecto de hombre normal y de evidente atractivo ..."

A mí, me entró tal carcajada, que estuve varios minutos sin poder controlarme. La mujer se enfadó, y me indicó: 

- "¡No le consiento que se ría de mí, Sepp! ¡Debe irse y ahora de este despacho! ..."

- "¡Lo siento, jejejejeje, señora Srlax! Pero es que he pensado que igual es que en realidad el Maligno fuese muy guapo y ....  Je,je,je,je ..."

- "¡Fuera de mi consulta! ¡Ya! ¡Adiós! ...!

Pasó el tiempo, y lo gracioso es que la señora Srlax es una de mis mejores amigas. Es inteligente y tiene una excelente sentido del humor. Nunca hablo con ella de temas de videncia. Es importante obviarlo o perderíamos las amistades de nuevo. Un día, me dejó comprobar su belleza con mis manos. Tenían mucha razón los demás al hablar de su enorme atractivo...

Victoria Srlax me gusta. Ni ella ni yo creemos en el matrimonio. Pero todo el mundo nos dice que hacemos una muy buena pareja. Realmente me siento bien con ella, y ella conmigo. Creo que eso es amor. ¡La felicidad!

Somos la antítesis en el modo de pensar y de percibir el mundo, pero a mí me encanta tanto estar juntos que seguro que vamos a considerar seriamente la posibilidad de compartir un hogar. Me encanta eso de ser su poseído favorito ... Ella dice ver más de la cuenta, y yo no veo nada. Pero estar con ella es un encanto real.

Van pasando los años, llevamos veinte gozando de la mutua compañía y placer, y ya no pensamos tener descendencia. Mi madre ya es mayor y no la soporta. A mi padre le cae bastante mejor. Es problema de ellos.

-SRLAX Y YO SOMOS FELICES.-



 

sábado, 30 de diciembre de 2023

- ÁNGELES CABALLERO, TALENTO Y RESOLUCIÓN. -



Ángeles Caballero, periodista, mujer, sin complejos, con ironía y haciéndole carasas a la vida dura de la crispación post pandemia.

En sus apariciones en radio y tele, Ángeles disecciona la actualidad política con rigor y coquetería, y sin apartarse de su sinceridad educada y experienciada.

Dicen que era de derechas y que ha virado a la izquierda, pero es posible que su talento le haya hecho descubrir la importancia de la desdramatización, y a la vez las ganas de contar sin pelos en la lengua lo que piensa porque le da la gana y porque debe ser así, y argumentando con esa voz atrevida que busca con su hilo musical desnudar suavemente tabúes, pero con el cuidado de respetar.

Caballero se ríe pero respeta. Conoce bien España. Su país. Las dos Españas. En su familia, en su mundo, en la actualidad, en su dinamismo, y sobre todo en su más que evidente talento.

La periodista vivió la espantosa pandemia del Covid, y salió brillante del análisis que la hecatombre física y mental produjo en España y en el mundo.

Caballero es selecta y nada partidaria de las mediocridades. Y va, y casi de sopetón le van lloviendo señoras y señores que no parecen estar en las esferas de la política. Y entonces decide que no y que no, y que las cosas no deben ser así. Pero ocurre que son lo que son, y entonces como lo decepcionante y hasta sorprendente no te lo tomes con la distancia que el humor propone, acabas pidiendo la ayuda de esa populista y tan cacareada inteligencia emocional de Goleman. 

Ángeles trata de ser una chica normal, que pudo ser pija y que decidió ponerse en jarras para intentar digerir el mundo del Poder un tanto estupefacta, pero siempre sin perder la sonrisa y sin caer en lamentos fútiles y vanos. Las cosas tienen su porqué, y su lógica, y por muy raras que sean, son. Y desde este talante amable y humanista, la Caballero atiza sin complejos a lo que considera que está mal o que debe de estarlo.

Ángeles Caballero sigue con audacia acelerada y contenida a un tiempo, siendo espectadora de una realidad que a veces le da la risa, pero es una risa que diversifica entre peroratas simpáticas, anécdotas personales amargas con finales positivos, y una gran puntería mediática.

Hoy por hoy, parece que en el mundo de la opinión, se la rifan. Esa barbie alocada y más que brillante, da mucha audiencia no por lo que diga sino porque representa el discurso de la mujer de hoy, liberada y sin el más mínimo de los complejos.

Ángeles no parece tímida ni se echa para atrás cuando está entre todo tíos, o expuesta a retos prime times. No denota temor. Parece poseer la fortaleza hercúlea de una mujer que quiere ser exactamente como las demás. No es poco. 

Libertad, frescura y hasta sexy, su discurso sereno e impetuoso. Una voz y una imagen que atraen. Una atracción que no pierde la elegancia ni se lanza aun pudiendo a la coquetería o a banalizar.

Ángeles Caballero es un personaje que este año ha destacado como pocos, que escribe libros, que no viene de estrecheces económicas pero que es capaz con su sensibilidad de ponerse en la verdadera y franca piel de los vulnerables.

Me la imagino leyendo estas líneas,-como si no tuviese otra cosa que hacer-, y cuestionando muchas de las cosas que por ahí han andado. Riéndose, y halagando con agradecimiento mi piropo favorable a su trayectoria profesional.

Los espectadores vamos a consumir discursos de periodistas de raza, de gente diferente que se atreve y sorprende. Y, sobre todo, cuando su claridad en las argumentaciones parece llevar el freno de la paciencia. Éso, sí. Una paciencia fresca y trepidante, personal, contagiosa, válida, y de mujer que propone atreverse sin temores.

-EXCELENTE PERIODISTA. -
 

miércoles, 27 de diciembre de 2023

- EL METRO Y LA VIDA. -



El otro día bajé al metro. Al sub urbano de Valencia. Desde la parada de Ángel Guimerá hasta la de Seminario. Hacía ya bastantes años que no utilizaba este medio rápido de transporte. Y al hacerlo, nuevamente, evoqué un tiempo tierno y humano a un tiempo. Que, en última instancia, fue vida ...

Tuve bien claro tras separarme del que fue mi marido, que nunca más volvería a casarme, y pensaba que estas cosas del amor a mis pasados cincuenta años, serían algo romántico, papirofléxico, absurdo e innecesario. Yo, tenía toda mi independencia, era profesora titular de Química en la Universidad, y mis dos hijos empezaban ya a salir del nido e iban teniendo su vida.

Yo, me volqué en la inercia de la decencia. Era todo nuevo, maravilloso, extremadamente excitante, me sentía plena y más que segura de mí misma, y sentía que podía ayudar y hacer un tipo de relaciones desdramatizadas y hasta un tanto gamberras y absolutamente vitales y trepidantes.

Mi alumno preferido, era Adolfo. Le llevaba muchos años, pero Adolfo era alto, tierno, entrañable y tímido, competidor, impulsivo y muy atractivo. Yo creo que Adolfo no era consciente de la gran capacidad de atracción que poseía. Algunas alumnas me miraban medio sonrientes y envidiosas, y luego ponían cara de serias para no ser descubiertas en sus sentires reales. Sobre todo, las más atraídas por el hechizo de Adolfo.

No sé cómo surgió todo, pero yo creo que fue una sorpresa mutua. Adolfo era un chaval idealista, que tenía pocos amigos y más amigas. Era sensible sin saberlo. Y más de varias veces, se ruborizaba cuando se daba cuenta de que había podido ir un poco demasiado lejos conmigo, y con todas las cosas que hacía y que le rodeaban. Parecía muy frágil a pesar de su físico poderoso, y todavía con muchos tramos de savia verde que deberían ir madurando.

Un día Adolfo me lanzó que yo era su amor platónico para un estudiante como él. Y recuerdo cómo a continuación le entró una risa nerviosa e imparable. Estaba tan turbado y confuso, que yo le tuve que ayudar. Y decidí mirarle de hito e hito, y acompañar su risa con otra mía que pretendía ser una mezcla de cómplice y comprensiva. Y al cesar las risas, siempre recordaré un potente frenazo del metro, que me hizo caer totalmente sobre Adolfo. No caí, porque el muchacho tuvo reflejos y me sujetó. Y yo le eché mucho teatro al frenazo. Pero nuestras manos quedaron juntas y nuestras caras casi pegadas. Y entonces exageré con que me había asustado y mucho, y Adolfo no perdió el tiempo para completar  el resto del recorrido preguntándome camino de la Universidad si yo estaba bien y si se me iba pasando el susto. Yo, no le decía nada, y me limitaba a sonreírle y a mirarle. Y cuando llegamos a la cafetería del Centro Universitario, le cogí del brazo y me lo llevé hacia una de las mesas. Allí me dijo su nombre, su teléfono, que le costaba mucho la Química, que yo era muy buena profesora, y un poco más y me da su DNI. Yo, contribuí a que esa cercanía fuese natural, provocativa, sensual y práctica a un tiempo. Él se enteraba de mis horarios lectivos porque alguna lista se los chivaría, y dos veces a la semana nos veíamos de vuelta a casa en la Estación de aquel entrañable y rápido tren.

Yo, le decía a Adolfo que únicamente era su profesora, y aquello estaba lleno de chicas atractivas y que se buscase una. Pero la verdad es que no le insistía mucho acerca de este particular. Adolfo era tan tierno, que me gustaba, y mi matrimonio me había enseñado que vivir es mucho más rápido que el propio metro. Que, todo es demasiado y descacharrantemente rápido en la vida, y que lo que nunca hay que hacer es estresarse.

Me cuidaba. Era como si hubiese recuperado la soltería, y aquel lugar estaba lleno de juventud, que proponía retos y aconteceres siempre novedosos. Era alta y me preocupaba por mi figura, e intentaba ser una más de esas niñas larguiruchas que abarrotaban el transporte sub urbano.

Un día, Adolfo me llamó Isabel. Por mi nombre de pila. Y yo carraspeé halagada. Me hablaba como a una compañera, como a una hermana mayor a la que admiraba, como a la orientadora de su vida, y con una desinhibición tal que me hacía sin darse cuenta sentirme una mujer especial.

Lo que pasa es que nunca fui romántica, y me gustaba hasta ser una profesora hueso y Adolfo estudiaba pero esta no era su mejor cualidad. Su pelo era rizado y abundante, su cuerpo el de un oso atleta grandullón, y lo demás que lo explique la satisfacción de la continuidad.

Yo, no me desabrochaba los botones de la camisa para agradar a Adolfo, o a otros muchos niños chicarrones y a algunas chicas resueltas y atrevidas. No. Lo fui sabiendo a medida que iba pasando el tiempo tras mi separación de mi ex. Yo iba juvenil porque me sentía atractiva, hasta guapa, y con muchas ganas de recuperar tiempos que otrora nunca pudieron ser. E iba matando asignaturas pendientes sin percibirlo, pero con una gran satisfacción. Y Adolfo me parecía tan vulnerable, noblote y agradable, que lograba ganarme. Le tenía una mezcla de sentimientos, los cuales iban desde los de una madraza con deseo de protegerle, hasta casi una más que amiga de la Universidad.

Llegó un momento, en el que parecía que la invasión de los espacios no nos importaba, y yo decidí que cuando subiera al metro con este chico, nunca más me cogería al pasamanos aunque corriera riesgo de caer por un frenazo del metro. Porque Adolfo estaba allí, bien cerca, bien pegado, bien ilusionado contándome cosas de la clase y de sus compañeras y compañeros, y mirándome con una credibilidad y un atractivo que merecía fijeza de correspondencia.

Yo, seguía siempre sonriendo muy atenta aparentemente a las cosas que descoordinadamente me decía el joven. Y yo me ponía casi de repente como fingiendo una seriedad que no sentía, porque quería sorprenderle para hacerle divertidos registros de mujer, que él podía desconocer.

Sí. Adolfo me decía que no había barreras, y que a veces era lógico que una profesora y un alumno fueran amigos, y que se dijeran cosas sin segundas ni maldad. Y repetía continuamente que no hay diferencias entre hombres y mujeres, y entre edades y posiciones. Y yo, le matizaba, pero al fin y a la postre mantenía la opinión favorable a su pensar, y le aceptaba con una serena sonrisa sus cosas impetuosas que diseñaban sus hormonas y deseo.

Le tuve algunos años como alumno. Era yo quien le tomaba por el brazo y me hacía la débil físicamente, o le confesaba que ese día no me había puesto las medias y que ello suponía un grave error estratégico porque tenía frío y eso debía ser producto de mis años. Pero Adolfo no estaba dispuesto a aceptar que yo pudiese ser mayor. Y entonces entraba en el juego de la risa, y se ponía a defender a todas las mujeres de todas las edades y con el fin de complacerme y de hacerme sentir una chica irresistible y sin edad.

Me arrepentí el día en que le suspendí una evaluación por vez primera. Todavía me río cuando evoco su cara entre enfadada, desconcertada, traicionada, sorprendida y hasta triste. Adolfo no se atrevía a echarme en cara el porqué del suspenso, pero yo sabía que tenía que ayudarle a desembozar unas ideas que no le salían bien. Le dije que le tenía mucho aprecio y que era muy bueno. Y con la mejor de mis sonrisas, le di un golpecito en el brazo. Adolfo, sonrió finalmente ...

No se atrevió a preguntarme si yo daba clases particulares, y yo decidí no decirle nada al respecto para que la cosa no se complicara. Y vi cómo Adolfo comenzó a estudiar y a estudiar, y era tan impulsivo y cabezota que había festivos que no disfrutaba y se quedaba en casa renunciando a lo demás. El defraudarme, parecía haberle hecho demasiada mella ...

Un festivo le eché valor y le llamé a su casa. Cogió el teléfono y casi se atraganta. Nunca podía esperar una llamada como aquella. Debió cambiarle la cara. Le propuse ir a la playa. Era un día de primavera increíble, y él negó y negó hasta confesar abiertamente que le encantaría.

Me puse muy guapa, desenfadada y breve de atuendo, y ya en la playa mostré mi experiencia y le hice sentir tan realmente bien, que el joven Adolfo me miraba embobado. Y en el metro, me dijo que le gustaría acompañarme a mi casa. ¡Y yo le dije que sería un placer mostrarle mi casa con jardín! Nos había dado mucho el sol ...

Entré en casa, hicimos el amor, y al cabo de una hora se asustó y se fue del lugar sin avisar. Y cuando retomamos el contacto, no paró de pedirme perdón por su osadía, y yo cerré su insistencia con un colosal beso en su mejilla. Y Adolfo guardó silencio.


Pasó el tiempo. Adolfo me huía. Tenía miedo a enamorarse o a que aquello fuera a más. El hecho es que me evitaba. Estaba como preocupado por su inseguridad. Y al acabar el curso y con la idea de darle estímulo, le aprobé. Aunque no fueran justas tales notas suficientes.

Ya no se acercó más a mí. Adolfo tenía una nueva prioridad. ¡Las chicas de su edad! Para así mostrar que se arrepentía de su actitud hacia mí, optó por buscar chicas y más chicas. Le vi hasta con negritas, orientales, rubias, morenas, punkies, altas y bajitas; pijas y de extracción obrera. Pero, siempre que se topaba conmigo, se azoraba y ruborizaba. No decía nada.

Un día se me acercó con una chica de aspecto dulce, y me dijo desde el interior del metro:

- "Esta es Adriana, profesora ..."

- "¡Ah! ¡Encantada, Adriana! ..."

Y esta vez Adolfo no parecía fingir sentimientos. La parejita semejaba estar plenamente enamorada y se besaban continuamente sin que mi cercana presencia pareciese incomodarles. Adolfo sonreía feliz y protector hacia su Adriana. Pero yo no me sentí mal, ni defraudada, ni celosa, ni nada de eso. Asumí desde el minuto uno, que lo más importante era embarcarse en el proceloso y rapidísimo río de la vida. Y seguí con la docencia, y vinieron alumnas y alumnos nuevos, aunque quizás nunca nadie de ell@s me recordó a Adolfo. Lo de Adolfo fue una hoja tierna del libro de mi vida. Y yo seguiré bajando al metro cuando lo precise. Como he hecho hoy. De nada tengo que arrepentirme.

-SINO TODO LO CONTRARIO.-

 

miércoles, 13 de diciembre de 2023

-ASILVESTRADA ... -



Descansa en una casa que no es la suya. Elwa, aparenta que descansa. Su cuerpo y su mente deciden crear la idea de que eso es sosiego.

Y a su lado, no hay nadie. Porque el hombre al que está enganchada, ha abandonado otra vez la cama, la estancia y todo. Desde arriba se oye el motor de un coche. Es el de su fatal amor. Y Elwa, casi desnuda, se asoma al balcón. Y desde allí le grita desgarradamente a su hombre que no la deje así, insatisfecha, acelerada, sorprendida, angustiada, carente. con malestar ...

Elwa sabe que el hombre volverá unas horas más tarde. Pero eso no es suficiente para ella. Sus dos hijos, la miran ya acostumbrados al grito y a lo inesperado. Y tratan de reír por adentro. Son dos niños que van alcanzando con precocidad la adolescencia. Solo quieren jugar a soñar que tienen padres convencionales. Y deciden sonreír metidos ambos en un cuarto coqueto, infantil y tierno.

Elwa mira al frente, a sus hijos, pero es como si no los viera o no les quisiera ver. Son demasiada cosa micro para su espíritu atormentado y lleno de furia. Y la mujer vacía en su gaznate una botella de vino, ingiriéndolo con la pasión de un sediento.

El alcohol logra que Elwa vuelva a caerse dormida en la cama. Y cuando suena el despertador y las primeras luces del día invitan a la responsabilidad cotidiana, Elwa no tiene ese ánimo y sí otras prioridades. Se viste a toda prisa, y baja a la calle camino de donde vive Jorge "el fácil". El tal Jorge, es un camello que le proporciona dosis de heroína parece que bastante pura. Pero el traficante de droga de poca monta se niega a darle la substancia.

- "Elwa, ¡hoy no va a haber nada para tí! ..."

- "¿Qué dices, hijoputa? ..."

- "Je,je,je, Elwa. Solo sé que me apetece ahora que cantes para mí solo como tú sabes, je, je, je ..."

La mujer se levanta la camisa y muestra sus voluminosos pechos operados. Se la vuelve a bajar, y le canta a Jorge. Sí. Elwa le canta. Saca todo el arte que le nace de las venas y del corazón. Se estremece entre su cante jondo y desgarrado. Rompiéndose con arte hasta la última estrofa de su canción sentida y profunda. Y al acabar, Jorge le advierte:

- "¡Menos mal que has cantado! Ahí tienes dosis para tres días por lo menos ..."

Elwa vuelve a casa. Se encierra en el baño. Los niños siguen en su cuarto. La mujer esnifa y esnifa. Una hora después, coge a sus hijos, los prepara, los lava y los lleva al colegio. Le dicen que ya hace más de media hora que ha empezado la clase, pero ella los manda a la mierda.

Vuelve de nuevo a su hogar. Piensa que no le apetece hacer nada, y que puede sacar dinero del banco con la tarjeta de su padre. Elwa siente pánico a las navidades. Pero no le queda otra si quiere estar a la altura. Va a casa de su padre y abre la puerta con sus llaves. Le coge la tarjeta del dinero a su progenitor. Éste, está paralizado de medio cuerpo y no se sostiene ya en pie. Pero la ve, y le da fuerte a su hija con el bastón ...

Elwa se avalanza contra su padre. No puede pensar. Golpea tres veces en la cara al viejo, le grita con la fiereza y frialdad de un ser de otro mundo, pero es muy práctica. La lucha física no es nada, al lado de lo que a la mujer le baila por la cabeza. ¿Y si acaba con su padre? ...¿Y si lo mata y luego se clava el mismo cuchillo? ...

Hay segundos emocionales que son siglos. Elwa le roba a su padre casi todo el dinero. Sabe que él no la va a denunciar. Por dos razones. Porque su padre le tiene miedo, y porque no tiene cojones para defenderse y ganar definitivamente la gran batalla. Y una vez sacado el dinero, tira la tarjeta del banco por debajo de la puerta de la casa de su padre.

Elwa siente que llegan las navidades, que los hijos están ahí, que su amor nunca estará cuando se le necesita, que hay que comer, que sin la bebida y la droga no se puede sobrevivir, y que ahora que ya tiene lo que necesita es hora de ponerse guapa y de sonreír convencida de la felicidad.

Elwa va perdiendo el alma, la seguridad, la fuerza y el poderío. Su mundo es otro. Pero lo defenderá con los dientes de una leona, follará con quien sea, se emborrachará y se meterá dosis.

¡¡ Y QUE NO LA DEN POR SACO !!
 

viernes, 8 de diciembre de 2023

- CINE DE ESTRENO= "ANATOMIE D´UNE CHUTE". -



Más que intensa y extraordinaria película de la directora francesa Justine Triet. Potente, y pensada para los sentimientos y lucha de intensidades.

Alguien fallece, y tres mecanismos de Poder se ponen a funcionar. El Institucional, que marcan las leyes y las disposiciones. El teórico, que trata de resolver desde el método psicológico al uso y sin dudas. Y finalmente, las verdades y los universos internos de los protagonistas del luptuoso suceso.

La actriz alemana Sandra Hüller, interpreta magistralmente a "Sandra", esposa del fallecido. Y borda el papel. Es todo un torrente de sentimientos que acaban produciendo más claridad y efectividad que las pesquisas policiales o las iniciales sensaciones judiciales. Que, todo ...

"Sandra", está arrebatadoramente exuberante de pensares encontrados, humanistas, expectantes, durezas y humanidades. No quiere hacer daño a nadie, ama con locura a su hijo invidente, necesita el sexo como necesidad natural, cree en la amistad y también en la realidad. Es culta y experienciada, siempre vital incluso en los momentos de desasosiego o de congojas y pensamientos tan encontrados como reales. 

El amor. El cariño. Un perro gigantón y buenazo. Los demonios humanos. Las debilidades, los tabúes transitados, la muerte, el frío y la vida. La huída y la dignidad, la entrega equívoca, la disputa, la posesión psicológica, la rivalidad, la discusión, los malos tratos, el intelecto, la inmediatez, el refugio, la nieve a veces terrorífica, las dificultades de adaptación, la mirada y la mímica, la perspectiva desde lo alto, las lágrimas, la casa de la montaña, el peligro del escritor al que la salud le está fallando y le impide crear como quisiera y no aceptar sugerencias de ayuda laboral. Cuando se va cayendo ...

Me gusta el niño que no ve. Porque lo compensa, vivenciando. La vida y la muerte no pueden ser stándarts individualizados sino densos y complejos. Sentimientos a procesar. Pulsiones individuales que mutan a menudo para construir y destruir secuencias y conclusiones que nunca serán inamovibles.

"Sandra", ¿culpable o inocente a la vista de los demás? También hay y habrá una culpa interior, en la cual los jueces no podrán penetrar. El psiquiatra se valdrá de experiencias clínicas, de medicamentos frente a la locura, de sospechas de culpabilidades, de la fuerza de la rutina y de lo cotidiano.

Más allá de los veredictos, estará la paz interior. El suicida decide en primera y última instancia. Y a veces le sobran pastillas y le falta amor. Pero, ¿cómo dar ese amor razonado en las dosis más necesarias? ...

A veces, la confrontación parece inevitable y como un Damocles, en las relaciones afectivas. La recepción del auténtico amor se ve en ocasiones taponada por elementos subjetivos, fofos y de extraña dignidad. El desahogo de la agresión y de la violencia no puede resolver nada en ocasiones. Ni el método psiquiátrico acabar con las negras nubes. ¡Malditos demonios de fatalidad! ...

"Sandra", hace ante la Justicia y el exterior, un desnudo total de los poros de la piel de sus sentimientos. Su voz es acompañada por una integridad que va desmoronando sambenitos y prejuicios. El Abogado General, -interpretado por Antoine Reinartz-, trata de acorralarla para que confiese un crimen, pero toda su energía y profesionalidad se tornará baldía y finalmente ineficaz.

Ya en libertad victoriosa, "Sandra" celebra la vida con todavía más pasión y dedicación. Porque en realidad lo único que aquí vale es la libertad de la conciencia honesta de sentirse bien con un@ mismo@.

Colosal trabajo de Sandra Hüller, la cual solo merece loas y méritos. Dos horas y media de intensidad emocional, de humanidad, de incertidumbres, de bella frialdad ambiental, de decisión y coraje, de talento y de excelencia.

- MÁS QUE RECOMENDABLE FILM. -