sábado, 29 de octubre de 2016

- MARIANO RAJOY, PRESIDENTE ENTRE UN PSOE TRÉMULO -




España ya tiene Presidente del Gobierno tras muchos meses de espera. El mismo. Se llama pues, Mariano Rajoy. El hombre de las gafas y de la barba. El de los últimos tiempos. Porque la abstención de la habitual oposición, le facilitaba finalmente la esta vez más estrecha alfombra roja.
Pero la gran chicha mediática, el gran sexy de este día de la solemne y sombría investidura a un tiempo, el protagonista verdadero, no ha sido el PP. Porque Rajoy ya se sabía que gobernaría, y Podemos iba a seguir fiel al no diáfano.
La gran noticia, el gran ausente, el foco de todas las miradas, sería un Psoe tenso, convulso, trémulo, fracturado, dividido, y profundamente triste.
Felipe González había soltado el balonazo contra el prestigio de un Pedro Sánchez sorprendido, traicionado, sobrepasado, estupefacto, lloroso, invadido, ausente y profundamente zarandeado aunque prometa volver bien pronto.
El Psoe, con nueva gestora o ejecutiva, con elecciones pendientes y sin catarsis, con consensos irregulares de abstención de fuego amigo, con gente valiente que se jugó el puesto desde su conciencia, sigue siendo un viejote y mórbido barco a la deriva que mostró jornadas atrás. El Psoe es una calamidad caótica y berlanguiana que no logra suturar su ilusión de una recuperación que ahora suena más a fantasía que a autenticidad. Un cadáver con mucha gente y que además discrepan abiertamente entre sí. El tradicional segundo Partido de la oposición olía a difunto, a plena batalla larvada, a esquirlas y a mucha falsedad estratégica.
La gran asignatura pendiente de esta formación se llama, credibilidad. La trifulca y la indefinición siguen ahí y se pasearon las cicatrices por el Parlamento. En lo más alto y difuso. En lo más mediático, carroñero, descarnado e incómodo. Coser y suturar suenan a postureo. Ese ente está muy jodido, y cuanto menos se le ha de diagnosticar una prolongada cura de reposo en un paraje natural y fresco. Reposo al que no le da tiempo llegar, porque el nuevo partido del Congreso acaba de recomenzar, y se apuran las respuestas ante las situaciones que se avecinan.
La nota ruidosa y tabú, la dio el republicano catalanista Rufián cuando les dijo a los socialistas si no les daba vergüenza apoyar al partido de la corrupción y de los recortes sociales, y les remató llamándoles Judas.
Con la tensión ahí, los socialistas le saltaron a la yugular al catalán. Se montó trisca. Nunca sonrisas de ironía cuando a un herido muy grave le metes con uña sin cortar el dedo en el ojo. O, los dos. En un hospital desafortunado, las sonrisas están de más aunque se tenga morfina o sedación. La cosa es demasiado grave para líneas rectas.
Y el Psoe derramó lágrimas mayoritarias en semblantes de discursos contrarios. Los ganadores y los perdedores socialistas tienen demasiadas cosas en común  para llorar la desolación general interior. Pedro Sánchez no fue e hizo bien. Todo el pescado estaba vendido y no era ocasión de seguir con más disgustos aunque anuncie que no se rinde y que volverá. Ya veremos.
¡España! España ya tiene Gobierno. Y, Presidente. Y pluralidad, y desigualdad creciente, y hasta un Congreso que merodeó gente indignada de aguantar presuntas y fácticas representatividades, y que no tragan el rollo economicista que es el color del lápiz que escribe siempre.
Será una legislatura peligrosa para la gente pobre, y holgada para los ricos y poderosos. Será un tiempo de dura transición en espera de si Podemos pega la gran crecida o qué va a ser de los socialistas a largo plazo. Serán meses nuevos y potentes, duros y peliagudos, con oposición light y agudos envites de los chicos valientes de Pablo Iglesias. A veces te preguntas si esto es Democracia, o si simplemente nos la cuentan y nos dicen que sí.
-DEMASIADAS DUDAS-

sábado, 22 de octubre de 2016

- EL PODER -



Wyler Simmons nació en el neoyorkino barrio del Bronx. Blanco, inteligente y ambicioso. Estudió y logró alcanzar diferentes licenciaturas. Y siempre sintió curiosidad por saber y conocer cómo era la gente que mandaba en las grandes empresas y en los gobiernos más importantes e influyentes.
Para éllo, Wyler decidió embarcarse progresivamente dentro del Sistema y status quo de las cosas, y comenzó paulatinamente a hacer amistades y contactos para de ese modo elevarse en la escala social. Solo así podría observar el mundo y desde bien arriba. Estudió idiomas, viajó por todo el Globo, se relacionó con seducción a jefes de altas empresas, y se hizo próximo a ministros de su país y de otros muchos.
Wyler Simmons quería explorar el factor humano. Conocer bien y descubrir in situ y motu propio a las personas que con su influencia rigen los destinos de todos. Nunca le fue fácil. Venía de un estrato muy bajo, su familia carecia de estudios y no tenían la más mínima tradición en el oropel. Simmons se sentía como una especie de espía explorador y neutral.
En la agenda de teléfonos de Simmons había gente de muy distinto pelaje y con un denominador común llamado money e influencia. Y el hombre, con astucia y diplomacia a todos les seguía el juego simulando ser trepa o aventurero.
Se daba cuenta de que el Poder real era como una substancia tóxica que impregnaba,calando y castrando la libertad de las personas. Y lo que más le chocó al hombre fue que no vio excesivas diferencias entre los contrarios y entre los enemigos entre sí. Se parecían todos mucho. Lo que más pudo detectar Wyler Simmons fue que todo era miedo y supervivencia. Era como si el mundo no estuviese educado en valores avanzados o éticos. El mundo de los poderosos era fachada e hipocresía, superficialidad, hedonismo, terror y postureo.
Chinos, rusos, americanos, árabes, europeos, africanos, todos, poseían estos mismos lugares comunes. En especial, el terror. Un mundo acojonado. Un miedo cerval a todo. Unas vidas y modus de huídas hacia adelante para así no pensar. Un tiempo gandul. Unas competencias y rivalidades casi obligadas para mantener de ese modo sus prestigios y oropeles.
Todo, localismos, intereses propios y particulares, contándose los billetes, leyes hechas para su beneficio, y trampas y más trampas de falsedad.
Wyler Simmons se dio cuenta de que el abismo progresivo que separa a los ricos de los pobres se nutre de la fuerza de la ceguera del miedo. Y entre los hombres y algunas mujeres que entran en el Poder, nuestro hombre se sintió incómodo y demasiado molesto.
¿Cambiarles?, ¿cambiar sus reglas y su modo de vivir?, ¿hacerles fructificar desde las anotaciones éticas? Simmons concluyó sus reflexiones con un no rotundo. Desgraciadamente solo podría haber un factor correctivo que se hallaría y siempre, desde afuera y con valentía en una palabra llamada lucha.
El mundo que vio Simmons no iría nunca a cambiar. Solo frescura, renovación y factores exteriores podrían mover el árbol de la modificación de las cosas. De modo que, cierto día, Simmons hizo añicos la agenda en donde se hallaban todos sus contactos con los seres de oro, y decidió volver a su barrio degradado del Bronx.
Ahí abajo se respiraba mejor. Había más verdad y evidencia. Una mayor autenticidad y perspectiva real. El mundo no era una alfombra roja sino una calle mugrienta y necesitada. Y Wyler Simmons ya pudo esbozar una sonrisa de tranquilidad. Se sentía mucho mejor entre necesitados, dependientes, exclcuídos o degradados. Porque ese factor humano de vulnerabilidad y zozobra podía ser mucho más excitante y ubicativo para él.
Nunca nadie de sus amigos del Poder entendieron jamás a Simmons. Decidieron convenir sus dudas bajo la afirmación de que se había vuelto un absurdo perturbado. Necesitaban pensar así de él para poder de este modo intentar despejar balones y redimirse.
- W. SIMMONS DUERME CON LA CONCIENCIA LIMPIA-

















lunes, 17 de octubre de 2016

- LA MIRADA EXIGENTE DE LUISA -



Desconfiados ojos. Rechazadores y exigentes. Extraviados y duros, reivindicativos y prácticos. Los ojos de Luisa son nuevamente prácticos y de hacer, actuales, de un fondo ansioso y bien poco romántico. A sus cuarenta años no juega con sus hijos, sino que les acompaña apoyándose en la tecnología y usos actuales. Luisa no ingenia. Para ella las matemáticas son muy importantes, y la poesía le suena a falsa y a casi imposible utopía anodina.
Tiene estudios, y marido, y padres, y de muchas cosas, pero en sus ojos sigue habiendo una escrutadora competitividad que parece agresiva y desconfiada. Sí. Luisa va de desconfiada, y de estar a la última, y a que a sus hijos nunca les falte nada, y entonces, ¿por qué no les sonríe más o les cuenta cuentos? ...
¿Cuentos? No parece posible. Luisa es rabiosamente actual, e independiente, y guapa y rubia, y con unas lucidas largas e impecables piernas trabajadas en el gimnasio y en la estética. Luisa es del cuento actual; de la sensación de que hay poco que hacer y que los sueños solo se consiguen a golpe de euro y de independencia personal.
Luisa no mira demasiado a los viejos. No le atraen demasiado. Quiere verdades vitales y proyectos de hoy, busca el futuro y huye de sus raíces y de su cuna para inventar la necesidad de su tiempo nuevo y necesariamente desconcertante.
Cuando los ojos de Luisa casi se chocan como en accidente con los míos tímidos, entonces parece que se va la sintonía y el feeling. Me ve rival, foráneo, mayor, debe pensar que tengo menos luces que ella, y que los triunfadores no se dedican a cuidar a nadie, y que dichos cuidadores somos gente con una circunstancia menor y de nivel sub.
Yo miro a Luisa casi a hurtadillas. Y así aumentan todos sus estereotipos y puedo intuírla que tiene pena y hasta pose pesimista y un tanto altanera para defender su almena de orgullo.
Luisa es fuerte, y alta, y vital, y que nada la para, y que tiene todos los proyectos del mundo por delante, y que si tiene suerte pondrá una empresa propia, y vendrán los éxitos, y triunfará sedándose finalmente con su ambición.
Pero yo no creo demasiado en esa fortaleza. En lo que creo es en que Luísa se crió así, con una madre que le enseñó cosas similares, y que no puede entender otro lenguaje ni acoplarme su mirada con un acento nuevo.
Simplemente, Luisa es el producto de una educación recibida, el resultado de un tiempo rapidísimo como el AVE o esos aviones supersónicos en donde cuando aterrizas en territorio sexy siempre sacas la cámara de fotos y te pones a vanidosear y a certificar que estuviste allí y que hay que demostrar que estuviste allí.
Si mi mirada tímida y respetuosa se volviera afectuosa y cercana, Luisa podría empezar a incomodarse porque ella está casada y los hombres ya los tiene los que quiera.
Si me pongo a competir con Luisa, entro casi como en ese hipotético choque de civilizaciones o de visiones de las cosas. Por eso Luisa y yo nunca seremos amigos ni próximos, y solo coincidirán los azares y las miradas porque no haya más remedio pero nunca nada más.
-SOMOS DOS UNIVERSOS INCOMPATIBLES-

miércoles, 12 de octubre de 2016

- GERARD PIQUÉ, ETERNO NIÑO GRANDE -



Piqué necesita el ruído. Es una de sus heterodoxias genialoides. Es el mejor central del mundo, y se resiste a ocupar un lugar secundario en el plató de los efectos especiales mediáticos, a pesar de que su condición de zaguero siempre supone traba. En el mundo del espectáculo se focalizan y destacan mucho más los reboteadores que los bombarderos infalibles.
Piqué comenzó joven en todo esto de las grandes alturas y niveles del fútbol. Fue genio precoz, asombrosamente maduro y elegante, rápido, y con una colocación y una clase realmente desconcertantes. Altísimo e infranqueable por arriba, y muy peligroso cuando sube al ataque. En su casa cuna y nata de Barcelona y del FC Barcelona, Gerard Piqué ascendió imparable hacia todas las metas al igual que en la Selección, en donde triunfó rutilante junto con todas las estrellas de su generación.
Pero Piqué carece de la madurez necesaria y de la mesura. Y habiéndolo ganado todo, necesita soltar puyitas impropias porque no lo puede evitar. Le arrea al Madrid, le busca las cosquillas, y entonces los más acérrimos y excitados de su club le idolatran y se identifican.
Los madridistas, eternos rivales, le tienen en el ojo de su irritación. Y además Piqué es catalanista, nunca oculta sus simpatías por una Catalonia libre y autónoma, y no se calla nada ni debajo del agua.
España es choque de pasiones. Y el fútbol, una de esas tremendas calderas en donde todo parece valer. Y ahí, entre los tacones de su Shakira y en medio de sus tweets, Piqué la suelta, polemiza, la lía, rectifica liándola más y manteniéndose en sus trece, y o bien le aceptas como es o le criticarás siempre.
Los pitidos. Los silbidos cada vez que tocaba el balón incluso vistiendo la zamarra de la Roja de todos, aparecieron como surrealistas. No se aceptaba a un catalanista gallináceo y orgulloso, en medio de los colores patrios. Había que lanzarle tweets sonoros de pito todo el tiempo. Era un infiltrado traidor locuelo entre las huestes descendientes de Juanito, Pirri o Camacho. Entre Morientes o Gordillo, o entre tantos sucesores sin fisuras de una Selección única e indivisible, como marca la Carta Magna social general y futbolística.
Piqué no ha logrado escalar muchos más ochomiles que estaban a su alcance, por su carácter temperamental y sus desafortunadas intervenciones y a destiempo fuera del campo. Y dentro, cuando decidió lanzarse un tiempo al placer y a la bohemia, dejó de entrenar, bajó su rendimiento, y estuvo en un tris de ser despedido de su Barça.
Alguien debió entonces aconsejar acertadamente a "Pikenbauer", porque se rehizo, comenzó nuevamente a sudar en los entrenos, y volvió a recuperar la regularidad y el brillo. Piqué ha vuelto con toda su grandeza futbolística y nos ha vuelto a maravillar por su calidad y talento.
Pero su pelo encrespado nunca cambiará. A la mínima, salta. Raramente va a reconocer sus meteduras de pata. Ahora anda enfadado por una maldad menor, y anuncia que se retirará de la Roja tras el Mundial de Rusia. No se lo cree seguramente ni él. Porque cuando se retire, entonces Gerard Piqué echará muchísimo de menos los piques con los otros. Con los del Madrid, con los catalanismos, con todo lo que se mueve, con su orgullo y afán de protagonismo, y con su vida de civil raso y ciudadano más.
En el fondo al gran Piqué le va la marcha. Necesita sentirse dios y mártir, marcar un golazo y no mostrar sorpresa aparentemente, anular a un crack casi sin vacilar, sentirse superior dentro y fuera del campo, ser objeto de críticas y de astillas, agitar el silencio utópico del consenso de la calma en fútbol y azuzar la diferencia y la rivalidad.
Genio y figura, este follonero y excepcional futbolista que es Gerard Piqué. Pasarán muchos años para que aparezca,-y cuento a Ramos-, un titán tan polémico y carismático como el catalán. Es grandísimo.
-Y SIEMPRE REVOLTOSO-

sábado, 8 de octubre de 2016

- SILENCIO EXCESIVO -



En aquellas fábricas chinas a las que tuvo acceso la cámara televisiva, pude ver esclavos de hoy.
Era un ambiente aburrido, de infinita laboriosidad, de producción sin barreras, y de semblante oriental siempre preocupado. Aquello eran mazmorras del neocapitalismo, donde todo vale, en donde la sensación de secta superaba ninguna tímida sonrisa.
Aquellas producciones en masa no tenían dulzura ni tao. Demasiado silencio de impotencia. Demasiada ausencia de la dignidad del factor humano, demasiada competencia y demasiada desesperación.
Fue casi una heroicidad meterse en las desnudas cloacas del capitalismo cabrón, y ver mucha demasiada inexpresividad triste y decepcionada en los rostros blanquecinos. Demasiada poca luz. Casi, penumbra ...
Cárceles, campos de concentración en donde la libertad y los deseos humanos parecen una infantil quimera. Aquella fábrica era una subciudad y un subpalacio de tristeza y de injusticia. Un feo muro, una intolerable muralla interior que perfora los hitos de oxígeno y alegría.
Claro que saben que son esclavos. Y los esclavos fantasean con un mañana de aliciente mejor, en que esto es la mili o una coyuntura pasajera, y que quizás algún día puedan salir de esa dinámica y de ese hábito sin que por el camino no se les haya parado el zen de pensar.
Estos trabajadores explotados piensan muy poco. Demasiado poco. Era terrible ver cómo la televisión le servía al jefe de la gran trama de producción inhumana, para tratar de normalizar al mundo su labor y cometido. Era como prostituír la verdad impepinable, y dar paso a ese todo vale y a ese no pasa nada al que siempre aspira el dinero. Nada de humanos y todo el money posible.
Por si alguna duda había acerca del esclavismo, las cámaras mostraron las literas y los habitáculos adyacentes y de miniatura en donde maldescansaban las trabajadoras y los trabajadores. Una soez obscenidad moral.
La civilización china es de lo más antigua. La que más, seguramente. Y aunque aquí damos escasos dos mil años tras la fecha de una deidad occidental, allí en China tienen otros miles de tiempos y de sombras chinescas, y de árboles bellísimos, y de Emperadores suntuosos, y filosofías más que seductoras que han calado en las holguras y burguesías occidentales. Allí estuvo Confucio o Mao Zedong. Ahí también en Tiananmén un joven héroe logró parar un tanque.
Lo que pasa es que la historia no puede frenar en exceso a los avaros y a los salvajes. Parece un imperio industrial y productivo que no anda con milongas ni escrúpulos.
Lo social cede en donde los Dragones son los iconos de unas raíces patrióticas y reconocidas. El capitalismo allí es en extremo letal y silencioso, de ojos tristes y cabeza baja, de mentes reprimidas a golpe de pena de muerte, de pernada amparada entre la más que gigantesca demografía de un pueblo en extremo desconocido y más que carismático.
La China viva es un manantial de cosas que se fabrican y una explosión de frenetismo que busca desesperadamente la competitividad para no decaer ante el gran miedo.
Porque eso es lo que no se expresa que hay. Terror. Miedo cotidiano a espuertas. Miedo a la vida, a no ser nadie, a recibir el castigo o la burla, o la desconsideración o la incomprensión. El capital no le da a China la alegría que sin duda merece.
-MÁS BIEN, SUFRIMIENTO-


domingo, 2 de octubre de 2016

- PEDRO SÁNCHEZ NO LO LOGRÓ -



Ojeroso, cansado, agotado, desconcertado, y finalmente triste. Presentó Pedro Sánchez la dimisión, y las balas y los empujones dan paso a una zozobra de silencio latente. La guerra civil en la calle Ferraz no acabó en vencedores y vencidos. Porque a los aparentemente vencedores, no parece esperarles un futuro cierto.
Lo más destacado que puede aparecer es la forma con que todo se lió. Dió igual que históricamente el Psoe tenga bastante más que cien años y que suponga la segunda fuerza política de este país también llamado España.
Ayer se vio la guerra de poder. Clave interior. Lloros, hachazos, invectivas, trepas, profesionales de ésto, y gente con poca ambición a la que dejarle nuevo terreno franco a Rajoy y su derecha no les parece la caída de Pompeya, ni una catástrofe, un apocalipisis o un fin del mundo. Al revés, lo lamentan y les parece coyuntural e inevitable.
La gran batalla de Ferraz fue inaudita y tremendamente convulsa y extraña. Un sismo de la familia Richter les atacó en las entrañas, y fue el desmadre de la gran pena final.
¿Qué es el Psoe? Sin duda, un icono referencial e histórico. Ha sido la oposición al mercado, a los ricos, a los poderosos, a la iglesia, a las injusticias sociales, etcétera, pero ahora lleva otra ropa y otro acento. Es ineficaz electoralmente, viste de pijo, es emocional en Andalucía, y parece prevalecer en el partido del puño y la rosa la idea de que mejor no meneallo y que mejor virgencita como estoy. No creen que otro mundo pueda ser posible. Y cuando va alguien como Pedro Sánchez finalmente a enfrentarse a ese terrible pesimismo, entonces le llueven las hostias en casa y debe apartarse. Conclusión: el Psoe no es la verdadera izquierda.
Por eso mismo saltó a la calle la gente el 15-M y surgió Podemos. Porque los ciudadanos ya no se veían representados en los partidos tradicionales, y clamaban voz en grito un cambio y una siembra nueva y necesaria de esperanza.
Los ganadores de Ferraz prefieren convivir con un neoliberalismo cabrón que desprotege a los que más sufren. Odian a los movimientos nuevos, se creen incuestionables electoralmente, importantes y hasta muy divos. En el fondo creen  en el Mercado y en la Troika de Bruselas, y les encanta hacer el victimismo aunque alguna razón les asista.
El mundo y la sociedad avanzan hacia un mercado elitista y excluyente hacia las capas bajas. Es la gran guerra larvada. El poder se llama dinero, y la ética se guarda bajo cuatro llaves de miedo.
Por éso, ahora, cuando el sarao del Psoe les ha hecho casi satirizables de no ser por el dolor y la pena, la definición se mueve y cede el testigo a una izquierda joven y maravillosamente utópica e imprescindible llamada Podemos. El morir de pie.
Pedro Sánchez, muy cansado y seguramente desengañado más aún de lo que lo estaba cuando llegó, se va, acepta que hay otros que no le quieren y que no piensan como él. Porque hay muchos pesoes en el Psoe. O porque ya no exista tal partido.
-EL TIEMPO LO DIRÁ-

jueves, 29 de septiembre de 2016

- GLORIA -



Con carnes y orgullo imbatible, voz melosa y calculadamente impostada, seductora, eternamente hermosa, y con idea de pasar siempre sobre los apuros económicos. El mundo puede ser un vivo dinero.
Vivida y separada, jamás olvida a su ex. Ni siquiera cuando por fin rompe tímidamente y parece marchar hacia otras relaciones, las cuales nunca terminan bien. Nunca así concluyen.
Flirtea Gloria apurando los últimos años que le quedan para seducir con convicción, y tras sonreírte te lo dice todo claro. Es mujer, no le gusta que la aprieten, tiene su mundo hecho, sus hijos veinteañeros son su única prioridad, y no puede evitar irse de compras casi compulsivamente para huír de su tedio.
Gloria es vivida,sebosa, no se cuida lo suficiente, juguetea como una barbie de acero al azar, al día a día, a ser práctica, a no complicarse la vida, a quedarse como está y a jugar a la fantasía. La aterra ser pobre. Necesita posar socialmente con sensación de holgura, y aunque confiesa que a ella le van los sesentones cual su edad, si en su camino se cruza un yogurín entonces no huye corriendo pudorosa, sino que le aguanta la sonrisa y hasta el calentón cibernético de una interminable noche de Skype y fantasía.
Gloria, compite. Siempre compite. Desde sus orígenes en la inmigración, que la llevaron por las ciudades camino de todas las posibles oportunidades. Gloria ama el sofá y que la lleven, y que le propongan cosas, y que la tengan en cuenta porque quiere seguir existiendo  siempre para todo y para tod@s.
Es una mujer dura y audaz, sabe utilizar un lenguaje suave y dulzón, pero si decides ser claro con ella y andar sin ambages, entonces en el ring puede ser una leona imposible de los pesos pesados. Y te mostrará su potente realidad.
Gloria está bien relacionada como no podía ser de otra manera. Sabe seducir a los que se dejan, y dictar potente sentencia contra quienes le hurgan demasiado en sus condiciones interiores y la escupen gandula y hasta mantenida.
Porque es evidente que con dinero no hay política, no hay crisis, y se estiran mucho más sedadamente sus curvas piernas sobre el obediente e iterado sofá.
Ser amigo de Gloria, no es fácil. Cuando su marido la dejó y todo se terminó, ella decidió que nunca más abriría del todo su corazón salvo que la tratasen como a una consentida princesa. Lo afirma sin rubor a sus confidentes de cabecera. Se sabe una princesa clásica y debe ser mimada, consentida, aceptada, y además plenamente. Una duda con ella se llama adiós para siempre.
No lo dice y casi no lo piensa, pero el futuro y sus arrugas le dan pavor. Porque Gloria asocia la senectud a la falta de libertad económica y personal.
Gloria es de otro tiempo, pero no le pierde la vista al tiempo que pisa. Conoce el hoy, no le preocupa demasiado porque es su manantial vital, y cuando llega el verano no la cites hasta las ocho de la tarde porque de debajo del aire acondicionado no ha de moverse. Pero si ha de viajar con sus amigas con las que también compite, raramente te confiará que ya tiene los billetes para Milán, París o quizás Praga.
Sus pies,- maquilladas las uñas de rojo-, no han de dolerle,y el senderismo y el sudor quedaron dormidos allá en su adolescencia casi ya irreconocible. Serán solo viajes de confort, de tiendas, de piscina y placer, de petit comité, de que nadie se entere, de fechas estratégicas, y de más tiendas de marca en la ropa.
A Gloria le atrae la gente bien vestida que significa ropa cara. Y ama su aventura particular y hasta enigmática. Sonríela y nunca le bajes la guardia. Puede atizarte desde su mundo experienciado y siempre insatisfecho.
-TIENE MANÍAS-

sábado, 24 de septiembre de 2016

- MARTA NEBOT -



Camina a buen paso. Al adecuado paso que erige a la mujer actual. Marta Nebot es actriz y periodista, dos campos para la proyección y la comunicación.
No ha perdido ni pierde el tiempo. Es práctica, y desde ella se adivina ese camino de seguridad que acomete hoy en día la mujer libre. Necesita su impulso y su agresividad para cuestionar los tabúes de la cotidianiedad política. El pulso del tiempo. Se mete ahí adentro de los meollos y de la tensión, y logra salir airosa. Marta Nebot demuestra que se puede salir airosa.
Ya no es una jovencita ni una mujer madura. Anda sobre los cuarenta y muy pocos años y sabe de la eficacia de sus armas de mujer. Está dentro de ese terreno machista que es el poder y en donde los hombres son mayoría y variopintos, pero no se arredra. Tiene decisión y es aguda.
Los ojos de la Nebot están curtidos y pueden teatralizar y seducir. Gesticula y domina las contenciones en las muecas y gestualidades. Su mirada impone y es aguda, pisa los charcos que pican pero sabe cómo es el mundo de los charcos. Se sabe fuerte.
Tiene pómulos prominentes y aspecto caballuno y fortachón. Es atractiva y hasta cañona, y sabe cuándo quiere y debe cambiar los registros adaptados al momento. Es una actriz coqueta que ha estudiado periodismo y que se toma muy a pecho dicha substancia periodística.
Viendo a Marta te das cuenta la sociología española femenina y cómo y qué necesario ha sido que para la mujer las cosas se movieran. Ha luchado para hacerse el hueco, y ha sido lista y estratega. Es evidente que le gusta el olor de las alturas, pero eso les pasa humanamente a muchos. La comedia y el periodismo rápido, son reflejos y poder. Ella es mujer que no va a acomplejarse ante los kilos de los varones y ante las marañas semánticas. Se va al campo de batalla, frunce su ceño, reconoce su impulsividad y frena, y luego sigue insistiendo. Con embates persistentes pueden variarse realidades aparentemente inmutables.
En Marta Nebot veo a muchas chicas españolas que se independizaron y volaron solas, y se fueron a la Facultad, y quisieron saber, y sintieron curiosidad por lo que puede haber más allá de lo esperable, y entonces conoció las calles de la vida y no vio tantos osbstáculos o impedimentos. Porque el sudor rompe puertas y es eficaz.
Sabe obececer Marta manteniendo clara su posición personal. Es de izquierdas, y a veces duda entre la izquierda oficial política y los chicos nuevos de la izquierda de la esperanza que son Podemos. Pero es severa y no regala nada. Si lanza un elogio, será por algo.
La vida femenina que hoy decide romper moldes, cuenta con muchos detractores pero también con aplausos valientes. Marta conoce sus límites pero le da a la vida. Consume la juventud de su vida y marcha por ese sendero necesario que le otorga su libertad de mujer.
Cada mañana, en Tele Cinco, la veterana Ana Rosa la hace venir al plató como irrumpiendo a buen paso marcado. Y la Nebot cumple esa función de quien llega, lanza sus ideas claras y punzantes comediándolas si cabe, y se nota su fuerte vitalidad. Es vigorosa y clara, con poco ambage y mucho de vertiginosa renovación. Como el tiempo eléctrico que pisa.
-MUJER DE HOY-

lunes, 19 de septiembre de 2016

- EL HORNO -



Siento un desagrado extraño cuando veo la persiana de metal absolutamente bajada. La del horno. La de mi horno de toda la vida que me vio crecer. Porque ya es Septiembre, y esa persiana debería ser y estar ya levantada y vital. Vida. Vida, y ...
Lo sospechaba. Mi horno era una familia. Un modesto horno artesanal y entrañable. Una familia que allí trabajaba, que eran los dueños de ahí, que con su ternura activa sorprendían a los modernos de pacotilla que hoy turistean y malpueblan mi barriada olvidada hacia la especulación y el olvido. Me extrañaba que no me abrieran,¡coño! ¡Oh, mi calle Borrull de Valencia lo que fue!¡La calle de las tiendas y de los pequeños comercios!, ¡qué nos ha pasado! ...
El señor Salvador era el motor del horno. De madrugada se ponía a trabajar para que a primera hora estuviesen los panes. Los panes de sus clientes habituales. Como mi abuela, o mi madre, o ahora yo mismo. Nos guardaban para nosotros las barras del pan.
El señor Salvador tenía a su mujer María Jesús como mano derecha. Él, valencianohablante, se había casado con una mujer manchega y con ese encanto dulce, suave, y atento de las gentes sencillas. La señora María Jesús mimaba a sus clientes y a quienes no lo eran. El horno era barato, y por eso lamaba la atención a quien no conocía a esa familia, tanta atención y bien hacer. Y una de las cosas que más sorprendía era el mimo como filosofía de elaboración que nos hacía golosos a tod@s. ¡Ojo a aquellos pasteles de calabaza, o a las más que sabrosas magdalenas que yo les compraba! ¡Caprice de dieux, creédme! Elaborado todo con una sabiduría y eficacia de implicación. Horno vocacional, en el que sus componentes amaban lo que hacían, y el horno no era nunca un modus recurrente menor.
Ser hornero es muy duro. Y ser un hornero familiar, todavía más. Y un día el señor Salvador empezó a tener problemas de obesidad, corazón y artrosis, y poco a poco lo fue dejando. No podía más.
Pero su mujer seguía ahí en la brecha y suplía muy bien las ausencias. Demasiado bien. Y el horno continuaba teniendo el encanto y la eficacia habituales.
Me sorprendió ver cómo la señora María Jesús empezaba a no estar en el horno. Eso no era normal. Se puso muy delicada de salud y se amontonó la faena.
Una de sus hijas, se afanó hasta la extenuación y conservó bien el horno, compaginándolo con sus maternidades y con su familia de auxilio y arrope. En los últimos tiempos, notaba a la chica estresada y como preocupada.
Ahora ya sé que el horno familiar, ha muerto. Poco a poco nos lo irán comunicando en breve a todos los clientes de toda la vida como yo mismo.
Se certifica el final temido. Una baja más de ese pequeño comercio tan injustamente valorado y tratado por tod@s. Parece que la causa final tiene que ver con las licencias renovadas y las máquinas nuevas a incorporar y que hacían triste y desaconsejablemente la continuidad. No hay pelas para nuevas máquinas o nuevas inversiones. El mundo es otro, inabordable, castigado por los peces grandes que devoran a los chicos, y la realidad vence al deseo imposible.
Mi barriada es el olvido. El horno del señor Salvador y de la señora María Jesús, ya es historia. Desaparece. Como esa irremediabilidad fatal que se impone.
Pero nunca,en mi disco duro personal. Siempre estarán aquellos recuerdos y aromas personales y míos que tenían lugar cuando yo entraba en esa entrañable planta baja. Desaparece aparentemente lo que nunca cederá, que es mi ternura y mi eterno agradecimento. Les quise y les quiero mucho.
-YO TAMBIÉN SOY UN POCO EL HORNO-

lunes, 12 de septiembre de 2016

- TODAVÍA -



Naturalmente que sí. Por si alguien podía tener alguna duda. Yo sigo caminando por mí mismo y en busca de mí. No es una heroicidad a la edad que tengo el retornar a mí mismo, sino una básica necesidad.
Sí. Sigo probándome los trajes de la vida; de esa misma vida que no pude tener ni vivenciar. Sigo marchando ahora desde mí mismo a pesar de todas las sorpresas y adversidades. No me quedo en la casa de la derrota, y visito muchas ópticas. Muchos enfoques nuevos aparecen en mi modo de reflexión.
Lo que me pasa no es tristeza, sino nostalgia. Porque ese esfuerzo propio que hago todos mis días se refugia a veces en un tiempo que ya no existe y que jamás existió. Se rompen unas gafas, pero el camino de la vida ha de seguir imparable. Es cuestión de graduarme con fe mi mayor horizonte de esperanza. De ver mejor y más agudamente lo que lo cotidiano e inevitable me ha de proponer. Da igual el pasado. Y si el pasado me lleva a lastres duros de sobrellevar, entonces me aferro con uñas y sonrisa al presente de indicativo de mi vida actual. Asumo lo nuevo que va llegando, con cautela y tratando de aprender de los errores de antaño. No me es nada fácil no caerme en el desánimo o en el victimismo,-que no sé qué es peor-, y cual fondista inteligente me rehago pronto y no rehuyo mis responsabilidades.
Mi mundo tiende ya a no ser inventado, sino demostrado y auténtico. Desde esa vital perspectiva veo acercarse al otoño inevitable que cierra un verano caluroso y exigente.
Yo soy mis cuatro estaciones. Sin muletas ni referencias erróneas. Toca mirar lo que hay e intentar lo máximo posible en mis decisiones. Y no puedo negar que todo este trayecto agota a veces hasta la extenuación, pero es mi gran precio que pago por ser el único dueño de mi vida y de mi libertad.
Ahora no es mejor el no pensar demasiado y el ir partido a partido con los menos agobios posibles. He conocido a gente nueva, y el que sigan cerca dependerá siempre de mis reacciones y de mis actitudes y respuestas.
A veces me asalta el descorazonamiento y me veo perdiendo la batalla justa de mi ilusión. Pero solo es el cansancio momentáneo y coyuntural. Porque voy aprendiendo cada día, y equivocándome con paciencia y no lanzándome más latigazos sobre mí cuando yerro. Soy comprensivo conmigo hasta cierto punto. Debo exigirme continuidad y fuerza para ganar con seguridad mi orden propio.
Porque en mi vida todavía anidan los rescoldos de los errores de antaño. Todavía los tengo revoloteando. Pero poseo una poderosa convicción de fondo. Voy a ordenar todo esto. Voy a estructurar y organizarme el caos de proyectos que tengo por delante y que me ilusionan a la par que preocupan. Mas es la preocupación lógica de esa incertidumbre de quien no pudo vivir plenamente la libertad.
En los momentos más complicados en donde se me cruzan sentimientos y emociones, siento que todo esto no es más que una escuela formativa. Todo es crecer, y seguir aprendiendo, y tomar decisiones y responsabilidades, y esperar a que los nubarrones negativos den paso a mi sol del sosiego. Ese y no otro ha de ser mi gran objetivo vital. Ser yo de ahora, de ahora en adelante, de presente para futuro, de habituarme a lo nuevo y necesario, de otro acento y consideración, y de nueva lógica y óptica.
Si lo voy a conseguir plenamente podrá decirlo el tiempo y su transcurrir, que esto es difícil es más que lógico y evidente, y que no me voy a rendir lo tengo más claro que que tengo derecho a lograr encontrar nuevos caminos para encontrarme más que mucho mejor.
-Y UN ABRAZO A MIS LECTORES-

domingo, 4 de septiembre de 2016

- ALBERTO CONTADOR, IRREDUCTIBLE Y OFENSIVO -



En su modo de balancearse sobre su magna bicicleta, subiendo y bajando del sillín cual bailarín que juega al espectáculo y a destacar, ya se intuye a un deportista especial, único e irrepetible. Es un movimiento personal que le nace de adentro, y que le convierte en el ciclista más espectacular que se puede ver por las carreteras de este duro deporte.
Alberto Contador no quiere perder. Le toca mucho las narices tener que ver cómo pasa el tiempo y cómo su explosividad montañera ha perdido dinamita y que le falla la visa para su olimpo irrepetible.
No. Alberto ha ganado absolutamente todo, pero eso no le quita sed a su ambición. Pone la sonrisa más bella de su deporte ante las cámaras y reconoce que solo está realmente satisfecho cuando las cosas le van de cara, que es casi siempre. Y cuando la ley de vida del paso del tiempo tiende a acecharle, entonces el de Pinto se inventa un manotazo y aparta al tiempo.
Es un corredor apasionado, de los de antes, de los que el día que tenga que dejarlo llorará mucho, valiente y fuerte como un jabato ibérico y eterno, y con un amor por un deporte televisivo pero menor que llama mucho la atención.
Español y racial, detesta las órdenes desde un pinganillo, y le agrada la selva de las sorpresas cuando todo se embosca, y entonces las montañas le adoran y protegen toda su épica y pasión. Si por él fuera, el ciclismo sería todo más individual y personal, y los adelantos tecnológicos una filfa capaz de convertir al ciclista en un robot asustado y de salón. Y eso no le gusta a Alberto ni a los que realmente nos hemos aficionado al deporte de estos maravillosos masocas que siempre nos hacen soñar en la sorpresa y en la capacidad de que todo se mueva por el mero azar y esfuerzo ambicioso de quienes se suben a una bicicleta a hacer burradas de kilómetros sin fin para ganar modestos sueldos. Jornaleros admirables.
Contador, firme y nuevamente apasionado y ganador, lo ha vuelto a hacer. La ha vuelto a liar. Ya lo ha hecho más veces eso de saltarse el guión. Es capaz de atacar muy de lejos cuando huele que se va a caer de su olimpo ilusionado. Caída, maldita palabra tabú ...
Se atreve. Contador, se atreve. Y se atreve porque es feliz bailando hasta su muerte deportiva en su burra especial. Es el color eterno del campeón que se resiste. Que nunca aceptará así como así su declive, y que el que tenga que ganarle deberá sudar. ¡Enorme deportista!
La Vuelta a España siempre es suya. Es él. Estoy seguro de que el trofeo de ganadores de nuestras semanas grandes por etapas, Alberto Contador lo valora todavía más que el del Tour y Giro. Convencido.
A pesar de sus caídas, toco madera, clembuteroles, juicios y desgracias, Alberto Contador jamás se rinde. No sería él. Sigue, marcha, se recupera en plena prueba, dice lo que siente, hay mucha sinceridad en lo que expresa, y no conoce el miedo sino el entusiasmo.
Atacó desde la salida hacia la estación de esquí de Formigal, le dió un susto a Froome, combatió con Quintana, y no parará hasta que suba con sus huesos nuevamente al podio final de Madrid. Porque para él quedar lejos es una derrota demasiado injusta y dolorosa.
Espero que pronto algún chaval español tome su relevo, porque de lo contrario las tardes de ciclismo se nos quedarán en una eterna promesa y mientras tanto solo podremos aplaudir la generalidad del fantástico trepador andino Nairo, o la fortaleza descomunal desgarbada y casi cibernética del flaco británico Froome.
Mientras tanto, habrá tedio y previsibilidad. Tras la exhibición de Contador camino de Formigal, hago votos para que el madrileño se retire lo más tarde posible. Porque verle correr es como ir al campo y respirar el feliz y necesario oxígeno del ciclismo de la emoción.
¡OLÉ, CONTADOR!


sábado, 3 de septiembre de 2016

- ROSA DESESPERADA -



Rosa siempre tendrá dificultades. Siempre me sorprendió y nunca la entendí. Vive entre la marginalidad y la supervivencia, y no es mujer que haya tenido a la suerte por aliada.
La conocí porque un vecino me lo sugirió. Y como hace la limpieza general de la escalera, yo le propuse a Rosa que adecentase mi casa durante los cinco años que cuidé a mi madre senecta y ella aceptó. A cambio, le di cantidades que tenían más que ver con mi voluntad que con los precios del mercado.
Rosa, me ayudó. Poco a poco se dio cuenta de mi situación real, se apiadó de mí y no se limitó a mantener mi casa decente sino que me propuso las mejoras y trucos básicos para que yo no pasara un frío de espanto en invierno o un calor excesivo durante la eterna y valenciana estación estival.
Rosa siempre gritó, y no tiene pedagogía para divulgarse, viene de una familia muy rota, y ha ido trampeándolo todo con su experiencia vital y con su laboriosidad del día a día. A pesar de sus dificultades psquiátricas, estuvo a punto de ser abogada de joven. Pero bueno, se casó, se juntó, de descasó, se separó, tiene mil  hermanos y conocía por su labor a gente suficiente para no sucumbir. No es mujer de lamentos sino de cosas concretas.
Mi "tía rara" Rosa, comenzó a serme entrañable a pesar de que discrepábamos muchas veces, discutíamos, y no nos dejábamos hablar el uno a la otra. Pero Rosa estaba todas las semanas en mi casa trabajando, y se iba dando cuenta del porqué de mis enfados y contrariedades. Percibió a su manera pero evidentemente, mi dolor.
Hace poco que tiene cáncer. No hacía caso a nadie y nada contaba. No quería hacer llorar a su hija que adora y a su nietecita a la que  idolatra y que la llama "ayaya" ...
A mí sí que me dijo que tenía cáncer, porque me quiere y en mí confía. Y yo quedé maravillado ante su entereza. Porque con cáncer y todo, se venía del Hospital a trabajar muy cansada porque desea y tiene derecho a llegar a fin de mes.
Llora. Rosa está muy rota ahora. Un día perdió su teléfono y con él a todos sus contactos de las distintas casas donde limpiaba. Y se metió en un lío de desesperación, porque una toxicómana la engañó con la idea de que cuidara a sus padres y luego no la pagó lo acordado y la dejó tirada. Su familia también va trampeando como buenamente pueden y apenas la pueden ayudar. Su hija, a duras penas puede llegar a fin de mes con el trabajo que tiene y ha de cuidar a sus vástagos, a los cuales Rosa adora siempre.
Sí. Rosa, llora. Me confiesa que estando cuidando hace nada a la pareja de ancianos, el señor le hizo sin querer una herida y le contagió el sida. Y los médicos del Hospital no saben por dónde empezar con sus graves males. Rosa, no puede pagarse los medicamentos de psiquiatría y demás, y su estómago escupe casi todos los días la tremenda potencia de los fármacos inevitables.
El otro día le dí unos euros para que se relajara. Lloraba y gritaba, no ve futuro, y a menos que los servicios colapsados sociales se den prisa, llegarán tarde. Porque Rosa pierde la ilusión y su encanto en el día a día al verse en una situación que era probable pero que jamás pudo imaginar que le tocaría de pleno.
Si logra superar el cáncer, estará menos cansada y entonces los fármacos contra el sida la mantendrán viva. Y mientras Rosa esté viva y con la laboriosidad que lleva en sus venas, logrará llegar al final de sus días con dignidad. Cuando veo y palpo su drama, entonces todos mis problemas y dificultades son más humildes y aparecen como algo menor o menos malo. Porque hay infiernos y travesías que hay que pasar y que son colosales demonios. A su lado, tengo más que mucha suerte.
-UN BESO PARA ROSA-