lunes, 11 de octubre de 2021

- LA FIMOSIS. -



¿Cuarenta años? No. Yo no tenía aún cuarenta años, pero bien pocos me faltaban para alcanzar dicha edad. Me había pasado demasiadas décadas en el desierto de mi salud. Trabajándola. Y poco a poco, comenzaba a obtener los frutos deseados de mi autoestima de superviviente. Creo que es el mejor epíteto que puede definirme. El de la supervivencia ...

¿Mujeres? Eso estaba bien para el soñar y para la pulsión de una condicionada autosatisfacción. Poco a poco, decidí tomar mi decisión. Y me fui al médico del ambulatorio de la Seguridad Social.

Mi madre, parecía tenerme en mis manos. Tenía en su poder hasta mi tarjeta sanitaria. Gran parte a causa de su afán posesivo, y gran parte parte por mi delegación, desorden y dejadez. Yo seguía creciendo a pesar del estigma de los otros.

- "Pero, hijo. ¿Por qué quieres ir al médico?, ¿te encuentras mal? ..."

- "No, mamá. No tiene ninguna importancia ..."

- "Entonces, es que estás engañando a tu madre. Y éso, no debes hacérmelo jamás, hijo ..."

Comenzó a hacer amagos de ponerse a llorar mientras no quitaba sus ojos de mí.

- "¿Dónde está la tarjeta sanitaria, mamá? ..."

- "No lo sé. Hasta que no me digas qué es ..."

- "Vale".

No le dije nada. Esperé a que se durmiera esa noche. Entré en su cuarto, y busqué y busqué con terror entre los cajones de su anuncio. Fueron momentos duros. Pero finalmente, me hice con dicha tarjeta sanitaria sin que ella se diese cuenta. Y al día siguiente, ya estaba en el médico. Cogí cita, y el médico me mandó al especialista, el cual refrendó lo que me ocurría. Tenía fimosis. Me exploró, y me incluyó en la lista de espera para que me llamaran del Hospital para intervenirme.

Mi madre, nunca se dio por vencida. Me atacó por todos los flancos. Desconcertada, temerosa, rabiosa y extraña. Hasta que al final se lo dije:

- "Mamá. He ido al médico porque me tienen que hacer una cosa en la chufa ..."

- "¿Qué dices de la chufa, guarro? ..."

La "chufa", es la expresión coloquial y hasta tradicional con la que denominamos por mis tierras al pene.

- "No es nada grave, mamá. No te preocupes ..."

-"¿Que no me preocupe, marrano?, ¿te tocas la chufa?, ¿eres capaz de eso, pedazo de cochino? ..."

No respondí y me retiré. Pero mi madre no paró de faltarme al respeto y de lanzarme invectivas durante meses. Porque yo para ella, no es que no tuviese derecho a crecer, sino que interpretaba los cambios como una forma de distancia en su inseguridad más que patológica. Que yo creciera y mejorase mi salud, era y se constituía en un panorama de zozobra para ella. Yo debía ser eternamente un chico sin crecer. No podría ser hombre desarrollado, jamás. La sexualidad era mucho más que un tabú. Mi madre no recibía placer. Había decidido dormir en otra cama distinta, alejándose de la de mi padre. Aquello, había precipitado el enfriamiento de la relación de ambos. Y hasta ahí puedo leer.

Otra de las cosas que nunca se me olvidarán,-aparte de la tremenda vergüenza que pasé en mis visitas al médico-, fue la mirada de las diferentes enfermeras. Una tras otra se quedaban alucinadas al verificar mi edad a la hora de ser conocedoras de mi pretensión conseguida de intervenirme de fimosis, bien cerca de los cuarenta años. Había muchísima burla, miradas maliciosas, despreciativas, sorpresivas, y mil etcéteras. Pensarían de todo sobre mí. Pero, evidentemente, poco podrían sospechar acerca del qué hubiera podido suceder para que yo hubiese dejado transcurrir tanto tiempo para la solicitud de la intervención susodicha. Incluso os aseguro que en cierta ocasión, una enfermera con cara de vinagre me llegó a decir que a mi edad eso ya estaba de más, que no me operara, que para qué, y que ahora ya no tenía sentido todo éso ...

Os juro que no me invento nada. La sexualidad y la sociedad judeocristiana iban por un sitio, y las necesidades y realidades, por otra. La sexualidad y la Seguridad Social, tampoco os creáis que hoy en 2021 van demasiado de la mano. Y la Ciencia choca con objetores y con la Iglesia. Y hay mujeres en hospitales de Murcia, que deben viajar a otros lugares  para poder abortar, a pesar de haber logrado todos los derechos constitucionales.

¡La carta! Me llegó la carta. Para la intervención. Fueron meses terroríficos. Porque yo no quería ver a mi madre así. Reprochándome todo, dudando siempre de mí, echándome por los suelos, escupiendo toda su dolorosa frustración de mujer entre enferma y condicionada por los tabúes de ancestro.

- "Mamá. Me operan el día 15 ..."

Mi madre no me escuchó y siguió su camino. Y no tuve más remedio que sujetarla. Porque se iba del lugar.

- "¿Me has oído, mamá? ..."

- "¿Qué quieres, tío cochino? ..."

- "Sí. Me operan la semana que viene. Y alguien debe venir a acompañarme ..."

- "¡Que te acompañe alguna de esas guarras mujeres que te habrán visto la chufa! ¡Conmigo no cuentes, marrano! ¿Está claro? ..."

Lloré, rogué, me sentí plenamente decepcionado, estaba más que asustado, y todas estas cosas. Y pasaban los días, y ella no me decía nada. Y me miraba de reojo, y me lanzaba puyas mientras se lanzaba sobre mí con actitud agresiva, mientras insistía de continuo:

- "¡Marrano! ¡Eso es lo que eres! ¡Un marrano! ..."

Y trataba de ridiculizarme delante de mi hermano, el cual reía y sonreía más que divertido y hasta descojonándose. Mi hermano, hacía tiempo que dominado su ser por nuestra madre, había decidido no crecer y dejarse ir como persona por completo. Y me tenía una envidia brutal al apreciar mi osadía y mis progresos.

Con las primeras luces del día de la intervención, yo me desperté muy temprano. Y me dirigí al cuarto de mi madre.

- "¡Mamá" ¡Por favor! Hoy toca operarme. Se va a hacer la hora y ..."

- "¡Pues no vayas! ..."

- "¡Pero, mamá! ¡Por Dios! ¿No me vas a acompañar? ¿Me vas a dejar realmente tirado? ¡Me cago en la leche! ..."

Mi madre, me miró. Dijo: - "¡Eres un cerdo! Y siempre te has de salir con la tuya, granuja marrano ..."

- "Vamos abajo. Voy a llamar a un taxi y ..."

- "¡De taxi nada, cochino! Vamos a ir en autobús que es más barato. ¿Qué te crees un rico, malperro? ..."

Lo importante se había conseguido. ¡Habría intervención! Fue con anestesia local, y por la noche ya estábamos de nuevo en casa. Esta vez sí que cogimos un taxi. Pero días después, mi madre no me dejó hacer demasiado reposo. Me mandaba a hacer todos los recados que consideraba. Yo, intenté no hacerme daño en aquellos días. Pasado un tiempo, el médico especialista me dio el alta. Mi pene ya estaba bien. Y en mi interior, me sentía más que satisfecho a pesar de todos los peses.

Mi madre siguió a la suya: - "Ahora te vas con todas tus amigas las guarras y te acuestas con todas ellas! Pero si dejas preñada a alguna de ellas, ¡ya te las apañarás! ¡Y además te tiraré de esta casa y no volverás más! ..."

Hace ya algunos años que mi madre faltó. Tras la operación, ya no se volvió a hablar nunca más del tema de la fimosis, en casa. Mi madre debió sentir que se le abría un nuevo flanco de posible pérdida de su filial posesión. Yo, tampoco dije nada. Como para hablar de ello en ese contexto ...

Por cierto, que cada día que pasa la quiero más, al igual que a mi padre. Porque me di cuenta de la tremenda vulnerabilidad que ambos llevaban encima, y aún así habían decidido tener hijos. Algo simple. Gracias a esa decisión, yo estoy aquí, vivo y coleando. Sin segundas.

-"TRAGITERNURA". -
 

martes, 5 de octubre de 2021

- ETERNO OTOÑO. -



El otoño da sus primeros pero decisivos pasos crecientes. Es un niño, pero es poderoso y toma decisiones. Destierra a la playa de los veraniegos y la pone a disposición del viajero más que maduro de temporada baja. El otoño elige a Octubre como a su cicerone, su mes de confianza, su primer traje, a pesar del cambio climático enloquecido. Y deja al verano sin trono ni gasolina.

El otoño se pone actualidad, y decide que ahora toca cubrirse los pies y dejar los tirantes de las chicas para una demarcación más interior. El otoño transforma el rojo del verano en el ocre mágico y natural de las hojas de los árboles. El otoño es un ámbar de la nueva cotidianeidad. Su aire el limpio y sano, y fresco, y atrevido, y nos indica el camino del abrigo.

Otoño nos manda a la clase, al colegio, a la soledad en compañía, al fútbol de pago, al fin del descanso de los programas estrellas de la radio y la tele, a renovar los vestuarios y los escenarios, a llorar lágrimas de sangre por el asesinato machista de una nueva mujer, al cine a ver todo lo nuevo que no privatiza Netflix, y ordena que nos cambiemos las condiciones de la casa y corrijamos el horario.

El otoño es un tiempo aparentemente discreto, triste y meditativo. Pero lo que hace es substituir a la sandía por la manzana, a un tanga por unas medias explosivamente atractivas, y le da elegancia al descuido postural del descanso veraniego.

Quizás en otoño conocerás a tu amor si no lo tienes, o una sorpresa negativa cierre tu sonrisa camino de la depresión, o seas capaz de mejorar tu inglés, o de perfeccionar la calidad de tus fotografías, o apuntarte a tu primera carrera de fondo, o a volverte aún más sedentario y hogareño al ser derrotado por la pereza del confort del hogar familiar.

El otoño te pondrá a prueba. Se moverá y avanzará camino de la casi desaparición precoz de la tarde, y podrás seguir siendo social e ir con tus amigas de tiendas a ver qué hay, o te quedarás sin expresión afectiva mientras das de comer a las palomas en la Plaza de la Virgen para poder dar un poco de amor y de bien.

Porque otoño reinará tres meses. Y en el norte y en muchos sitios, lloverá. Y comenzarán los fríos. Y el otoño y el invierno se harán amigos antes de hora, y podrá nevar en cualquier mes.

Podrás mandar a ese hombre que no soportas al rincón del adiós. Y lo cambiarás por un amigo con sonrisa eterna que te hará mucho más feliz. Y las terrazas serán substituídas por los interiores de los baretos, y una vacuna más y adiós al coronavirus para siempre.

El otoño gritará salud. Manzanas, granadas, frutas con más carnosidad, y descubrirás que el caminar es una de las aventuras más extraordinarias que hay. Y te harás pacíficamente al monte hasta las cinco de la tarde que amenazará noche, y te pondrás unas chirucas y desafiarás los desniveles que encontrarás en los mágicos senderos.

Serás chica Ipanema e Instagram, o morenazo de Facebook, y jugarás con tu pelo y con tus ojos al maquillaje pasión. Y verás más lunas al abrigo de tu amante y su calor, y no perderás de vista que el cambio de hora también puedes ser tú.

En otoño vas a inventar, a crecer más, a cansarte menos, a ser mamá, a lograr esa paternidad que tanto ansías, viajarás a los lugares más imposibles bien dispuesto y sin  temores, leerás libros que los magos de la escritura pondrán a tu disposición, encenderás la estufita de los chinos para los pies, comerás un buen puñado de castañas asadas, y te divertirás camino de donde están las cestas y las setas. Y si te quedas en la ciudad rutina los findes, siempre habrá un rastro castizo, un gol de Benzema o una mirada soñada de Scarlett Johansson. O, sencillamente, tu derecho vivo a soñar con ser feliz.

-TE LO ASEGURO-
 

domingo, 3 de octubre de 2021

- LA CASA DEL TERROR AMOR. -



Tomé las llaves cedidas, y no pensé. Hacía ya meses que no abría la puerta de aquella casa. Esa casa, está a esas horas en silencio absoluto. No se oye nada aunque muchas cosas chirrían mudas.

La entrada es engañosa y no ofrece mayores sorpresas. Ahí hay mucha estrategia inicial. Encima de una mesa, hay unas fotografías familiares. Y algunas ausencias en esas fotos. Significativas, aparatosas, sorprendentes, azarosas y patológicas.

Me adentro en la casa. Son las once de la mañana de un día soleado. Pero en este piso interior, no cabe la luz. Y más, cuando todas las persianas permanecen bajadas.

Conozco demasiado bien a quien habita este lugar. Y me observo a mí mismo y me noto un tanto diferente a ocasiones anteriores. Mis propósitos son benefactores. Pero en otro tiempo me invadió una especie de crítica dislocada y agresiva, rigurosa y hasta autoritaria. En esta ocasión, me noto más compasivo y humanizado, comprensivo y hasta tolerante. Me está pudiendo la cercanía sanguínea y de la raíz.

El cuarto de baño está cambiado, al igual que la cocina. Pero la estrategia es idéntica a la de otras ocasiones. El dueño del piso ha decidido esperar a que todo se ajara, para desecharlo y comprarlo todo nuevo.

Don desorden todo lo preside. Papeles por todos los sitios, pereza para depositar cosas en el cubo de la basura, más desorden, absoluto desconocimiento de la disposición de los enseres de la casa, y un potentísimo desinterés. Una abulia y hasta inopia, rechazables de remate.

La cama del dueño, su cama casi histórica, no está. Parece haber desaparecido casi por ensalmo. En su lugar, una cama con pinta de recién comprada, ha substituído al camastro anterior. Decisión drástica y nada meditada. Porque el dueño de este sitio no quiere ni sabe pensar.

Sigo tratando de no ser crítico con él. Aquel lugar es un desastre con una falta de higiene galopante. El orín, por hábito, sigue en el orinal como todos los días y en el interior de su habitación. Cuando vuelva del trabajo, el señor verterá dicho orín al wáter y ya vacío dicho orinal, lo volverá a despositar al lado de su cama. Se ve que no quiere levantarse por la noche cuando le entran las ganas de la micción, supongo que por temor a desvelarse, miedo a rastreros, o simplemente por comodidad y autodejadez. Lo mismo que irse al trabajo sin verter el orín al baño. Son décadas de repetición periódica de una más que errática conducta.

Con audacia, voy abriendo las luces de las diferentes estancias. Y observo que hay una significativa substitución. La cama de la madre del dueño, no está. La ha desechado finalmente. Y ahí aparece una novedosa cama de matrimonio. Todas las superficies de las distintas estancias, están ocupadas. Apenas se pueden observar calvas de ausencia. Ropa tirada de cualquier manera, disposición cutre y analfabeta de las cosas, más trastos y más papeles por doquier. Un par de botellas de matacucarachas y otra de algo similar. No aprecio olor alguno a ambientador por ninguna parte. Pero no huele demasiado mal o extraño. He vivido demasiados años con el dueño para no detectar su olor habitual.

No me ofrece ninguna sorpresa lo que observo. Lo esperaba. Noto dolor y lástima. Me consuela saber tímidamente que no ha habido cambios significativos con respecto a mi anterior furtiva inspección. Normalmente, la disposición y el estado de las casas dice muchísimas cosas de nosotros. De los visitantes y de los dueños.

Al fondo, hay un cuarto trastero. Casi se podría decir que es el cuarto más trastero de todos. Porque todos huelen a trastero. En esta última habitación trastero oficial, se acumulan muchos enseres y objetos. Elementos que fueron, que permanecen siendo, que no sirven para nada, material de obra preparada para actuar y que forma parte de las estrategias de un bribón que el dueño conoce y contrata. Y un objeto especial, que me impacta.

Este objeto, es un símbolo eterno y forma parte de algo muy importante para el dueño de la casa. Es un objeto que simboliza la vejez y la vulnerabilidad, pero que en última instancia es un elemento equívoco.

Se trata de un bastón. De un bastón pequeño, porque la madre del dueño era bajita. Y en los últimos años de su vida, la señora llevó siempre con ella este objeto. Incluso cuando yo la llevaba en silla de ruedas y ya no le podía servir a ella para nada. Pero la mujer, debía llevar siempre encima dicho bastón. Para ella, era absolutamente imprescindible.

El bastón. Símbolo de poder. El bastón de mando de una mujer desesperada que ha secuestrado y ha mucho al dueño de la casa. La madre del dueño siempre ha ejercido sobre él y su entorno una influencia absolutamente decisiva. La madre imaginaria, las renuncias del dueño, la influencia sobre la familia, y un juguete roto en medio de una atmósfera irracional.

¡Maldito bastón! Y, qué sorprendente y creativa puede ser la mente humana. Un inocente bastón me parece mucho más importante que todo lo demás que he visto en esa casa. Pero hoy he apreciado en mí más ternura y comprensión. He tenido terror interior y evocador, pero también afecto ante un ser derrotado. Es toda una potente y desagradable experiencia, transitar por la casa de un hombre en la lona y desnortado.

Por cierto, que el dueño de la casa sigue en forma. Creo que es anoréxico. Y no falta en el mismo salón comedor, una bicicleta estática más que utilizada, pero actual. El dueño odia engordar aunque nunca ha estado gordo. Me consuela pensar que el ejercicio siempre puede ser positivo y merecedor. Ojalá pudiera ser así.

Fin de la expedición. El señor sigue más o menos como siempre. Esta vez no he querido abrir las ventanas ni ventilar el lugar. He querido pasar absolutamente desapercibido, y me cuidado y esmerado para que el señor de esa casa nunca sospeche que le tutelo porque debo quererle y es mi obligación ética a pesar de todos los peses. Prefiero pasar por ladrón que no que me monte un pollo y arme un escándalo. Oficialmente, yo siempre deberé ser su vasallo. Y si intento traspasar esa línea definitiva, todos los males de los dioses en guerra podrán salir de su boca así como sus puños en dirección a mí. Toda discreción, pues, habida, posible y por haber. Hayla.

-SOLO FUE UNA BUENA ACCIÓN POR MI PARTE-

 

jueves, 30 de septiembre de 2021

- CINE POLÍTICO= "MAIXABEL". -



A Icíar Bollaín, la directora de la película, hay que felicitarla por su valentía al tocar este tema tan sensible y delicado como es el de la ETA, e intentando profundizar en abismos personales y grupales.

ETA surgió desde la desesperación. Desde el querer apartarse de todo lo que representaba en Euzkadi la España de Franco. Fue un movimiento pasional, inconformista, de raíz, de lucha y de una tremenda violencia. Aquellos años de plomo, aquella tensión, aquellas bombas, aquellos gudaris, aquella sangre, aquel contraataque del GAL, etcétera. Un tiempo para desechar y mandarlo al carajo.

En "Maixabel" hay una realidad evidente que pasó. ETA no miraba el DNI de quien mataba, sino que buscaba el cargo y el símbolo, la espectacularidad o el comando.

Puede verse en esos pueblos hermosos y singulares de calles estrechas y hermosas, en ese paisaje privilegiado que es el monte del País Vasco, y en mil millones de lugares, en los que la cercanía y la familiaridad eran un buen ardid para cometer aciertos y errores.

Mucha gente se sigue preguntando el porqué de la autodisolución de ETA. Y evidentemente esto se debió a muchísimos factores. Y uno, fue el cansancio. La gente se cansó de dolor, e incluso tras asesinar a Miguel Ángel Blanco, los abertzales comenzaron a sentirse vulnerables.

¿Qué pasaba con los arrepentidos? La cárcel es una pistola y una carencia de oxígeno para el ser humano. El tiempo estaba cambiando. La Democracia post Transición, avanzaba. La sociedad, dudaba y se repartía. Hubo en ETA disputas internas, y el entusiasta gudari descubría en sus superiores cosas que no les convencían.

En cambio, a otros que actualmente siguen en las cárceles, la propuesta de la valiente Icíar Bollaín, no les ha gustado y no han querido ver el film.

La propuesta es psicológicamente, durísima. Perdonar. Admitir los errores cometidos irremediablemente, y cosas de ese calado, es un anhelo tan maravilloso como más que difícil.

La mujer del asesinado Juan María Jáuregui, siente el amor, el perdón y la bondad. Es como sacarse el demonio o el odio del cuerpo. Ha de ser una experiencia brutal. Ponerse al frente de una Asociación de Víctimas del terrorismo, e intentar hablar con los asesinos para tratar de entender hacia dónde bajan los infiernos del odio.

Aquí aparecen ex etarras desilusionados consigo mismo. Tras ser capturados se sienten solos, y hasta engañados por sus dirigentes. Admiten secta, y que no opinaban. Había que matar y se mataba. Sentían que era la forma de plantar cara a aquella España tan cercenadora de su dignidad y raíces.

Vencen los silencios en los diálogos. ¿Qué decir cuando apenas hay respuestas? Evidentemente, no hay nada más difícil que enfrentarse a uno mismo y con compañía redentora de buen propósito.

Aquí prima la humanidad y el buen deseo. Hace años que ETA se acabó. Y hay que partir de ahí hacia el futuro. Eso nunca será fácil para nadie. Ni para euzkaldunes ni para españolistas. Pero es un reto a abordar, como hace la directora de la peli.

A mí me hubiera gustado igualmente poder ver a algún arrepentido del GAL, y eso lo eché en falta al ver la película. Pero el mundo avanza, debe avanzar, hay que ser positivos y luchar porque los enconos vayan cediendo. Euzkadi y España deberán encontrarse en algún punto, como ahora hace el Partido Nacionalista Vasco. La Democracia también son sentimientos. Y los sentimientos son personas.

Es una película amarga y maravillosa, que mete los dedos en donde aparentemente no se debe. Es una película correctamente desobediente, pero en la medida que la reflexión se imponga al odio, se convierte en un film conveniente y necesario.

¡BIEN, ICÍAR!
 

martes, 28 de septiembre de 2021

- MI RETRATO DE: DANI SENABRE. -



Rubicundo. Ojos claros y barba de guiri. Barcelonés y catalán hasta las trancas. Estrena cuarenta años y es periodista deportivo. Pero Dani Senabre se mueve a la vez en muchos más frentes que la radio o la tele. Senabre es uno de los periodistas revelación, y se le reclama continuamente para escuchar sus impresiones y comentarios. Dani Senabre se muestra irónico e incisivo, mirada de larga distancia, comentarios de actualidad rabiosa con estilo personal. Confiesa sus sorpresas y hace bien la autocrítica.

Se le percibe visión vanguardista y de la actualidad, y su edad le permite moverse fácil en los terrenos internautas, twiteros o youtubers. No tiene miedo a su cuna informática, y se muestra fresco y crítico en los medios convencionales.

Senabre sabe que el fútbol es mucho más que lo que hacen once contra once con un balón por medio. El fútbol siempre deriva finalmente hacia aquello que le rodea. Los otros deportes, los personajes influyentes, el negocio y los dineros, las simpatías y las originalidades, y los otros sucederes en los que se coloniza y entronca la globalización.

No solo Dani Senabre va a hablar de Ansu Fati o de Koeman,-su Barça-, sino que se prolonga y expande hacia todo lo demás que a los jóvenes como él, interesa. Y habla de la NBA, o del fútbol americano, o de cualquier otro deporte que forme parte de la actualidad rabiosa.

Y no se va a callar ni admitirlo todo. Es juguetón y tiene ambición. Le gusta el rigor, y ve los partidismos y las tendencias ideológicas que van ligadas a los eventos deportivos.

Senabre está en una sociedad catalana de guerra larvada y en conflicto político, y ahí va a buscar la puntería y no pasará una. Sabe que Madrid es el dinero y que aprieta mucho, pero también es consciente de que para que haya rivalidad y competición, hace falta el vil dólar. Acepta las reglas del juego, pero intenta ir a su bola y creando situaciones atractivas.

Senabre abraza el espectáculo que es el deporte, sin renuncias a su cuna catalana. Y ve la liaison o unión que cubre su mundo y en todo está casi alineado, conjunto y en red. Y trata de separar el trigo de la paja, y destacar lo válido de lo mediocre, y relativiza las euforias. Incluso las euforias propias. Y con su juventud, abraza el pozo necesario de la serenidad y raramente le verás excitado o jodido.

Es joven, Senabre. Tiene un gran futuro. Su voz no será del todo para la radio, pero sí para la experimentación, la aventura o el reportaje. Dani Senabre será culo de mal asiento, porque el mundo de hoy es un tren bala, que no solo nunca se detiene sino que enloquece a través de una competitividad bestial y demográfica.

Yo lo destaco como un periodista que tiene mucho más futuro que pasado, y que raramente acabará siendo un bluf de temporada o moda. Porque Senabre es el hoy. Una realidad que le surge en las venas y le pone vida huyendo de segundos planos, pero sin olvidar que la fuerza es el ejercicio constante de la radio y de la tele. Es el gimnasio de musculación.

Senabre podría ser un corresponsal de actualidad en Estados Unidos, o en cualquier plataforma que consolida y consagra. De momento, juega con la imagen, la barba, el descuido, la frescura y su personalidad. Muestra modales diferentes y arriesgados. Ama su tierra, su lugar, su raíz y su profesión. Trabaja a destajo. Poco parece sorprenderle, quizás porque hasta él es una sorpresa que todavía se busca  a sí mismo. De no ajarse en el tremendo desgaste cotidiano de confrontaciones y asertos, podemos tener a Dani Senabre en el deporte y aportando el magma joven de su vitalidad y peculiaridad.

-GRAN PROMESA-
 

sábado, 25 de septiembre de 2021

- SOY UNA BRUJA, ¿ Y QUÉ? -



Brujísima. No bruja. El otro día oí en el Parlamento a un cavernícola, llamar bruja a una mujer. Oye, para mí es casi un halago. Porque siempre me ha gustado tocar los cojonzuelos a los carcas. Me llamo Elisa, y hace ya mucho que me di cuenta lo que supone ser una mujer libre de ataduras atávicas.

Bruja. Sí. He llegado a echar las cartas, y le echo mucha sal a mis cenas con amigas y amigos. Tengo muchos amigos. Y a ellos les encanta su bruja deseada. Como buena bruja, soy intuitiva, voladora, sexual, liberada y muy dulce con mis demonios. Porque yo tengo muchos demonios. Empezando por los personales y físicos. Gusto a los hombres y también a muchas mujeres. Y cuando digo que gusto, es exactamente todo lo malévolo que estáis pensando.

Siempre me ha hecho gracia eso de "sus labores", y lo de estar en casa y con la pata quebrada. De bien pequeña me extrañó. Y vuestra bruja Elisa, es capaz de volar y sobre todo por las noches más inesperadas e intensas.

Tengo una escoba en casa, pero prefiero los aviones, y los viajes, y el vivir, y el estar satisfecha conmigo misma. Y cuando me viene la desbrujez, entonces lo resuelvo pronto: ropita ceñida, interior atrevidísimo, taconazos de vértigo, piernas a lucir, y mucho maquillaje brujo.

A pesar de todo, siempre hay hombres brujos. Desgraciadamente, no son abundantes. Pero yo sé que los hay. Y hemos cruzado nuestras escobas respectivas en la noche y a cualquier hora del día, y hemos hablado de bienestar y de ternura, y luego han sido diablos en el catre. Sí. Haylos.

Yo, Elisa, os lo aseguro. Os aseguro que ser mujer y vivir estos dos telediarios que tenemos antes de que llegue la caducidad y el no estar, es toda una experiencia embrujadora y fascinante. Competir con los tíos tiene morbo, ver lo machistas que son la gran mayoría, que siguen en el Medievo, y con ese paternalismo de chirigota y seminario, es hasta mágicamente divertido.

Elisa, que soy yo, soy bruja. O, lo intento todo lo que puedo. Y tengo una agenda repleta en la que no cabe el aburrimiento. O, a veces sí. Pero es un aburrimiento elegido y necesario. Es, porque a veces me canso. Porque las brujas también nos cansamos levemente a veces y como hacen los señores varones.

Es pasajero. Porque las brujas nos atrevemos a decir lo que nos da la gana, y a gamberrear, y a aprobar la licenciatura de Filosofía como hice yo. Y a aprender a estar al cabo de las cosas, y a no depender de ningún maromo, y a soltar unas risotadas casi de akelarre que encandilan y llaman la atención. Sí. Confieso a Belcebú, que me gusta llamar la atención.

Y, mirar. Mirar por las cerraduras y mirillas. Siempre me ha gustado mirar a los sitios prohibidos, y descubrir qué pasa con las puertas blindadas e imposibles. Me encanta meterme en todos los charcos liosos, buscar la cresta de la ola, y sobre todo ser muy feliz y natural.

Las brujas también podemos ser la hostia, y atrapar la ternura y la sensibilidad, y absolutamente adorar esa condición de mujer que tengo a gala. Y me gusta gustarme a mí misma, y tener la verruga más hermosa del mundo, y una exuberante nariz sexy a los Rosy de Palma, y comer en lujosos restaurantes, y lucir escotes imposibles. Y, pecar. Como buena bruja que soy, me gusta pecar. Y parece mortal todo. Y que doy miedo a los tíos no inteligentes, y todas esas cosas que vienen de la Edad Media.

-PERO SOY VENIAL-

 

martes, 21 de septiembre de 2021

- VOLCÁN TELEVISADO. -



La Palma. Vulcanismo. La tierra, peta. La noche es un espectáculo de grandiosidad, exuberancia e inquietud. Ahí abajo va a pasar algo. Demasiados terremotos. Y el gran espectáculo en la noche que se vuelve hoguera de audiencia.

El volcán está triunfando en la tele. Es el diablo de Vulcano. Un Alien de cojones. Del interior de la Tierra, sale algo inesperadamente devastador. Tiemblan y estudian los vulcanólogos. Es una ciencia esotérica, vocacional y temible. El estudio de las condiciones de un azar evidente. Los humanos, los de arriba de esos espasmos y convulsiones interiores, no queremos saber nada de todo eso. Hasta que las orejas se ponen tiesas y empiezan los estallidos.

Etna, Vesubio, Kilauea ... Nombres de mitos. Porque lo superior a nosotros siempre es mítico. Las Canarias son el resultado del juego volcánico. El Teide y su Orotava, espléndidos y rocosos. Diferentes y mágicos.

Televolcán. Un hechizo. Una macabra noche de San Juan. Un viernes 13 terrorífico que obliga a las evacuaciones. La Guardia Civil se juega el pellejo. Descontrol controlado. Hay fortuna de llegar a tiempo. La Ciencia sigue haciendo logaritmos y algoritmos, sabiduría, predicción y talento. Humanidad.

Bombero al pie de la lava. La colada. Siguiendo con cabeza fría el río devastador que nadie puede parar. Solo manda el fuego. El fuego, el olor, el rugido fiero de los impactos interiores; el meteorismo que nos tiene ígneos y cuyo fuego solo será un rastro o un valor aprovechable para delimitar y evitar caos.

La gente, llora. Cuando el volcán se encabrona y libera, entonces la lava lamina todo pasado. Es el diablo natural más riguroso y menos complaciente. Solo puedes ganar la vida. Que es ganar muchísimo.

Nunca te esperas que la noche se ponga volcánica ni que el día se abarrote de periodistas y curiosos, cámara en mano. La única verdad se bifurca entre la destrucción y los estudios. Lo demás solo es efectismo y belleza desmesuradísima de la Diosa Naturaleza que siempre manda.

Volcán de preocupación. Mapa de la lava. Con pinzas todo. Ojo al azufre, que también parece cosa del Maligno escondido. Dirección mar. Ahí pueden juntarse los grandes opuestos. El agua y el fuego. El yin y el yang. La unión pacificadora para el hombre abstraído por el temor.

La economía no está para volcanes o destrucciones. Esto es pandemia, y azar, y no se elude la responsabilidad. Los plátanos no se asan vivos, sino que son laminados con la caída del fuego viscoso que nunca mira porque lo ve todo.

Pasará tiempo para que se olvide que los volcanes también son españoles y causan mucho dolor. La única esperanzadora noticia es que no hay muertos. Todo lo otro nunca es esperanzadora cuestión. Salvo la hipnosis catódica de la imagen fija de la tele en primer plano nocturno, o en el cuadradito lateral que nos dice que cualquier cosa terrible puede pasar en cualquier momento. La angustia es share. Y una gran película de miedo bate récord de ventas y hace rico a su director.

Volcán. Volcán director. Aquí manda quien debe mandar, que no es Sánchez ni Casado. Los hombres somos cotillas hormiguitas de la caja tonta, guanches que lloran su desolación, fanáticos en busca de la foto inevitable e imposible, héroes llamados bomberos y guardiaciviles, y muchos rezos a la Virgen del Pino.

Terrible isa que suena a guagua quemada. El asombro es reality pero también sentimiento preocupante. Unos aviones tiran las Torres Gemelas, y ahora va y un volcán destruye risas y futuros. Es el volcán. ¿Puto volcán?, ¿maravilloso enemigo? ...

¡SOLO LA VIDA!

 

domingo, 19 de septiembre de 2021

- DEPRE. -



No escucho nada. Solo es monotonía y ausencia de sorpresas motivadoras. Siento que me caigo a plomo y como una pluma de un viento suave y demoníaco. Vacío. Es un querer y no poder. El reino de la impotencia.

Una puta red infranqueable y propia. Cierras tus propias puertas. El aire es caliente en la habitación. La ansiedad salta de alegría. Mi mano no llega a hacer cosas concretas. No se sabe por qué no le doy al botón de encendido del ventilador. No es por lo que se cree. Por esos granujas del oligopolio eléctrico. No. Es mucho más complejo todo que racionalizado. No le doy al botón de encendido porque me supone un colosal esfuerzo esta cosa tan sencilla de hacer. Hay una inercia que me lleva. Hay un algo feo que lo descarta todo. Prefiero, o parece que prefiera, pasar calor y no encender el ventilador. Pero no es la verdadera preferencia. Es la red que no me deja quererme y comprenderme. Es un error que me puede.

¿Mi amig@s? ¿Qué es eso? No. No cuento con los demás. Solo me van a causar problemas. Más de los que ya tengo. El primer problema es que les va a sonar a chino cantonés lo que les pueda contar. Porque cuando estás atrapado en ese marasmo, las distancias no es que se multipliquen, sino que se vuelven demasiado imposibles.

Ellas y ellos están con sus familiares y con sus vidas, con sus cotidianeidades, con los suyos y planificando vivir. Porque tienen la suerte de que no les falla la salud. Y no hay que darle más vueltas.

El dolor se reproduce y parece retroalimentarse. Y entonces hay una reacción formidable y fulminante; necesaria. La mente mete sus manos en el vehículo, y detiene el motor. Y se nota un silencio más aparentemente tranquilo que te lleva al sueño.

Es un sueño de inercia, en el que no se sueña en otra cosa que en la zona de confort, y en que pase la tormenta, y en no sentir nada ni para bien ni para mal. Es el sueño travieso y erróneo del parar, de la sordera social o del ostracismo.

Me despierto de esa suerte de sueño hoyo, en el que caigo. Y me doy cuenta de que se ha detenido mi vida y de que hay mucho por hacer. Y que voy con retraso. Y Cronos es muy cabrón y militar, y no tiene contemplaciones. Y entonces y a toda velocidad nerviosa, me levanto y trato de recuperar inútilmente el tiempo perdido.

Siento dolor al ver que los otros se han espabilado. Y han medido bien sus tiempos, y tienen salud, y planifican sacándole todo el jugo a su vivir. Y me duelen sus risas. Son tan naturales que casi suenan como una afrenta o a un cruel corte de mangas. Es injusto y humillante. Pero manda la salud y has de joderte.

Me largo a la calle porque la casa me agobia del todo. Me meto en un cine a ver una película interesante según la crítica y nada comercial. Y entonces me siento más que cómodo en la butaca del cine. Y noto una paz que no puede definir bien la palabra. Y me entra el mal rollo porque empiezo a ver que me entra un sueño y no puedo evitar que se me cierren los ojos. La oscuridad de la sala ayuda a que se cumplan mis temores.

Hasta que finalmente, un ronquido propio me sobresalta y me entra el lógico rubor. Yo, no quería. Y disimulo. Y pongo porte y ojos de que me interesa mucho la película. Pero como he perdido el hilo, no sé ni por dónde voy y no entiendo el film.

Se acaba la película y me voy a casa. El dinero de la entrada, se perdió. Al salir veo que está todo lleno de terrazas en donde la gente se divierte. Y se ríe. Y siempre hay risas y más risas. Y satisfacciones.

-Y ENTONCES LA ENVIDIA CORROE-
 

martes, 14 de septiembre de 2021

- LA MIRADA DEL MENDIGO CALÉ. -



Me gusta y me atrae su mirada. Porque me mira como si me conociera de toda la vida. Su aspecto es de gitano. De, calé. Con su coqueto sombrero siempre encina de su oronda cabeza. Está siempre en la puerta del súper, por si le echan limosna.

Me apasiona porque no le paso indiferente. Y no sé qué ve en mí. Ya no hará sesenta años. O, quizás, sí. Porque la dureza cambia mucho los aspectos. Su mirada es un imán; una agudeza hacia mí. A mi abuelo paterno le apodaban "el moreno", y le gustaban mucho las corridas de toros. Era muy raro y orgulloso. Delgado como un etíope en apuros. No creo que fuese gitano, pero antes todo era más aceptable, más fraterno; quizás tan estigmatizado como se es ahora. Pero, era mi abuelo y le conocía más de medio barrio. Conocido y familiar en mis calles de siempre.

El gitano del súper, apenas dice nada. Solo un rápido saludo y muchas veces una inclinación del rostro, que acompaña con una reverencia más que educada. Por eso me desconcierta su amabilidad.

Quizás sea un gitano del Este, que ha acabado aceptando la realidad de los blancos y se ha agachado. Eso sí. Con suma elegancia.

El calé retiene su mirada, y me observa entre curioso y divertido. Es como si yo le recordara a alguien. Quizás a algún muchacho fuerte y enérgico de su tierra natal. ¿Federación Rusa?, ¿rumano?, ¿búlgaro?, ¿húngaro? ... No tengo ni idea. Lo que sí, es que es gitano hasta las trancas. Un padrazo en tierra extraña que me mira bien ...

Tengo para mí que este hombre es muy bueno aunque caído en el suelo y le hayan quitado sus trabajos tradicionales. Los del neoliberalismo y los del socialismo. Todos. Y creo que es bueno porque tiene cara de protector tradicional. Como jefe de clan. Como si fuera un pacificador o un mediador de conflictos de sus leyes. Sabio.

Porque su mirada parece comprender muchísimo. Él sabe cuando estoy jodido. Y cuando me ve cara de fastidiado, entonces el calé deja de sonreír y su rostro se contrae y se vuelve tímido. Sabe apreciar y aprehender el dolor. Lo intuye. Y nunca nunca, toca los cojones. ¡Jamás! Por eso decía que me gustan esos modales eslavos o rusotes. Educado y oportuno. Sabedor astuto y lógico de su posicionar ante los otros en su vida cotidiana.

No parece visceral. Nunca apremia. Contrae interiormente su dolor. Nunca pide nada a nadie de los que vamos al súper. La gente no le tira monedas, porque le ven calé en seguida por ese sombrero que se ve que no se quita casi ni para dormir. Ese sombrero parece su estandarte de su raza bien diferente e incomprendida. Me apasionaría conocer su historia. Ha de ser un filón. A lo mejor no un best seller comercialote, pero sociológicamente seguro que es apasionante.

Y si los ojos bonancibles y naturales me permiten elucubrar, le imagino presidiendo laboriosamente una familia, hablando con su mujer, adorando a sus hijos y como un loco con sus nietos. Un abuelo, con toda la carga de familia que eso conlleva.

No le tiro un euro porque es muy listo. Cuando me mira, el viejo aparente me examina. Y no quiero que descubra que tras mi generosidad se esconde justicia social. Y que no me da la gana que me mire así, porque yo, orgulloso, quiero marcar distancia social y localista.

Seguro que en algún momento el gitano echará las cartas y sabrá demasiado de mí, y se interesará por mi personalidad, y comería conmigo, y pronto estallaríamos en carcajadas cómplices.

Y yo le asaetaría a preguntas para desmenuzar su plena identidad. Y sus silencios astutos que me costaría tal empresa. Yo, seguro que dejaría de ser un fortote y orgulloso mocetón blanco para entrar en su carro, en su chabola, en su poblado o en su chiringuito.

Y convencido estoy de que no habría nada traumático en ello. Y seríamos amigos. Y me explicaría por qué está ahí de mendigo. Y yo le confiaría por qué a veces me pongo tenso. Y él seguiría quedando en silencio.

-Y SIN DEJAR DE SONREIRME CON SU MIRADA-
 

domingo, 12 de septiembre de 2021

- IMPACTOS Y LÍMITES. -



Fuerzas contrapuestas. Terribles. Terror ciego. En la tele suenan alarmas. Hablan de la sorpresa. Ha pasado algo fuera de control. Está pasando un espantoso evento de odio. Es el 11 de Septiembre de 2001. Y parece quebrarse la Historia. Más aviones kamikaces.

Uno de los aviones es captado en directo por las cámaras perplejas de la tele. El impacto es brutal. Inesperado. Dramático. Se incendian las Torres Gemelas de Nueva York. Otros sitios, también son objeto de ataques espantosos. 

El odio, gana. Se ha producido el definitivo desencuentro. Hay gente que solo desea morir matando ese día. Las Torres Gemelas simbolizan la grandiosidad y la exhibición evidente del Poder.

Impactos. Fuego amenazador, destructivo y atroz. La gente está sita en plantas gigantescas. Como arriba en las montañas. ¡Oh, la vida! Las vidas. Todo está en el aire el 11 de Septiembre de 2001. Algo pasará. Es imposible parar la salvajada. Hay que huir del pavor negro, como sea.

Las Torres Gemelas, no pueden aguantar. El fuego convierte en guiñapos a sus estructuras. Se vencen. Caerán. Van cayendo. Los bomberos no pueden evitar lo que sucede. Las gentes se lanzan por las ventanas o se despiden de los suyos por teléfono. No puede existir el sosiego. Todo huele a muerte y a destrucción. El Imperio, parece tambalearse en cosa de minutos. ¿Será posible lo que los ojos ven? Las Torres Gemelas se desploman impotentes. Muertes, muertos, muertos, todos los muertos ...

Una onda de polvo todo lo preside e impregna. La tierra quiere aterrizar. Mucha gente camina desconcertada y sin rumbo fijo. Hoy en día, y a consecuencia de todo aquello, mucha gente recibe ayuda psicológica veinte años después. El daño es pasado, presente y futuro. Sobre todo, es dolor.

Todo se tambalea y se frustra. Es la supervivencia fija y parada la única brújula de oxígeno. Este Pearl Harbour ha sido mucho más bestia. Y el ciudadano estadounidense clama toda la venganza. Y el Presidente Bush, dice que perseguirán a los asesinos hasta el Centro de la Tierra si es preciso. El shock es absolutamente general.

El Islam sufre un palo. Vive días de zozobra en América y otros lugares. Hay agresiones. Y en pocas horas, la respuesta americana se pone en acción. ¡De la otra mejilla, nada! Aviones estadounidenses bombardean el Afganistán. El saudí Osama Bin Laden,-otrora amigo de negocios de Bush-, es el nuevo gran cabrón de la Historia reciente del mundo. Es el jefe del mal. El chico expiatorio que nos cuentan que luego fue matado y que así se hizo justicia.

La Santa Seguridad empieza días después del 11 de Septiembre de 2001. Ni media broma. Militarizados y unívocos todos los pensares. Hay buenos y hay malos. Nada de autocrítca. Se dice que hay cosas que sonarán siempre a incompatibles. Que los hombres habrán dejado de ser hermanos.

Veinte años después sigue todo militarizado, castrado y decidido. Liquidado. El mundo parece conquistarse a hostia limpia. La verdad parece mutar desde un libro a una ametralladora. Se impone el plomo. Se gestiona el dinero. Cada vez hay más atentados por todas partes. El mundo está tensionado y encabronado. Los amos de los intereses económicos se han hecho más altos, gordos y adinerados. Viven en la impunidad del rifle. El simio, ¿ha vuelto al árbol? ...

En la tele, pasa hoy lo mismo que hace veinte años. Unos aviones impactan sobre las Torres Gemelas y otros lugares. Los niños que aún no habían nacido tienen veinte o menos años. Y les atrae el impacto y la espectacularidad.

-LA HISTORIA SE HA MENEADO-
 

miércoles, 8 de septiembre de 2021

- ESE GENUINO OLOR A LA VALENCIA DE RAÍZ. -



Hay otro olor a Valencia. Otro sabor. Hay quien puede creer que Valencia es solo la costumbre capitalina, y el modo refinado de las gentes del asfalto de la gran ciudad del Turia. Pero yo puedo aseguraros que Valencia es muchísimo más que esa palmaria notoriedad que confunde el turista.

Sí. Existe ese olor de aquí. Otro mundo menos sofisticado. Los pueblos son otra cosa. Y el añejo sabor de barrios capitalinos y castizos, que van perdiendo sin saberlo su hermosa y pura identidad.

Un trinquete. Un frontón. Como la pelota vasca, otra característica que aparece como localismo y dice mucho de allí. Aquí existe la pelota valenciana y en sus diferentes modalidades. Y si entras en la psicología y en el modo de ser de la gente que va a las gradas de un frontón o trinquete, se acaba sobrecogiendo el ver lo que vamos perdiendo con el famoso vanguardismo que se divorcia de la esencia del lugar y lo transporta a un mundo extenso y difuso.

A finales de Julio, falleció uno de los cinco mejores jugadores de pelota valenciana de la Historia. De nuestra Historia valenciana. Se llamaba Paco Cabanes, y su apodo era imperial e imbatible: "El Genovés".

"Genovés", fue un genio de la pelota valenciana. ¡Les ganaba a todos! Era tan bueno, que le obligaron a jugar contra varios adversarios a la vez, porque era la única forma de tratar de batirle. Cabanes golpeaba la pelota con fuerza, clase y precisión. Parecía haber nacido para este deporte tan de aquí. Fue un héroe. Comparable al futbolista Puchades el mito "Genovés". Ganó en todas las modalidades de pelota. Y todos le recuerdan con admiración y valencianía. Y le recordamos en valenciano, porque es nuestra lengua madre. Porque fuimos y seremos nuestra lengua. Porque aunque cada vez el idioma valenciano es más inexistente y muere, algo se resiste. Y en muchos pueblos va aguantando, y no se plantean pugnas abiertas absurdas politicistas e ideológicas.

Vuelvo al interior de un trinquete, de un pabellón con gradas, a un frontón, o a la calle abierta de un pueblo. A nuestra normalidad. A devolver la dura pelota, protegidas las manos para evitar lesiones. ¡Oh, el "Genovés"! Valencianía sin forzarla. Valencianía que sale, que está; que sigue.

En los pueblos, siempre es otra cosa. Hasta a los nuevos ricos de aquí se les nota el pasado huertano y popular. Y os aseguro que toda esta atmósfera, existe. "Nel de Murla", "el xiquet de Quart", "Juliet", "el Rovellet", "Álvaro", "Francisco Soro", y por supuesto "El Genovés". ¡La gran élite de la pelota valenciana!

Os aseguro que el tejido natural de la gente de nuestra tierra valenciana, de habla  y sangre, comparte casi sin querer ese mismo sentir. La valencianía. Una valencianía natural y sin darnos cuenta. Una impronta. Un sello que pervive a pesar de todos los peses.

La pelota valenciana sigue ahí. Y parece que es cosa de generaciones de gente mayor y en extinción. Y no sé qué pasará, porque no me importa el futuro, pero els "xiquets" y les "xiquetes" siguen ahí.

Y cuando te integras en ese magma de valencianía y labor, de luz y de campo, de lengua valenciana, mediterraneidad y sosiego, entonces sientes cosas nuevas y diferentes. E incluso puedes percibir que la lengua castellana del mago Cervantes es incapaz de definir ese sentimiento localista y a la vez magno.

Me gusta la gente llana de aquí de Valencia y de sus pueblos. Me puede su humanidad, practicidad y nobleza. Y me enamora ese deporte que solo sale aquí. Y me lleno de "pilotaris" y de gente que sabe mucho de este deporte expresivo y de calle. Un deporte aparentemente sencillo, pero suculento de técnica y de matices. En donde nadie se hará millonario, pero lo sabrá desde un principio.

-LA PELOTA ES UN JUEGO-
 

jueves, 2 de septiembre de 2021

- VALENCIA 2021, FALLAS, VIRUS, CAOS, TORMENTAS Y DESEO ... -



Lluvias furiosas amenazadoras. Irregulares y cortas. No son de aquí estas lluvias. Ni de allá. No son sino enemigos de agua. Ya sale el sol y reposa la paella. Tranquilidad y a gozar.

Las peinetas tratan de hacerle cuernos al coronavirus. Calles cortadas y Ucis preocupadas. Valencia es la nueva selva de Septiembre, desde La Malvarrosa hasta todos los pueblos cercanos.

Se quema lo viejo. Lo del año pasado. Lo del puto virus que hubo que cancelar. Se quemará con rabia y con vendetta. Nosotros los valencianos somos mucho de fiesta y de juerga. Alegría. Nuestro espíritu puede con todo. Incluso con las obediencias de los superiores. Somos rebeldes con causa o sin ella. ¡Viva la madre que nos ha parido!

Estamos hasta el moño de la restricción. Sabemos que la uva se recoge en Septiembre, y que esto no son fechas. Pero nos adaptamos bien si esa calle está cortada, ¡estamos en Fallas! Y en Marzo de 2022, seguiremos estando en Fallas. Y si nos provocan, amenazamos con hacer otras  fallas en plena Navidad y al lado del Mensaje del Rey.

El Palleter está insatisfecho. Ve que hay muchos planes diversificados. Los del Imserso siguen dudando pero ya se van decidiendo. El Joan casi le tira una piedra a un agente policial. Se nos ha vuelto un salvaje. Ha sido la pandemia. Esto parece la ley seca de la mascarilla y de la muchedumbre. En Ruzafa no hay virus. ¡O te vacunas, o ya te apañarás! ...

Los colegios, Mbappé, la uva, Griezman, los temporeros que salvaron este país, la quiniela, el fin de las vacaciones que coinciden con la entrada al casal fallero. ¡Viva el San José de Septiembre! ¡San Miguel! Está bien cambiar de vez en cuando de escenario. Los guiris están alucinados ante lo que ven. Lo tienen todo en un pack: las vacaciones y las Fallas a la vez. ¡Esto es increíble! ...

Por ahora no hay mascletá a las catorce horas en la Plaza del Ayuntamiento. No importará demasiado. Habrán otras mascletás medio furtivas que se oirán en cualquier rincón de la ciudad ansiosa y extraña.

Todo es extraño. Excitante. Vamos bien en la Liga, las mozas siguen luciendo moreno estival. El verano puede continuar. Queda mucha tralla. Esta vez habrán más sandías que horchata y fartons. Son las restricciones. Si en Navidades quieres gozar, no te lances del todo a la pasión eterna y atávica. Menos mal que en estas fiestas no hay toros. Pero, algo se inventará. Valencia es ingenio. Si a alguien le falta ingenio y gracia, debe venir a Valencia en Fallas al menos una vez en su vida. Contarlo después no tiene precio. Y damos suerte ...

Falleras y falleros de Septiembre. ¿No es maravilloso romper con la tristeza, o es mejor disimularla cuando nadie mire? Este año vamos a por la Liga y en serio. Carlos Soler nos mostrará el camino. Y las chicas lucirán su belleza y fervor tradicionales, camino de la adoración y homenaje a la Gran Geperudeta. ¡Vixca la Mare del Desemparats! ¡La Patrona! ...

Ingenio. Los aburridos en Valencia muestran ingenio. Cogen sus cizallas y taladradoras, y hacen agujeros en las fincas en construcción y en los que están construidas. Remozarse o morir. No echaremos de menos el ruido de los petardos. A las nueve de la mañana el taladro de un albañil hace que mi cabeza sienta dolor. Será un día largo. Pero hay gente cumplidora que necesita llegar a fin de mes. Yo, al paleta del ruido, le otorgaba el premio al ingenio y a la constancia. Lo merece ...

¿Descansar estos días aquí? El descanso convencional puede esperar otros momentos y circunstancias. La policía aprieta los dientes porque el Covid-19 es un mandato inexcusable. Septiembre y Fallas. En Marzo, más. Absolutamente todo inédito.

-Y SURREALISTA-